ELIGIO DAMAS
No es difícil entender por qué el candidato opositor diga dislates, uno tras otro. Porque tampoco cuesta mucho, siguiéndole el discurso, medir que el nivel cultural del personaje de marras es en verdad en demasía deficitario. No importa, ni es suficiente tener un título universitario para alcanzar la cultura, los dones culturales, para desenvolverse con la debida brillantez siendo un personaje público; se requiere esfuerzo, dedicación y disciplina mayores y exigirse mucho más así mismo.
Por supuesto, eso no es una afrenta. Es una falla, pero con ella se puede convivir y hasta alcanzar metas importantes. Tampoco se puede descalificar a nadie porque no haya hecho el esfuerzo de alcanzar el conocimiento para desenvolverse mejor en la vida. Aunque uno, tiene el derecho de exigirle a quienes desempeñan funciones importantes en el área del servicio público, que cada día sean mejores y se sacrifiquen, si es que esta palabra tiene cabida, por ser mejores personas y aprender cada día más.
Es verdad, que en Venezuela, desde años ancestrales, la política parece haberse vuelto una actividad donde los menos dotados y armados intelectualmente, con sus consabidas excepciones, suelen ser los exitosos. Entendiendo como eso, alcanzar posiciones destacadas y ser centro de la atención de mucha gente. Pero también es cierto, que esos personajes frecuentemente tienen la suficiente inteligencia, agudeza y prudencia, para asesorarse lo mejor posible para que las cosas les salgan bien. O para decirlo coloquialmente, no poner la cagada en demasía.
Ha sido habitual en Venezuela, en otros países, incluyendo Estados Unidos, donde George Bush fue un vivo ejemplo, que personajes incultos y hasta ignorantes, tengan éxito político. Aquí solemos hablar del agudo olfato político de fulano o que sutanejo es un “animal político”, para referirnos a individuos que aparte de saber asesorarse, tienen competencia para decir, aunque sea en lenguaje pobre, o hacer lo justo para ganarse la gente o la partida.
“Zutanito es buena gente”, calificativo que se lo gana cualquiera suficientemente hábil o gracioso para relacionarse y caerle bien a la gente. Como decían los abuelos, “ese carajito va a llegar lejos porque tiene la sangre liviana”.
Basta pues tener “la sangre liviana”, para que alguien ya tenga suficientes méritos para ser exitoso en la política. Aquellos de “sangre pesada”, por mucho que se quemen las pestañas, hagan de la honestidad y desprendimiento sus banderas, nunca “llegarán a ninguna parte” en la política.
Pero lo de “sangre liviana”, desde mi óptica, pareciera ser un subjetivismo, pues uno de esos, como Chávez, para poner un ejemplo sustancial y muy representativo, puede parecer de “sangre pesada” para otros. Porque a los primeros se les ama y a los segundos se le odia. Lo que revela que la sangre gana o pierde peso, según los intereses de cada quien y el contenido del discurso o accionar de la gente.
Entonces Capriles también está sujeto a esa evaluación. De donde uno concluye que aparte de ser un individuo de bajo nivel cultural, de pobres recursos discursivos, es “sangre liviana” para una buena cantidad de venezolanos.
Pero Capriles, tiene una enorme falla para la política, que no es lo de ser inculto o ignorante togado, sino que parece no ser inteligente. Para que actúe sensatamente requiere tener al lado a sus asesores o cumplir estrictamente con lo que le ordenan o aconsejan. Si no tiene el guión por delante o el consejero a pata e`mingo, se comporta como elefante en cristalería.
No es que diga “suapara”, disparates o cantinfladas a granel, eso está dentro de los parámetros de muchos que han ejercido exitosamente la política – Raúl Leoni fue el campeón de los dislates -, sino que incurre en torpezas políticas que causan mucho daño al país y sus propias filas.
Torpezas que no se explican en la incultura, sino en la poca inteligencia y sobre todo en eso de dejarse llevar con demasiada frecuencia por sus “arrecheras”, para decirlo en sus propias palabras.
Mandar a llamar a la gente a desatar su arrechera en lugar de acudir como debía al CNE, haber provocado varios muertos y heridos, causar daños cuantiosos, resultó de su torpeza, falta de inteligencia, dejarse dominar por “arrecheras”. Esta conducta, es peor que ser inculto o ignorante.
Pero el colmo de la torpeza de Capriles, se pone de manifiesto, cuando por su “arrechera” y frustración, arremete de manera indecorosa, indelicada e impolítica, contra los jefes de Estado que acudieron al acto de juramentación de Maduro.
¿Ha pensado cómo quedó su imagen después de los actos vandálicos que han producido 9 muertos hasta ahora? Creo que no. Porque después de esos hechos, arremete contra personajes, con quienes si llegase a presidente, teniendo de por medio un reclamo, tendría que convivir. También porque pese su arrechera, son Jefes de Estado de países con los cuales Venezuela tiene y tendrá relaciones diplomáticas y en política, quienes juegan el rol de él, no pueden darse el lujo de decir lo que le dictan sus “arrecheras”. Esto debió meditarlo, aunque sepa de antemano lo que le ha dicho reiteradamente Vicente Díaz, la ampliación de la auditoria no alterará los resultados.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 4/20/2013 11:20:00 a.m.
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