¿Por qué el Papa visita Cuba?
por Ronald León Núñez En Kaos en la red
Miércoles, 28 de Marzo de 2012 15:01
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La dictadura castrista se inclina ante el Papa
Benedicto XVI realizó su primera visita como jefe de la Iglesia católica a México y Cuba. Este hecho, cargado de objetivos políticos, nada tiene que ver con una inocente visita pastoral, como falsamente afirman desde el Vaticano y los gobiernos de esos países.
No podría ser de otra forma, mucho menos tratándose de Joseph Ratzinger, antiguo jefe de la moderna inquisición, que se destaca por sus recalcitrantes posiciones de ultra derecha, misóginas y pro imperialistas.
En suelo mexicano, la visita papal coincidió con la proximidad de las elecciones, a realizarse el próximo 1 de julio, demostrándose un claro apoyo del líder católico al presidente Felipe Calderón (con quien se entrevistó en privado) y, en consecuencia, a Josefina Vázquez Mota, candidata del oficialista Partido Acción Nacional.
Por otra parte, el momento de la visita de Joseph Ratzinger se da cuando el Senado mexicano debate una reforma constitucional que afecta a la laicidad del Estado y donde la Iglesia católica pretende profundizar la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, la propiedad eclesial de medios de comunicación masiva, además de abrir un espacio mayor para la intromisión de los sacerdotes en asuntos públicos.
La estadía del Papa, además, ocurrió en medio de protestas protagonizadas por víctimas de los abusos sexuales que cometiera el fundador de la Legión de Cristo, padre Marcial Maciel, las cuales fueron no fueron recibidas por Ratzinger. Hecho nada casual pues, en 1999, fue el actual Benedicto XVI quien se opuso a la investigación de las denuncias.
Elogios en el marco de un acuerdo
La actual visita de Ratzinger a Cuba no es casual, como tampoco fue aquella que realizó su antecesor, Juan Pablo II, en 1998. Su misión, más que celestial, tiene claros objetivos terrenales, definidos por los intereses del imperialismo.
Hace 14 años, rumbo a la Habana, Karol Wojtila fue entrevistado mientras viajaba en su avión oficial. Cuando le pidieron una definición de la revolución cristiana y la marxista-leninista, el anterior Pontífice católico respondió que la primera significaba la “revolución del amor” mientras que, “por el contrario”, la otra era “la revolución del odio, de la venganza, de las víctimas”. El pasado 19 de marzo, también en un avión, Benedicto XVI opinó sobre el marxismo diciendo que: “Hoy es evidente que la ideología marxista en la forma en que fue concebida no se corresponde ya con la realidad”. Enfatizó que “el comunismo no funciona” y, sosteniendo que “si no es posible construir cierto tipo de sociedad, entonces se necesita encontrar nuevos modelos”, ofreció la “ayuda” de la Iglesia para que la que “en un espíritu de diálogo que evite traumas y sirva para hacer avanzar a la sociedad [cubana]” (El País). Pensar que todavía existen aquellos que creen que las “visitas pastorales” del Papa son “apolíticas”.
La dictadura cubana, por su parte, no mezquinó elogios ni escondió su regocijo por la visita de “Su Santidad”. Poco antes de la llegada del Papa, donde Raúl Castro le dio una “calurosa bienvenida” y le expresó que“Cuba lo recibe con afecto y respeto y se siente honrada con su presencia” (Granma digital), Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, afirmó en conferencia de prensa que “Las relaciones entre la Santa Sede y Cuba han tenido un desarrollo ininterrumpido y son muy favorables” y destacó las coincidencias entre el estado cubano y la Iglesia católica, diciendo:
“La Santa Sede ha asumido posturas que Cuba comparte, en particular, en la búsqueda de la globalización de la solidaridad, y del ejercicio de los derechos humanos para todos los seres humanos. En la lucha contra la pobreza, contra la exclusión, en la búsqueda de un orden internacional democrático y equitativo. En particular, el Gobierno cubano comparte con la Santa Sede sus posiciones tradicionales en defensa de la paz, en oposición a la guerra; frente a las amenazas de guerra. En la preservación de la especie humana frente a la existencia de enormes arsenales nucleares o del cambio climático que ponen en peligro la supervivencia de la humanidad” (Granma digital, publicado el 24/03/2012).
Muchos activistas de izquierda, de forma honesta, se cuestionan cómo puede ser que los hermanos Castro, defensores de lo que sería el último bastión socialista, reciban con tantos honores al máximo exponente de una de las instituciones secularmente más contrarrevolucionarias de las clases dominantes.
Con toda razón, muchos se preguntan cómo, para los Castro, la Iglesia católica ahora devino en una institución defensora de la paz mundial, de la solidaridad, de los derechos humanos y que lucha contra la pobreza en el marco de buscar un “orden internacional democrático y equitativo”. De igual forma, muchos luchadores y luchadoras socialistas deben estar perplejos al ver cómo, frente a los ataques al marxismo-leninismo que hace el Papa, los Castro responden haciéndole elogios y convocando compulsivamente a las personas para asistir a su prédica.
¿Quién cambió? ¿La Iglesia Católica o la dirección castrista? Para nosotros, el cambio se dio en la dirección castrista, que condujo el proceso de restauración del capitalismo en la isla y, en ese marco, ahora precisa de un acuerdo con el imperialismo, incluidos personajes tan siniestros como Benedicto XVI. El objetivo es avanzar en la inserción total de la nueva Cuba capitalista en el mercado mundial. Por más difícil que resulte, es necesario ver que existe un acuerdo contrarrevolucionario entre el Papa y la dirección castrista, visando a la profundización del papel de Cuba como semi colonia del imperialismo mundial, dando el mensaje de que las puertas de Cuba hace tiempo están abiertas al capital imperialista.
Unidos en la represión a la disidencia
Expresión de este acuerdo, fue la represión conjunta de las fuerzas represivas del régimen de los Castro y la propia jerarquía católica de la isla a las manifestaciones reivindicando libertades democráticas que se dieron antes de la visita papal.
El 14 de marzo, un grupo de disidentes que pretendía entregar una carta al Papa a fin de que este presione en favor de derechos democráticos (libertad a los presos políticos, libertad de viajar y acceso a la información), ocupó la iglesia Nuestra Señora de la Caridad de La Habana. Como respuesta, el propio cardenal cubano Jaime Ortega llamó a la policía para desalojar a 13 disidentes que se encontraban dentro del mencionado templo.
La Iglesia católica de Cuba calificó ese movimiento como “ilegítimo e irresponsable”. El comunicado de la Arquidiócesis de la Habana, manifestó que “esta es una estrategia coordinada y planeada por grupos en diferentes regiones del país. Fue organizado, aparentemente, para crear situaciones críticas antes de la visita del Papa Benedicto XVI” (Agência Estado).
En el mismo sentido se manifestó el ministro Rodríguez: “Quienes pretendan obstaculizar esta visita apostólica con manipulaciones políticas fracasarán (…) porque Su Santidad encontrará en Cuba a un pueblo (…) que escuchará a Su Santidad con profundo respeto y civismo” (Granma digital).
El lunes 26 de marzo, día del arribo de Benedicto XVI, grupos disidentes denunciaron la prisión “preventiva” de al menos 150 opositores políticos, de los cuales 15 serían Damas de Blanco (AFP). El Papa anunció, otro hecho nada casual, que no tiene previsto reunirse con cualquier grupo disidente durante su estadía.
Esta mutua consonancia entre el Vaticano y la dictadura de los Castro en Cuba tiene que ver, como señalamos, con la necesidad que tiene el gobierno cubano de mostrarse ante el mundo como completamente abierto y asimilado a las reglas de la economía mundial capitalista. La dictadura castrista tiene la intención de validar sus medidas, de mostrarse confiable y sumisa al orden internacional imperialista. Por eso se arrodillan para besar el anillo de Pontífice inquisidor y ex miembro de las juventudes hitlerianas.
El trasfondo es la restauración
La cuestión de fondo es que Cuba ha dejado de ser un estado obrero burocratizado para, a partir de la década del noventa, pasar a ser un estado capitalista con un régimen político dictatorial.
Este proceso comenzó en la década de los setenta, cuando el manejo burocrático de los ex estados obreros metió a esas economías en una crisis crónica, producto de la aplicación de la teoría anti-marxista del socialismo en un solo país y de la coexistencia pacífica con el imperialismo, que desarrolló y aplicó el stalinismo a nivel mundial.
Para salir de esa crisis, lejos de avanzar por el camino de impulsar la revolución internacional, todas las burocracias stalinistas, entre ellas la dirección castrista con el propio Fidel a la cabeza, pasaron a aplicar una política de desmonte de las bases esenciales del estado obrero.
De este modo, en los noventa, lo venía siendo un proceso cuantitativo dio un paso cualitativo. Tras una serie de medidas, desaparecieron los pilares del estado obrero: la propiedad estatal de los principales medios de producción, el plan económico centralizado por el estado y el monopolio del comercio exterior. Es así que Cuba ha vuelto a ser un estado capitalista, de la mano de la propia dirección castrista, al ordenar su economía alrededor de la ley capitalista del valor y de la búsqueda de la ganancia privada, colocando las riquezas y sectores estratégicos del país al servicio de la expoliación imperialista.
En el marco del sistema capitalista restaurado, Raúl Castro avanza actualmente en la aprobación y aplicación (como en cualquier otro país capitalista) de duros planes de ajuste que pretenden que sea la clase trabajadora la que pague por la crisis económica mundial de los ricos.
Este plan, como es conocido y fue aprobado por VI Congreso del Partido Comunista Cubano, pretende despedir 500.000 trabajadores estatales (10 % de la fuerza laboral del país). Otras medidas tienen que ver con la clausura de comedores populares subsidiados y el fin de la libreta de entrega de productos alimenticios básicos, un componente de mucho peso en la canasta familiar de los sectores más pobres. En este sentido también se encuentra el anuncio de que la educación y la salud púbicas dejarán de ser universalmente gratuitas y el permanente ataque al de por sí bajísimo valor del salario, que oscila entre una mayoría que gana el equivalente a 10 ó 15 dólares mensuales hasta una minoría que alcanza los 35 ó 40.
El Papa no viene sino a apuntalar este plan de ajuste que impulsa la dictadura castrista, la cual, al mismo tiempo, precisa apoyarse en la autoridad contrarrevolucionaria de la Iglesia católica para ser aceptada sin retaceos en el concierto de las naciones.
Es así que, elogiando las medidas de los Castro, el jefe de la Iglesia Católica destacó que Cuba“ya está mirando el mañana”. Dicho esto, el Pontífice fue más allá y pidió a los cubanos que“luchen por construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre” (Clarín).
Raúl Castro, por su parte, en sus palabras de bienvenida aseguró que el país “seguirá cambiando todo lo que deba ser cambiado”.
El propio cardenal de Cuba confirma en varios sentidos la restauración capitalista, al responder la diferencia entre la Cuba de décadas anteriores y la que ahora visita Benedicto XVI: “Hay nuevas estructuras en el Gobierno; ha habido un cambio presidencial hace cuatro años con nuevos ministros y funcionarios. Se ha iniciado una reforma económica de importancia en cuanto al cultivo de la tierra, la construcción de viviendas, el crédito, la compra y venta de casas y automóviles, la creación de pequeñas empresas privadas…” (El País).
En el marco de esta nueva Cuba, la Iglesia católica viene avanzando en ganar más espacios, partiendo de que ya consiguió que le permitan construir un nuevo seminario y transmitir las más importantes misas a través de la televisión nacional. Atrás han quedado los años en que el anterior estado obrero cubano se declaraba ateo. La realidad, aunque sea duro de aceptar, es completamente otra.
La tarea central
Desde la LIT-CI repudiamos el acuerdo contrarrevolucionario que tiene Ratzinger, agente con sotana del imperialismo, con la dirección castrista. De la misma forma repudiamos toda la política económica de hambre y al servicio de la penetración creciente del capital imperialista europeo y norteamericano, que impulsa la dictadura de los Castro apoyándose en la represión brutal y la inexistencia de libertades democráticas para la clase trabajadora en la isla.
No existe tarea más importante en Cuba que luchar contra estas medidas y la dictadura capitalista que las aplica, medidas que el Papa fortalece envenenando a la población con el conocido mensaje de pasividad y resignación cristiana.
En Cuba, cuna gloriosa del que fuera el primer estado obrero de América Latina, está planteada una nueva revolución anticapitalista, socialista, que parte de la toma del poder por la clase obrera. La justa lucha por las libertades democráticas (libertad de información, expresión, organización y manifestación, etc.), debe estar al servicio del combate estratégico para construir un estado obrero asentado en el régimen de la dictadura revolucionaria del proletariado, el cual sólo será posible con la destrucción del actual estado capitalista cubano y el régimen de los Castro.
Ultima modificacion el Miércoles, 28 de Marzo
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