domingo, 3 de agosto de 2014

EN MIS 76 ANOS :SUENOS ROTOS, FE Y LUCHA





En mis 76 años: sueños rotos, fe y lucha



Félix Sautié Mederos

Crónicas cubanas


Aunque las expectativas de vida desde 1938, año de mi nacimiento (28
del mes de julio, lo que me hizo un Leo más) a la fecha, han
experimentado un sensible incremento; considero que cuando traspasé el
umbral de los 70 años de edad, y en este 2014 acabo de cumplir los 76,
comencé a vivir una importante etapa de permanencia planetaria
veterana por lo extenso y muchas veces intenso de mi existencia
terrenal que inició en medio de guerras fraticidas y sus amenazas para
todos, tanto para los que estaban implicados de una forma u otra como
los que nos encontrábamos más lejos. Específicamente, me refiero a la
Guerra Civil de la España de nuestros ancestros y a los inicios de la
II Guerra Mundial, en aquellos finales de la década de los 30 e inicio
de los 40 del siglo pasado, pero aún más explícitamente, lo planteo
con toda crudeza porque, desde entonces, han sido muy pocos los
tiempos que he experimentado sin la preocupación de alguna guerra y
casi ninguno sin ver o incluso sufrir engaños, explotación,
traiciones, injusticias o crímenes que aunque no me hayan afectado
directamente, golpearon con fuerza mi sensibilidad humana en lo más
profundo de mi Ser Interior, porque según expresó José Martí y lo
parafraseo, verlos en silencio es tanto como cometerlos, lo que ha
hecho de mi mundo y de mis ámbitos existenciales un valle de lágrimas,
como se expresa en la Salve.

Desde hace algún tiempo a esta parte, en cada nuevo cumpleaños he
publicado una crónica como si fuera la última vez que lo hago,
contentiva de mis sentimientos, así como del recuerdo y el recuento de
mis alegrías, anhelos, angustias, dolores y sufrimientos
existenciales; que hoy cuando las coloco una detrás de otra y las
comparo, constato que expresan una constante existencial de sueños
rotos, hijos y nietos dispersos por el mundo, fe en Dios y en la vida,
con una voluntad de lucha inclaudicable sin darme por rendido; pero
reconozco que continúo atrapado en medio de grandes incertidumbres y
desengaños, que incluyen miedo por el presente y el futuro porque el
miedo es y se hace intrínseco en los seres humanos, querámoslo o no,
aunque seamos capaces de desafiarlo y seguir adelante. Vivo, pues, una
realidad de miedos inducidos que tengo que enfrentar permanentemente
para no ser vencido por lo acontecimientos cotidianos que se
encuentran cercados por verdaderos muros de orejas sordas, bocas mudas
e insolaridades humanas, las que se extienden como si fueran plagas
que día a día desarticulan y desestructuran a la Nación Cubana.
Comprendo que ya no me queda mucho tiempo como para pasarlo por alto y
tengo que decirlo con toda la claridad que me es posible, con
independencia de que a algunos no les guste oírlo y traten de
excluirme más de lo que ya me encuentro por atreverme a escribirlo y a
publicarlo. Quizás, hacerlo con toda crudeza sea una prerrogativa de
la ancianidad que no voy a desestimar.

Pienso que lo que he expresado en el párrafo anterior al respecto de
los silenciamientos, así como de los oídos sordos y de las bocas
mudas, posiblemente sean de conjunto la principal culpabilidad
histórica de los responsables y causantes directos de los atolladeros
que estamos viviendo; y hablo de los principales responsables porque,
en definitiva, considero que todos tenemos responsabilidades
concretas, unos por perpetrarlo y otros por aguantarlo en silencio y
sin hacer algo para impedirlo. En este orden de cosas, no me considero
exento de culpas porque, como he expresado muchas veces en mis
crónicas y escritos, debo reiterar que en los procesos que he vivido
desde finales de los cincuenta a la fecha, me considero que he sido
victimario y víctima, y trato de rectificar mis errores que reconozco
perfectamente. Pero deseo añadir, que los que silencian y amordazan la
expresión de las realidades que estamos viviendo con el uso de sus
poderes conferidos, adquieren una mayor responsabilidad con la
Historia que nunca los va a absolver y serán muy difícil de perdonar,
porque incurren en verdaderas faltas de lesa humanidad, aunque no
hayan matado a nadie en particular.

Jesús resumió la Ley de Dios y de los Profetas en dos mandamientos:
amor a Dios y amor al prójimo como a tí mismo. En tanto que Juan, en
su Primera Epístola, expresó al respecto y parafraseó: que si me dices
que amas a Dios que no ves y no amas a tu prójimo que sí ves, te digo
que es mentira. Por tanto, el perdón será muy difícil para quienes con
terquedad y soberbia, sin escuchar a los demás, actúan contra las
personas en particular y del pueblo en general. Esas actitudes
negativas podrán durar mucho tiempo o incluso sobrepasarnos en
nuestras más amplias esperanzas de vida, pero sus consecuencias en
justicia, llegarán siempre ya sea en la tierra, o por el juicio de la
Historia o incluso después del peregrinaje que todos, sin excepción,
realizamos por la vida hasta un tope existencial que nadie podrá
eludir por mucho que sean su poder y su autoridad temporal. El olvido,
la condena y el desprecio serán las improntas que la Historia va a
imponerles sin que nadie pueda eludirlas tampoco.

Me siento profundamente conmovido en mis 76 años escribiendo crónicas
y artículos que recogen mi voz que clama en el desierto y mis
esfuerzos que aran en el mar, cercado por las sorderas y los silencios
de los que de una de las partes están obligados a escuchar y a
manifestarse; y también por los bloqueos y guerras encubiertas de la
otra parte enfrentada, pero todos a una en contra del pueblo de a pie
que es quien paga todas (y valga la redundancia) las consecuencias.
Además aún vivo como cuando nací en 1938, en medio ahora en el 2014 de
nuevas guerras planetarias de primera y cuarta generación, con grandes
matanzas de civiles inocentes, como el caso de la Palestina
martirizada, más allá de los posicionamientos políticos de cualquier
índole, ante las miradas impávidas del mundo en que me encuentro
enclavado. No obstante, sigo adelante en mis esfuerzos hoy baldíos
pero con fe en Dios y en la vida, porque nunca ha llovido tanto que no
escampe. ¡Quienes tengan oídos para oír, oigan!
Así lo pienso y así lo expreso con mis respetos por las opiniones
diferentes y sin querer ofender a nadie en particular.


Nota Final: Cuando revisaba esta crónica para enviarla a POR ESTO!,
recibí una llamada telefónica de una sobrina mía quien me informó que
mi hermano Francis acababa de morir físicamente porque su corazón no
había resistido más. De nuevo me cruzo con la muerte cercana que, poco
a poco, me va dejando solo. Aquí la espero, con fe en Dios, y lucha
por la vida. fsmederos@gmail.com

Publicado en Por Esto! el lunes 28 de julio del 2014.

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=341161

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