miércoles, 27 de febrero de 2013

LOS ESPIAS Y LOS AGENTES


                                  Los espías y los agentes
                                Por Lorenzo Gonzalo, 27 de febrero del 2013
 
Jonathan Pollard quizás no sea una persona conocida por muchos.
 
Nacido en Texas, abrazó la religión judaica y en la década del ochenta comenzó a trabajar como analista de la comunidad naval estadounidense. Poco tiempo después de ocupar el mencionado cargo, conoció al israelita Aviem Sella, quien se había graduado en la universidad de New York y quien supuestamente estaba de licencia como coronel combatiente de la fuerza aérea israelita.
 
Al poco tiempo de conocerse el señor Aviem, o sea el coronel Aviem, en el año 1984, le pidió determinada información que estaba dentro de su radio acción como analista de inteligencia. El señor Jonathan, quizás llevado por la mentalidad teocrática que algunos judíos tienen sobre el Estado de Israel, accedió al indecente pedido, no sin antes aceptar algunas dádivas como complemento.
 
Aviem le regaló un anillo de diamantes, 10,000 dólares y le ofreció entregarle 1,500 dólares todos los meses a cambio de documentación periódica, la cual era cuidadosamente fotografiada en las noches por los servicios de inteligencia israelíes y devueltas temprano en las mañanas a Pollard para que las regresase a su sitio.
 
Obviamente que estamos en presencia de un caso de espionaje.
 
El señor es estadounidense, trabaja en una de las áreas más sensibles que tiene un Estado, y entrega información a un tercer país. En este caso la encomienda fue por dinero, pero las razones por las cuales lo hizo son irrelevantes.
 
Fue detenido en 1987, juzgado y condenado a cadena perpetua.
 
En aquel tiempo se dijo que se trataba de uno de los casos de espionaje que mas daño le había ocasionado al Estado.
 
Recientemente, en diciembre del año 2012, nuevas investigaciones del caso, revelaron que según la comunidad de inteligencia, en realidad las informaciones entregadas por solicitud expresa del coronel Aviem, no implicaban directamente la seguridad nacional estadounidense pues estaban relacionadas específicamente con Pakistán, Arabia Saudita y la entonces Unión Soviética.
 
Coincidentemente con estas nuevas declaraciones, 28 años después de condenado el señor Pollard, nos enteramos que el Primer Ministro de Israel Benjamín Netanyahu, se propone solicitar del Presidente Obama en la próxima visita que tiene planeada el Presidente estadounidense a Israel, país supuestamente aliado, que deporte al señor Pollard.
 
Durante años Israel negó que Jonathan fuese un espía y no fue hasta 1998 que lo reconoció como tal, no sin antes concederle la ciudadanía israelí en 1995.
 
La comunidad de inteligencia se niega a aceptar que Pollard sea deportado a Israel por considerarlo un mal precedente para alguien que evidentemente traicionó al país y la confianza de altos órganos de la seguridad nacional.
 
No sabemos cuál será la reacción del Ejecutivo en ese sentido, si concederá o no la deportación del espía estadounidense a Israel, pero traemos el caso a colación porque hace trece años que Cuba reclama que sean devueltos al país cinco agentes que fueron apresados, mal juzgados y condenados en Miami, por un delito que nada tiene que ver con el espionaje.
 
Estas cinco personas fueron reclutadas por la seguridad cubana y enviados a Estados Unidos de Norteamérica, para vigilar en la ciudad de Miami a personas de origen cubano que se dedicaban y continúan haciéndolo, a conspirar en contra del gobierno cubano y lo que es peor aún, en planear actos de terrorismo en Cuba.
 
Ninguno de ellos trabajaba como funcionario del Estado en áreas sensibles. Es más algunos de ellos cooperaron con la contrainteligencia estadounidense para que esta pudiese capturar a delincuentes de origen cubano, traficantes de droga y activos terroristas y paramilitares que laboraban febrilmente para realizar actos de sabotaje en Cuba, introduciendo armas y personal por las costas. Acciones que realizaron de acuerdo a los mandos de la inteligencia cubana porque de esa manera contribuían con su labor de impedir que se realizaran actos terroristas en Cuba.
 
Quienes conocemos la especial dinámica del proceso revolucionario cubano sabemos cuáles eran las funciones de estos cinco agentes y las razones por las cuales fueron enviados específicamente a Miami. Pero aquellos que desconocen la realidad de estas cinco personas o aquellos que simplemente puedan pensar que se trata de una maniobra política más del gobierno cubano, pueden leer el libro llamado Los Últimos Soldados de la Guerra Fría, escrito por el biógrafo Fernando Morais.
 
Moraís es el biógrafo de Paulo Coelho, ese novelista brasileño que ha roto todos los record de venta con sus novelas de corte espiritual y humanista.
 
Morais, con un estilo que permite ver los sucesos mientras leemos, ha condensado en poco más de 350 páginas una historia de terror que solamente creemos posible en las novelas de ciencia ficción.
 
Cuando nos adentramos en la trama, donde los protagonistas son estos cinco agentes, con una documentación que evidentemente proviene de todas las partes afectadas, descubrimos la existencia de personas que son capaces de planear y colocar bombas en las zonas turísticas de Cuba, derribar aviones de pasaje en pleno vuelo, disparar contra embarcaciones ancladas en puertos civiles de Estados Unidos de Norteamérica y cometer otros tipos de crímenes de lesa humanidad.
 
La devolución de estos cinco agentes a su familia y a su país, estamos seguros que no enfrenta objeción alguna por parte de la comunidad de inteligencia estadounidense, no sólo porque no trabajaban para ninguna de las instancias del Estado, sino porque ocasionalmente como ya mencionamos, los ayudaron en su tarea de localizar terroristas y narcotraficantes.
 
Leyendo Los Últimos Soldados de la Guerra Fría, descubriremos que la conducta de estos cinco agentes está sustentada en la dignidad y el más elemental principio de las obligaciones ciudadanas. Lo hecho por estas personas es en realidad la obligación de cualquiera que tenga un mínimo de decencia. Ningún ciudadano con una mínima noción de civismo se negaría a denunciar terroristas a las autoridades.
 
Quien tiene que condecorar a estos cinco agentes cubanos presos en cárceles estadounidenses, no es el Estado cubano, sino el Estado de la unión estadounidense y luego enviarlos de vuelta a sus familias y a su pueblo.
 
No sabemos si el Presidente Obama deportará al estadounidense Jonathan Pollard al Estado teocrático de Israel, que como mal aliado, es capaz de espiar y aprovecharse de la confianza que los judíos tienen en Estados Unidos de Norteamérica, espiando y mordiendo la mano a quien les da de comer. Realmente la decisión que tomen no nos desvelaría cualquiera que esta sea.
 
Sin embargo, objetivamente analizadas las cosas, no creemos que deba continuar posponiéndose el regreso de estas CINCO personas, que no son espías y que fueron condenados como tales, por las presiones y la desinformación de alguna prensa cobarde de Miami, temerosa de los terroristas que los agobian con ruines amenazas.
 
Cuba cambia, no importa que oficialmente digan que no reforman nada. Los hechos hablan por sí solos. Sin embargo habiendo transitado Cuba hacia una sociedad más abierta, al tiempo que ha dejado de hacer todo aquello que se aducía como razón por el gobierno estadounidense para sostener su irracional bloqueo a la Isla y habiendo abrazado el camino de la institucionalización, Washington sigue sin cambiar.
 
Creo que es hora para la Casa Blanca de escoger entre la dignidad y la deshonra. Pienso que debe hacerlo con la misma disposición que lo hicieron esos cinco Agentes Cubanos que permanecen injustamente prisioneros en cárceles estadounidense, por combatir el terrorismo y ser consecuentes con el discurso oficial de Washington….o es que solamente se trata de un discurso comercial???
 
Esto es, en resumen, cómo lo pienso yo y cómo lo veo.
 
Lo escribo para deleite de quienes entienden, para los que no quieren entender y para aquellos que nunca entenderán.

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