lunes, 25 de agosto de 2014

TALLER LIBERTARIO ALFREDO LOPEZ

PUBLICADO POR  PEDRO FRAGA
Los agentes latinoamericanos de la USAID en Cuba, la Seguridad del Estado, y nosotros los anarquistas TALLER LIBERTARIO ALFREDO LÓPEZ Destacado

Escrito por  Observatorio Critico

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En la sociedad cubana hay muchas cosas que han ocurrido y siguen ocurriendo en nuestro entorno más inmediato y no han sido introducidas precisamente por los agentes de la USAID, sino por los mismos que hicieron, sostienen, o viven de esta “Revolución Cubana"

Los agentes latinoamericanos de la USAID en Cuba, la Seguridad del Estado, y nosotros los anarquistas

TALLER LIBERTARIO ALFREDO LÓPEZ

I

Hace unos días en la primera semana de agosto los medios de fabricación masiva de opiniones en Cuba, en manos de la Seguridad del Estado, el Buró Político, y los Departamento Ideológico del MINFAR y el MININT, nos han regalado un nuevo capítulo de la historia de sus hazañas laborales, en el combate directo a las operaciones de subversión del gobierno yanqui.

El asunto que nos traen ahora nos llega por medio de Associated Press, presentada en esta ocasión como una seria agencia de prensa internacional. El tema: la denuncia de otra modalidad de subversión en Cuba, orquestada por la USAID, introduciendo agentes a bajo costo y escasa formación profesional de origen latinoamericanos, para el reclutamiento de jóvenes cubanos, “contactos estrella” le llaman, para la “generación de una red de voluntarios para la transformación social” en Cuba, “hacer activismo en contra del gobierno”, a través de talleres de educación sexual y la protección frente al VIH, para con estos temas “reclutar a jóvenes enseñándoles cómo organizarse a sí mismos”.

Sobre esto debemos decir que los que fundamos la Red Observatorio Crítico hace ya casi diez años, y que también echamos a andar el Taller Libertario Alfredo López cuatro años atrás, tuvimos y tenemos, entre otros propósitos para nada escondidos, también algo así como la “generación de una red de voluntarios para la transformación social en Cuba”, pero específicamente en sentido anti-autoritario y anticapitalista.

Quisimos y queremos, no “reclutar”, porque no somos sargentos de ninguna jerarquía militar, pero sí promover el gusto por la organización autónoma asamblearia y horizontal, que permita aglutinar energías y potenciar fraternidades, que prefiguren la sociedad que queremos, sin comandantes en jefe, ni soldados obedientes; y, además, quisimos y queremos hacer activismo, no simplemente contra el actual gobierno cubano, sino contra todas las formas de relaciones interpersonales nocivas a la dignidad, que emplean los que gobiernan, los que se dejan gobernar y los que combaten un gobierno para sustituirlo por otro, en los momentos y lugares más disímiles.

Quisimos y queremos hacer estas cosas porque nacer y vivir en Cuba y conocer de primera mano la deriva autoritaria y estatista de la Revolución Cubana, fue la experiencia más determinante que nos hizo más revolucionarios, más anticapitalistas, mas anti-autoritarios, mas anti-sexistas, mas anti-homófobos, más ambientalistas autónomos, mas anti-patriarcales, más libertarios y a varios, nos hizo anarquistas.

Si no hemos tenido mucho éxito en esto ha sido por nuestras inconsistencias e ineficiencias, pero también porque el gobierno cubano ha tenido un éxito indiscutible en crear una sociedad tan saludable como sumisa, tan culta como mojigata, tan patriótica como dependiente de las autoridades, tan unida frente al imperialismo yanqui como atomizada frente a la burocracia y sus poderes…

Esto ha dado lugar a que los menores de 35 años en Cuba, además de que están en proceso de extinción, en muy pocas ocasiones se pueden encontrar en las calles para hacer algo distinto a ser espectadores pasivos de los pasatiempos estatales para masas o consumidores manejables de la oferta de diversión no estatal autorizada. Este es el contexto ideal para que los agentes de la USAID hayan hecho lo suyo, pero con un trabajo sucio previo y gratis que ya han venido haciendo durante décadas los agentes que protegen nuestro “Estado revolucionario”.

Si la USAID hace cuatro años está reclutando o reclutó jóvenes latinoamericanos para encontrar nuevas marionetas que le hagan su trabajo sucio en Cuba, a ellos y a los cubanos de a pie, como nosotros, y a la Seguridad del Estado cubano les decimos: nosotros no recibimos órdenes de nadie, ni tampoco las damos. Vivimos en un mundo propio, estrecho y frágil, pero real y palpable, donde no somos ni ovejas, ni pastores.

Somos lo que somos y hacemos lo que hacemos porque creemos que el comunismo se hace aquí y ahora, y no es un decreto gubernamental que se maneja a discreción, según los indicadores económicos del Estado empresario benefactor; porque entendemos que una sociedad no deja de ser capitalista cuando los explotadores de trabajo ajeno son “nacionalizados” para dejar a uno solo, aunque sea el más benevolente y humanista.

No dejaremos de repetir que el comunismo no es y no puede ser un simple “Estado comunista”, sino un proceso social hacia la comunización de la vida, desde el arte hasta la defensa, con los deseos, las energías y la imaginación, la paciencia, el coraje, y muchas cosas más, de los colectivos y las personas que quieran hacerlo; y si no es eso, sería el nombre de otro régimen de opresión que siempre encontrará argumentos sublimes y métodos falaces para perpetuarse.

Si la revolución no pudo ser lo que debía y lo que anunciaron sus voceros, porque el imperialismo está demasiado cerca y otros etc…, entonces los miembros de la llamada “generación histórica” y sus adeptos, lo hubieran pensado mejor y no hubieran hecho la revolución, porque la geografía es más difícil de cambiar que a las mentalidades, o hubieran desmantelado todas las concentraciones de poder corruptor, para que se acortara el tiempo en que desapareciera la fatídica función de cuadro político, anunciada por Fidel Castro hace ¡46 años! y no quedaran envenenados tantos jóvenes cubanos con las tentadoras “mieles del poder” que el mismo caudillo ha confesado.

II

Si hay algo que hemos recibido en estos años en el Observatorio Crítico y el Taller Libertario Alfredo López ha sido solidaridad internacional en ideas, recursos y medios para hacer lo que hacemos, de compañeros que -siendo activos militantes anticapitalistas- jamás nos han pedido que hagamos talleres de educación sexual para camuflarnos, ni nada que se le parezca; y menos aún, nos han exigido que cumplamos orden o sugerencia alguna. De hecho, jamás nos han dicho lo que tenemos que hacer.

Hemos hecho exactamente lo que hemos querido y/o podido, en el momento y el lugar que nos ha dado la gana, que es como decir que hemos hecho lo que ha salido de los procesos de diálogos y consenso entre los que hemos querido hacer algo. Nuestra más reciente I Jornada Primavera Libertaria, fue en gran medida gracias a la solidaridad de nuestros compañeros fuera de la Isla, pero a la vez fue una grata sorpresa para ellos, que tuvieron noticia de estas acciones sólo cuando las dimos a conocer públicamente.

Y antes de llegar a esta Jornada, para promover de manera explícita una perspectiva libertaria sobre temas disímiles, casi nunca hemos escondido en ningún espacio en Cuba nuestras identidades y nuestras acciones. Cuando algo parecido ha ocurrido, ha sido para no destruir el diálogo de experiencias concretas con salidas ideológicas reduccionistas o para respetar espacios autónomos dignos.

Por eso, señores agentes de la CIA y la USAID, podemos decirles que envíen todos sus empleados reclutadores que deseen, seguirán malgastando el dinero de sus disciplinados contribuyentes, al menos con nosotros. Y a los ciudadanos agentes de la Seguridad del Estado cubano les comunicamos: no tenemos nada que esconder, nuestros compañeros de ideas en el mundo no son empresarios millonarios, ni aristócratas filantrópicos, ni políticos progres que vienen a saquear la “imagen Cuba” para ganar elecciones en sus países. Tampoco son representantes de potencias imperialistas emergentes, que han devenido, junto a las remesas familiares de los cubanos que se han marchado, en los sostenes más decisivo de los gobernantes cubanos, para mantener su abultada burocracia política, administrativa y militar; así como los dispositivos de control social de la omnipresente Seguridad del Estado cubana, que también necesita periódicamente hechos como los referidos para garantizar la permanencia íntegra de sus intereses y su estilo de vida, cuando no hay mucho trabajo de contraespionaje espectacular por hacer.

Nuestros compañeros en el mundo no son esos antiimperialistas de pacotilla, que sueñan con un inconfesable capitalismo revolucionario tercermundista o simplemente “leninismo de mercado” que, ya despiertos y frente a los micrófonos, le llaman “Socialismo del Siglo XXI”. Nuestros compañeros no cierran los ojos frente a las turbias incoherencias de los caudillos progresistas de turno, para un buen día despertar como esos intelectuales “confundidos” y “desilusionados”. Nuestros compañeros saben mejor que muchos politólogos izquierdistas que la forma más efectiva de ser anti-imperialistas es siendo anti-autoritarios, que es la manera más segura de no perder la cabeza en el paralizante laberinto de los “gobernantes buenos”- “gobernantes malos”, y poder concentrar las energías en proyectar espacios y experiencias donde sean innecesarios los gobernantes mismos.

Por eso no tenemos nada de qué avergonzarnos con respecto a quienes nos relacionamos y por, seguiremos haciendo lo que hacemos; no por dinero, no por órdenes, ni siquiera sólo por conciencia, sino también porque es lo que nos gusta.

III

En la sociedad cubana que hemos conocido en nuestros años de vida consciente hay muchas cosas que han ocurrido y siguen ocurriendo en nuestro entorno más inmediato y no han sido introducidas precisamente por los agentes de la USAID, sino por los mismos que hicieron, sostienen, o viven de esta “Revolución Cubana”.

Nos aborrece la “masificación de la cultura” de la que ya no hablan sus promotores locales, pero sigue operando tal cual, sin dejar de ser lo que hasta ahora ha sido: otra mascarada para controlar la creación y convertir en cultura el control total del Estado.

Nos repelen sus dóciles “intelectuales críticos”, lozanos y jóvenes, con melenas o sin ellas, pero eruditos prematuros en la aritmética del equilibrio y la conveniencia, que hacen lo que sea por escalar y viajar al extranjero y, en muchos casos, fugarse, sin tener que pasar por los estafadores trámites diseñados por el MININT.

Sentimos pena por esos miles de excelentes médicos cubanos que, a pesar de ser troquelados en las carencias de todo tipo, confrontando miserias como la emulación en la docilidad, y la hipocresía existencial, van a Brasil u otros países a hacer un trabajo inigualable, como única vía para encontrar una tabla de salvación, con la cual vestir a sus hijos y remendar sus vidas.

Profesamos una ternura infinita por todos aquellos trabajadores, nuestros padres y abuelos, que dieron lo mejor de sus energías y sus vidas por “La Revolución” y hoy son ciudadanos descartables, de los cuales sus líderes políticos sólo esperan que sigan siendo pacientes, comprensivos, y como buenos integrantes del ya “millonario” precariado cubano, disfruten de las bondades del pluriempleo después de la jubilación.

Nos asusta la calidad humana de los niños y jóvenes que están saliendo de las escuelas, producto de la tremenda crisis de sentido en que se encuentra la educación en nuestro país, en instituciones pintadas y reparadas, pero donde los maestros, en la miseria de siempre, alienados y vigilados en todo, “enseñan” a los niños y jóvenes lo que meramente conviene a los intereses de los administradores del Estado y su policía mental, con las incoherencias más insostenibles, mientras los estudiantes, los padres y las comunidades de vecinos no pueden decidir nada en asunto tan crucial y con efectos a largo plazo para sus vidas.

Nos avergüenzan los malabarismos tecnocráticos y economicistas de la llamada “actualización del modelo económico cubano” y del Nuevo Código del Trabajo, debatidos y aprobados, como otras campañas anteriores, en medio de un montaje mediático despótico, que impidió una discusión pública seria y razonada entre el pueblo trabajador sobre los efectos de semejantes engendros.

Percibimos a cada paso el desespero suicida de la élite gobernante de la Isla, en aras de salvar a “La Revolución Cubana”, rótulo dorado y con cierto prestigio, que esconde a un capitalismo monopolista estatal ordinario, con algunos éxitos considerables, pero también en una crisis de reproducción ya permanente, no sólo limitada al plano económico sino también a lo cultural, lo simbólico y lo moral, que según ellos se podrá resolver con el “oxígeno” envenenadamente vivificador de las inversiones directas de sus equivalentes extranjeros: los grandes capitalistas del mundo.

En ese empeño, los mandantes cubanos no necesitan de una juventud imbuida de los altos valores que sólo nacen en el suelo nutricio de la libertad de pensamiento y deliberación. Ellos sólo precisan de jóvenes competitivos y atomizados, adiestrados en el juego creativo con la retórica dominante en cada momento, y preparados para el cálculo razonable del costo-beneficio de lo que hacen. Tampoco necesitan autogestión de los trabajadores y las comunidades, ni movimiento cooperativista vivo, ni presupuestos participativos, ni municipios soberanos, ni dinámicas asociativas ajenas al lucro y el pago de impuestos, ni nada semejante que conduzca a revitalizar las potencialidades liberadoras que una vez, fugazmente, tuvo la revolución cubana, que podrían haber conducido hacia una socialización y comunización concreta de la vida cotidiana en Cuba.

A ellos sólo los mueve el manoseo dulzón y adictivo de las palabras que una vez fueron la condensación de valores activos en amplias capas del pueblo cubano. Y sobre todo, a ellos los guía la pauta inspiradora de sus socios: los exitosos y criminales burócratas-capitalistas chinos, que masacraron en la Plaza de Tiannamen a lo mejor y más puro de la juventud de ese país, con tal de mantener incólume su poder, despejando el camino para reciclarse como grandes empresarios de talla mundial; o las poderosas empresas brasileñas, hoy a la vanguardia de la producción de alimentos transgénicos, sostenes de un gobierno como el del PT, que traicionó a la izquierda sudamericana, y masacra a su propia gente lanzada a las calles.

Por estas cosas y porque lo hemos decidido: somos anticapitalistas, anti-autoritarios, anti-sexistas, anti-homófobos, anti-patriarcales, libertarios y en varios casos anarquistas; y seguiremos haciendo lo que consideramos que debemos hacer, lo de siempre: forjar, promover y aprender autonomía y auto organización de los de abajo, de las personas, los vecinos, los trabajadores, los estudiantes, los jóvenes, los adultos mayores... Y junto a ellos no dejaremos de relacionarnos con nuestros compañeros en el mundo, que en los más disímiles y adversos escenarios, no dejan morir la dignidad humana y son como nosotros anticapitalistas, anti-autoritarios, anti-sexistas, anti-homófobos, anti-patriarcales, ambientalistas autónomos, libertarios y, en muchos casos, anarquistas.

 

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