Eligio Damas
Según alguien, dicho hace unas horas, más de tres millones de tuiteros chavistas se habían manifestado indignados, tanto como para usar el calificativo caprilero, por la contratación de la agrupación “musical” (¿?) Chino y Nacho, para actuar en un acto promovido y organizado por una institución dirigida por la Alcaldía Metropolitana, denominado algo así como “Suena Caracas”.
No podría, no tengo elementos de juicio para tomar como cierta esa medición, pero sí puedo convalidar que las redes sociales, sobre todo la correspondiente a Tuiter, han estado abundantes, casi hasta el rebosamiento, en manifestaciones como la arriba señalada.
Este hecho para mi es significativo, mucho más allá de lo que representa el grupo musical en cuestión, en cuanto a la disposición de la dirigencia a no cuidar sus relaciones con las bases, si es que uno no puede decir con propiedad la mayoría.
Es obvio, que a la abrumadora mayoría del chavismo, la en buena medida silente, le trae sin cuidado que esa banda deje de actuar en Venezuela y particularmente en un evento organizado por un ente del Estado donde administran los partidarios de la revolución bolivariana. Pero también lo es, lo demuestran las manifestaciones contundentes, cuantitativamente hablando, que multitudes se han expresado casi en gesto de repudio a aquella presencia. Tanto se hablado del asunto, que me pareció apropiado esta mañana, usar una frase del lenguaje coloquial que apela a un conocido plato, el escabeche. Los venezolanos, solemos decir, como manera de demostrar lo que tanto hemos probado algo, hasta el cansancio, “eso lo he comido hasta en escabeche”. Pero también es muy significativo que esa multitud que se ha expresado contraria a que en un acto de la naturaleza del que estamos hablando, se presente el grupo al cual también nos estamos refiriendo, está compuesta en holgada mayoría por jóvenes.
La ira es tanta que, al recordar a Danilo Anderson, cobardemente asesinado en un noviembre, ha aparecido asociado a las manifestaciones de descontento contra un grupo por cierto, antes de su ida a EEUU, gozó de favores gubernamentales. No olvidemos las relaciones que tuvieron o tienen, no sé, con el actual ministro del deporte “Potro” Álvarez.
Pero más allá del grupo musical, que se trasladó a Miami, no porque esa ciudad sea la Meca del arte, ¡Dios me salve la parte!, sino en busca de lo que los artistas verdaderos nunca colocan en primer plano de sus aspiraciones, sobre todo tomando en cuenta que al llegar allí se pierde la libertad y queda sujeto, quien aquella aventura inicia, a todo lo que allí impongan personajes como el señor Stefan, con sus premios Grammy y control de todo lo que tenga que ver con el mundo del espectáculo en el cual trabajan Chino y Nacho, en este caso de la música “popular”, incluyendo sus posiciones políticas contrarias a todo sueño de justicia y equidad, vale la pena resaltar como este, llamémoslo insustancial incidente, desgarró importantes costuras en el seno de la “Revolución Bolivariana”.
Leí, en alguna parte, unas declaraciones de Jorge Rodríguez, Alcalde de Caracas e importante dirigente nacional del Psuv, tratando de remendar el entuerto, según las cuales, los chavistas debían dar – esa fue en apariencia la intención de quienes decidieron traer al grupo musical ahora residenciado en Miami- muestras de amplitud, contrarias al sectarismo y aceptar la presencia no deseada.
¿Cómo puede pedírsele a los chavistas, a los revolucionarios, a las familias afectadas directamente que todavía lloran– y seguirán llorando por largo tiempo – a sus víctimas de las guarimbas, que den muestras de amplitud, conformidad y vayan a aplaudir y “rumbear”, con quienes alentaron a los guarimberos en momentos aciagos? ¿Cómo bailar con quienes alentaron a quienes pusieron guayas en las calles para degollar humanos? ¿Cómo dormir, gozar, rumbear distraídamente con el enemigo?
¿Cómo entender que la dirección tome una decisión de esa naturaleza sin medir la magnitud de las consecuencias? ¿Es un hecho intrascendente?
Quizás lo sea que Chino y Nacho vengan, aúllen y muevan las caderas sin armonía o con desarmonía, para decirlo como Mario Benedetti, pero no lo es que la dirección tome una medida y la mantenga, bajo la protesta multitudinaria de sus “dirigidos”.
No puedo imaginarme desde ya, ese espectáculo de Chino y Nacho, montados en una tarima, cantando desafinadamente, como dice uno de sus allegados, dentro de una coreografía de mal gusto, rodeados de una multitud de chavistas “a……..os” y dispuestos a no calarse aquello.
Por cierto, anoche vi un tuit, que me causó mucha gracia. Su autor, habiendo colocado una fotografía tomada desde arriba de un camión repleta la plataforma de tomates, agregó el siguiente comentario: “Aquí, esperando que comiencen a actuar Chino y Nacho”.
Hay otro hecho a resaltar. Los publicistas del gobierno, esos que manejan programas de opinión como ZD, antes del anuncio del evento y la presencia que también, lamentablemente, trató de justificar Ernesto Villegas, diciendo más o menos lo mismo de Jorge Rodríguez, que es algo así como “pongamos la otra mejilla”, quedaron muy mal parados y dieron un triste ejemplo para la conducta de un revolucionario. Aquellos, desde que Chino y Nacho se manifestaron a favor de las guarimbas y guarimberos, contrarios a la paz y tranquilidad venezolana, arremetieron contra esa agrupación y pocas horas antes se anunciase la contratación y presencia en el evento caraqueño, todavía se ocupaban de aplicar fuertes calificativos y condenas a los ahora contratados. Al enterarse de lo acontecido, optaron por ignorar aquello y proceder como si nunca hubiesen dicho nada al respecto. Lo peor del caso es que en las redes sociales ni en ninguna parte, era frecuente que los chavistas mencionasen esa agrupación “musical”.
Si empezamos a hablar de crítica y críticos, de la necesidad de hacerla y serlo, esa actitud no es justamente la pertinente para modelar a un revolucionario o un deseoso de serlo que mira o escucha a aquellos publicistas o propagandistas.
Por último, hasta ahorita, no ha habido, pese la magnitud del descontento, sobre todo entre la gente ganada para ir a esos espectáculo, una intención de enmienda, lo que deja mucho por decir de la dirigencia y su obligación de escuchar a las bases.
Pero, con todo y lo dicho, por humano, todavía me atrevo a expresar este sentimiento:
¡Pobres Chino y Nacho, quienes por ganarse unos reales, se verán montados sobre la tarima, rodeados por una multitud que no quieren su presencia!
Pero es obvio, que este incidente que pudiera ser insignificante desde el punto de vista cultural, ha tenido impacto político –lo que al parecer la dirigencia no esperaba, demostración de ingenuidad - como para que uno se desguañangue.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 11/19/2014 03:06:00 a. m.
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