viernes, 6 de septiembre de 2013
CIRO BIANCHI , EL MEMORIALISTA
Ciro Bianchi, el memorialista
Laidi Fernández de Juan
Este periodista habanero nacido en 1948, se ha convertido, sin duda
alguna, en uno de los escritores más prolíficos de los cuales tenemos
noticia. En su afán por conservar la memoria de tiempos idos, carga en
su haber de escritor cerca de diez libros, la mayoría de los cuales
está integrada por sus entregas periódicas a la prensa. De igual
forma, este cronista del ayer hace gala de su generosidad al facilitar
que circulen en formato digital sus escritos, bajo el irresistible
anuncio de “Ciro te recomienda”.
No solo los cubanos y las cubanas que permanecemos de este lado del
mundo esperamos la llegada de sus mensajes: muchos de quienes se
encuentran en otras latitudes lo hacen periódicamente, entre otras
razones porque todos y todas sentimos que gracias a sus
investigaciones, a su memoria, y a su empática forma de contar,
permite descubrir hechos y reencontrarnos con el país donde nacimos.
La densidad de algunos libros de Historia; la franca parcialización de
sus autores, o simplemente la extensión desmesurada de los textos,
provoca cierta resistencia en el público lector, sobre todo el más
joven. Nada de esto ocurre con las lecciones de Ciro Bianchi,
caracterizadas por la ligereza, la simpatía, el buen gusto, y también,
¿para qué negarlo? son muy aceptadas popularmente porque devela
misterios, descubre noticias secretas tanto de personas como de
momentos, de avenidas y de construcciones, en fin, de todo un universo
integrado por el país que fuimos.
Ciro Bianchi logra transportar al televidente (cabe elogiar el
Programa Como melo contaron, sustentado también por las dotes
narrativas de este periodista memorioso) y al lector, hasta tiempos
que parecen remotos, pero cuya impronta está al alcance de todos, sin
que lo sepamos. De esta forma, revisitamos aquellos sitios que nos
parecían carentes de atractivos, o revaloramos a figuras históricas de
antaño que dormían injustamente, sin que nadie les reconociera sus
méritos o sus desmanes, para al cabo, darnos cuenta de cuán rico es
nuestro pasado.
A pesar de que los textos de Ciro ya forman parte de nuestra cultura
inmediata, en el sentido de que hemos incorporado su lectura a nuestra
realidad cotidiana con la misma naturalidad con que escuchamos las
noticias diarias, cuesta trabajo, sin embargo, clasificarlos. ¿Cómo se
le llama a un texto escrito hoy, acerca de un hecho ocurrido hace, por
ejemplo, ochenta años? ¿Qué nombre recibe quien reseña un suceso de un
siglo atrás? No digo que tenga importancia delimitar estos términos,
es solo que resulta curiosa la pobreza del lenguaje en estos casos. Es
evidente que no estamos en presencia de un cronista, si nos ceñimos al
concepto de que una crónica es un artículo de prensa sobre temas de
actualidad, ni tampoco sería correcto afirmar que Ciro es un escritor
puramente costumbrista, ya que la costumbre de un país, o sea, el
conjunto de sus inclinaciones y hábitos, varían con el paso del
tiempo. Entonces, si tenemos en cuenta que el diccionario señala una
palabra que se acerca a lo que hace este autor, no me queda más opción
que decir que se trata de un cronicón (crónica antigua).
La fonética de dicho vocablo no ayuda, lo reconozco, porque dan deseos
de decir: Más cronicón serás tú, pero esto es lo que se ajusta a sus
amenísimos escritos, académicamente hablando. En pocas palabras,
parece que Ciro hace cronicones según el uso correcto del vocabulario,
pero entre nosotros, identificamos sus páginas como estampas del ayer,
aunque parezca el anuncio de una noveleta radial. Estoy segura de que
los grandes estamperos cubanos, estarían más que satisfechos al ver el
nombre de Ciro al lado de los suyos. Pienso en el Emilio Roig de El
caballero que ha perdido a su señora, del año 1923, en el Jorge Mañach
de las Estampas de San Cristóbal, del año 1926, y en el Eladio Secades
de lasEstampas, de 1941 a 1958. Es una suerte para Cuba contar con un
memorialista como Ciro Bianchi.
Muestra de su tenacidad, es que solo en el pasado año 2012, vieron la
luz dos nuevos libros suyos: Viendo La Habana pasar, por Ediciones
Boloña, que contiene cien anotaciones históricas al pie de igual
número de dibujos hechos por Evelio Toledo, y Contar La Habana,
compilación de ochentas seis de sus más recientes artículos,
publicados por Ediciones UNION. Además de la ya señalada amenidad en
las páginas “cirobianchescas”, otro aspecto que destaca es la
capacidad de provocarnos asombro.
Cuando ya presumimos de conocer los recovecos, las interioridades y la
vida profunda de nuestra Habana, si es que alguna vez caemos en la
tentación de hacerlo, aparece una nueva historia antigua salida de esa
mezcla de estudio serio con gran dosis de gracia criolla que parecen
ser las armas fundamentales de Ciro Bianchi, y el resultado es la
enseñanza de algo que ignorábamos. Respetando aquello que pertenece a
la imaginería popular, como pueden ser las historias de La casa de las
tejas verdes, la de Marcolina o los suicidios en La Manzana de Gómez,
este periodista traslada las versiones de ayer para mostrarnos de
dónde venimos, cómo éramos, y así, sin que nos demos cuenta, labrarnos
el mapa de nuestras más ocultas verdades. Sean bienvenidas estas
nuevas entregas de artículos en forma de libros, y loado sea el autor
que las regala, llenándonos de conocimientos y de humor.
Fuente: La Jiribilla, nro. 642
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Ciro Bianchi Ross
ciro@jrebelde.cip.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/
http://cbianchiross.blogia.com/
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