jueves, 15 de diciembre de 2016

EN EL ADVIENTO DEL 2016

EN EL ADVIENTO DEL 2016

Y, ahora ¿qué?...: ¡mirar hacia adelante!.



CRÓNICAS CUBANAS.

Por Félix Sautié Mederos-

Queridos lectores de Crónicas Cubanas, el tiempo de Adviento que comenzamos
hace algunos días en medio del Duelo Nacional por la desaparición física de
Fidel, conformado por los cuatro domingos previos a la Navidad que para los
cubanos tradicionalmente es la Noche Buena del reencuentro familiar, el
amor, la paz y la esperanza, constituye un muy importante período litúrgico
del Calendario Cristiano, que siempre me ha motivado un especial sentimiento
de esperanza esperanzadora, como diría don Pedro Casaldáliga importante
referente de la Teología de la Liberación en Latinoamérica. Me refiero a
una espera ante lo que ha de venir, en función de lo que plantea el
significado del término en cuestión. Esta liturgia cristiana abre una etapa
propicia para el examen de conciencia que nos conduzca a los firmes
propósitos de las enmiendas necesarias que requieren nuestras faltas y
errores. Así como también para la preparación de la Navidad, en que se
conmemora el nacimiento de un niño que significó el más dramático cambio de
la historia de todos los tiempos. Por esa circunstancia navideña de alegría
y paz, la historia universal la analizamos con una periodización de dos
grandes conjuntos de acontecimientos que se desenvuelven antes de Cristo y
después de Cristo; o como se les desee clasificar más allá de lo religioso:
de Antes de nuestra Era o Después de nuestra Era.



Cada nuevo Adviento escribo una “Crónicas Cubanas” dedicada a su significado
y propósitos, que bien pudiera clasificarse como una Crónica del alma y la
esperanza, en la que descargo públicamente mis reconsideraciones de
conciencia que se fraguan en mi Ser Interior, así como mis anhelos de futuro
y sentimientos acumulados durante el año que siempre transcurre sin
detenerse. Me refiero a un período litúrgico de reconsideraciones y
motivaciones, en contraste con la alquimia retardataria espiritual que
algunos intentan poner en práctica desde sus destacadas y circunstanciales
posiciones sociales y de poder, para detenerse ellos mismos y detener a los
demás en el tiempo, que siempre avanza en espiral hacia adelante; y tratar
de entorpecer los ritmos de cambio, que el movimiento de la naturaleza y la
sociedad nos imponen durante su curso inexorable. Me refiero a un Espíritu
de cambio que añoramos internamente y que nos acerca al final también
inexorable, que con la muerte nos hace cambiar de sustancia y espacio para
entrar definitivamente en el tiempo de la eternidad. Son leyes de la
naturaleza que no se pueden detener.

El arribo del Adviento este año 2016, ha estado cargado de acontecimientos
cruciales que nos vislumbran el cambio de época que ya transcurre en este
Siglo XXI, para el que evidentemente no estamos preparados y que algunos
además desafían infructuosamente tratando de detenerlo y/o de usarlo para la
expresión de sus oportunismos, sus rencores y sus odios que emponzoñan a la
vida de los demás. Constituye un cambio de época que coincide
controvertidamente con el peligro que arrecia día a día de que por causa de
nuestras desidias, indiferencias y egoísmos liquidemos la vida en nuestro
planeta, junto con una creciente inestabilidad internacional de guerras en
el Medio Oriente y de las incertidumbres creadas por el inicio de la Era
Trump en los Estados Unidos de América. En tanto que en Cuba nos abrimos
hacia un futuro que se nos viene encima aceleradamente, enmarcado en un
Punto de Inflexión que ya no se podrá negar y que requiere enfrentarlo con
fe, amor y paz, con la mayor agilidad posible. En este orden de
pensamiento, quiero expresar que después del Triunfo de Trump en los Estados
Unidos y de sus amenazas al proceso sociopolítico cubano; y además con
motivo de la desaparición física de Fidel, en este Adviento 2016 pienso que
muchos podrían preguntarse: Bueno, ¿y Ahora qué?

Mis criterios más profundos como primera consideración al respecto de esta
pregunta virtual, me hacen pensar que los que estábamos apurados no
estábamos tan desacertados, porque en realidad el tiempo se estaba acabando
y ahora ya se acabó. No obstante considero que más importante que entrar en
reconsideraciones de lo que debió ser y no ha sido y/o de realizar juicios
extemporáneos de lo que la Historia se encargará de juzgar inexorablemente,
como respuesta básica a la interrogante planteada deberíamos proceder sin
más demoras a cambiar todo lo que deba ser cambiado con agilidad, precisión
y eficacia.

Finalmente como colofón, quiero recordar lo que se plantea en el Evangelio
al respecto de los tiempos y las esperas. Lucas relata el diálogo de Jesús
con un discípulo que le responde con dilaciones a su llamado de seguirlo:
“Te seguiré Señor, pero déjame antes despedirme de mi casa. Le dijo Jesus:
Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto en el Reino de
Dios” (Lucas 9, 62.). Antes en la misma Perícopa, Cristo había respondido a
otro discípulo que le había pedido una tregua para ir a enterrar a su padre:
“Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete anunciar el Reino de
Dios” (Lucas 9, 61). Jesús fue ágil, preciso y radical en la definición de
las prioridades que la vida nos impone en cada momento. A buenos
entendedores pocas palabras y quienes tengan oídos para oír ¡oigan!, porque
estamos plenamente inmersos en la Hora de los Hornos, como diría nuestro
apóstol José Martí. Así lo pienso y así lo afirmo en mi derecho de opinar
como revolucionario libre de rencores desde adentro de mi país, con mis
respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en
particular. fsmederos@gmail.com <mailto:fsmederos@gmail.com>

Publicado en el periódico Por Esto! de Mérida , Yucatán , México, el lunes
12 de diciembre del 2016.

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=52491
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