Por:
ELIGIO DAMAS
Atilio Borón abordó el tema y dio una explicación de cómo en algunos países como Argentina, Ecuador, Bolivia misma, cuando el referendo relacionado con la reelección de Evo Morales, Brasil, Paraguay y hasta Venezuela, sectores sacados de la miseria misma, colocados en un nivel social superior, hasta igualados con las antiguas clases medias, “olvidan”, para decirlo de alguna manera, cómo y quiénes les otorgaron esos beneficios y votan a favor de quienes antes les ignoraron.
Mario Silva en su muy sintonizado programa, por lo menos eso creo yo, también habló del mismo asunto e hizo referencia a unas declaraciones dadas por Dilma Rousseff a su entrevistador por RT, Rafael Correa, ex presidente éste de Ecuador quien sufrió los efectos del mismo fenómeno, al ser derrotado en reciente referendo. Aunque en este caso, la tradicional oposición a Correa su sumó a las fuerzas que congrega Lenin Moreno, por el sólo hecho de ejercer el gobierno. Porque no hay duda que cualquier gobierno, sin importar su calificación o eficiencia, siempre arrastra un importante caudal de votos, para eso tiene los fondos públicos a la mano, una larga fila de servidores y medios de comunicación a su disposición. Dilma pues, dijo lo mismo. Pareciera, según ellos, que los “beneficiados” – uso las comillas para darle mayor fuerza a la palabra -, en su deseo de buscar o pedir más, no le perdonan a quien antes le sacó de donde estaban anclados, no continúe con el mismo ritmo e intentan que otro, sea quien sea, viendo lo acontecido, les dé lo que además aspiran para ya. Recuerdo como hubo gente en Venezuela que usó como motivo de su desacuerdo con el gobierno, que a ella, le hubiesen equipado su apartamento con todo regalado, con una cocina a gas de tres hornillas mientras a su vecina le instalaron una de cuatro.
He dicho en trabajos anteriores, como en la Argentina, votaron contra la corriente de Cristina y a favor de Macri, pese los beneficios recibidos de su gobierno y antes del de su esposo Néstor K. y aunque el ahora presidente, inocultable neoliberal, como empresario e inversionista que es, dijo claramente lo que haría. Antes dije que si en algo ha sido coherente Macri, eso lo abono a su favor, es que avisó lo que pondría en práctica; hasta donde uno sabe, no hizo ofertas engañosas. Pero pese eso, votaron por él y le eligieron presidente. Quizás funcionó eso que dicen los personajes mencionados antes; el elector del sector humilde ingenuamente creyó que electo un nuevo presidente se vería obligado a darle más beneficios para “mantenerse en el poder” y poco interés prestó a su discurso. La historia venezolana de la IV República está llena de esos vaivenes, entre la gente humilde, siempre buscando mejoras en la forma que ella entiende.
He puesto la frase “mantenerse en el poder” entre comillas, uno de cuyos medios es ganar elecciones, porque es ese un asunto que demanda un análisis detenido cuando se intenta dilucidar el fenómeno de los vaivenes del votante; me refiero al de quienes mientras más le dan, más quieren y poco valoran el gesto de quienes les “sacó de abajo”; si esto en verdad se produjo. Si sacar de abajo sólo fuese mejorar las condiciones materiales de vida sin importar el medio y menos los progresos como persona y ser social. Pues pareciera que eso de “ganar elecciones”, como acertadamente lo sentencia el amigo Julio Escalona, impusiera conductas ajenas a aquella necesidad de participar activamente para alcanzar la igualdad, el bienestar integral y hacer la sociedad más solidaria.
En Venezuela, de los tantos ejemplos que se pudieran mostrar, hay uno que muy particularmente nos afectó o mejor llamó la atención, nos dejó perplejos, pero produjo una enorme enseñanza. Se habla, digo así porque no la conozco, de una Urbanización en los alrededores de la autopista Caracas-La Guaira, llamada “Ciudad Caribia”, que suelo llamar la hija predilecta de Chávez. Mario Silva, ha usado el ejemplo de “Ciudad Tiuna”. “Ciudad Caribia” fue construida de manera que los edificios y apartamentos fuesen de la mayor calidad posible; desde ese punto de vista, elevó inconmensurablemente el nivel de vida de quienes allí fueron a habitar. Pero además, cada apartamento fue equipado con todos los bienes para hacer la vida mucho más confortable. Como dijo el propio Mario Silva, refiriéndose a los ahora habitantes de “Ciudad Tiuna”, la gente que allí llegó sólo tuvo que llevar los útiles estrictamente personales. Recuerdo que se instalaron allí talleres para el desarrollo de pequeñas empresas y hasta el servicio postal, que no existen en urbanización distinta a esa, sin contar por supuesto, pues ello se supone, los de agua, energía eléctrica, de telefonía e internet. Servicios casi todos gratuitos o a precios irrisorios y risibles que nunca tuvieron donde ante residían o mal vivían.
En las primeas elecciones que se produjeron después de inaugurado aquel como idílico espacio, tomando en cuenta que en él asentaron familias que venían de refugios, siendo Chávez candidato, los resultados allí le fueron adversos, pese haber ganado holgadamente en todo el país. Las cuentas fueron tales como se votó en cualquier urbanización de las clases altas de Caracas. El presidente Chávez se mantuvo discreto y posiblemente, por ser como fue, aquello le puso a pensar densamente.
Pero por lo que todavía dicen personajes como Atilio Borón y Dilma Rousseff, y algunos funcionarios y defensores del gobierno venezolano, uno pudiera pensar que no entienden el fenómeno, aunque es mejor decir, porque es la verdad, no parecen dispuestos a asumir el discurso pertinente. Y por no entenderlo o no querer proceder como es debido, pareciera, no hay otra manera de entenderles, culpan de manera discreta a aquella gente de una conducta inconsecuente. Pasan por alto que dentro del capitalismo es la normal conducta; en este la vida es un toma y dame; eso es aquello que Antonio Gramsci llamó el sentido común, lo que se pudiera muy bien calificar como la conducta que obedece a la lógica capitalista. Para ellos, y eso no es pecado; hasta buen gobierno es aquel que mejore sus vidas y particularmente la de su pequeño entorno.
Pese todo el discurso manualista de militantes de muchos partidos izquierdistas, muchos burócratas, la clase obrera está imbuida del pensamiento, lógica y aspiraciones de la clase que la domina y extrae de ella grandes beneficios. Ella, por eso que dijo Gramsci, el sentido común, en lo inmediato, lo que ansía es ser como su patrón. Eso explica también como las luchas sindicales, hasta de quienes se definen como izquierdistas, están dominadas casi exclusivamente por las mejoras salariales ¿Cómo esperar de sectores hasta por debajo de la clase obrera comportamiento distinto si los valores que les atosigan o dominan son los del capitalismo?
Es natural que el conglomerado, llámense grupos o clases, se comporte conforme a los patrones culturales determinantes de la sociedad donde vive o la clase que hegemoniza. Siendo así, es un simplismo, pretender conformarse con diagnosticar el fenómeno, el comportamiento. O esperar algo distinto sin hacer nada por alterar sus relaciones materiales y por su puesto su visión de las cosas. Y usarlo como burladero para esconder las fallas del grupo dirigente y el diseño del proceso. Una necesidad resuelta deja espacios para otras nuevas. Eso es normal, dentro y fuera del capitalismo. Lo sustancial está en enseñar a la gente que es con su trabajo diario, aporte de cada quien y conducta cotidiana, que ella puede satisfacerlas, dentro de unas relaciones de solidaridad muy internalizadas. No crearle la idea que el Estado protector, como la nueva clase dominante, debe dar y dar hasta el cansancio. Es asunto es cambiar las relaciones, donde cada quien se asuma dirigente y responsable.
Volviendo a lo de privilegiar el interés de “ganar las elecciones”, aquí y en cualquier parte y sobreponer lo de “mantenerse en el poder”, para dejar esto aquí pues habrá que volver sobre otras aristas del tema, como que el asunto no es regalar, ascender artificialmente el nivel de vida de la gente, un como igualar cuantitativa o materialmente. Es evidente que aquellos propósitos han desviado la ruta y el ritmo de manera inesperada en el movimiento progresista latinoamericano. Pues cambiar la sociedad, implica hacerla diferente, como también al hombre. No se trata de regalar nada sino poner al colectivo en capacidad de producir y participar intensamente, tanto como convertirle en vanguardia, para que cambie en la misma medida que toma conciencia del valor del trabajo, de la obligación del compartir, de su rol de responsable de su propio bienestar y dueño de lo que crea. Lo que implica identificarle con el cambio que promociona. El bienestar de todos.
Cuando el hombre no percibe que ese bienestar, de alguna manera representado, es el resultado de sus luchas, esfuerzos, creatividad, responsabilidad y opta por seguir el sentido común, el pragmatismo capitalista, la responsabilidad es de la vanguardia. ¡No hay qué buscar excusas donde se no se haya!
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 4/24/2018 05:00:00 p. m.
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