La
manipulación de organismos financieros
Por
Hedelberto López Blanch
Las
potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos han tenido a su
disposición desde finales de la Segunda Guerra Mundial mecanismos financieros,
económicos y propagandísticos que utilizan para impedir que surjan gobiernos
progresistas o tratar de derrocarlos cuando estén en el poder.
En ese juego
de manipulaciones y guerras económico- financieras se han apoyado en
instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, las
Calificadoras de riesgos y los grandes medios de comunicaciones.
Recientemente
el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) admitieron sus
pecados: maquillar o manipular indicadores económicos por razones políticas.
El economista
en jefe del Banco Mundial, Paul Romer, reconoció en una entrevista ofrecida al
Wall Street Journal, que manipularon con fines políticos la metodología y los criterios
de medición para alterar el ranking de competitividad de Chile.
Aseguró que
la intensión fue mostrar unos indicadores más bajos e instalar esa idea en el
entorno empresarial chileno para desfavorecer a la mandataria saliente Michel
Bachelet. La estrategia se basó en bajar constantemente los indicadores en el
primer mandato de la presidenta, subirlo en el de Sebastián Piñera y bajarlos
nuevamente cuando Bachelet regresó al poder.
Estos datos alterados
fueron repetidos constantemente por Piñera durante los cuatro años del gobierno
de Bachelet y luego cuando se presentó como candidato presidencial lo que le
facilitó ser elegido para el próximo período.
Uno de los
elementos en que basó su campaña fue la supuesta pérdida de activo para los
inversores intencionales debido a las políticas realizadas durante el gobierno
de la mandataria.
Piñera mantiene
una estrecha vinculación con Augusto López Claro, encargado de redactar el
informe Doing Business, organismo muy influyente en la arena internacional.
Por su
parte, el FMI en 2007 subió en 1 % adicional las proyecciones de crecimiento de
Ecuador pero para 2009 y años posteriores hizo subestimaciones en los
resultados de la economía nacional.
Por ejemplo,
en 2008, ya en la presidencia Rafael Correa, pronosticó un crecimiento de 2,9 %
y el país creció en 6,4 %. En 2011 auguró un promedio de 3,2 % cuando el PIB lo
hizo en 7,9 %. En 2015 ante la caída de los precios del petróleo, apreciación
del dólar y la reducción de ingresos por exportaciones, el Fondo publicó en
octubre que el decrecimiento económico sería mayor que el real obtenido.
Los datos denigraban
directamente la gestión del presidente Correa, en pleno escenario electoral, lo
cual sembró dudas y cuestionamientos en un país que se había liberado de las
ataduras de ese organismo internacional.
Otro caso
confirmado es el de Honduras. Según ejecutivos del FMI, esa nación ha
estabilizado la economía, restablecido la confianza, allanado el camino para el
crecimiento y la reducción de la pobreza.
Veamos las
cifras pues aunque el crecimiento macroeconómico ha sido positivo, más del 60 %
de la población se halla en condiciones de pobreza; el desempleo oficial es de
7,4 %, sin contar los miles que laboran en el pobre sector terciario; los
niveles de inversión pública solo han oscilado entre 1 y 2 % del PIB.
Los
favorables datos del FMI resultaron una maniobra para apoyar al neoliberal Juan
Orlando Hernández que en los últimos años, bajo las ordenanzas de Estados
Unidos, abrió las puertas a las privatizaciones en beneficio de la oligarquía
nacional y de las empresas transnacionales que dominan la economía.
En esa
enmascarada guerra financiera, otro mecanismo utilizado ha sido el de las
Calificadoras de Riesgo como Standard & Poor´s (S&P), Moody´s y Fitch las
que bajan o suben la calificaciones financieras y económicas con marcadas
intenciones políticas contra países cuyos
sistemas no son del agrado de Washington.
Solo tres
ejemplos para ilustrar: A Sudáfrica le rebajaron a BB+ “zona basura” en la que se desaconseja la
inversión; a Venezuela la llevaron a la calificación CCC+, una de las más bajas
del mundo; a Rusia le rebajaron la calificación crediticia de BBB- a BB+, con
la manifiesta intención de cercar económica y financieramente a esa nación.
Las evaluaciones establecidas por esos centros, basándose en la
hipotética “fortaleza o debilidad” de las economías de los países, pueden ser
desde AAA, pasando por los distintos niveles A, de B, hasta una sola C. A los
que les otorguen categorías de CCC, CC o C, les será difícil recibir
empréstitos o que alguna entidad compre sus deudas.
Para
redondear este enorme cerco financiero, aparecen los medios de comunicación
controlados por los grandes capitales que manipulan y repiten una y otra vez
las desinformaciones que denigran a esos gobiernos.
Todas estas
acciones en conjunto resultan en muchas ocasiones una efectiva cruzada que
influye en los empresarios, en la entrada de inversión extranjera y en los
futuros votantes del país lo cual perjudica a partidos progresistas y a diferentes
gobiernos que trabajen a favor de las masas desfavorecidas.
Ese es el
juego sucio de la llamada democracia capitalista.
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