martes, 22 de diciembre de 2015
EL PRESIDENTE PIDIO A TODOS SUS MINISTROS PONER EL CARGO A LA ORDEN..ALGUNOS GOBERNADORES , DIGO ASI PORQUE NO SE SI TODOS, PUSIERON EL SUYO, EL DE DIRIGENTE DEL PARTIDO, A SU DISPOSICION DE LA AUTORIDAD A QUIIEN CORREndieron a la petición, no la que ha hecho el presidente, sino la militancia casi toda. Hasta ahora tampoco sé, si los ministros, que por el sólo hecho de serlo, les ponen de jefes de partido sin siquiera haber vivido aunque sea por momentos y en muy malas circunstancias, la dura y rica experiencia de serlo, han renunciado a esos cargos que de paso nunca ejercieron como debe ser, porque eso no se aprende en una universidad y menos en empresa capitalista. El pueblo oriental dice con pertinencia que para “pescar guaraguaras hay que mojarse las nalgas”. Tampoco es fácil ser ministro hasta de varias vainas y también jefe en el partido. Debo ahora aclarar que el cargo que los gobernadores pusieron a disposición de la base chavista, como lo acaba de hacer el colega y compatriota Aristóbulo Istúriz, es el que ocupan en la dirección del partido. Porque no deben renunciar a las gobernaciones por las mismas razones que aplican para el caso presidencial. Pero eso que un gobernador renuncie a su cargo en el partido es un proceder sin sentido alguno; pues por los estatutos deberían necesariamente volver mientras estén en esos cargos ejecutivos y no es justamente lo que ahora demandaría el movimiento bolivariano; es más podría hasta ser una manera para que esos funcionarios justifiquen con más rigor lo que han venido haciendo y continúen en lo mismo sin mirar a ningún lado. Porque si atendemos estrictamente al espíritu de la norma, eso que los abogados llaman “espíritu del legislador”, el gobernador no debería ocupar un cargo de dirigente del partido sino de enlace entre su gobierno y este para rendir cuentas y atender demandas y orientaciones. Sólo eso justifica la presencia del gobernador, y como tal, quien sea, en la dirección del partido. Insistiremos en decir, hasta que a uno lo tilden de loco o por vía judicial nos inhabiliten y nos encierren donde siempre se ha acostumbrado a encerrar a estos, que el gobierno no debe usar al partido como su fuerza de choque, la del patio de atrás y la que sale esporádicamente a buscar votos que, por cierto, si no los consigue en suficiencia, sirve también para echarle la culpa de las derrotas. No importa quien, en la historia reciente, haya sostenido que eso debe ser así, apoyándose el discurso reaccionario y tomando como ejemplo de ello, en los partidos de la derecha. Quienes creyeron, por atender un discurso oportunista o circunstancial, que los partidos necesariamente, per sé, son una cueva de ladrones, saca cuentas, pandilleros, pendientes del cuánto hay pa´ eso”, habrán podido comprobar que tal estado de cosas se haya en funcionarios de gobiernos y partidos adherentes de este o la oposición. Esa versión que contribuyó a marginar a los partidos revolucionarios y al Gran Polo Patriótico, está llena de prejuicios, por una historia del pasado reciente, la relativa a la IV República, que favoreció el mesianismo y un centralismo o grupalismo desorbitado. Fue aquella una práctica de la derecha y no de un momento, le es a ella propia por razones de clase y filosofía. En la revolución, quienes ejercen el gobierno, su parte ejecutiva, sólo deben ser expresiones de todo el movimiento popular, no sólo representado en las asambleas formales del poder, como la AN, los Consejos Legislativos Regionales y hasta Concejos Municipales, en Comunas, etc., y el movimiento revolucionario militante de los partidos, en nuestro caso del GPP. Los gobernantes, entonces debe quedar claro, sólo son funcionarios que dependen de aquellas estructuras, al servicio de ellas y no al revés. El pueblo a través de sus organizaciones y los partidos revolucionarios que son la vanguardia dirigen y controlan. ¿A quién? Pues en primer término a quienes gobiernan. Por eso, en los Estatutos del Psuv, se asentó que gobernadores y alcaldes deben ser unos “miembros más” de las direcciones correspondientes a sus jurisdicciones. La idea, desde la perspectiva del pensamiento revolucionario, consiste en que esos funcionarios estén allí no para mandar o cogerse el mando por razones fáciles de entender, sino para mantener el enlace inmediato entre ellos y el pueblo a través del Partido. También, para que aquél, por intermedio de éste, no sólo vigile al gobierno sino que le dirija de conformidad con el clamor popular. No se trata que el gobernante, valiéndose de lo que eso significa y pesa, razón nada difícil de entender, utilice al partido para hacer lo que a él le convenga, porque en fin de cuentas sólo refleja su pensamiento, el de sus inmediatos, sino atender sobre manera el reclamo de la multitud que se expresa por la voz fuerte y amplísima de las bases. No hay razones para que los gobernadores, valiéndose del cargo y los poderes que emanan del mismo, impongan a una comunidad inmensa sus gustos y preferencias, incluso en materia de elección de representantes. Esto no queda sólo en escoger a dedo o eso que ahora llaman cooptación, sino también influir en el gusto de los electores en aquellos cargos sometidos al sufragio en las elecciones internas del partido. No quiero extenderme mucho en este reclamo para que llegue muy claro y no luzca nada exigente; no se trata de renunciar a los cargos de alcaldes, gobernadores, por supuesto menos al de Presidente, pues eso sería un disparate nada difícil de entender para todo el mundo; tampoco, que esos mismos funcionarios, procedan hacer lo mismo con respecto al partido. Si están en esos cargos, son militantes y revolucionarios, deben, pese todo, seguir allí. A lo que deben renunciar esos funcionarios, sin ningún género de dudas, es a seguir siendo los jefes del partido porque eso desnaturaliza el espíritu de los estatutos de cualquier partido revolucionario, que según hemos creído toda la vida, lo sostuvieron todos los grandes dirigentes y lo dicta la simple idea, según la cual, deben gobernar las mayorías y no grupos de privilegiados. Si a alguien se le ocurriese pensar que un partido como el Psuv o una organización representativa como el GPP y todo el movimiento popular alrededor de ellos expresan el interés de grupos, sería más sensato pensar así de un grupo de gobernantes que se enrocan ant
ELIGIO DAMAS
El presidente pidió a todos sus ministros poner el cargo a la orden. Algunos gobernadores, digo así porque no sé si todos, pusieron el suyo, el de dirigente de partido, a disposición de la autoridad a quien corresponda. Por supuesto, el cargo al cual los primeros deben renunciar, por petición de quien en ellos los puso, es el correspondiente al gobierno. Pero sucede, que por un viejo vicio de este proceso, no generado por ellos, sino que viene desde lejos, muchos de esos ministros son jefes en áreas del partido y nadie les ha pedido la renuncia; aunque es verdad que he escuchado que los dirigentes del partido, tampoco sé si son todos, también atendieron a la petición, no la que ha hecho el presidente, sino la militancia casi toda. Hasta ahora tampoco sé, si los ministros, que por el sólo hecho de serlo, les ponen de jefes de partido sin siquiera haber vivido aunque sea por momentos y en muy malas circunstancias, la dura y rica experiencia de serlo, han renunciado a esos cargos que de paso nunca ejercieron como debe ser, porque eso no se aprende en una universidad y menos en empresa capitalista. El pueblo oriental dice con pertinencia que para “pescar guaraguaras hay que mojarse las nalgas”. Tampoco es fácil ser ministro hasta de varias vainas y también jefe en el partido.
Debo ahora aclarar que el cargo que los gobernadores pusieron a disposición de la base chavista, como lo acaba de hacer el colega y compatriota Aristóbulo Istúriz, es el que ocupan en la dirección del partido. Porque no deben renunciar a las gobernaciones por las mismas razones que aplican para el caso presidencial.
Pero eso que un gobernador renuncie a su cargo en el partido es un proceder sin sentido alguno; pues por los estatutos deberían necesariamente volver mientras estén en esos cargos ejecutivos y no es justamente lo que ahora demandaría el movimiento bolivariano; es más podría hasta ser una manera para que esos funcionarios justifiquen con más rigor lo que han venido haciendo y continúen en lo mismo sin mirar a ningún lado. Porque si atendemos estrictamente al espíritu de la norma, eso que los abogados llaman “espíritu del legislador”, el gobernador no debería ocupar un cargo de dirigente del partido sino de enlace entre su gobierno y este para rendir cuentas y atender demandas y orientaciones. Sólo eso justifica la presencia del gobernador, y como tal, quien sea, en la dirección del partido.
Insistiremos en decir, hasta que a uno lo tilden de loco o por vía judicial nos inhabiliten y nos encierren donde siempre se ha acostumbrado a encerrar a estos, que el gobierno no debe usar al partido como su fuerza de choque, la del patio de atrás y la que sale esporádicamente a buscar votos que, por cierto, si no los consigue en suficiencia, sirve también para echarle la culpa de las derrotas. No importa quien, en la historia reciente, haya sostenido que eso debe ser así, apoyándose el discurso reaccionario y tomando como ejemplo de ello, en los partidos de la derecha. Quienes creyeron, por atender un discurso oportunista o circunstancial, que los partidos necesariamente, per sé, son una cueva de ladrones, saca cuentas, pandilleros, pendientes del cuánto hay pa´ eso”, habrán podido comprobar que tal estado de cosas se haya en funcionarios de gobiernos y partidos adherentes de este o la oposición.
Esa versión que contribuyó a marginar a los partidos revolucionarios y al Gran Polo Patriótico, está llena de prejuicios, por una historia del pasado reciente, la relativa a la IV República, que favoreció el mesianismo y un centralismo o grupalismo desorbitado. Fue aquella una práctica de la derecha y no de un momento, le es a ella propia por razones de clase y filosofía.
En la revolución, quienes ejercen el gobierno, su parte ejecutiva, sólo deben ser expresiones de todo el movimiento popular, no sólo representado en las asambleas formales del poder, como la AN, los Consejos Legislativos Regionales y hasta Concejos Municipales, en Comunas, etc., y el movimiento revolucionario militante de los partidos, en nuestro caso del GPP. Los gobernantes, entonces debe quedar claro, sólo son funcionarios que dependen de aquellas estructuras, al servicio de ellas y no al revés. El pueblo a través de sus organizaciones y los partidos revolucionarios que son la vanguardia dirigen y controlan. ¿A quién? Pues en primer término a quienes gobiernan.
Por eso, en los Estatutos del Psuv, se asentó que gobernadores y alcaldes deben ser unos “miembros más” de las direcciones correspondientes a sus jurisdicciones. La idea, desde la perspectiva del pensamiento revolucionario, consiste en que esos funcionarios estén allí no para mandar o cogerse el mando por razones fáciles de entender, sino para mantener el enlace inmediato entre ellos y el pueblo a través del Partido. También, para que aquél, por intermedio de éste, no sólo vigile al gobierno sino que le dirija de conformidad con el clamor popular.
No se trata que el gobernante, valiéndose de lo que eso significa y pesa, razón nada difícil de entender, utilice al partido para hacer lo que a él le convenga, porque en fin de cuentas sólo refleja su pensamiento, el de sus inmediatos, sino atender sobre manera el reclamo de la multitud que se expresa por la voz fuerte y amplísima de las bases. No hay razones para que los gobernadores, valiéndose del cargo y los poderes que emanan del mismo, impongan a una comunidad inmensa sus gustos y preferencias, incluso en materia de elección de representantes. Esto no queda sólo en escoger a dedo o eso que ahora llaman cooptación, sino también influir en el gusto de los electores en aquellos cargos sometidos al sufragio en las elecciones internas del partido.
No quiero extenderme mucho en este reclamo para que llegue muy claro y no luzca nada exigente; no se trata de renunciar a los cargos de alcaldes, gobernadores, por supuesto menos al de Presidente, pues eso sería un disparate nada difícil de entender para todo el mundo; tampoco, que esos mismos funcionarios, procedan hacer lo mismo con respecto al partido. Si están en esos cargos, son militantes y revolucionarios, deben, pese todo, seguir allí.
A lo que deben renunciar esos funcionarios, sin ningún género de dudas, es a seguir siendo los jefes del partido porque eso desnaturaliza el espíritu de los estatutos de cualquier partido revolucionario, que según hemos creído toda la vida, lo sostuvieron todos los grandes dirigentes y lo dicta la simple idea, según la cual, deben gobernar las mayorías y no grupos de privilegiados. Si a alguien se le ocurriese pensar que un partido como el Psuv o una organización representativa como el GPP y todo el movimiento popular alrededor de ellos expresan el interés de grupos, sería más sensato pensar así de un grupo de gobernantes que se enrocan ante cada crisis.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 12/16/2015 12:16:00 p. m.
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