martes, 17 de febrero de 2015
LA NACION PRIMERO , DEJAR A UN LADO LA INGENUIDAD POLITICA
La nación primero, dejar a un lado la ingenuidad política.
Félix Sautié Mederos
Crónicas cubanas
Después de los respectivos anuncios de Estados Unidos y Cuba el pasado 17 de diciembre, que confieso no los había esperado y que resultaron para mí una sorpresa optimista sobre la cual he escrito varias crónicas hasta el presente (1), he pensado mucho sobre todo lo acontecido en estos últimos cincuenta y tanto años que he vivido cada vez más profundamente implicado en el proceso revolucionario de lucha contra el Gobierno de Batista y después del Triunfo de 1959 en la ardua tarea por la edificación del socialismo en Cuba que ha abarcado las más diversas etapas, las que fueron profundamente alteradas por causa de la Caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, de las que como consecuencia inmediata se abrió el intenso proceso que hemos estado viviendo desde entonces hasta el presente con distintos matices e intensidades, que se ha dado en llamar “Período Especial en tiempo de Paz”, del cual aunque en mejores condiciones considero que aún no hemos salido del todo.
Me refiero a un tiempo histórico en Cuba en el que paralelamente en nuestro exterior inmediato se ha producido un vuelco político de hondas repercusiones en los demás países de América Latina, que para resumirlo porque de todos es conocido, debo decir que han surgido nuevas condiciones históricas con la aparición de los conceptos que caracterizan al Socialismo del siglo XXI con diversas especificidades, frente al fracaso del Socialismo Real que en Cuba habíamos proclamado en conjunto con la URSS y el Campo Socialista. En mi opinión estos nuevos conceptos que menciono son ahora más realistas y factibles junto con un conjunto de movimientos progresistas latinoamericanos y caribeños que por la vía de la lucha ciudadana pacífica han creado una nueva faz para nuestro continente y para el Caribe con instituciones como son la “Alba TCP”, “Petrocaribe” “UNASUR”, y la “CELAC” así como la posibilidad por la vía de las negociaciones de alcanzar la paz en Colombia; y todo lo que se está viviendo en una Latinoamérica como zona de Paz, que planteó que no habrá Cumbre de las Américas en Panamá próximamente, si Cuba que había sido excluida de todo hasta entonces, no asistía.
En realidad estamos ante nuevas situaciones. En consecuencia considero que cuando se repasan con objetividad, en mi criterio, se puede afirmar que hemos llegado a momentos en el desarrollo de la humanidad en los que la resistencia pacífica de los pueblos ha alcanzado una efectividad tal, que poco a poco la violencia va dejando de ser la partera de la historia, para imponerse la voluntad de los pueblos que han resistido, como los palestinos frente a los ataques de Israel, y que en la vieja Europa aquejada por austeridades neoliberales, también ha aparecido Grecia el país más golpeado por estos desafueros con una luz de civismo al final del túnel, que presagia el inicio de un nuevo gran viraje en la historia europea de los últimos tiempos, que además amaga en España con el alza de movimientos que están concentrando la acción popular. Todo esto no lo podemos ver aislado de lo que sucede en Cuba, en donde se ha abierto una nueva impronta, que es la negociación con Estados Unidos en igualdad de condiciones que probablemente no lo pueda resolver todo, pero que abre un nuevo camino que los cubanos en mi criterio dentro de lo que está sucediendo en el mundo exterior, tendremos necesariamente que recorrer, muy a pesar de quienes detenidos en el tiempo quieren detener a todos los demás. Es en este momento de la nueva situación surgida en la que nuevamente, y valgan las redundancias, los cubanos, como en otras épocas de nuestra ya larga historia de lucha, tendremos que plantearnos que “LA NACIÓN ES LO PRIMERO”, por encima de criterios e intereses particulares, a partir de un concepto de real política y de subsistencia del país que estamos obligados a legar a nuestros hijos y nietos para que ellos continúen la lucha por su desarrollo y por la justicia social en el tiempo que les corresponde vivir, cuando el nuestro va llegando al final biológico que es propio del movimiento de la naturaleza y de la vida.
Yo, y lo afirmo con el yo teresiano que sustituye al nos mayestático que a veces no representa a nadie más allá de lo que el sentido semántico significa, pienso que en las nuevas circunstancias que hemos comenzado a vivir a partir del pasado 17 de diciembre, hay que dejar a un lado la ingenuidad política que nos detiene en nuestros anhelos y voluntades y que nos induce a seguir detrás de un más de lo mismo que ya conocemos, pero que no nos desarrolla ni nos resuelve nada que no sea continuar vegetando tranquilamente en la espera que las soluciones nos caigan por inercia de un proceso que ya no da nada más de si, y que tiene que avanzar hacia nuevas etapas con nuevos métodos que permitan ponerlo a la par del ritmo de la vida en Latinoamérica y el mundo.
Se sabe que va a ser muy complejo y difícil, que implica riesgos y nuevos problemas, pero que ha abierto lo que durante mucho tiempo se ha necesitado, que es negociar con Estados Unidos en igualdad de condiciones, para alcanzar un estadio más civilizado de relaciones entre vecinos que tendremos que aprender a convivir en paz con nuestras diferencias y características propias de nuestras respectivas identidades e historia. Quizás para comprender la verdadera importancia de lo que esto nos plantea, tendríamos que traer a nuestro pensamiento el significado de lo que realmente es plantearse que la Nación es lo primero que tiene que subsistir, en la confianza de que los cubanos que por ley de la vida vienen detrás de nosotros, tienen todos los derechos a recibir la Nación que nuestros ancestros nos legaron para ellos con la renovación que todo lo joven trae consigo igual que nosotros lo tratamos de hacer, realizarlo en mejores condiciones y preparación que la que nosotros tuvimos, buscando algo que Armando Hart planteó recientemente a una reunión de jóvenes cubanos “Abrir el camino a soluciones sensatas” con lo cual concuerdo plenamente. Y, para concluir, de nuevo quiero reiterar algo del Evangelio que he repetido muchas veces en mis crónicas: ¡Quien tenga oídos para oír, oiga! Así lo pienso y así lo afirmo con mis respetos para la opinión diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsmederos@gmail.com
Notas
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