lunes, 25 de mayo de 2015
POR QUÉ NO ABORDAR LA DEUDA SOCIAL ELUDIENDO EL DAME LO MÍO?
ELIGIO DAMAS
Un carajo de origen alemán creo y hasta judío, a quien muchos citan como los cristianos a la biblia, enunció para los fines de imponer justicia, equilibrio ecológico, paz y en definitiva garantizar la vida por muy largo tiempo en el planeta, evitando los riesgos que ahora se avizoran, basándose en el devenir del tiempo y los estadios pasados de la sociedad, formuló lo que se ha llamado “el socialismo científico”, enunciado así para diferenciarlo del “socialismo utópico” nacido éste a mediados del siglo XIX.
A un campesino -así se autodefinió él - bien formado, hasta abogado es, a quien tuve el honor de conocer ayer viernes 22 de mayo, en una reunión de inconformes, le escuché decir lo siguiente:
“Los indios de allá dentro de la selva, en el sur nuestro, son sin duda socialistas. Pero ellos no saben de Marx, no son bachilleres, ni tienen pregrado menos magister, no hacen ni escuchan discursos de socialismo pero lo practican. Entre ellos, quien no produce por indiferente o simplemente porque no le da la gana no come. Si cazan una presa se la distribuyen equitativamente sin prebendas para nadie, porque juegan exactamente el mismo rol en la tarea de caza. Quién hoy logra abatir la presa, si es que es obra de uno solo, mañana no lo será, pero igualmente estará incorporado a la tarea en la misma actitud.”
“A lo mejor”, agregó después de pensar cierto tiempo, si se pusiesen como nosotros ahora a teorizar sobre el socialismo, terminarían haciendo lo que nosotros, estudiados y autodefinidos como socialistas, que no sabemos cómo hacer”.
Aquel judío a quien nombran e invocan tanto como a Cristo, habló de repartir los beneficios del trabajo según la siguiente sentencia:
“A cada quien de acuerdo a sus necesidades y de cada quien de acuerdo a sus capacidades”.
Partía de la idea que se producía un beneficio con el concurso de todos y hasta en condiciones de igualdad.
Esta expresión de judío alemán, en buena medida se concilia con la práctica de los indios del alto Amazonas, de quienes habló el inteligente abogado campesino a quien conocí ayer viernes.
En ambos casos, de acuerdo al proceder, los productores están en igualdad de condiciones. En el de los indios solo se requiere que tengan habilidades para la caza que ellos aprenden desde niños dentro del círculo familiar amplio que caracteriza su vida. Entre ellos no hay grandes diferencias, dije grandes diferencias, salvo las naturales que determinan que alguno tenga una mayor habilidad y destreza que los demás. Pero en sentido general, es una relación entre iguales. Como tales, sin que haya propietario particular de la pieza que se caza, como tampoco del espacio territorial donde ésta se haya, se reparten el producto del trabajo. Eso sí, para satisfacción de sus pocas necesidades, es necesario que aquél sea lo suficiente para que alcance para todos. Quien no participa en la ronda de trabajo nada recibirá, a menos que esté impedido, en cuyo caso operará la solidaridad del grupo.
Para el judío, lograr lo que propuso como máxima aspiración de justicia en el proceso productivo y la distribución de los beneficios, es necesario que los hombres alcancen también el nivel de igualdad de los indígenas, lo que pasaría por un cuidadoso proceso de crecimiento y formación, lo que explica la expresión “de cada quien”, y la producción, para que alcance y permita el repartimiento equitativo satisfactorio, también como entre lo indígenas “sea suficiente”. El judío alemán habló que las fuerzas productivas alcancen su mayor nivel y la producción sea coherente con este.
Para repartir a diestra y siniestra, no es suficiente la renta petrolera; es sin duda una buena ventaja, ya lo dijo el mismo Chávez, pero aparte que podría, como suele suceder, respaldar el impulso del socialismo o el cambio de la sociedad nuestra, pero también hace falta para adquirir los bienes y servicios, instrumentos, tecnología, materia prima etc., para crear un sólido y firme aparato productivo liberador, está sujeta, como lo hemos visto varias veces en un sola generación a bruscos vaivenes del mercado mundial. Entonces para repartir con justicia, dentro de lo lógico y posible hasta llegar al alto estadio del cual habló el judío alemán, si es que alguna vez allí arribamos, es necesario sembrar, en el sentido más amplio de la palabra. Crear un aparato productivo coherente con la meta y permita ir formando hombres que en la medida de lo posible se igualen. Es decir, la renta petrolera sería la palanca fundamental para crear un nuevo y sólido aparato productivo y no para repartírsela sin medida.
Ninguna de esas metas se logra por decreto. Como no se construye el socialismo partiendo de una ley o se hace una comuna socialista, de tal o cual manera, aunque de embuste-embuste o a las taparazos, porque la Ley así lo dispuso.
El bachaquero, aquel que hace colas para comprar, se apodera de un porcentaje relativamente importante de los productos – desde la perspectiva individual es poca cosa, pero si mucha si se calcula en función del alto volumen del bachaqueo - puestos en circulación y luego revende entre su propia gente a precios prohibitivos, haciendo nulo el esfuerzo gubernamental de subsidiar productos para que lleguen a la comunidad, tal como se planificó; no hace más que actuar con la lógica del capitalismo. Es decir, no teniendo empleo o habiéndolo tenido, prefiere bachaquear, para ganar más de lo que pudiera si estuviese inserto en la economía formal. De donde se concluye que el bachaquero no es más que un individuo de mentalidad y cultura capitalista, quien hace lo que hacen los demás y no puede ser de otra manera; como se dice en lenguaje coloquial, “camina pa´lante porque ve a los demás hacerlo”. Y lo que los demás hacen no es delito. ¿Entonces cómo prohibírselo a él? ¿Por pendejo?
Por eso, mientras persistan las condiciones de ahora, el bachaquero seguirá campante porque él no es nada de eso, “pendejo”. No son malos los discursos contra esa práctica, como tampoco es bueno buscar en la represión ansiada por muchos la solución a ese problema. Hay que abordarlo en su raíz, en los motivos y acciones que lo generan para poder extirparlo
De manera que volviendo al judío alemán y al indio del alto Amazonas, la persistencia de dar sin recibir nada a cambio como política de Estado no es lo apropiado para hacer de la sociedad nuestra una productiva y menos echar las bases materiales y culturales donde se afinquen los hombres del futuro, para construir una nueva sociedad.
Se es improductivo y además se hace muy evidente, cuando gran parte de la mano de obra para crear riquezas, esa que habrá de repartirse de conformidad al nivel de la sociedad y su concepto de justicia, está dedicada todo el día a hacer colas para comprar los pocos productos que emanan del atrofiado aparato productivo o la renta petrolera permite traer del exterior. Es todo un discurso denunciador del bajo crecimiento del aparato productivo ver todo el día esa ola de “gitanos”, por decirlo así para identificar a quienes van de aquí allá buscando una cola de la cual pegarse. Para más señas o mejor para agrandar el drama, esa misma gente improductiva, recibe el beneficio, en muy alta cifra, de “casa bien equipada” por la bondad de la Misión Vivienda. Es también improductiva una sociedad que “bachaquea formalmente”, donde abundan los negocios que venden mercancía importada a cambio de entradas envidiables.
Si así llueve que no escampe. El bachaquero no sabe de renta petrolera, su finitud ni le importa la caída de los precios del petróleo, como tampoco hace nada malo, ajeno a la cultura de la cual está impregnado. Hace lo mismo que el “bachaquero formalito”, sólo el que hacer colas para revender productos subsidiados que impide llegan al gran público es nuevo en nuestra cultura y como tal genera asombro a su alrededor. Él sólo observa que se la ponen “mantequilla” y ese chance no lo va a perder ni de vaina.
Que quede claro, el bachaqueo es viejo. Sólo que ha sido en gran medida “formal”. Tiene permiso municipal y hasta del impuesto sobre la renta desde que el mundo es mundo; pero, como el informal, nada produce, como tampoco el grandote - el no bachaquero porque es mayorista- pero igualmente se rellena sin producir un carajo.
Es bueno también romper con viejos atavismos, como el de “gran clase obrera”, aquella que está ubicaba en grandes empresas del Estado que poco producen, no reportan beneficios y servicios justificables, hasta quebradas están, curiosamente subsisten por el subsidio gubernamental, pero por ser “la clase obrera”, se le otorgan beneficios a pedir de boca.
--
Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 5/25/2015 07:04:00 a. m.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario