ELIGIO DAMAS
La carreta de Atahualpa marchaba sobre ruedas, pero sin los ejes engrasados; al paso de su carreta el chirrido atormentaba la gente “lo llamaba abandonao” pero él no le paraba. Le gustaba que chirriasen; en todo caso, si se le reventaba un eje y se quedaba varado en el camino, eso era cosa sólo suya. ¿A quién, después de él, tenía que importarle?
Es bueno y recomendable que se engrasen los ejes de las carretas del pueblo. Podrían romperse y más vale prevenir que lamentar. Y también sale más barato hacer mantenimiento que a corto plazo verse obligados a nuevos ejes instalar o tener que traer, con lo escaso que están los dólares, nuevas carretas. Sobre todo, si se trata de enormes buses o trenes de carretas, que compete al interés colectivo. Además, es de sobra conocido la verdad que encierra aquella frase, “si el río suena, piedras trae”. O si carretea emite un chillido ¡ojo pelao!, como decía Chávez
La sordera es muy mala consejera, es como un botuto al revés. El tormentoso ruido de los ejes de algunas ruedas, tanto que parecen reventarse, no lo escuchan quienes deben hacerlo y más que eso, corregir el mal, porque vienen marchando con una idea fija. Pero si esto es malo, también lo es decir lo que no se debe, lanzar denuestos contra los compañeros y aliados y hasta sombras sobre la honradez de personas honorables. Me parece un exceso, indelicadeza y hasta manifestación en extremo hostil lo que he leído de alguna gente al referirse al ex ministro Rodríguez Torres.
Obviamente la situación no es la misma de los tiempos de Chávez; vivimos un momento diferente, sobre todo aquel de cuando el petróleo alzó vuelo. Pero desde allá comenzó a incubarse el mal que ahora nos aqueja. Culpar a Maduro por lo generado o diseñado antes que fuese presidente, y estando tan poco tiempo en el cargo, pareciera un gesto de mala voluntad. Pero también es cierto que aun cuando “a mí me gusta que suenen”, no debo como el canto pampero de Atahualpa, ante el reclamo de la gente, responder con el desplante "pa’ qué los voy a engrasà”. Aunque uno no la vea ni escuche, ¡sí!, la procesión marcha, marcha por dentro. Es verdad que Maduro ha querido ser fiel al dictado de Chávez, pero serlo no significa negarse a hacer cambios en la ruta, porque éste no pudo prever, era difícil, los derrotes del tiempo. Seguir igual como veníamos porque ese fue el arranque y la orden, ignorando las curvas y huecos del camino, imposibles de prever, como cuplamos los dictado de oráculos o adivinos, es una inadecuada interpretación de la fidelidad. Chávez, le molestaría que lo tomasen por adivino o sacerdote de una iglesia con sus dogmas y todo.
Creímos falsamente y al parecer todavía creemos, que el socialismo es un asunto de sólo repartir. Pero se reparte equitativamente el producto del trabajo, lo que el hombre ha creado y construido con su esfuerzo, lo que habrá de amar y sentir de verdad como suyo. Se reparte si hay y para eso, hay que esforzarse para que siempre haya para todos. ¡Qué en verdad, cada quien se sienta dueño! La Renta Petrolera, un accidente en nuestras vidas, debe ser, lo que ya dijimos que dijo Chávez, una palanca para hacer de la venezolana una sociedad justa y libre.
Estuve entre los jóvenes que hace ya más cincuenta años, optó por un proyecto que debía romper con la dictadura de la renta petrolera. Porque la soberanía puede resultar una simple entelequia sino no somos capaces de liberarnos de los dictados del mercado internacional al cual estamos sometidos y obligados a importar lo que no producimos y necesitamos consumir aunque sea con prudencia y humildad. Por eso, una de las metas primarias de todo proceso de cambio, en eso todos los revolucionarios han estado de acuerdo, debía hacer realidad lo contenido en aquella frase construida por gente conservadora, que por serlo no dejaron de tener razón, “hay que sembrar el petróleo”.
Cuando Chávez llegó al poder, se propuso alcanzar la soberanía alimentaria; eso significa producir en gran medida, si no toda, la demanda alimentaria de los venezolanos. También quiso que construyéramos un emporio industrial que satisficiera las necesidades de los venezolanos, sin tener que depender en exceso del mercado externo. Por eso dijo, que la renta petrolera era una buena palanca para impulsar esos cambios y alcanzar esas metas. Es decir, su estrategia era “sembrar el petróleo”. No podía tampoco haber contradicción, entre aquellos objetivos y el de sacar a los venezolanos de la pobreza. Para hacerlo era necesario vincular acertadamente, de manera adecuada, la inversión productiva, la conversión del venezolano en un gran productor y la meta de acabar con la pobreza. Había entonces que repartir con discreción la renta petrolera, sembrarla y avanzar hacia el socialismo. ¿Cómo? Tal como lo dice cualquier clásico, producir, producir con bases firmes y soberanas para distribuir lo más equitativamente posible. Lo que tiene que ver con el progreso humano, eso que se ha llamado el hombre nuevo y una productividad generosa.
No es posible hallar en eso contradicción alguna; lo que podría suceder, es que quienes hayamos tenido la responsabilidad de impulsar ese proceso de manera acertada y armónica, en el orden correspondiente, hayamos incurrido en errores, como alterar el orden de las cosas. La construcción de la base productiva requiere grandes inversiones, un intenso trabajo educativo y una conducción acertada para comprometer al hombre a la tarea del cambio. Lo que implica enterrar las triquiñuelas aprendidas en las relaciones capitalistas.
¿Como es posible haber caído en los errores del pasado, en lo que los inversionistas y empresarios también tienen mucha responsabilidad, en el facilismo y ante la avalancha de dólares que ha entrado al país, en los últimos años, donde un presupuesto se manejaba a 60 dólares, mientras se acumulaba un remanente para continuar inundando al país de importaciones y desviando cuantiosas porciones de divisas a cuentas privadas al exterior? ¿Cómo invertir en proyectos que al poco tiempo no funcionan y desaparecen los capitales y quienes los recibieron? ¿Pecamos de idealistas, improvisados o creímos en que estábamos en una carrera contra el reloj? ¿Para qué caer en la trampa de tomar empresas quebradas, mantenerlas cerradas o improductivas, asumir una deuda y cargar el peso de la acusación de haber atropellado a un falso productor?
Si los ejes de la carreta crujen, usar las divisas que ya escasean o dinero inorgánico para utilizarlos como engrasante o analgésico para salir del apuro de un momento, mitigar el dolor de madrugada que no deja dirmir, que luego volverá y hasta más intenso, sólo lograremos que la carreta ruede unos pocos kilómetros más.
El socialismo y la política de vivir a expensas de la renta, usar esta como bálsamo para mitigar los quejidos y las inconformidades, si es una contradicción. Estoy de acuerdo con el presidente Maduro, cuando recuerda que debemos construir el socialismo y romper con la renta petrolera, con todo lo que implica, pero el movimiento se demuestra andando, sin que nos suenen los ejes porque, al contrario de Atahualpa, cada vez que es necesario se les debe engrasar.
Además, pese a que el tango gardeliano dijo “viente años no es nada”, eso es relativo; si después de quince estamos en el mismo lugar, es como haber desperdiciado el tiempo y los recursos; pues se “hace camino al andar”.
--
Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 11/02/2014 11:07:00 a. m.
No hay comentarios:
Publicar un comentario