martes, 23 de octubre de 2012

SI ALGO DISTINGUE AL CHAVISMO ES EL FUERTE LIDERAZGO POPULAR DEL PRESIDENTE, ?CHAVEZ ESTA MAS ALLA DEL BIEN Y DEL MAL?




ELIGIO DAMAS

            Si algo distingue al chavismo es el fuerte liderazgo popular del presidente; en ello estriba una de sus mayores fortalezas.
            Este movimiento popular, que arrancó con el caracazo, empató armónicamente con el “por ahora”, continuó con la victoria electoral de diciembre de 1998 y tuvo un momento trascendente en los días de abril; de cuando el pueblo se lanzó a la calle a rescatar al presidente desplazado del poder, secuestrado y amenazado de muerte.
            Aquel regreso inesperado, inédito en la historia de América Latina, los hechos posteriores, las ejecutorias presidenciales para favorecer a los más humildes, incluir a los excluidos, hicieron de Hugo Chávez Frías un líder sin antecedentes en la historia nacional. Por el carácter de masas del fenómeno, la permanente comunicación y relación emocional, no hay posibilidad de poner en duda la afirmación anterior.
           Schemel, el de Interlaces, dice que entre Chávez y la mayoría de los venezolanos, sobre todo los pobres, existe una relación como mística o religiosa. Nosotros, en cierta medida, percibimos así el fenómeno. El sentimiento de agradecimiento parece muy marcado.
          Por eso no dudamos en repetir, que esa es la mayor fortaleza del chavismo. Pero, al mismo tiempo, es su talón de Aquiles.
          Lo anterior explica que la derecha, el Departamento de Estado, hayan encargado, también por ahora, a un agente muy especial, la naturaleza humana que acabe con el presidente y se pegan a rogar que muera antes de tiempo. Roger Noriega, agente importante de la CIA, Teodoro Petkoff y otros, han expresado de nuevo recientemente este ferviente deseo. “La  culebra se mata por la cabeza”, dicen ellos. El chavismo sin Chàvez, no tendría vida, se comentan unos a otros.
           En verdad, el peso o liderazgo tan marcado del presidente, parece restarle vida, capacidad creadora y disposición crítica a todo el movimiento. Los errores conceptuales, tácticos y específicos del gobierno y del “partido”, parecieran ser culpa de mucha gente, menos del presidente a quien se le mira como ajeno a todo ello.
          Hay temor de criticarle por no atraer sobre el criticado toda la furia de quienes no se atreven o no perciben nada por qué hacerlo.
          Meses atrás, sobre todo por ese medio incómodo que es Aporrea, se levantó una fuerte y extendida crítica, sobre el asunto del partido y gobierno. Las relaciones que debían prevalecer entre ambos. Se reclamaba que el partido debía conducir al gobierno y no al revés; y por ello, se dijo en abundancia, los dirigentes de éste no debían ser los integrantes de aquél.
         Tanta polvareda se levantó que, en una intervención muy aplaudida, celebrada, el presidente recogió todos aquellos reclamos y los hizo suyos. En la calle, recintos de partido, por la misma Aporrea, se celebró aquello con entusiasmo y se vaticinó que vendrían los cambios. En verdad había razones para aquella reacción.
         No pasó mucho tiempo, sin explicaciones, sin revisión de lo acordado, por lo menos que uno sepa, el presidente volvió a nombrar para que se encargasen de conducir al partido, como vicepresidentes partidistas, a miembros del gabinete ejecutivo. Aquella sorprendente contra decisión, fue acatada por todos, hasta los más críticos, de manera acrítica. Nadie dijo nada. Ni un murmullo siquiera se captó en el ambiente.
            Esta conducta es extendida. Pocos se atreven a tomar iniciativas. Uno ve en el gabinete, nos enteramos porque esas reuniones se televisan, como el presidente señala rumbos, corrige la línea antes establecida por la misma vía a otro funcionario y, el de turno, a quien se dirige en el momento, se limita a tomar nota de lo que deberá hacer.          
            Es verdad, como suele decir un camarada, la cooptación es un medio lícito previsto en los estatutos; pero el método, por su naturaleza misma, debe entenderse como un proceder excepcional; en el chavismo lo hemos convertido en rutinario y usual. Llegado aquí, cabe hacerse la pregunta, no “de las 64 mil lochas”, sino la obvia, evidente, ¿sobre quién recae la responsabilidad del proceder que amenaza la unidad de los chavistas, no con respecto al presidente, sino entre  nosotros?
          Si nos dejamos llevar, esto se haría muy largo y hasta monótono; además falta no hace porque sobran quienes pueden agregar su pedacito o pedazote, depende del nivel crítico, formativo e informativo. Por eso terminaremos preguntado lo siguiente:
         ¿Esas críticas que el presidente hizo a los medios y programas informativos,  son nuevas? ¿No las hemos leído y hasta escrito antes en Aporrea y otros órganos donde la gente opina? ¿Por qué queremos cambiar lo que parece funcionar mal con la misma gente que antes no pudo hacerlo? ¿Hay chavistas de confianza, al parecer una corta lista, y otra muy larga en la que no se puede confiar?
         ¿No es mejor garantía un partido de revoltosos, críticos, permanentes inconformes que otro formado con personas sin atrevimiento y muy preocupadas por mantener excesiva buena conducta?
         Me expongo a decir esto porque lo creo mi deber. No es de revolucionarios callar lo que se ve como malo. No tengo ataduras. Salvo aquella que me obliga a ser leal al proceso revolucionario y de cambio que lidera El presidente. Por lealtad a quien es leal, como Chávez, intento abrir este debate. No hay por qué temer, como dijo el presidente, a las críticas ni a las consecuencias de ellas. Nosotros, quien esto escribe, estamos acostumbrados y nada ponemos en riesgo.


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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 10/23/2012 12:40:00 p.m.

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