miércoles, 21 de marzo de 2012

CUBA ESPERA A BENEDICTO XVI

From: Arturo Lopez Levy
To: Arturo Lopez Levy
Sent: Wednesday, March 21, 2012 2:52 PM
Subject: Cuba espera a Benedicto XVI-Analisis



CUBA ESPERA A BENEDICTO XVI
Derechos humanos [1] Economía [2] Política exterior [3] Religión [4] América Latina [5]
CUBA ESPERA A BENEDICTO XVI
21 de marzo de 2012
Arturo López-Levy y Lenier González [6]
El papel de la Iglesia en el proceso de apertura de la isla.



AFP/Getty Images


El lunes 26 de marzo arribará a Santiago de Cuba Benedicto XVI. El Papa llegará a un país en transformación, no solo desde las reformas económicas impulsadas por el gobierno de Raúl Castro, sino también por los cambios sociales que la isla y sus diásporas han vivido en la última década. En 1998, Juan Pablo II conoció una Cuba donde la parálisis antimercado y la perpetuación ideológica de la guerra fría en ambas orillas del Estrecho de Florida propiciaron una acumulación creciente de problemas; Benedicto XVI llegará a una isla en transición donde, tanto desde el Estado como desde la sociedad civil, se hacen propuestas para enfrentar esa crisis, que dura ya más de 20 años. Un consenso nacional aboga por avanzar hacia estándares internacionales de derechos humanos y una economía mixta.
En este contexto la visita papal contribuye a la agenda del Gobierno cubano en tres niveles: consolida el diálogo institucional entre la Administración de Raúl Castro y la Iglesia Católica, creando incentivos para que esta última participe de forma ordenada en la renovación del sistema vigente; contribuye a crear un ambiente internacional favorable a los proyectos de apertura y reforma aun sin abandonar el régimen unipartidista, y refuerza la imagen de un país en transición frente a la cual se elevan los costos de la rígida posición estadounidense de aislamiento contra Cuba.
Un elemento central de la adaptación estratégica de la Iglesia Católica para la promoción de las libertades religiosas, dentro del sistema postrevolucionario, ha sido la recuperación de espacios sociales. Diferente a la oposición política radical que, a través de actos dramáticos (como las recientes ocupaciones de parroquias por el casi desconocido Partido Republicano de Cuba, apoyadas desde Washington por el cabildero cubano-americano de derechas Mauricio Claver-Carone para “aguarle la fiesta al Cardenal Ortega”), reclama la aceptación de un pluralismo débilmente organizado sin convocatoria popular, la Iglesia recupera gradualmente espacios sociales, y luego, negocia el reconocimiento de los mismos. El Episcopado cubano reclamó el derecho a peregrinar de la Virgen de la Caridad por los pueblos de Cuba después que la presencia de fieles rebosaba las parroquias, no antes.
En la medida en que la visita de Benedicto XVI es más próxima, la oposición ha intensificado acciones para usar el evento como caja de resonancia. El caso de más relieve es el del grupo Damas de Blanco, que han pedido ser recibidas por el visitante. El Cardenal Ortega, a cuya mediación se debió la liberación en 2010 y 2011 de todos sus familiares, también gestionó entonces un espacio de ocho cuadras para sus desfiles dominicales tras la misa en la Iglesia de Santa Rita en la barriada habanera de Miramar. El pasado domingo 18 de marzo, las Damas de Blanco trataron de caminar más lejos, siendo detenidas y liberadas unas horas después de este acto de desobediencia civil.
Se entreviste o no Benedicto XVI con las Damas de Blanco -es arbitrario medir el impacto de la visita papal con ese test en el proceso de liberalización política que vive Cuba–, las lógicas centrales de apertura son sociales no políticas ni partidistas. Aunque los opositores son parte indudable de la sociedad civil, no son por su número ni por su alcance nacional o prestigio los actores más relevantes, especialmente si se les compara con las congregaciones religiosas. El punto central de la visita papal en el área de derechos humanos es la libertad de religión, donde han ocurrido importantes avances, pero todavía hay camino por andar en lo que se refiere a la presencia social de las comunidades de fe. Lo óptimo tanto para la Iglesia como para el progreso general de los derechos humanos es concentrar la atención allí donde los avances son más probables.

Las comunidades religiosas abogan por un diálogo inclusivo con movimientos de reivindicación femenina, ambientalista, de defensa de los consumidores y de los sectores afrodescendientes

La Iglesia quiere expandir su presencia social, desde un nacionalismo leal, en el que sus valores, intereses e ideales son reconocidos como legítimos, aun cuando son distintos de los postulados por el Partido Comunista en el gobierno. En ese sentido, desde la visita del papa Juan Pablo II en 1998, la Iglesia ha expandido su papel en la asistencia social, el combate a la pobreza y el desamparo, y la formación de las nuevas generaciones. Su amplia red ha contribuido al ensanchamiento de las libertades religiosas, de reunión y expresión en la isla. Desde el ascenso al poder de Raúl Castro, con su nuevo estilo de gobierno, la Iglesia también ha dado voz a propuestas de reformas y aperturas graduales.
En las propuestas que circulan en la esfera pública de Cuba es posible rastrear un arco ideológico diverso. Las comunidades religiosas abogan por un diálogo inclusivo con movimientos de reivindicación femenina, ambientalista, de defensa de los consumidores y de los sectores afrodescendientes. La gestión eficaz de esta pluralidad, en el presente, está directamente conectada con la capacidad de garantizar la gobernabilidad futura en Cuba. Es por ello que facilitar el diálogo y el civismo entre cubanos de posturas políticas diversas constituye un eje central de diferentes actores nacionales, incluidas las comunidades de fe.
La visita papal debe afianzar el rol social de las comunidades religiosas como participantes activos en la gestación de un nuevo modelo económico y social cubano. La expansión de la gestión de las comunidades religiosas no se limitará a la Iglesia Católica, pues las puertas abiertas por la misma serán usadas por los otros grupos de fe. La gestación de ese nuevo modelo debe redundar en el tránsito hacia un sistema político más pluralista y una economía con mayor participación del mercado sin perder el importante sector de beneficio social en educación y salud, desarrollado en las últimas décadas.
En concordancia con su doctrina social, la Iglesia cubana es un nodo articulador entre sectores cubanos nacionalistas y partidarios de la justicia y la equidad en la isla y la diáspora, en el gobierno y fuera del mismo. La normalización de espacios de pensamiento de la Iglesia Católica, para expresar un nacionalismo responsable, de oposición leal o apoyo condicionado, favorece la expansión gradual del pluralismo ya existente. Tal postura contiene un implícito rechazo a las propuestas radicales de estatismo totalitario y capitalismo neoliberal. La visita de Benedicto XVI contribuirá a que la Iglesia avance en su gestión de reconciliación, a favor del desarrollo, la apertura gradual y la moderación.

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