África en el
vórtice del cambio climático
Por
Hedelberto López Blanch
Varios
pueblos y naciones africanas se hallan en peligro de padecer una extensa
hambruna debido al cambio climático que
ha provocado en los últimos años prolongadas sequías, debilitamiento de
los suelos, surgimiento de dañinas plagas o, en contraposición, enormes
inundaciones que arrasan poblados y cosechas.
África fue vista
siempre por las metrópolis coloniales y por algunos países occidentales como un
continente donde pueden extraer sus riquezas a expensa del empobrecimiento de
sus pueblos.
A través de los años
y para ejercer el control sobre ellos, le fueron impuesto regímenes esclavistas
o gobiernos que obedecían a las metrópolis; la exacerbación de guerras étnicas
entre sus habitantes; el saqueo de sus riquezas por parte de compañías
transnacionales.
La Organización de la Unidad Africana
(OUA), hoy Unidad Africana (UA) desde su fundación hace 57 años, ha tenido que
bregar con grandes desafíos pero ha obtenido numerosos logros que van desde
lograr la descolonización y alcanzar la independencia de sus países, hasta
trabajar por la integridad y profundizar en la estabilidad y la paz en el
continente.
Ahora otra enorme
amenaza se cierne sobre sus países: el cambio climático, que establece una profunda desigualdad
entre las regiones del orbe pues aunque África solo emite el 2 % de las emisiones globales de CO2 asume casi
el 50 % de los costos estimados por ese fenómeno en un continente ya empobrecido
por las sequías e inundaciones.
El programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas asegura que
África es el continente más dañado por el cambio climático y tiene siete de los
diez países del planeta más afectados por las temperaturas terrestres.
Una de las consecuencias del aumento de las temperaturas, indica
el Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),
es el impulso a la reproducción de insectos y la aceleración de sus metabolismos
lo que a su vez implica una mayor voracidad de las plagas de langostas del desierto
que se han desatado en los últimos meses.
Según la FAO,
hace 25 años que Somalia y Etiopía no se enfrentaban a un brote de langostas de
esta dimensión y en Kenia, adonde llegó más tarde pero con más fuerza, hace 75
años que no se veía algo igual.
Si esa plaga destruye las próximas cosechas, previstas para
marzo, se espera que aumente significativamente el riesgo de hambruna en el
Cuerno de África; región que comenzaba a recuperarse tras varios años de
sequías y de recientes inundaciones en Etiopía, Somalia y Sudán.
La organización significó que más de 11 millones de personas del
llamado cuerno africano se encuentran en inseguridad alimentaria, por lo tanto
se deben hacer todos los esfuerzos posibles para aminorar la situación, porque
estas langostas se comen los cultivos y pastos. Con lo único que se puede
combatir esa pasividad, destacan, es con la fumigación aérea, aunque los
habitantes temen ese método debido a los efectos dañinos que provoca a otros
insectos, cultivos y animales.
La langosta del desierto es la plaga migratoria más destructiva
del mundo y pueden formar enjambres densos y de gran movilidad. Es un insecto
voraz que ingiere su propio peso cada día, mostrando preferencia por los
cultivos alimentarios.
Para que se tenga una idea del grave daño que causan, baste
explicar que un enjambre de un kilómetro cuadrado puede contener hasta 80
millones de ejemplares adultos con la capacidad de consumir la misma
cantidad de alimentos al día que 35 000 personas, por lo que representan una
grave amenaza para la seguridad alimentaria y la vida rural.
Por la gravedad de la situación, la FAO
ha hecho un llamado a la comunidad para que aporte 76 millones de dólares
destinados a combatir las plagas y paliar sus daños, y hasta ahora solo han
conseguido 15,4 millones.
Las organizaciones de la ONU han logrado
diezmar alrededor de cinco enjambres pero cada semana llegan más, lo que
provoca enormes impactos para el ecosistema y el medio ambiente porque son de
miles de millones de langostas y en ocho horas consumen todos los pastos,
situación muy grave para los pastores.
Sudán del Sur y Uganda también están amenazados; existe
inquietud por la formación de nuevos enjambres en Eritrea, Arabia Saudita,
Sudán y Yemen, pues las infestaciones de la plaga prosiguen su expansión a
ambos lados del mar Rojo.
En este contexto desolador, se debe exigir
a los líderes mundiales cuando se reúnan para
hablar sobre el cambio climático que pongan el énfasis en el continente
africano pues si bien tienen una deuda gigantesca, en el presente y futuro, con
todo el planeta, con el continente africano la deuda es histórica.
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