domingo, 15 de julio de 2012

LA HABANA A VUELO DE PAJARO


La Habana a vuelo de pájaro


Ciro Bianchi Ross
14 de Julio del 2012 19:51:14 CDT

EL Castillo de la Real Fuerza es la primera fortaleza que se construyó
en Cuba y la segunda más antigua de América. No es la original, que
fue destruida, sino la que se empezó a levantar en 1558 y que acabaría
cediendo preeminencia a otras mayores y mejor situadas para la defensa
de la ciudad y el puerto. Sirvió de residencia a los gobernadores
coloniales. En uno de sus bastiones se halla la réplica de La
Giraldilla, símbolo de La Habana.
Tiempo de ciclón

El primer aviso que dio cuenta de la proximidad de un huracán se
emitió en La Habana, en 1875. Nunca antes había tenido lugar un hecho
científico de esa naturaleza. Fue obra del padre Viñes, del
Observatorio del Colegio de Belén. Faltaban aún unos cuantos años para
la creación del Observatorio Nacional (hoy, Instituto de
Meteorología). En días de ciclón, nos mantenemos aferrados a los
partes que emanan de ese edificio.
Vamos al túnel, mi vida

El Túnel de la Bahía de La Habana es la obra del siglo XX en Cuba. Una
de las maravillas de la ingeniería civil cubana. Se le incluye entre
las grandes obras de la humanidad, junto a la ciudad de Machu Pichu y
la Alhambra de Granada, la Gran Muralla China y la Ciudad Prohibida,
el puente de Brooklyn y la modernización de Moscú. Por primera vez un
viaducto submarino se construía de esa forma y su proyecto y
tecnología revolucionarían el mundo.
La torre más alta

El Convento de San Francisco de Asís comenzó a construirse en 1584 y
quedó terminado de manera definitiva en 1738. Es un edificio muy vasto
y hermoso en su sencillez, con sus tres claustros y patios. Su torre,
de 48 varas de alto, fue la mayor altura alcanzada por el hombre en
toda la Cuba colonial. Reposan aquí los restos de toda la nobleza
habanera de los siglos XVII y XVIII y en sus predios residió un fraile
virtuosísimo que la Iglesia Católica canonizó luego, San Francisco
Solano.
El primer rascacielos

La Lonja del Comercio, con sus seis plantas, sorprendió a los
habaneros de 1909. No solo fue uno de nuestros primeros rascacielos,
sino que además disponía de ascensores, invento ya conocido en La
Habana de entonces, pero no diseñado hasta ese momento para subir o
bajar tan largo tramo. Ocupó el sitio de la llamada Casa de Armona,
donde radicaron los gobernadores españoles hasta la construcción del
Palacio de los Capitanes Generales.
Iluso y poco práctico

La casa de los condes de Jaruco es el edificio más lujoso de la Plaza
Vieja. El tercer conde, que vivió aquí, fue en su tiempo (1769-1807)
el hombre más rico de Cuba. Pero era iluso y poco práctico. Soñaba con
grandes empresas y casi todas fracasaron. Cuando falleció legó a su
hijo la inmensa fortuna, para la época, de nueve millones de pesos,
condicionada por una deuda de siete millones que en el testamento le
obligaba a honrar.
Un paraje agradable

La Alameda de Paula fue el primer paseo de la ciudad (1770) en una
época en que la villa solo se preocupaba de atender sus defensas y el
criollo encontraba esparcimiento únicamente en las fiestas religiosas
y las paradas militares. Era en sus inicios un terraplén con álamos y
algunos bancos, pero ya desde entonces sobresalió como un paraje
agradable expuesto a los aires frescos y con espléndidas vistas, lo
que lo insertó de inmediato en la preferencia del habanero.
Balcones y 77 ventanales

Atrae por su belleza este edificio de estilo ecléctico y decoración
plateresca, con sus balcones internos y 77 ventanales. Luce en sus
torres el escudo de la República y el de la ciudad. La Estación
Central de Ferrocarriles se inauguró el 30 de noviembre de 1912. La
ceremonia comenzó cuando a las 2:45 de la tarde de ese día salió, con
destino a la nueva terminal, el último tren de la estación de
Villanueva y esa vieja instalación se clausuró para siempre.
La reunión

En 1853 abría sus puertas en la calle Teniente Rey la farmacia La
Reunión. Progresó pronto y a la vuelta de pocas décadas era
considerada ya la segunda droguería mayor del mundo. Al quedar al
frente del negocio, el nieto del fundador no demoró en ampliar el
objeto social del establecimiento creado por su abuelo. Hoy, la mayor
y más antigua droguería cubana funciona sin que haya perdido su
empaque de ayer.
Sin estrellas

Hasta 1952, los ómnibus interprovinciales iniciaban y concluían su
recorrido en las inmediaciones del Paseo del Prado. Lo que explica la
cantidad de hoteles que se ubicaban en la zona, establecimientos que,
más que por las estrellas, que no tenían en la mayor parte de los
casos, se identificaban como hoteles «decentes»; algunos con el lujo
del cuarto de baño individual. El hotel Monserrate fue uno de ellos.
Sirva para recordarlos a todos.
¿De pastel?

Alejo Carpentier le criticaba su arquitectura de pastel, pero
cualquier ciudad del mundo se sentiría orgullosa de contar con un
edificio como el del Centro Gallego, donde radica el Gran Teatro de La
Habana. Los estudiosos hablan del eclecticismo, sus elementos
neobarrocos, neoclásicos, del renacimiento francés, del rococó
español… Mezcla que regala, desde 1915, una imagen grandiosa y
monumental en una zona de privilegio de La Habana.
Sin perfil

El Teatro Nacional fue la meca del género lírico, como el Albizu lo
fue de la zarzuela y el Payret de la opereta. El Teatro Campoamor, en
una de las esquinas del Capitolio, no tuvo nunca un perfil definido.
Escenario teatral y sala cinematográfica, el inmueble anota la reunión
memorable que Juan Ramón Jiménez sostuvo en 1936 con jóvenes poetas
cubanos de entonces. El tiempo y la desidia se tragaron su historia,
como terminarán tragándose este edificio.
Barrita

Una de las expresiones mejores y más acabadas del art decó habanero es
el edificio Bacardí, construido en 1924 en la calle Monserrate. Los
ejecutivos de la casa ronera del mismo nombre ubicaron aquí la
dirección de su empresa que, por el número de sus trabajadores (1 416
obreros y 546 empleados) era, en 1958, en la rama no azucarera, la
tercera industria del país. Muy acogedora, en este sitio, es la
llamada Barrita Bacardí.
Partagás

Es una fábrica y parece un palacio. Pone de manifiesto la opulencia de
una industria y el buen gusto constructivo. Pero ¡cuidado!, lo habita
el fantasma de su primer propietario, el catalán Jaime Partagás,
asesinado en sus propias vegas por un campesino que descubrió que el
vejete se «fumaba» a su esposa. El ánima de don Jaime no encuentra
reposo y muchos de los trabajadores advierten su sombra en la Real
Fábrica de Tabacos que lleva su nombre.
Teléfonos

El teléfono llegó a Cuba en 1879. Hasta los años iniciales del siglo
XX la red telefónica de La Habana operó unos 1 775 aparatos con un
sistema manual. En 1910 se instala la telefonía automática en la Isla,
que sería el primer país del mundo en disfrutar de esa maravilla
tecnológica. En 1927, la llamada Compañía Cubana de Teléfonos, filial
de la ITT, edificó su sede en Águila y Dragones. Su torre es uno de
los más bellos adornos de la ciudad.
Onda de la alegría

Nació, pequeñita, en la calle Monte, se trasladó para los bajos del
Centro Gallego y estrenó, en 1953, en la calle Infanta, edificio
propio dotado de estudios que, por sus condiciones técnicas, superaban
a los de la poderosa CMQ, con la que Radio Progreso sin embargo nunca
quiso competir. Aunque llegó a tener un buen cuadro de radionovelas,
su punto fuerte fue la música, lo que le dio su justificado título de
La Onda de la Alegría.
Todos los sabores

Solo en un país en Revolución se podía concebir una heladería de mil
capacidades como Coppelia. El triunfo de 1959 garantizó a todos el
derecho a la salud, a la educación y a la recreación. El 4 de junio de
1966 abrió sus áreas al público y la gente entró a degustar los 26
sabores de helados que ofertaba entonces y que llegaron a ser 54. Lo
curioso es que este establecimiento monumental no se ha inaugurado
nunca de manera oficial.
Vida y muerte

Al Cementerio de Colón se le tiene por la tercera necrópolis del mundo
en atención a sus valores artísticos. En ese museo a cielo abierto
suman diez mil las obras de arte con un valor estimado de cien
millones de dólares. Hay arrogancia y humildad en este camposanto,
desde la portada, única en Cuba, y el tríptico escultórico que la
corona. El cadáver de su arquitecto, Calixto de Loira, fue el primero
que aquí se inhumó. ¡Ironías de la vida y la muerte!
Algodón de azúcar

El foso de los leones, la isleta de los cocodrilos: osos y monos, el
parque de diversiones, el algodón de azúcar… no hay habanero mayor de
60 años que no guarde un recuerdo grato del Parque Zoológico de la
calle 26, en el Nuevo Vedado, sitio entrañable con su bello y eficaz
diseño de jardines y paseos en el que Rita Longa dejó su impronta al
esculpir, a la entrada, la familia de venados que parece moverse en su
medio natural.
Gran estadio

Cuando se inauguró, en 1946, el Estadio del Cerro (hoy,
Latinoamericano) podía alojar a 35 000 espectadores. Entonces, solo lo
superaban en capacidad cinco instalaciones norteamericanas, entre
ellas el Yankee Stadium. Después de 1959 se amplió sensiblemente y ha
sido escenario no solo de grandes topes beisboleros, sino de
impresionantes concentraciones políticas, como aquella de cuando Fidel
anunció la nacionalización de las empresas norteamericanas.
Nada sino el nombre

Donde estuvo la casona del Conde de Villanueva, chata y aplastada pese
a su condición de albergue condal, y cuyas facilidades aprovechó el
cine Valentino, hay ahora un edificio de 20 plantas, y el bar «Moral»
se convirtió en una cafetería. No existe la valla de gallos que diera
relevancia al lugar ni tampoco la panadería con su pan caliente cada
15 minutos… Nada sino el nombre y el recuerdo quedan de la muy
concurrida esquina de Tejas.
Senderos que se bifurcan

Durante casi cien años el café Colón, a la entrada de Arroyo Naranjo,
ha sido punto de referencia en el camino hacia el Sur. Se ubica a la
vera de línea del ferrocarril y sobre la Calzada de Diez de Octubre.
Un kilómetro más allá, en La Palma, el sendero se bifurca: hacia la
izquierda, la Calzada de Managua y hacia la derecha, la de Bejucal.
Caminos que desde tiempos inmemoriales sirven de salida a la ciudad.




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Ciro Bianchi Ross
ciro@jrebelde.cip.cu
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