Elecciones estilo USA
Por Lorenzo Gonzalo, 12 de marzo del 2012
La Guerra de Vietnam terminó en 1975. Fue una derrota militar para Estados Unidos, porque tal y como observara Carl Von Clausewitz, la guerra es una continuación de la política y políticamente no quedó más remedio que mandar a retirar las tropas. Desde la Guerra de Corea, Estados Unidos no ha ganado una sola guerra y todas, de una u otra manera, han sido resultado de maniobras turbias de las Administraciones para controlar geopolíticamente determinadas áreas geográficas.
En el juego sucio de los Partidos Políticos de Estados Unidos, asuntos tales como las guerras han sido instrumentos de campaña y también de intrigas.
Cuando cumplía su último período Lyndon B. Jonson en 1968 y se enfrentaban Richard Nixon y Hubert Humphrey, la Guerra de Vietnam se había convertido en un dolor de cabezas. Siempre se ha comentado que parte de las maniobras tras bambalinas optadas por los republicanos, fue hacerle llegar a los vietnamitas la información de que con ellos serían más fáciles las negociaciones que con los demócratas. Fue una jugada en medio de un conflicto social de gran envergadura, enfrentado entonces por Estados Unidos en aquel entonces.
Lo mismo ocurrió cuando al final de la Administración de Jimmy Carter en relación con el conflicto en ese entonces con Irán. Al parecer los republicanos durante la campaña de Reagan a la Presidencia, hicieron saber a los Ayatolas que con ellos sería más fácil llegar a acuerdos.
En medio de las Primarias Republicanas, en las que se sigue vislumbrando a Mitt Romney como ganador, el caso de Irán está en el centro. Esta vez, sin embargo, no parece que las intrigas y maniobras vayan dirigidas a Irán sino a Israel.
Las actitudes beligerantes asumida por los aspirantes presidenciales y otros dirigentes de los republicanos, indican un abierto desafío a la cuna del Imperio Parto y Sasánida, ese territorio que hoy conocemos como Irán.
El candidato republicano de mayores probabilidades para competir por la Presidencia en Noviembre del 2012 es Mitt Romney, quien ha sostenido un discurso beligerante respecto a Irán.
En sus alegatos el probable candidato, no dice una sola palabra sobre negociaciones con la comunidad internacional para llegar a acuerdos con aquel país y salvar el diferendo en relación a su industria nuclear. Sus planteamientos van desde incitar a la oposición para que se rebele, rompiendo las normas institucionales del país, hasta la realización de ataques preventivos.
Los otros candidatos no se quedan atrás. Es el manido discurso imperial, hegemónico, practicado hasta hoy por las Administraciones estadounidenses y asumido con mayor énfasis por los dispersos miembros del Partido Republicano de hoy.
Pero este discurso no presentaría un peligro real de conflicto bélico si no existiese Israel.
Durante todo el trayecto de las negociaciones internacionales, de múltiples amenazas mutuas, desafíos y exigencias, racionales unas e irracionales otras, para encontrarle solución a las demandas de Irán y a las de la comunidad internacional, Israel ha mantenido una posición amenazante, con manifiestas intenciones bélicas y desconociendo los esfuerzos menos agresivos de los otros países.
El mundo árabe todavía recuerda la cuenta pendiente con el Estado Sionista y en medio de las negociaciones para encontrar una salida al conflicto con un país que no es Irak y que además cuenta con Rusia y China de su lado, esa actitud de los sionistas israelitas es irresponsable.
Hasta tal punto llega a serlo, que hace a penas unas horas el gobierno sueco advirtió a Israel que no continuase “saboteando” las gestiones que se hacen con Irán.
Israel, supuesto aliado de Estados Unidos, equivale en física a los radicales libres. Fue amamantado por conveniencia de las potencias occidentales, incluso por los soviéticos al comienzo de su fundación, quienes vislumbraron un posible Estado socialista que podría serles entonces un buen aliado. Al final ha resultado insaciable en sus pretensiones.
Sostenido gracias a las dádivas estadounidenses y la estructura sionista internacional, cada día demuestra más su intención de convertirse en un director hegemónico de Medio Oriente, sin importarles al parecer, las consecuencias de semejante actitud.
Los republicanos lo saben y muy posiblemente enamoren a las fuerzas que en Estados Unidos representan al único Estado artificial creado por la humanidad, ofreciéndoles carta abierta para atacar a Irán si ellos resultaran electos.
No dudemos que asuntos como estos podrían ocurrir entre las luces y sombras de estas campañas facciosas en que se han convertido las elecciones de Estados Unido.
Las facciones de poder en que se han transformado definitivamente los dos Partidos que gobiernan en Estados Unidos, no paran mientes para garantizar la permanencia de su dirección.
Con ese propósito negocian guerras, conceden poderes dictatoriales, conspiran cuando realizan sus conciliábulos estratégicos disfrazándolos de maniobras legítimas en el desarrollo de sus campañas electorales y hacen todo lo posible, incluso inmiscuyéndose en asuntos de política exterior, en un país donde la Constitución establece con total claridad, que la misma es patrimonio exclusivo del Ejecutivo.
Por esos caminos casi seguro se encaminarán las gestiones de la campaña electoral cuando esta comience, una vez terminada la Primaria del Partido Republicano. Ya ambos partidos ambos Partidos han comenzado a mover sus corredores para el gran evento de alternancia tradicional en el poderoso país. Pura alternancia. Ninguna novedad. Algo más de lo mismo, pero esta vez con ligeras variantes que pueden ser decisivas entre la Guerra y la Paz.
Nadie en su sano juicio duda que, al menos, en un segundo período, el Partido Demócrata es la promesa de paz más creíble.
Solamente un loco internacional pudiera alterar esa ecuación y sabemos también que el líder de Irán podrá ser un convencido religioso, un fanático quizás en este orden de cosas, pero no es un loco político. Lo ha demostrado hasta hoy y no tenemos elemento para pensar que abandonara su estilo.
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