viernes, 31 de agosto de 2012

PORQUE ESCRIBIR EN APIC ALTERNATIVA, LA DECANA

El meollo del asunto es que la calidad del cafè no estriba en el colador sino en polvo,asì como lo que se escribe no està determido por le material usado o el medio escogido sino por el que escribe, que es capàz de poner su  impronta y su cosmovisiòn unido a su interes por la verdad,la justicia y sus valores personales.
Es decir, que eontenido es màs importante que el continente y por ello lo que se escribe es lo revelante y lo que ha de destacarse en todo momento.Es por lo tanto,nuestra tablka de valores lo que ha de primar en todo momento.Es asì como debe ser.Pero hay un problema, y es el siguiente:que el escritor muchas veces no es lo suficientemente libre e independiente para escribir lo que quiere escribir aquello que quiere y desea y, esto debido, a las limitaciones que le imponen las linias editoriales de los grandes consorcios de la informaciòn o de dueños de los medios, en la mayoria de  los casos,privados y en otros estatales o gubernamentales.Los primeros,buscan el lucro y las ganancias y los segundos,el predominio de las polìticas idiologizadas que son la razòn ùltima de la prensa que les sirve de soporte ante las masas.
El periodista,es en esencia un comunicador y sin duda alguna tiene en su haber concienbte un grado de idilogia personal que dejar ver una que otra vez en sus escritos.Y hasta ahì es correcto-si se quiere.Pero esa ideologizacion de su conciencia individual no puede devenir en una conciencia colectiva,macificada que a la postre le inhiba su personalidad creativa y le lleve a un estado deprolable sumisòn al odeno y mando de las grandes corporaciones o de lso gobiernos de cualquier corte polòtico.
Otro problema del periodista es que  a la vez que es un profecional de la informaciòn, es un empleado ora del estado o de la corporaciòn privada y tanto en o que otro frente es un remunerado como trabajador.Y el hecho de ser un remunerado le implica obligaciones contractuales que le imponen una cierta obligaciòn a seguir unaq conducta de obediencia a quines ke pagan su salario.La unicamanera de escapar a esta disyuntiva es que encuenbtre un periodico o agencia que sea de ideas afines a als que el tenga como periodista,Asi por estas razones,estan lo speriodistas de ozquierda y los que son de derecha,cada uno sirviendo en un cnetro informativo que le es comùn a sus puntos de vista.Como se ve no hay oportunidades posibles a ninguna forma de eclecticismo, o se es de derecha o se es de izquierda.
Pero un periodista, capaz de ver el lado oculto de laas cosas y que pone por encima de todo la objetividad necesita un medio que le permita expresar sus pensamientos d euna manera diàfa y objetiva,donde ningiun compromiso le impida dar su opiniòn sobre ka vida o sobre la muerte,sobre lo que se deba conocer duela o no duela.
Se hace encesario, por lo tanto un medio que posibilite la libre expresiòn tanto de unos como de otros. es decir, un medio que ponga sobre todas las cosas la importancia de la verdad dicha oportunamente para la buena informaciòn del pùblico habido de conocer la verdad y solamente la verdad.
En estos tiempos podemos hablar de una Agencia de Periodismo Independiente Continental,APIC LA DECANA, donde cabe toda opiniòn responsable,sea del tinte que sea, ora  de derecha como de izquierda.Cada escritor puede expresar sus puntos de vista de una manera profesional sin ningun tipo de censura.Lo mismo se comenta o se inclye un discurso de Raul Castro, uno de Obama.o de cualquier persona pùblica.Noticias de Cuba, de Etados Unidos,Venezuela  o de de cualquier lugar del mundo.Es sin duda alguna verdadera tribuna independiente para el libre flujo de las ideas.

Estas son las razones por lo cual cada dìa son mas las personas que colaboran en APIC desde diferentes latitudes.Cuando se lee Lo que se escribe en nuestra Agencia de Periodismo Independiente Continental.se puede estar seguro que se leen trabajos totalmete independientes,serios y responsables.

                  Rev Leonides Penton Amador

miércoles, 29 de agosto de 2012

LA HISTORIA DE UN LIDER DE LA UNION DE JOVENES COMUNISTA DE CUBA

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Detalles

Publicado el Miércoles, 29 Agosto 2012 02:01
OSVALDO CÁRDENAS FERNÁNDEZ, DE DIRIGENTE COMUNISTA A NEGOCIANTE COMUNISTA.
Por Raúl Hernández Ortega*
La historia de un líder de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) transformado en exitoso criador de puercos en Ciego de Avila resulta una señal inocultable de los nuevos tiempos que se viven en la isla.
El periódico Granma se ha lanzado a contar la célebre historia de Osvaldo Cárdenas Fernández, ex primer secretario de la UJC en el municipio de Florencia, Ciego de Ávila, devenido rutilante empresario. El dirigente comunista descubrió que a los cerdos les gusta el palmiche y a los cubanos la carne de puerco. Y entonces, de todo lo aprendido en su formación marxista leninista, parece que optó por el capital, pues ahora se dedica a ganar dinero por montones.
Ahora es un porcicultor de lustre y alto rendimiento.

El órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba cuenta que Osvaldo usa gorra, pulóver y anda en motocicleta, lo que lo convierte en un campesino con apariencia más moderna. No nos explican la manera en que adquirió este medio de transporte, pero es comprensible que, acostumbrado a estar motorizado desde su época de dirigente, ahora aproveche el dinero del negocio de los puercos para no tener que contarse en la mayoritaria relación de los cubanos de a pie.
Multiplicación de los huevos y la leche
Dicen que Osvaldo es tan buena gente, que hasta comparte con dos o tres vecinos la carne ovino caprino, los huevos y la leche que también es capaz de producir. No sabemos la extensión de sus tierras, pero se hace mención a 400 palmas, por lo que quizá disponga hasta de una caballería. Tampoco se especifica quién sembró las palmas, pero está duro de pensar que haya sido  él mismo.
Oportunamente, en su finca también se cultiva la moringa.
Este emprendedor campesino de nuevo tipo pudo salir a comprar todos los puercos flacos del vecindario. Estaba seguro que los podría hacer engordar. No se sabe por qué motivo a sus coterráneos no les aumentaban de peso. Las relaciones, los contactos y las influencias del ex primer secretario de la UJC en Florencia, parece que hicieron posible el milagro de la ceba.

Este señor vende mas de 100 toneladas de carne de cerdo al año. Una tonelada equivale a dos mil 200 libras, aproximadamente. Por tanto estamos hablando de unas 220 mil libras al año, que a un módico precio de 10 pesos cubanos por libra, genera ingresos que ascienden a dos millones 200 mil pesos. Y estos cálculos parten de la mitad del precio al que se vende este producto en Ciego de Ávila, donde no se puede conseguir una libra de carne de puerco a menos de 20 pesos la libra.

La lección del guajiro Osvaldo parece indicar que ya en Cuba se puede ser comunista y millonario, o que ahora hay que ser primero comunista para convertirse en millonario.  Así que fuimos unos tontos los que pensamos que el hombre nuevo no estaría interesado en la riqueza material y el dinero.
Guajiro de ley

Después de reiterados fracasos agrícolas por más de cinco décadas, el gobierno cubano decidió entregar las tierras que antaño había expropiado. Abandonadas por mucho tiempo y llenas de marabú, son concedidas ahora en usufructo gratuito por 10 años a personas como Osvaldo Cárdenas Fernández, para que se enriquezcan a costa de las necesidades del pueblo.

Para producir tanta carne, este hombre tiene que emplear a un grupo de personas, pero es el señor, el dueño, el inversor capitalista, el magnate. Ahora practica la explotación del hombre por el hombre para echarse dinero en el bolsillo. Se apropia indiscriminadamente de la plusvalía y por si todo esto fuera poco, la propaganda oficial lo presenta como ejemplo de eficiente productor y buena gente.

"
Guajiro de ley" es el título del artículo, que pondera las virtudes de Osvaldo y el éxito de su empresa. No sabemos a qué ley se refieren, si a la de oferta y demanda, reiteradamente vilipendiada por más de medio siglo; o a la ley del más fuerte, instaurada también desde hace más de 50 años.

Lo cierto es que Osvaldo Cárdenas Fernández fue primer secretario de la UJC en Florencia y después no optó por irse a enseñar a un aula o a trabajar como obrero en una granja estatal. Decidió irse a ganar dinero para vivir mejor, algo que siempre fue pecado en una isla que pretendió erigir el socialismo del futuro.
* Escritor cubano recién llegado a Miami. Es autor de numersos títulos de poesía,  narrativa y ensayo. Entre sus libros recientes figuran La casa en un morral. Voces de los niños de la Guerra Civil Española (2011) y  Aves con rimas (2012).

EL PERIODISTA,EMPLEADO VS PROFESIONAL DE LA INFORMACIÒN


EL PERIODISTA ,EMPLEADO VS PROFESIONAL DE LA INFORMACION.

No basta ser ducho en la teoria de la forma,en el arte de la linguìstica y de todo lo que contribuye al buen decir.Màs importante debe ser el contenido que el continente,la idea clara y presisa,que el aggiornamento de las palabras,y la melìfera expresiòn, que tiende a adormecer las conciencias de los pueblos haciendòles que pierdan el valor supremo del juicio sobre todo acontecer humano y aùn divino.
Las ideas,que agudizan al intelecto,la imagen clara de las cosas,el decir oportuno y la orientaciòn salvadora,debe primar en todo trabajo de un periodista genuino,de esos que no se venden al mejor postor,de los que no venden su pluma y no doblan rodillas ante las grandes corporaciones de la desinformaciòn mediàtica tal como las vemos hoy en dìa.
Un periodismo comprometido solo con la verdad y la justicia,el desinterès y la profesionalidad es lo que se espera en estos dias de acontecimientos convulsivos en todas las latitudes de el mundo en el cual vivimos.Es un tal a "como lo veo yo" y no como otros lo ven y lo periben, lo que debe ser la columna vertebral de toda aciòn periodìstica.Lo contrario a estos criterios, no es otra cosa que una caida lamentabe hacia la mediocricidad y el servilismo.
Si "nos cazaron con la mentira" nadie nos puede obligar a vivir con ella.Pluma viril,y "toga viril" es la demanda que la historia y la vida le hace a un periodista genuino y comprometido con la verdad y solo la verdad.
¿Permiso para escribir¿!Solo a la conciencia!¿Paràmetros inconfundibles del quehacer periodìstico¿!la verdad, la verdad y unicamente al verdad.

Mientras el perioodista sea visto como un mero empleado de una corporaciòn o un Estado poco podrà ofrecer que sea de su propia cosecha y su frustraciòn profesional le acompañarà toda su vida hasta la tumba donde dormiran con el todas sus aspiraciones incumplidas.

Rev Leonides Penton Aamador

Agencia de Periodismo Independiente Continental.Mexico USA
irVerdadera Amistad.
Y PARA USTEDES TAMBIEN

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NI AQUÌ NI ALLÀ,DILEMA DE UN PERIODISTA.
Se cuenta que en cierta ocaciòn un individùo pasado de copas,o en otras palabras, un borracho,saltaba de la orilla de un riachuelo que separaba a dos regiones de España,el Pinto y Valdesmoro.Saltaba nuestro hombre sobre una piedra que dividia las dos regiones y tan pronto estaba en el Pinto como en Valdesmoro,en un salto pierde el equilibrio y cae exclamando:ahora ni en el Pinto ni en Valdesmoro.Y de ah+i nace la tan conocida frase.
Màs reciente en el tiempo,la India Maria,personaje del cine mexicano,acuñò la frase:Ni de aquì ni de allà.y desde entonces,se presisa saber en cual lugar estamos,si aquì o allà,porque tal definiciòn nos permitirà sin dudas,la toma de conciencia, de que se puede y que no se puede hacer y,en el caso de un periodista que es lo que puede o no escribir,ahì,como dijo Cantinflas,està el detalle o donde se cae la mula.

Para escribir sobre un tema cualquiera,solo nos debiera bastar saber donnde està ubicada nuestra computadora,ora sobre una mesa o sobre un escritorio u otro cualquier lugar de nuestra oficina o d en uestra casa pero,que se mire si està en un pais o en otro para poder decir lo que pensamos, es cosa de armas traer,y que nos rompe la clarivente inspiricaciòn que nos impulsa a tratar de un tema cualquiera.Dado que este sea el caso,entonces el periodista se ve en un dilema terrible,o vuela hacia el futuro, o se posa a mitad del vuelo.Sin dudas ese dilema que lo atormeta lo enajena,lo minimiza y lo paraliza,al punto de preferir ser un vendedor de aguacates,un pregonero de pan caliente en una esquina cualquiera,que un periodista,responsable ante su pùblico,ante sus lectores,ante una realidad que le demanda y que le exige.

Cuando el periodista solo puede repetir o copiar y pegar,como se dice en terminos de internet,se auto destruye como periodista, ya que el periodista debe ser analìtico,controversial,incisivo,dinàmico,oportuno y sobre todas las cosas,fiel a la verdad y amante a su profesiòn.El periodista que sufre el sindròme del dilema,que no sabe distinguir entre el miedo y la precauciòn,entre ser manso o inquisitivo,debiera por honor a su deber informativo,dejar de serlo antes de, o vender su pluma al mejor postor, o callar cuando debe hablar,dr un paso firme, para ser fiel a su sagrado deber de informar a tiempo y verazmente sobre los temas y acontecimeintos que el pueblo tienen derecho a conocer como resultado de su trabajo periodìstico.

èriodista, deja de serlo sino tiene la oportunidad de decir lo que piensa.Lo que sucede aquì,no tengo porque leerlo allà, y lo que sucede allà no debiera tener que leerlo aquì.El dilema es un barrera que mata al periodista genuino,es un pared que le impide caminar sin trabas en su profeciòn de comunicador.Periodista sì,de criterio y de pensamiento vivo, y de copy y paste nò.Esa es la cuestiòn e ahì el dilema.

Rev Leonides Penton Amador



martes, 28 de agosto de 2012

NI AQUÌ NI ALLÀ,DILEMA DE UN PERIODISTA.

Se cuenta que en cierta ocaciòn un individùo pasado de copas,o en otras palabras, un borracho,saltaba de la orilla de un riachuelo que separaba a dos regiones de España,el Pinto y Valdesmoro.Saltaba nuestro hombre sobre una piedra que dividia las dos regiones y tan pronto estaba en el Pinto como en Valdesmoro,en un salto pierde el equilibrio y cae exclamando:ahora ni en el Pinto ni en Valdesmoro.Y de ah+i nace la tan conocida frase.
Màs reciente en el tiempo,la India Maria,personaje del cine mexicano,acuñò la frase:Ni de aquì ni de allà.y desde entonces,se presisa saber en cual lugar estamos,si aquì o allà,porque tal definiciòn nos permitirà sin dudas,la toma de conciencia, de que se puede y que no se puede hacer y,en el caso de un periodista que es lo que puede o no escribir,ahì,como dijo Cantinflas,està el detalle o donde se cae la mula.

Para escribir sobre un tema cualquiera,solo nos debiera bastar saber donnde està ubicada nuestra computadora,ora sobre una mesa o sobre un escritorio u otro cualquier lugar de nuestra oficina o d en uestra casa pero,que se mire si està en un pais o en otro para poder decir lo que pensamos, es cosa de armas traer,y que nos rompe la clarivente inspiricaciòn que nos impulsa a tratar de un tema cualquiera.Dado que este sea el caso,entonces el periodista se ve en un dilema terrible,o vuela hacia el futuro, o se posa a mitad del vuelo.Sin dudas ese dilema que lo atormeta lo enajena,lo minimiza y lo paraliza,al punto de preferir ser un vendedor de aguacates,un pregonero de pan caliente en una esquina cualquiera,que un periodista,responsable ante su pùblico,ante sus lectores,ante una realidad que le demanda y que le exige.

Cuando el periodista solo puede repetir o copiar y pegar,como se dice en terminos de internet,se auto destruye como periodista, ya que el periodista debe ser analìtico,controversial,incisivo,dinàmico,oportuno y sobre todas las cosas,fiel a la verdad y amante a su profesiòn.El periodista que sufre el sindròme del dilema,que no sabe distinguir entre el miedo y la precauciòn,entre ser manso o inquisitivo,debiera por honor a su deber informativo,dejar de serlo antes de, o vender su pluma al mejor postor, o callar cuando debe hablar,dr un paso firme, para ser fiel a su sagrado deber de informar a tiempo y verazmente sobre los temas y acontecimeintos que el pueblo tienen derecho a conocer como resultado de su trabajo periodìstico.

èriodista, deja de serlo sino tiene la oportunidad de decir lo que piensa.Lo que sucede aquì,no tengo porque leerlo allà, y lo que sucede allà no debiera tener que leerlo aquì.El dilema es un barrera que mata al periodista genuino,es un pared que le impide caminar sin trabas en su profeciòn de comunicador.Periodista sì,de criterio y de pensamiento vivo, y de copy y paste nò.Esa es la cuestiòn e ahì el dilema.

Rev Leonides Penton Amador

LAHABANA FUE SEDE PARA CONVERSACIONES DE PAZ COLOMBIA-FARC


PROGRESO SEMANAL

La Habana fue sede para conversaciones de paz Colombia-FARC

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Tomado de TeleSUR
El gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC firmaron este lunes en La Habana, Cuba, un acuerdo para iniciar diálogos de paz el próximo 5 de octubre en Oslo, Noruega.
Así lo aseguró la Cadena de televisión venezolana Telesur, muy cercana a las Farc, la cual agregó que “el contenido del acuerdo será dado a conocer próximamente por el presidente colombiano quién también informará sobre la agenda temática de estos diálogos”.
Sin embargo, hasta ahora el gobierno colombiano no ha confirmado ni desmentido la versión.
El Director de información del canal de televisión, Jorge Enrique Botero, sostuvo que conoció en “fuente de todo crédito” que el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC “acaban de suscribir un acuerdo para iniciar diálogos formales de la Paz”.
Dijo igualmente que la instalación formal de los diálogos está prevista para el mes de octubre en la ciudad de Oslo (capital de Noruega).
“De ahí los delegados de Gobierno y guerrilla se dirigirán nuevamente a La Habana para sentarse a negociar con la aspiración de no levantarse de la mesa hasta no suscribir un pacto de paz que ponga fin a más de 50 años de conflicto”, añadio.
Botero indicó que este proceso de paz comenzó a gestarse en mayo pasado cuando se iniciaron conversaciones secretas en La Habana, que contaron con el acompañamiento de los gobiernos de Venezuela, Cuba y Noruega.
Según las fuentes consultadas por teleSUR, los arquitectos de este proceso por parte de las FARC fueron el comandante guerrillero Mauricio, más conocido como El Médico, quien sucedió al asesinado Jorge Briceño “Mono Jojoy”. También participaron por los rebeldes Rodrigo Granda, Marcos Calarcá y Andrés París.
Agrega que por parte del Gobierno colombiano fueron partícipes del proceso el actual consejero para la Seguridad, Sergio Jaramillo; el ministro del Medio Ambiente, Frank Pearl y Enrique Santos Calderón, hermano del presidente, Juan Manuel Santos.
De otro lado el informativo hizo las siguientes precisiones:
En agosto de 2011 el máximo jefe de las FARC, Alfonso Cano, anunció el deseo de la guerilla de emprender diálogos de paz que pusieran fin a la guerra que vive Colombia desde hace casi medio siglo.
En un video divulgado por Anncol y enviado a todos los medios de comunicación, Cano le recordó a Santos que “en su discurso de posesión, prometió dejar atrás los odios que habían caracterizado los ocho años del anterior Gobierno”.
“Las FARC-EP quiere hoy reiterar una vez más que creemos en la solución política, que creemos en el diálogo, que creemos viable la consigna central de este evento, la consideramos justa, el diálogo es la ruta”, afirmaba Cano en la grabación.
En comunicado emitido el pasado 19 de abril, las FARC reiteraron su disposición a iniciar un proceso de diálogo con el Gobierno presidido por Juan Manuel Santos y destacaron que las conversaciones no apuntan a ningún tipo de rendición y entrega.
Subrayaron que la reincorporación a la vida civil implica y exige una Colombia distinta, por lo que confían “en que sea esa la voluntad oficial. Así, sin duda, podremos entre todos desenterrar la Paz. Sin más ases bajo la manga, Santos”.
El mandatario colombiano por su parte había afirmado el pasado mes de julio que “Colombia lo necesita y se lo merece después de tanta sangre que se ha derramado. ¿Se imagina nuestro país en paz?”, enfatizó el mandatario.
Según una encuesta publicada el pasado jueves el 74,2 por ciento de los colombianos apoyaría un diálogo con las FARC. El sondeo consultó telefónicamente a 600 personas de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga.
Por géneros el apoyo para los acercamientos es muy similar. El 76 por ciento de los hombres está de acuerdo, al igual que el 72,3 por ciento de las mujeres.

DESAYUNANDO CON LA "DESERTORA" GLENDA MURILLO




Desayunando con la “desertora” Glenda Murillo



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Desayunando con la “desertora” Glenda Murillo
Por Aurelio Pedroso
Dos, tres, cuatro tazas de café expreso, que es mi desayuno habitual, y para nada recomendado a quien quiera cuidar de su salud, y por los cuatro puntos cardinales aparece una noticia sin precisiones necesarias que habla de una “deserción” más.
Mientras bebía la primera del aromático, no pude menos que recordar que, aunque no he sido un padre con calificación sobresaliente, siempre les dije a mis dos hijos varones que debían estudiar, ser respetuosos, educados, honrados,  aprender un idioma como única forma de merecer un sitio meritorio en la sociedad, de llegar lejos… Parece que no entendieron bien en cuanto al concepto de lejanía y hoy por hoy los tengo en EE.UU y Canadá.
La segunda taza, que también vino acompañada de un auténtico Coffe-mate proveniente no de un amigo o familiar radicado en el exterior, sino de la red de tiendas extendidas por toda la isla, fue volver a darle –o intentar- raciocinio a la palabra “desertar”, propia, en su primera acepción, a la terminología militar, y que también fue muy usada políticamente en los tiempos de la Guerra Fría –que al parecer por el titular se pretende mantener para Cuba--. Acto seguido me puse a hilvanar cuentas de los últimos “desertores” que, hasta donde conozco, ninguno alcanzó tan siquiera el grado de soldado, razón por la que, insisto, entrecomillo “desertora”. Si la noticia fuese inobjetablemente cierta estaríamos ante otro caso de Pie Seco: cubano (a) que ingresa a territorio de EEUU bajo el privilegio protector de la Ley de Ajuste Cubano, que suman miles.  
Francamente, mientras preparaba la tercera arremetida de cafeína, la información no me sorprendió. Una más, otra menos. La sangría del goteo, así de simple. Así de duro. Lo más preocupante de todo esto son las causas que mueven a tantos y tantos jóvenes a abandonar el país por razones que se entremezclan en la política y en la economía  y que al final confluyen en la política económica. Y resulta que no sólo están los que al final lo alcanzan, sino los que lo tienen en mente y muy poco les importa el rumbo que pueda tomar la nación de cara a los próximos años. A país con notable record de puro viejo en cada esquina vamos de cabeza y, obviamente, con un índice risible de natalidad.
La escapada vía México de la joven Glenda Murillo Díaz, hija del hombre que ostenta el cargo de vicepresidente del Consejo de Estado y miembro del Politburó (otra razón para que algunos la califiquen como “desertora”, magnificándola), pero que además es uno de los máximos responsables de enderezar la economía de la nación, es una cuenta más que se desprende del ya deteriorado collar de una juventud que para nada se parece a la de los primeros años revolucionarios donde primaba el fervor y la ilusión. Es, ni más ni menos, que una juventud del tiempo que vive.
Con la cuarta y última taza de color negro donde resalta la palabra “Cubita” y en su interior “Café de Cuba”, llegó la dosis de optimismo. En el apartamento de los altos, un recién nacido reclamaba con fuerza de adulto el necesario alimento matinal. Ayer, precisamente, les decía a sus padres que estaba ansioso de que ya comenzara a hablar para poder contarle un par de cosas de la vida que tendría por delante.
El chiquillo, que ya va para los ocho meses de llegada al mundo de la isla, espero me sepa entender cuando yo le suelte mi cantaleta de que tendrá que llegar lejos. Espero, deseo y aspiro a que me sepa entender: no se trata necesariamente de lejanía física, sino de crecimiento humano, personal, profesional, espiritual, en una sociedad y una Cuba capaz de seducir.

CARTA DE UN JOVEN QUE SE FUE DE CUBA , EN RESPUESTA A LA CARTA ESCRITA POR EL INTELECTUAL RAFAEL HERNANDEZ

  • :
  • Carta de un joven que se fue de Cuba, en respuesta a la carta escrita por el intelectual Rafael Hernández, director de la revista Temas
    (
    http://lajovencuba.wordpress.com/2012/06/13/carta-a-un-joven-que-se-va/).

    CARTA DE UN JOVEN QUE SE HA IDO
    Estimado Rafael Hernández,
    He leído con mucho interés su “Carta a un joven que se va”. Me he sentido aludido, porque hace dos años me marché de Cuba, tengo 28años y vivo en Pomorie, una ciudad balneario situada en el este de Bulgaria. La razón por la que le escribo es para intentar explicarle mi postura como joven cubano emigrado. Sin solemnidades ni verdades absolutas, porque si algo me ha enseñado dejar mi país, es descubrir que esas verdades no existen.
    Puede que algunos de los que nos hemos marchado en los últimos años (somos miles) tengan claro el momento en que decidieron hacerlo. Yo no. Lo mío fue progresivo, casi sin darme cuenta. Empezaría con ese recurso tan cubano que es la queja. Por nimiedades, tal vez. Por lo que no hay, por lo que no llega, por lo que pasa, por lo que no pasa, por no saber. O no poder. La queja no es grave, lo grave es que se cronifique como una enfermedad cuando nada parece resolverse. Y uno puede aceptar que eso es así, y es tu país para lo bueno y para lo malo, o pasar a la siguiente categoría, que es la frustración. O sea, descubrir que la solución a la mayoría de los problemas no está en tus manos. O no te permiten hacerlo. O aún más triste: no parece importar.
    Abandonar o permanecer en tu país es una decisión muy personal que nunca debe juzgarse en términos morales. Yo elegí este camino porque quería un futuro diferente al que veía en Cuba, y salí a buscarlo consciente de que podía salir mal, pero quise correr ese riesgo. No voy a mentirle diciendo que fue doloroso. No lloré en el aeropuerto. Todo lo contrario, me alegré. Le digo más, me liberé.
    Tiene usted razón cuando dice que mi generación carece de esos lazos emocionales que generan experiencias como Playa Girón, la Crisis de Octubre o la guerra de Angola. Pero no se equivoque, yo también he tenido mis epopeyas. A lo mejor no tan épicas, pero sí igual de demoledoras. En estos veintidós años que menciona, he visto degradarse el país por el que tanto lucharon mis padres. He visto marchar a mis maestros de primaria y secundaria. He visto a familias discutir por el derecho a comerse un pan. He visto el malecón lleno de gente nerviosa gritando contra el gobierno, y gente aún más nerviosa gritando a su favor. He visto a jóvenes construyendo balsas para huir quién sabe a dónde, y a una turba lanzando mierda de gato contra la casa de un “traidor”. Incluso, Rafael, he visto a un perro comiéndose a otro perro en la esquina habanera de 27 y F. Y también he visto a mi padre, que sí estuvo en Angola, con el rostro pálido, sin respuestas, el día que un custodio de hotel le dijo que no podía seguir caminando por una playa de Jibacoa (frente al camping internacional) por ser cubano. Yo estaba con él. Yo lo vi. Tenía diez años, y un niño de diez años no olvida cómo la dignidad de su padre se va a la mierda. Aunque haya vuelto de una guerra con tres medallas.
    Me habla usted de las conquistas sociales de la Revolución. De la educación y la medicina. Voy a hablarle de mi educación. Tuve buenos maestros, y cuando se marcharon fueron sustituidos por otros menos preparados que, a su vez, fueron reemplazados por trabajadores sociales que escribían experiencia con S y eran incapaces de señalar en un mapa cinco capitales de Latinoamérica (esto no me lo contaron, lo viví) Mis padres tuvieron que contratar maestros privados para que yo aprendiera de verdad. No lo pagaban ellos sino una tía mía radicada en Toronto. De modo que si somos honestos, buena parte de la formación que tengo se la debo a los clientes del restaurante griego donde trabajaba mi tía. Pero hay más. En tiempos de mi hermana mayor era extremadamente raro que un alumno sacara una nota de cien. En mi época el cien se volvió algo común, no porque los alumnos fuésemos más brillantes sino porque los profesores bajaron sus exigencias para maquillar el fracaso escolar. ¿Y sabe una cosa? Yo tuve suerte, porque los que venían detrás de mí en vez de maestros tuvieron un televisor.
    De la medicina poco tengo que decirle porque usted vive en Cuba. Y salvo el hecho de mantenerse la gratuidad, cosas que admito sigue siendo meritoria, el estado de los hospitales, la precariedad de unos médicos mal pagados y la creciente corrupción empujan cada vez más al sistema de salud hacia ese tercer mundo del que tanto hizo por alejarse. Y lo cierto es que, hoy en día, un cubano que maneje divisas tiene más posibilidades de recibir un tratamiento mejor (haciendo regalos o incluso pagando) que uno que no lo tenga, aunque sea de forma ilegal. Y aunque la Constitución diga otra cosa. Por triste que resulte admitirlo, Rafael, la educación y la medicina de la que disponen los cubanos de hoy es peor que la que disfrutaron mis padres.
    Usted dice que el país hace un gran esfuerzo, que existe un embargo. Y yo le respondo que también existe un gobierno que lleva cincuenta años tomando decisiones en nombre de todos los cubanos. Y si estamos en el punto en el que estamos, lo más sano es que admitiera que no ha sabido, o no ha podido, o no ha querido hacer las cosas de otra forma. Por la razones que sea. Porque el fracaso también está cargado de razones. Y en vez de atrincherarse con sus figuras históricas en el Consejo de Estado, debería dar paso a los que vienen detrás. Rafael, es muy frustrante para un joven de mi edad ver que en Cuba llevamos 50 años sin que se produzca un relevo generacional porque el gobierno no lo ha permitido. Y no hablo de que me den el poder a mí, que tengo 28 años. Hablo de los cubanos que tienen 40, 50 o incluso 60 años y no han tenido nunca la posibilidad de decidir. Porque las personas que hoy en día tienen esas edades y ocupan puestos de responsabilidad en Cuba no han sido formados para tomar decisiones, sino para aprobarlas. No son dirigentes, son funcionarios. Y ahí incluyo desde ministros hasta los delegados de la Asamblea Nacional. Son parte de un sistema vertical que no da margen para que ejerzan la autonomía que les corresponde. Todo se consulta. Y contrario a lo que dice el refrán: en vez de pedir perdón, todos prefieren pedir permiso.
    Dice usted que en mi país se puede votar y ser elegido para cargos desde los 16 años. Y que la presencia de jóvenes delegados ha bajado desde los años 80 hasta ahora. Incluso me advierte que si seguimos marchándonos, habrá menos jóvenes votando y por tanto menos elegibles. Y yo le pregunto: ¿De qué sirve mi voto? ¿Qué puedo yo cambiar? ¿Qué han hecho los delegados de la Asamblea Nacional para que me interese por ellos? Seamos sinceros, Rafael, y creo que usted lo es en su carta, así que yo también quiero serlo en la mía, ambos sabemos que la Asamblea Nacional, tal y como está concebida, solo sirve para aprobar leyes por unanimidad. Resulta paradójico llamarle asamblea a una institución que se reúne una semana al año. Tres o cuatro días en verano y tres o cuatro días en diciembre. Y en esos días se limita a aprobar los mandatos del Consejo de Estado y de su Presidente, que es quien decide lo que se hace o no se hace en el país. Lamentablemente, yo no puedo votar a ese presidente. Y no sabe cuánto me gustaría hacerlo.
    Hace unos días escuché a Ricardo Alarcón confesarle a un periodista español que él no cree en la democracia occidental “porque los ciudadanos solo son libres el día que votan, el resto del tiempo los partidos hacen lo que quieren...” Aunque fuera así, que no lo es (al menos no siempre, y no en todas las democracias), estaría reconociendo que desde que yo nací, en 1984, los electores en Estados Unidos, por ejemplo, han tenido siete días de libertad (uno cada cuatro años) para cambiar a su presidente. Algunas veces lo han hecho para bien, y otras para mal. Pero esa es otra historia. Un joven de New Jersey que tenga mi edad ya ha tenido dos días de libertad para, por ejemplo, echar a los republicanos de Bush y nombrar a Obama. Los cubanos no hemos podido tomar una decisión así desde 1948 (no incluyo las elecciones de Batista, por supuesto). Y si usted me dice que la capacidad de nombrar a un presidente no es relevante para un país yo le digo que sí lo es. Y más para un joven que necesita sentir que se le toma en cuenta. Aunque solo sea por un día.
    Usted probablemente piensa que los que nos marchamos elegimos el camino más fácil, que lo duro es quedarse a resolver los problemas. Pero le tengo que decir que mis abuelos y mis padres se quedaron en Cuba para pelearse con esos problemas. Renunciaron a muchas cosas por la Revolución y hasta se jugaron la vida por ella. Para darme un país avanzado, equitativo, progresista. Y el que me han dado es uno en el que la gente celebra poder comprar un carro y vender su casa como si fuera una conquista. Pero eso no es una conquista, es recuperar un derecho que ya teníamos antes de la Revolución. ¿A eso hemos llegado? ¿A celebrar como un éxito algo tan básico? ¿Cuántas otras cosas básicas habremos perdido en estos años? Para mis padres es doloroso asumir ese fracaso, y no lo quieren para mí. No quieren que con 55 años tenga un sueldo que no me alcance para vivir, ni el sueldo ni la libreta. Porque no alcanza. Y no quieren que para sobrevivir acuda al mercado negro, a la corrupción, a la doble moral, a fingir. Prefieren que esté lejos. A los 28 años yo me he convertido en la seguridad social de mis padres, ¿O cómo cree que sobreviven dos personas con 650 pesos? Sí, Rafael, hemos tenido que irnos cientos de miles de cubanos para que nuestro país no quiebre. Lo que Cuba ingresa de nuestras remesas es superior, en valor neto, a casi todas sus exportaciones.
    Eso sí, el país ha perdido juventud y talento, y en vez de abrir un debate realista sobre cómo parar esa sangría, sigue anclado a un inmovilismo ideológico que no es otra cosa que miedo al futuro. ¿Y qué hago yo en un país cuyos gobernantes le tienen miedo al futuro...? ¿Esperar a que se mueran...? ¿Esperar a que cambien las leyes por generosidad y no por convicción? ¿Qué hago yo en un país que sigue premiando la incondicionalidad política por encima del talento? ¿A qué puedo aspirar si no basta con lo que soy y lo que hago...? ¿A convertirme un cínico? ¿O me anima usted a que dé la cara y diga lo que pienso? Algunos jóvenes de mi generación ya lo han hecho, ¿Y dónde están? Recordemos a Eliécer Ávila, un estudiante de la Universidad de Ciencias Informáticas que tuvo la valentía de preguntarle a Ricardo Alarcón por qué los jóvenes cubanos no podíamos viajar como cualquier otro, y fue represaliado por el sistema. Él no tuvo la culpa de que allí hubiera un cámara de la BBC, ni de la respuesta ridícula que dio Alarcón (aquella barbaridad de que el cielo se llenaría de aviones que chocarían entre ellos) Hoy Eliécer vive marginado por razones políticas. Y no es un terrorista ni un mercenario ni un apátrida, es un joven humilde, mulato, universitario, que cometió el error de ser honesto. Qué triste hacer una revolución para terminar condenando a alguien por ser honesto. ¿Para eso quiere usted que me quede, Rafael?
    Dejar tu país y tu familia no es un camino fácil. Ni la solución a nada, solo es un principio. Te vas a otra cultura, tienes que aprender otro idioma, pasas momentos muy malos. Te sientes solo. Pero al menos tienes el alivio de saber que con esfuerzo puedes conseguir cosas. Mi primer invierno en Bulgaria fue muy duro, conseguí trabajo como transportista y pasé cuatro meses subiendo y bajando lavadoras para ahorrar dinero y poder viajar a Turquía. Una ilusión que tenía desde niño. Y viajé. No tuve que pedir un permiso de salida ni mi avión chocó con ninguno. Pude cumplir el sueño de Eliécer. Y me alegro de haberlo hecho. He conocido otras realidades, he podido comparar. He descubierto que el mundo es infinitamente imperfecto, y que los cubanos no somos el centro de nada. Se nos admira por algunas cosas igual que se nos aborrece por otras. También he descubierto que irme no ha cambiado mis convicciones de izquierda. Porque lo de Cuba no es izquierda, Rafael. Póngale usted el nombre que quiera, pero no es izquierda. Yo estoy de parte de aquellos que buscan el progreso social con igualdad de oportunidades y sin exclusiones. Pienses como pienses. Sin sectarismo ni trincheras. Porque eso solo sirve para enfrentar a la sociedad y sustituir verdades por dogmas
    Por último, Rafael, la casualidad quiso que terminara en un país que también estuvo gobernado por un partido y una ideología única. Aquí no hubo revolución de terciopelo como en Checoslovaquia, ni derribaron un muro como en Berlín ni fusilaron un presidente como en Rumania. Aquí, como en Cuba, la gente no conocía a sus disidentes. Aquí no había fisuras, y sin embargo, en una semana pasaron de ser un estado socialista a una república parlamentaria. Y nadie protestó. Nadie se quejó. No puedo evitar preguntarme, ¿Acaso pasaron 40 años fingiendo? Desde entonces no han tenido un camino de rosas, han enfrentado varias crisis, incluso la población ha llegado a vivir con peor calidad de la que tenía en los años 80, pero curiosamente, la inmensa mayoría de búlgaros no quiere volver atrás. Y eso que el socialismo que dejaron ellos era bastante más próspero que el que hoy tenemos los cubanos. Pero en este país no piensan en el pasado, piensan en el presente. En mejorar la economía, en resolver las desigualdades (que las hay, como en Cuba), en combatir la doble moral, los personalismos y la corrupción que generó el estado durante décadas.
    El día que ese presente importe en Cuba, no tenga duda, nos veremos en La Habana.
    Ivan Lopez Monreal
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  • Cuba: cuando nos llega la verdad desde otras generaciones... allende los mares Destacado

    por El Francotirador del Cauto
    Sábado, 25 de Agosto de 2012 11:24

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    Una isla anclada, otra a la deriva Una isla anclada, otra a la deriva

    CARTA DE UN JOVEN QUE SE HA IDO - “Sin solemnidades ni verdades absolutas, porque si algo me ha enseñado dejar mi país, es descubrir que esas verdades no existen”.

    Riflexiones
    Ayer, cuando me abren el correo, me llega una carta, respuesta de un joven en el exterior a otra hecha semanas atrás por Rafael Hernández, director de la revista cubana “Temas” y que estaba dirigida a los jóvenes que emigraron.
    La respuesta, del joven residente en Bulgaria y nombrado Iván López Monreal, la considero magistral y por ello la pongo en conocimiento de los lectores, después de consultarla con algunos jóvenes, que tras leerla la calificaron como “la gran verdad”.
    Sugiero a aquellos, que siguen insistiendo en hablar y escribir con la realidad escondida bajo el sobaco, que analicen profundamente esta respuesta de López Monreal y podrán encontrar algunos elementos que siempre eluden cuando analizan nuestro entorno.
    Yo particularmente, después de leerla, me entristece, que este tipo de jóvenes honestos, maduros y con gran amor a la patria se vean obligados a emigrar de nuestra patria “para buscar un futuro diferente” y tratar de ser ellos mismos.
    Ahí se las dejo:
    Carta de un joven que se fue de Cuba, en respuesta a la carta escrita por el intelectual Rafael Hernández, director de la revista Temas
    (
    http://lajovencuba.wordpress.com/2012/06/13/carta-a-un-joven-que-se-va/).

    CARTA DE UN JOVEN QUE SE HA IDO
    Estimado Rafael Hernández,
    He leído con mucho interés su “Carta a un joven que se va”. Me he sentido aludido, porque hace dos años me marché de Cuba, tengo 28años y vivo en Pomorie, una ciudad balneario situada en el este de Bulgaria. La razón por la que le escribo es para intentar explicarle mi postura como joven cubano emigrado. Sin solemnidades ni verdades absolutas, porque si algo me ha enseñado dejar mi país, es descubrir que esas verdades no existen.
    Puede que algunos de los que nos hemos marchado en los últimos años (somos miles) tengan claro el momento en que decidieron hacerlo. Yo no. Lo mío fue progresivo, casi sin darme cuenta. Empezaría con ese recurso tan cubano que es la queja. Por nimiedades, tal vez. Por lo que no hay, por lo que no llega, por lo que pasa, por lo que no pasa, por no saber. O no poder. La queja no es grave, lo grave es que se cronifique como una enfermedad cuando nada parece resolverse. Y uno puede aceptar que eso es así, y es tu país para lo bueno y para lo malo, o pasar a la siguiente categoría, que es la frustración. O sea, descubrir que la solución a la mayoría de los problemas no está en tus manos. O no te permiten hacerlo. O aún más triste: no parece importar.
    Abandonar o permanecer en tu país es una decisión muy personal que nunca debe juzgarse en términos morales. Yo elegí este camino porque quería un futuro diferente al que veía en Cuba, y salí a buscarlo consciente de que podía salir mal, pero quise correr ese riesgo. No voy a mentirle diciendo que fue doloroso. No lloré en el aeropuerto. Todo lo contrario, me alegré. Le digo más, me liberé.
    Tiene usted razón cuando dice que mi generación carece de esos lazos emocionales que generan experiencias como Playa Girón, la Crisis de Octubre o la guerra de Angola. Pero no se equivoque, yo también he tenido mis epopeyas. A lo mejor no tan épicas, pero sí igual de demoledoras. En estos veintidós años que menciona, he visto degradarse el país por el que tanto lucharon mis padres. He visto marchar a mis maestros de primaria y secundaria. He visto a familias discutir por el derecho a comerse un pan. He visto el malecón lleno de gente nerviosa gritando contra el gobierno, y gente aún más nerviosa gritando a su favor. He visto a jóvenes construyendo balsas para huir quién sabe a dónde, y a una turba lanzando mierda de gato contra la casa de un “traidor”. Incluso, Rafael, he visto a un perro comiéndose a otro perro en la esquina habanera de 27 y F. Y también he visto a mi padre, que sí estuvo en Angola, con el rostro pálido, sin respuestas, el día que un custodio de hotel le dijo que no podía seguir caminando por una playa de Jibacoa (frente al camping internacional) por ser cubano. Yo estaba con él. Yo lo vi. Tenía diez años, y un niño de diez años no olvida cómo la dignidad de su padre se va a la mierda. Aunque haya vuelto de una guerra con tres medallas.
    Me habla usted de las conquistas sociales de la Revolución. De la educación y la medicina. Voy a hablarle de mi educación. Tuve buenos maestros, y cuando se marcharon fueron sustituidos por otros menos preparados que, a su vez, fueron reemplazados por trabajadores sociales que escribían experiencia con S y eran incapaces de señalar en un mapa cinco capitales de Latinoamérica (esto no me lo contaron, lo viví) Mis padres tuvieron que contratar maestros privados para que yo aprendiera de verdad. No lo pagaban ellos sino una tía mía radicada en Toronto. De modo que si somos honestos, buena parte de la formación que tengo se la debo a los clientes del restaurante griego donde trabajaba mi tía. Pero hay más. En tiempos de mi hermana mayor era extremadamente raro que un alumno sacara una nota de cien. En mi época el cien se volvió algo común, no porque los alumnos fuésemos más brillantes sino porque los profesores bajaron sus exigencias para maquillar el fracaso escolar. ¿Y sabe una cosa? Yo tuve suerte, porque los que venían detrás de mí en vez de maestros tuvieron un televisor.
    De la medicina poco tengo que decirle porque usted vive en Cuba. Y salvo el hecho de mantenerse la gratuidad, cosas que admito sigue siendo meritoria, el estado de los hospitales, la precariedad de unos médicos mal pagados y la creciente corrupción empujan cada vez más al sistema de salud hacia ese tercer mundo del que tanto hizo por alejarse. Y lo cierto es que, hoy en día, un cubano que maneje divisas tiene más posibilidades de recibir un tratamiento mejor (haciendo regalos o incluso pagando) que uno que no lo tenga, aunque sea de forma ilegal. Y aunque la Constitución diga otra cosa. Por triste que resulte admitirlo, Rafael, la educación y la medicina de la que disponen los cubanos de hoy es peor que la que disfrutaron mis padres.
    Usted dice que el país hace un gran esfuerzo, que existe un embargo. Y yo le respondo que también existe un gobierno que lleva cincuenta años tomando decisiones en nombre de todos los cubanos. Y si estamos en el punto en el que estamos, lo más sano es que admitiera que no ha sabido, o no ha podido, o no ha querido hacer las cosas de otra forma. Por la razones que sea. Porque el fracaso también está cargado de razones. Y en vez de atrincherarse con sus figuras históricas en el Consejo de Estado, debería dar paso a los que vienen detrás. Rafael, es muy frustrante para un joven de mi edad ver que en Cuba llevamos 50 años sin que se produzca un relevo generacional porque el gobierno no lo ha permitido. Y no hablo de que me den el poder a mí, que tengo 28 años. Hablo de los cubanos que tienen 40, 50 o incluso 60 años y no han tenido nunca la posibilidad de decidir. Porque las personas que hoy en día tienen esas edades y ocupan puestos de responsabilidad en Cuba no han sido formados para tomar decisiones, sino para aprobarlas. No son dirigentes, son funcionarios. Y ahí incluyo desde ministros hasta los delegados de la Asamblea Nacional. Son parte de un sistema vertical que no da margen para que ejerzan la autonomía que les corresponde. Todo se consulta. Y contrario a lo que dice el refrán: en vez de pedir perdón, todos prefieren pedir permiso.
    Dice usted que en mi país se puede votar y ser elegido para cargos desde los 16 años. Y que la presencia de jóvenes delegados ha bajado desde los años 80 hasta ahora. Incluso me advierte que si seguimos marchándonos, habrá menos jóvenes votando y por tanto menos elegibles. Y yo le pregunto: ¿De qué sirve mi voto? ¿Qué puedo yo cambiar? ¿Qué han hecho los delegados de la Asamblea Nacional para que me interese por ellos? Seamos sinceros, Rafael, y creo que usted lo es en su carta, así que yo también quiero serlo en la mía, ambos sabemos que la Asamblea Nacional, tal y como está concebida, solo sirve para aprobar leyes por unanimidad. Resulta paradójico llamarle asamblea a una institución que se reúne una semana al año. Tres o cuatro días en verano y tres o cuatro días en diciembre. Y en esos días se limita a aprobar los mandatos del Consejo de Estado y de su Presidente, que es quien decide lo que se hace o no se hace en el país. Lamentablemente, yo no puedo votar a ese presidente. Y no sabe cuánto me gustaría hacerlo.
    Hace unos días escuché a Ricardo Alarcón confesarle a un periodista español que él no cree en la democracia occidental “porque los ciudadanos solo son libres el día que votan, el resto del tiempo los partidos hacen lo que quieren...” Aunque fuera así, que no lo es (al menos no siempre, y no en todas las democracias), estaría reconociendo que desde que yo nací, en 1984, los electores en Estados Unidos, por ejemplo, han tenido siete días de libertad (uno cada cuatro años) para cambiar a su presidente. Algunas veces lo han hecho para bien, y otras para mal. Pero esa es otra historia. Un joven de New Jersey que tenga mi edad ya ha tenido dos días de libertad para, por ejemplo, echar a los republicanos de Bush y nombrar a Obama. Los cubanos no hemos podido tomar una decisión así desde 1948 (no incluyo las elecciones de Batista, por supuesto). Y si usted me dice que la capacidad de nombrar a un presidente no es relevante para un país yo le digo que sí lo es. Y más para un joven que necesita sentir que se le toma en cuenta. Aunque solo sea por un día.
    Usted probablemente piensa que los que nos marchamos elegimos el camino más fácil, que lo duro es quedarse a resolver los problemas. Pero le tengo que decir que mis abuelos y mis padres se quedaron en Cuba para pelearse con esos problemas. Renunciaron a muchas cosas por la Revolución y hasta se jugaron la vida por ella. Para darme un país avanzado, equitativo, progresista. Y el que me han dado es uno en el que la gente celebra poder comprar un carro y vender su casa como si fuera una conquista. Pero eso no es una conquista, es recuperar un derecho que ya teníamos antes de la Revolución. ¿A eso hemos llegado? ¿A celebrar como un éxito algo tan básico? ¿Cuántas otras cosas básicas habremos perdido en estos años? Para mis padres es doloroso asumir ese fracaso, y no lo quieren para mí. No quieren que con 55 años tenga un sueldo que no me alcance para vivir, ni el sueldo ni la libreta. Porque no alcanza. Y no quieren que para sobrevivir acuda al mercado negro, a la corrupción, a la doble moral, a fingir. Prefieren que esté lejos. A los 28 años yo me he convertido en la seguridad social de mis padres, ¿O cómo cree que sobreviven dos personas con 650 pesos? Sí, Rafael, hemos tenido que irnos cientos de miles de cubanos para que nuestro país no quiebre. Lo que Cuba ingresa de nuestras remesas es superior, en valor neto, a casi todas sus exportaciones.
    Eso sí, el país ha perdido juventud y talento, y en vez de abrir un debate realista sobre cómo parar esa sangría, sigue anclado a un inmovilismo ideológico que no es otra cosa que miedo al futuro. ¿Y qué hago yo en un país cuyos gobernantes le tienen miedo al futuro...? ¿Esperar a que se mueran...? ¿Esperar a que cambien las leyes por generosidad y no por convicción? ¿Qué hago yo en un país que sigue premiando la incondicionalidad política por encima del talento? ¿A qué puedo aspirar si no basta con lo que soy y lo que hago...? ¿A convertirme un cínico? ¿O me anima usted a que dé la cara y diga lo que pienso? Algunos jóvenes de mi generación ya lo han hecho, ¿Y dónde están? Recordemos a Eliécer Ávila, un estudiante de la Universidad de Ciencias Informáticas que tuvo la valentía de preguntarle a Ricardo Alarcón por qué los jóvenes cubanos no podíamos viajar como cualquier otro, y fue represaliado por el sistema. Él no tuvo la culpa de que allí hubiera un cámara de la BBC, ni de la respuesta ridícula que dio Alarcón (aquella barbaridad de que el cielo se llenaría de aviones que chocarían entre ellos) Hoy Eliécer vive marginado por razones políticas. Y no es un terrorista ni un mercenario ni un apátrida, es un joven humilde, mulato, universitario, que cometió el error de ser honesto. Qué triste hacer una revolución para terminar condenando a alguien por ser honesto. ¿Para eso quiere usted que me quede, Rafael?
    Dejar tu país y tu familia no es un camino fácil. Ni la solución a nada, solo es un principio. Te vas a otra cultura, tienes que aprender otro idioma, pasas momentos muy malos. Te sientes solo. Pero al menos tienes el alivio de saber que con esfuerzo puedes conseguir cosas. Mi primer invierno en Bulgaria fue muy duro, conseguí trabajo como transportista y pasé cuatro meses subiendo y bajando lavadoras para ahorrar dinero y poder viajar a Turquía. Una ilusión que tenía desde niño. Y viajé. No tuve que pedir un permiso de salida ni mi avión chocó con ninguno. Pude cumplir el sueño de Eliécer. Y me alegro de haberlo hecho. He conocido otras realidades, he podido comparar. He descubierto que el mundo es infinitamente imperfecto, y que los cubanos no somos el centro de nada. Se nos admira por algunas cosas igual que se nos aborrece por otras. También he descubierto que irme no ha cambiado mis convicciones de izquierda. Porque lo de Cuba no es izquierda, Rafael. Póngale usted el nombre que quiera, pero no es izquierda. Yo estoy de parte de aquellos que buscan el progreso social con igualdad de oportunidades y sin exclusiones. Pienses como pienses. Sin sectarismo ni trincheras. Porque eso solo sirve para enfrentar a la sociedad y sustituir verdades por dogmas
    Por último, Rafael, la casualidad quiso que terminara en un país que también estuvo gobernado por un partido y una ideología única. Aquí no hubo revolución de terciopelo como en Checoslovaquia, ni derribaron un muro como en Berlín ni fusilaron un presidente como en Rumania. Aquí, como en Cuba, la gente no conocía a sus disidentes. Aquí no había fisuras, y sin embargo, en una semana pasaron de ser un estado socialista a una república parlamentaria. Y nadie protestó. Nadie se quejó. No puedo evitar preguntarme, ¿Acaso pasaron 40 años fingiendo? Desde entonces no han tenido un camino de rosas, han enfrentado varias crisis, incluso la población ha llegado a vivir con peor calidad de la que tenía en los años 80, pero curiosamente, la inmensa mayoría de búlgaros no quiere volver atrás. Y eso que el socialismo que dejaron ellos era bastante más próspero que el que hoy tenemos los cubanos. Pero en este país no piensan en el pasado, piensan en el presente. En mejorar la economía, en resolver las desigualdades (que las hay, como en Cuba), en combatir la doble moral, los personalismos y la corrupción que generó el estado durante décadas.
    El día que ese presente importe en Cuba, no tenga duda, nos veremos en La Habana.
    Ivan Lopez Monreal
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