Asunto: Fw: Juventud Rebelde (Con Fidel al teléfono / Extraña desconexión en las universidades)
Sent: Wednesday, November 23, 2011 8:33 AM
Subject: Fw: Juventud Rebelde (Con Fidel al teléfono / Extraña desconexión en las universidades)
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From: José L. Moreno
To: José L. Moreno
Sent: Wednesday, November 23, 2011 11:41 AM
Subject: Juventud Rebelde (Con Fidel al teléfono / Extraña desconexión en las universidades)
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Con Fidel al teléfono
El domingo 9 de octubre, Juventud Rebelde publicó Extraña desconexión, un reportaje realizado por estudiantes de la Facultad de Comunicación sobre las problemáticas asociadas al uso de las nuevas tecnologías en las universidades. Lo menos que imaginaron fue que aquel material les depararía una de las grandes sorpresas de sus vidas
Luisa María González digital@juventudrebelde.cu
Nadia Herrera digital@juventudrebelde.cu
Ibis Frade digital@juventudrebelde.cu
Héctor González digital@juventudrebelde.cu
Ana Lidia García digital@juventudrebelde.cu
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· Luisa María González
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· Héctor González
· Ana Lidia García
19 de Noviembre del 2011 20:11:41 CDT
En los últimos días, algunos amigos se han molestado conmigo porque supieron por terceras personas algo que, según dicen, debí decirles yo misma. Probablemente tengan razón. He tratado de explicarles mi actitud con palabras como discreción, falta de tiempo, etcétera. Pero la verdad es que he preferido quedarme callada porque cuando hago el cuento, me parece que van a pensar que estoy bromeando…
El domingo 9 de octubre, Juventud Rebelde publicó Extraña desconexión, un reportaje realizado por un equipo de estudiantes de la Facultad de Comunicación, del cual formo parte, que trató las problemáticas asociadas al uso de las nuevas tecnologías en las universidades. Al día siguiente me sorprendió una llamada inesperada.
—Buenas tardes, ¿es Luisa María?
—Sí.
—Un momento que le van a hablar.
—…
—Luisa, te habla Fidel.
Esas cuatro palabras me dejaron petrificada. ¿Del otro lado de la línea estaba Fidel? ¡Fidel! No podía ser cierto. Mi mente no logró retener con exactitud lo que sucedió en los minutos siguientes. Sí recuerdo cuando me dijo que su llamada se debía al reportaje Extraña desconexión: «Me pareció muy bueno, muy crítico, sobre todo porque son capaces de criticarse a ustedes mismos, los estudiantes».
En los primeros momentos de la conversación, enfatizó acerca de su interés por el problema planteado en el trabajo periodístico, es decir, en la situación tecnológica de las universidades y las necesidades estudiantiles. Comentó acerca de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la sociedad contemporánea y recordó los esfuerzos realizados en el país desde hace varias décadas para, a pesar de las difíciles condiciones, no quedar rezagado con respecto a los adelantos del mundo.
Sin embargo, me dijo Fidel, sabemos que lamentablemente el estado de muchos centros de Educación Superior no es el mejor, «por eso yo quiero que tú me cuentes cuál es la situación, quiero escucharte, y que me digas cómo ves las cosas desde tu posición de estudiante. Vamos, tienes la palabra».
¿Qué decir? De las mil ideas que atacaban mi mente, ¿por dónde empezar? Tres o cuatro segundos de silencio me delataron, así que del otro lado de la línea, un caballero me dijo: «Arriba, no te pongas nerviosa, dime lo primero que se te ocurra».
Comencé, ¿por donde más iba a hacerlo?, por el inicio.
«Mire Comandante, la situación tecnológica de las universidades no es la mejor. En estos momentos hay muy pocas computadoras para la demanda de uso que tienen. Los estudiantes tenemos una gran cantidad de actividades docentes que requieren el uso de ordenadores. Además, los que hay son bastante obsoletos y suelen descomponerse con frecuencia».
Enseguida me interrumpió, como haría en innumerables ocasiones, para preguntar: «¿Cuántos estudiantes hay en el país? ¿Cuántas computadoras hay? ¿Qué cosas hacen ustedes en las computadoras con más frecuencia?».
Eran torbellinos de interrogantes. Me preguntó acerca de los costos de las computadoras, de los dispositivos adicionales como impresoras y escáneres, de la calidad del equipamiento actual, entre otras cuestiones relacionadas. Así que dialogamos sobre gigabytes, memorias ram, discos duros, microprocesadores, en fin.
En algún momento del intercambio, el Comandante comentó la importancia de las tecnologías para mantenerse informado acerca del acontecer internacional. Creo que esa es una de sus obsesiones más recientes.
«La gente no puede vivir sin saber lo que está pasando en el mundo. ¿Tú crees que es posible vivir tranquilo sin saber de los desastres que están ocurriendo por todo el planeta: la guerra en Libia, las grandes huelgas. Y no tenemos ningún espacio en televisión que se dedique a hablar de estas cosas. Está la sección Hilo Directo, de Granma. Te voy a leer lo que publicaron hoy».
Leyó todos los titulares de ese día, lunes 10 de octubre, y enseguida inquirió: «¿Te parece que con eso sea suficiente? No, ¿verdad? El pueblo necesita saber mucho más».
Hablamos mucho sobre la situación internacional, la cual le preocupa, hasta que regresamos al tema inicial. Me preguntó por mis compañeros:
—Mañana, sobre esa hora, ¿estarán todos reunidos?, es que me gustaría hablar con todos.
—Sí, Comandante, mañana estaremos juntos todo el día.
—Bueno, entonces hablaremos mañana. Muchas gracias por el tiempo.
—Gracias a usted por haber llamado.
—Hasta mañana.
—Hasta mañana.
Al día siguiente, martes 11 de octubre, a las tres de la tarde, estábamos todos en la sala de mi casa. No podíamos descifrar qué había querido decir Fidel con «sobre esta hora», si a la que habíamos comenzado a hablar, las cuatro y treinta de la tarde, o a la de la despedida, las seis. Creo que no es necesario apuntar que cada vez que el teléfono sonaba, todos pegábamos un brinco y se hacía un silencio sepulcral.
Los minutos pasaban lentos… y pasaban. Sobre las seis menos diez, empezábamos a inquietarnos y a dudar si finalmente llamaría.
A las seis en punto: Riiiiiiinnnnggggg.
Era él, otra vez. Por mi cara, mis amigos entendieron que por fin había llegado la llamada. Muy familiar, Fidel me preguntó qué noticias le tenía. Le dije que todos estábamos ahí, listos para conversar y que ya estaban al tanto de nuestro intercambio del día anterior. Además, le comenté sobre nuevas informaciones que habíamos recopilado.
Él también había averiguado muchas cosas nuevas, y me las fue explicando una a una: dialogamos sobre los costos de las computadoras, de por qué es mejor usar para laboratorios ordenadores de escritorio y no portátiles.
Y entre una cosa y otra, no sé cómo, llegamos al tema de la agricultura.
—Sabes —contó— en estos días he estado reuniendo información sobre cultivos de gran valor económico, que pueden influir en los niveles de alimentación y de salud de nuestro pueblo.
Habló con detalle sobre la situación agrícola del país y del mundo. Yo lo escuchaba y me parecía estar oyendo a un experto en problemáticas actuales de esa actividad. Una vez más quedé pasmada, definitivamente Fidel se las sabe todas. Todavía no he conseguido asimilar la experiencia de esos días, probablemente jamás logre hacerlo.
Cuando terminaron nuestras conversaciones, yo me recordé niña, pionerita. En aquellos días en que la vida parece una aventura, tuve el privilegio de asistir al tercer Congreso Pioneril que se celebró en el 2001. En la plenaria, el Comandante estuvo todo el día con nosotros, escuchando atentamente lo que decíamos unos niños que apenas comenzábamos a vivir. Pronunció un formidable discurso, de aquellos a los que nos tenía acostumbrados. Nunca he olvidado los instantes finales: sus ojos felices de padre orgulloso, su mano firme diciendo adiós, y aquella sonrisa radiante. Yo quedé con lágrimas en lo ojos y miedo de que aquella fuera la última vez. Pero no. ¡La vida tiene cada sorpresas…!
Quería saberlo todo. Hasta el más mínimo detalle
Para cualquier joven cubano, conversar con el Comandante en Jefe Fidel Castro, además de un honor, significa una inmensa alegría; sobre todo cuando el motivo de la conversación resulta un tema de alta sensibilidad para los estudiantes universitarios, como la importancia de las nuevas tecnologías en nuestra formación y las posibilidades que, en un país subdesarrollado como Cuba, tenemos de utilizarlas en toda la magnitud necesaria.
Si a esto le agregamos la relevancia de que una personalidad de reconocimiento internacional como Fidel se interese por un aspecto de la sociedad con el cual, por cuestiones generacionales, no ha estado demasiado vinculado, pues el hecho gana singularidad. Ese mundo de gigas, bytes, redes, software y hardware que, para los llamados nativos digitales forma parte de la vida cotidiana, resulta un aspecto novedoso para quienes como él crecieron y se formaron entre grandes enciclopedias, libros y máquinas de escribir.
Escucharlo fue como tenerlo enfrente y, aunque pueda parecer extraño, sentí que habíamos hablado muchas veces. Todavía ahora parece increíble que me haya llamado por mi nombre, Ana Lidia, que me causaran risas sus ocurrencias y que conversáramos de temas cotidianos que enfrenta el pueblo cubano y en particular las nuevas generaciones. Quería saberlo todo. Hasta el más mínimo detalle.
¿Cómo aprovechamos los recursos disponibles, cómo hacemos nuestros trabajos de clases y para qué utilizamos Internet? Una ráfaga de preguntas. Apenas alcanzamos a responder. En ese momento recordé las muchas veces que en la televisión había visto a Fidel preguntando y preguntando. Nunca imaginé que algún día estaría en esa posición. Pero, a pesar de la tensión, logramos transmitirle nuestras preocupaciones más inmediatas, las reales carencias y las vicisitudes que enfrentamos para formarnos como profesionales a la altura de un mundo cada vez más digital.
También conversamos acerca de los intereses laborales de los estudiantes cubanos de Periodismo y hasta se asombró por la frecuencia con la que nos reunimos para trabajar en equipo, a pesar de vivir en puntos muy distantes de La Habana. «¡Oye La Lisa, Alamar, Párraga y el Vedado son zonas bien lejos entre sí!».
De repente cambió de tema: le preocupa la insuficiente información que en cuanto a política internacional tiene el pueblo cubano. Por ello indagó acerca del impacto y la utilidad de programas como Dossier, conducido por el periodista venezolano Walter Martínez, y otros incluidos en la selección de la programación del canal Telesur que diariamente se transmite en la televisión nacional.
Luego comentó la necesidad de abordar en la prensa temas actuales de vital importancia como la agricultura. Fue entonces cuando se refirió a las investigaciones de nuestros científicos para buscar alternativas de alimentación en consonancia con la situación medioambiental y las condiciones económicas de Cuba.
Curioso hasta el final, agudo como siempre en sus comentarios. Con la visión de futuro que siempre lo ha caracterizado, una vez más Fidel se interesó por asuntos de carácter nacional e internacional y por las necesidades más cotidianas de quienes, día a día, asisten a las aulas universitarias para formarse como profesionales cubanos.
De la Loma de la Cruz hasta F y 3ra
¡Tremendo notición! Cuando el martes 11 de octubre salí para la Facultad, jamás imaginé que viviríamos semejante historia. Ni en sueños lo esperábamos.
Estábamos ansiosos por terminar las clases. Teníamos que llegar lo antes posible a la casa de Luisa, la parada de 23 y F estaba repleta y no había ni un atisbo de que la situación cambiara pronto, así que a dividirnos… Ibis y Anita en botella, Luisi esperaría algo, mientras que Héctor y yo decidimos llegar por nuestros propios pies (de 23 y F hasta ¡15 y 24!).
A las seis llamó. Ya era imposible no creerlo, del otro lado del auricular ¡estaba Fidel, nuestro Comandante!, compartiendo ideas con nosotros, un equipo de periodistas novatos, aún estudiantes.
Llegó mi turno y durante los primeros minutos de la conversación, creía que no podía sostener el diálogo, pero la cálida voz resultó demasiado familiar y me sentí tan cómoda que hubiera estirado el tiempo más que un elástico. Él, por su parte, también se encontraba a gusto: «Siento mucha alegría por poder conversar con estudiantes de quinto año que casi culminan su carrera y comienzan su vida profesional como periodistas».
Quizá por ello la ocasión fue propicia para que, durante la charla telefónica, abordáramos temáticas muy variadas de carácter nacional e internacional, aunque también hubo un aparte para asuntos personales:
—¿Y tú, Nadia, de dónde eres?
—De Holguín, Comandante.
—Pero, ¿de qué parte?
—Del centro de la ciudad, cerca del parque San José.
—Ahí hace poco hubo un evento importante de danza.
Percibo que le concede vital importancia al hecho de estar bien informados. En ese sentido, él no se circunscribe solamente a los noticiarios y los grandes medios de comunicación masiva, sino que aprovecha toda posible fuente de información a su alcance. Pregunta, comenta, sugiere, emite juicios de valor y es capaz de centrar el interés en lugares distantes, sin perder por ello el más mínimo detalle. En ese afán, como coterráneos ausentes, nos remitimos a un símbolo de nuestra ciudad: la Loma de la Cruz.
Una vez situados en el escenario, las interrogantes no cesan: «¿En cuántas ocasiones has subido? ¿Cuándo fue la última vez? ¿Cuánto tiempo te demoras en llegar a la cima?» Incluso no deja de lado aspectos muy puntuales y aguza los sentidos en un intento de aproximarse a la respuesta. «Es una loma alta, ¿cuántos escalones tiene? Deben ser alrededor de 500...».
Luego se interesa por el lugar donde vivo actualmente, la residencia estudiantil Lázaro Cuevas, ubicada en F y 3ra. en el Vedado. Entonces intenta ubicarse, alude a lugares de referencia y calcula distancias. Según las direcciones, se coloca en el lugar de los estudiantes y diseña un posible recorrido hasta la Facultad. Me sugiere que esa caminata sería como hacer ejercicios. Sin embargo, su tono demuestra reproche cuando le explico que la mayoría de los becados toma el P2 para llegar a la Universidad, a solo unas cuadras de distancia.
Por lo cual, en otro momento de la conversación me hace una propuesta que nos remonta al inicio: «Si caminas de la beca a la Universidad y luego subes la Colina es casi como si hubieras ascendido la Loma de la Cruz».
—Comandante, yo creo que no tengo que ir tan lejos porque todos los días subo las escaleras de la beca.
—¿Y en qué piso tú vives?
—En el 13.
—Pues alégrate porque los que están en el piso dos no hacen ejercicios.
Reímos. Desde entonces cada vez que subo las escaleras de la beca recuerdo sus palabras, y en mi rostro aparece una sonrisa como la de aquella ocasión.
Creo que Fidel siempre está pensando en futuro
Un tono grave, familiar y pausado, eso fue lo primero que escuché cuando apenas podía comprender sus palabras. Una voz cautivadora y cordial. ¿Cómo hablar? ¿Qué hacer? ¿Qué decir? Estaba atónita y emocionada, clavada en el asiento, con la respiración entrecortada. «¿Cómo está Comandante?» fue la única frase coherente que logré articular.
Pero a los pocos minutos la tensión cedió y me parecía que continuaba una vieja conversación que había quedado inconclusa tiempo atrás. Me preguntó: «Bueno Ibis, ¿y dónde tú vives?». ¡Me resultaba increíble que Fidel supiera dónde queda Párraga, que bromeara sobre su lejanía y se interesara por las rutas de guaguas que se dirigen hacia allá! Y admiré aún más su capacidad de abordar desde los grandes temas hasta los sucesos cotidianos, aquellos de la rutina de todos los días.
Luego oí un lejano ruido de papeles y lo imaginé sentado frente a una gran mesa atestada de hojas y libros. Entonces su voz cambió y sonó más grave. Me dijo que estaba leyendo unas informaciones sobre México y que le preocupaban los altos índices de violencia que existen en ese país, porque las cifras iban en ascenso cada año y la situación escapaba del control de las autoridades. Además, se refirió a las constantes migraciones de los empresarios del campo hacia las ciudades, fundamentalmente, hacia el Distrito Federal; y las graves consecuencias que podría acarrear para la economía de la nación.
Hablamos también de cómo esos escenarios de violencia se repiten con muchísima frecuencia en varios países de América Latina. Y un tono de alarma se hacía evidente en su voz al señalar que miles y miles de personas mueren a causa de actividades delictivas como el narcotráfico. Pero su inquietud no se limitaba solo al problema, sino que iba más allá: a la búsqueda de soluciones. Creo que Fidel siempre está pensando en futuro y de forma global; y luchando porque ese pensamiento se torne en formas de acción que favorezcan a las mayorías.
Hablar con Fidel fue como dialogar con una parte de nuestra historia (y cuando digo nuestra, hago parte a toda América Latina). Creo que ahora entiendo verdaderamente el sentido de esa frase que tanto gustó a Tomás Borges: ya sé que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Nos vemos pronto
Por mi mente comenzaron a pasar, como en filme, imágenes de toda mi vida: los lugares donde he estado, las cosas que he hecho; todo mientras extendía mi mano para tomar el auricular del teléfono. ¡Por fin era mi turno!
Todos nos mirábamos. Las imágenes que no cesaban. Me vi cuando fui montador pailero naval, ponchero, fumigador, custodio y, de repente, ¡todo se congeló al escuchar su voz! Tan familiar. La misma voz que generaciones de cubanos han escuchado por décadas…
—Hola Héctor, ¿cómo te sientes?
—Comandante, estoy emocionado, es que nunca pensé hablar con usted.
A lo que respondió con esa sabia picardía:
—¡Ah, mira!, yo tampoco pensé nunca hablar contigo...
No pude hacer otra cosa que echarme a reír como lo hace uno con un amigo cuando le cuenta una broma. Y ahí estaba Fidel, el Comandante, el hombre de las mil batallas, del otro lado del teléfono preocupándose y preguntando por cosas de mi vida en las que ni siquiera yo reparo: se interesó por si veía televisión y durante qué tiempo. Aunque centró su interés en el tema de los Cinco Héroes, del cual hablamos ampliamente. Quizá muchos no entiendan y hasta critiquen mi asombro, ese terco asombro que borró las ideas, preguntas, e inquietudes de mi mente y que me hubiera gustado compartir con él. Pero, ¡vamos! No todos los días uno recibe llamadas del líder histórico de su nación.
Con toda la prudencia del mundo e indicando el fin de nuestra charla me dijo:
—Bueno les he robado mucho tiempo hoy… Pero no pienses que se van a escapar de mí.
—No se preocupe Comandante, nos vemos pronto.
http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2011-10-08/extrana-desconexion-en-las-universidades/
Extraña desconexión en las universidades
Las dificultades para el acceso a las nuevas tecnologías de la información en las universidades exige mayor organización en el uso de los laboratorios existentes, así como más racionalidad y creatividad pedagógicas sin renunciar al máximo de calidad en la enseñanza
Varios Autores
· Luisa María González
· Nadia Herrera
· Ibis Frade
· Héctor González
· Ana Lidia García
·Luisa María González digital@juventudrebelde.cu
·Nadia Herrera digital@juventudrebelde.cu
·Ibis Frade digital@juventudrebelde.cu
·Héctor González digital@juventudrebelde.cu
·Ana Lidia García digital@juventudrebelde.cu
8 de Octubre del 2011 21:48:34 CDT
9:00 A.M.
—¡Ufffff, hummm, hoy es el último día que me queda! Mira eso, mañana tengo que entregar el trabajo final de Filosofía y el laboratorio está repleto. ¡De madre! Siempre me pasa lo mismo…
Ernesto se impacienta cada vez más. El barullo de quienes esperan su turno para entrar al salón de informática no cesa. El calor es insoportable incluso en el local de las máquinas, donde el aire acondicionado no funciona. Son las diez de la mañana y aún no ha podido sentarse ante una computadora. De las 15 cuartillas que exige el profesor, solo tiene tecleadas las siete primeras.
En momentos como estos siempre recuerda las anécdotas de sus padres acerca de las largas horas en la biblioteca y las noches escribiendo trabajos a mano o tecleándolos en aquellas máquinas de escribir que hoy nos parecen piezas museables. Sin embargo, no se imagina viviendo en esos tiempos. Prefiere esperar su turno y sentarse frente a un ordenador.
Cargando configuración
Las generaciones actuales de niños, adolescentes y jóvenes han crecido en un contacto mucho más directo con las nuevas tecnologías y por ello se conocen como nativos digitales. Se relacionan con ese mundo desde los grados primarios y a través de un proyecto de socialización tan valioso como los Joven Club de Computación y Electrónica, que denotan la importancia que nuestra sociedad le concede a su desarrollo y a la democratización de su acceso en las condiciones de un país subdesarrollado.
Lo cierto es que para un estudiante universitario el vínculo con estas herramientas se hace cada vez más necesario. Además de espacios de entretenimiento y comunicación, constituyen instrumentos de estudio e investigación.
No pocos académicos hablan de la trascendencia de esa relación. Educación y sociedad modernas están ligadas estrechamente a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), asegura Alina Ruiz, directora de Informatización de la Universidad de La Habana (UH).
El criterio lo corroboró este equipo entre más de 60 alumnos sondeados en el territorio nacional, quienes además de hacer uso frecuente de estas las consideran importantes en su formación.
Al respecto Yaimara Rizo Ulacia, de la Universidad Central Marta Abreu, explica que «la carrera de Automática, por sí sola, exige al estudiante un dominio básico de las tecnologías de impacto existentes hoy en el mercado, por lo que se necesita tener acceso a bibliografías digitales, a foros, a artículos y a publicaciones mediante las TIC».
También desde el centro del país el estudiante de Comunicación Social, Antonio Morales Arboláez, opina: «Es bueno que mi carrera fomente su uso; sin embargo se convierte en un obstáculo cuando la disponibilidad de máquinas no alcanza. Las exigencias por parte de los profesores no se reducen, a pesar de que conocen la situación existente».
Según la exploración mencionada un importante grupo manifiesta que su carrera necesita del uso de computadoras y otros dispositivos como memorias flash, impresoras, cámaras fotográficas, escáneres, instrumentos de medición, etcétera. Otros señalan que sus profesores suelen orientarles bibliografía digital y que, en la mayoría de los casos, ello no se corresponde con las posibilidades reales de poderlas consultar.
Si bien es cierto que una parte del estudiantado tiene algunas facilidades de acceso tecnológico, dada la posesión de computadoras en sus casas o de ordenadores portátiles, la mayoría depende casi por entero de los laboratorios de sus facultades. En cuanto a Internet, se trata de un recurso al que se accede, casi exclusivamente, desde las facilidades creadas en las universidades, que están limitadas como las del resto de las instituciones del país, como consecuencia del bloqueo norteamericano.
De igual forma, un sondeo entre docentes universitarios demuestra que el uso de las computadoras se va haciendo cada vez más frecuente en el proceso educativo. No pocos refieren que la bibliografía de su asignatura se encuentra principalmente en formato digital, aunque la mayoría alega que existe un balance, es decir, una parte se halla en soporte electrónico y otra en materiales impresos.
«Es que son imprescindibles… Los programas de estudio están en formato digital y las prácticas de laboratorio se realizan con multimedia digital. Sin embargo, hay limitaciones con las computadoras y no está instalada la red. Para impartir clases según el nuevo modelo pedagógico en Medicina, el cual se ha instituido en los policlínicos universitarios —Policlínico Principal de Urgencia (PPU)—, todo se encuentra en discos compactos (CD), tanto la bibliografía básica como la complementaria. Hay orientaciones impresas para profesores y alumnos, pero la clase se realiza con la multimedia», asevera Maricela Iglesias Camejo, profesora de Microbiología y Parasitología en la Universidad de Ciencias Médicas de Mayabeque.
Para la realización de tareas extraclase y trabajos de curso es muy necesaria la utilización de computadoras; así lo corroboran todos los profesores consultados, y muchas veces también se requiere de búsquedas en Internet.
El profesor Miguel Ernesto Gómez Masjuán, de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana expresa que «resulta complicado impartir una asignatura como Periodismo Digital, que obligatoriamente necesita Internet, con las limitaciones que tenemos. Esto nos exige ser más creativos, traer al aula ejemplos actuales y realizar evaluaciones en las que los alumnos pongan en práctica la teoría, aunque sin depender exclusivamente de Internet».
12:00 P.M.
—¡Al finnnn, una computadora! Está lentísima, pero es más que nada ¿eh? Ahora debo aprovechar el tiempo para organizar el contenido que tengo y terminar de escribir.
Desde que le orientaron el trabajo Ernesto ha utilizado el tiempo de máquina, esencialmente, buscando información en Internet. En la biblioteca de su facultad no existen los libros que debe consultar y en otros centros de información a los cuales ha acudido tampoco encontró la totalidad de los materiales que necesita. Internet representa su mejor opción: puede consultar los textos clásicos y además los artículos más actualizados sobre el tema que investiga.
Sesión en red
Las TIC se han desarrollado a velocidad meteórica desde la segunda mitad del siglo XX y han implicado una revolución en el planeta. Las formas de vida y estructuras de pensamiento de los seres humanos han cambiado de manera impresionante.
En un universo de constantes transformaciones, donde Internet asegura comunicación mundial instantánea y flujo de enormes cantidades de información, la educación universitaria deviene escenario protagónico.
La Directora de Informatización de la Universidad de La Habana comenta el impacto de este fenómeno en la docencia a partir de dos componentes. Uno se refiere al elemento educativo fundamental de enseñarlas asociadas al perfil de cada carrera.
«En las universidades se forman profesionales que deben estar preparados para lanzarse a un mundo cada vez más tecnologizado y, por tanto, la enseñanza tiene que incluir la preparación para su utilización en cualquier esfera de la vida y, en particular, lo que se usa en la especialidad. Por ejemplo, para los periodistas es fundamental el periodismo digital, las redes sociales, la web 2.0; son temas que se estudian hoy en la carrera porque dibujan un escenario profesional muy diferente al de hace 20 años», explica Alina Ruiz.
El otro componente sería la parte de las tecnologías dirigidas al servicio, «porque ya vivir desconectado es casi imposible y menos en el mundo académico. La academia toda la vida ha sido un espacio de intercambio enorme de información. Así que es imprescindible en estos momentos usar las computadoras y las redes para intercambiar información y por tanto aprender y obtener conocimientos», recalca Ruiz.
Cuando se les preguntó a los estudiantes para qué usaban las tecnologías, las respuestas arrojaron casi 45 utilidades diferentes. De manera general, las más frecuentes suelen ser la consulta de bibliografía digital; la realización de búsquedas en Internet y la revisión del correo electrónico; así como la redacción de tareas extraclase, trabajos investigativos y de curso, informes de laboratorio y de prácticas laborales, proyectos de todo tipo, etcétera. También para comunicarse con los profesores mediante correo electrónico y estar al tanto de la actualidad noticiosa nacional e internacional.
Asociado a profesiones específicas, por ejemplo, estudiantes de Informática y computación refieren que les resultan imprescindibles las computadoras para programar y producir software; los de Meteorología las necesitan conectadas a Internet para ver la salida de los diferentes modelos meteorológicos, estar al tanto del parte del tiempo en diferentes regiones del planeta, buscar corridas de modelos meteorológicos y descargar imágenes de radares y satélites.
Los futuros ingenieros usan los ordenadores, entre otras muchas cosas, para hacer diseños de planos con el programa Autocad o cálculos estructurales con el software SAP, así como para construir gráficos.
Y aunque para algunos las computadoras son únicamente para sentarse a revisar el correo o navegar por Internet, la realidad es que son mucho más útiles.
En cuanto a ello podemos mencionar el contenido brindado por las bibliotecas virtuales, los repositorios, las plataformas para la educación como Moodle para los cursos online. Estos elementos todavía no son populares en la comunidad universitaria y, de serlo, podrían tener mucho más impacto y funcionarían como complementos a la docencia que imparte el profesor en el aula.
1:00 P.M.
—Ya se me está acabando la hora de tiempo de máquina; voy a tener que volver a hacer la cola. Ya no podré imprimir en el trabajo de mi mamá, así que me hace falta que el profe acepte el ensayo digital.
Ernesto llegó desde muy temprano a la universidad; sin embargo no pudo pasar en los primeros tiempos de máquina. El laboratorio de su facultad es pequeño para la matrícula total y algunas de las PC se encuentran deshabilitadas. Además de eso, los estudiantes de quinto año tienen prioridad para redactar sus tesis.
Problema al cargar la página
El estado tecnológico de las universidades cubanas dista de lo ideal, explicó Francisco Lee Tenorio, director de Informatización del Ministerio de Educación Superior (MES), donde se viven las mismas restricciones que en el resto del país como consecuencia de la situación económica y las limitaciones que impone el bloqueo.
«No todas la universidades tienen las mismas condiciones, ni los mismos servicios, ni los mismos niveles de tecnología; y aunque el MES ha tratado de igualarlas, esto no ha sido posible. Hay universidades que tienen más salida a Internet que otras, y la verdad es que esa situación no la hemos podido corregir. No obstante, hemos ayudado a los centros que menos desarrollo tenían».
Ernesto Zárate Trujillo, estudiante de Ingeniería Industrial del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, señala que en el laboratorio de su facultad hay una cantidad insuficiente de computadoras; solo algunas funcionan periódicamente, pues el resto suelen estar rotas y el acceso a Internet es regular.
Desde que el mundo comenzó a usar estas tecnologías, en el país se hizo un gran esfuerzo para dotar a las universidades de computadoras y redes que les permitieran no atrasarse con respecto al nivel internacional.
Sin embargo, para adquirir la tecnología informática, como en muchos otros sectores, estamos limitados por las restricciones que impone el bloqueo. Así que tenemos que comprar más lejos y más caro, y a veces ni podemos comprar», comenta Alina Ruiz, quien ha transitado por diversas responsabilidades en universidades del país.
«Nos gustaría que el parque de computadoras en nuestras universidades fuera más moderno; nos gustaría sobre todo contar con redes de mayor velocidad en el acceso a Internet. Desde el punto de vista de la conectividad entre las universidades del país, sí se han tomado medidas y entre nosotras y con otras redes del país nos vemos a muy buena velocidad. Pero a nivel de ver hacia afuera, es decir Internet, ahí sí estamos bastante limitados, como estamos limitados en toda Cuba».
Francisco Lee argumenta que los principales problemas a nivel nacional están relacionados con la cantidad y la calidad de las máquinas, los equipos de red y el mantenimiento de estos. «Actualmente hay una computadora por cada cinco estudiantes, aunque la cifra varía en dependencia de la universidad en específico.
«Además tenemos un problema organizativo grande, que va desde cómo hacemos un mejor uso de las máquinas y un mejor uso de los laboratorios colectivos. También tenemos un tercer problema de orden cultural; por ejemplo, ya llevamos varios años con el llamado canal ICT (Información Científico Técnica) y todavía hay estudiantes que no lo conocen», asegura el directivo.
Con la intención de paliar las desigualdades de acceso en las diferentes universidades cubanas, se creó un canal centralizado que está conectado a cerca de 2 000 revistas internacionales y 14 bases de datos. Se trata de un recurso concebido para el trabajo científico-investigativo. «Tiene una limitación. Sin embargo, el canal ICT no se está usando en el grado en que debería usarse y no es por deficiencias del estudiante, sino porque el profesor no está orientando su uso», afirma Lee.
3:00 P.M.
—Es la segunda vez que hago esta cola en el día. Por suerte ya casi llega mi turno. Y mira para eso, casi la mitad de los que están ahora en las máquinas están en el chisme en Facebook, chateando, viendo fotos y descargando boberías. ¡Qué pérdida de tiempo! Y uno con trabajo serio que hacer…
Mostrar todas las conexiones
«El horario de trabajo del laboratorio se acortó por falta de personal de trabajo y por la inestabilidad en la asistencia de los estudiantes en la noche. En ocasiones solo venían dos o tres y en la mayoría de los casos utilizaban el Internet para recrearse y no para estudiar y/o realizar trabajos orientados por los profesores. Las computadoras que no tenían acceso a Internet permanecían, en estas circunstancias, subutilizadas», comenta el técnico de Laboratorio de la facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana Adrián Lebriego.
Sucede que en ocasiones, a las tecnologías disponibles no se les da el uso más adecuado, si se tiene en cuenta que las computadoras en las universidades existen para apoyar el proceso educativo. Con más frecuencia de lo imaginado, al llegar a un laboratorio encontramos a la mayoría de los usuarios realizando actividades que nada tienen que ver con el estudio, como escuchando música, viendo películas o chateando.
Entre los principales problemas para acceder a las tecnologías, Antonio Morales, de la Universidad Central Marta Abreu, señala que mucha gente usa las computadoras para cosas que no son la docencia, además de que el laboratorio suele estar lleno de estudiantes de otras facultades. Estas actividades desconcentran a quienes intentan estudiar, consumen tiempo de máquina que otros podrían aprovechar y ocupan conexión a Internet.
Inclusive hay quienes opinan que para determinadas tareas se está sobreutilizando la tecnología. En Holguín, de la Universidad de Ciencias Médicas Mariana Grajales Coello, el profesor de Morfofisiología Luis Alfonso García piensa que «se hace un uso excesivo de las nuevas tecnologías según los programas actuales, pues todas las actividades docentes, incluyendo las conferencias, se realizan a través de programas preelaborados con el uso de computadoras. O sea, siento gran preocupación porque existe la tendencia marcada de desplazar a un segundo plano el papel del profesor en el aula, mientras que el primer lugar lo ocupa la computadora».
Para Dianamary Brito Herrera, estudiante de Medicina, «el contacto con las nuevas tecnologías es muy impersonal; es imposible establecer una interacción con los profesores que imparten las videoconferencias y, por lo tanto, no se pueden evacuar todas las dudas. Aunque se han buscado alternativas, como la presencia de un profesor en el aula mientras se observa la conferencia en el televisor o en la computadora, no hay manera de superar la relación directa conferencista-alumno».
6:00 P.M.
—Esta máquina está mejor que la de hace un rato. Espero adelantar más. Hace falta que el laboratorio cierre tarde porque hoy, aunque salga de aquí a las diez de la noche, voy a terminar.
Cerrando sesión
La imposibilidad de revertir en un corto tiempo el actual panorama demanda optimizar al máximo el uso de los laboratorios existentes y de potenciar la creatividad y racionalidad pedagógica, sin renunciar a la calidad en el aprendizaje.
Francisco Lee argumenta que las proyecciones son muy complejas debido a que las inversiones no son las necesarias, ante la complejidad económica del país, que prioriza los sectores que las devuelven en ingresos.
«El foco de atención está en reparar más lo que tenemos, dar un mantenimiento más efectivo, hacer innovaciones y organizar más las cosas que tenemos hechas para lograr un mayor acceso para todos», subrayó.
Ante dicha circunstancia, la articulación de todos los eslabones de una larga cadena pudiera reducir los contratiempos tecnológicos de los jóvenes que intentan cumplir con sus obligaciones como universitarios y superarse profesionalmente. La comprensión de los profesores en sus exigencias, la responsabilidad de los técnicos de laboratorio ante las condiciones y el servicio en los locales de computación, la gestión por parte de las autoridades universitarias en cuanto al mejoramiento del equipamiento existente, así como el correcto aprovechamiento de los recursos disponibles en el caso de los estudiantes, pudieran constituir paliativos ante este fenómeno.
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