domingo, 3 de febrero de 2013

LA ESQUINA DE LA SUERTE


La esquina de la suerte

 Ciro Bianchi Ross • digital@juventudrebelde.cu
2 de Febrero del 2013 18:39:17 CDT

Dos interesantes materiales me llegaron en estos días. Uno es el
cuaderno titulado La guía del transeúnte en la ciudad de La Habana,
que me remite el lector Eligio A. Álvarez, de Quivicán. El otro, que
me envía mi viejo amigo y colaborador Ismael Pérez Gutiérrez, es La
lista, anuario de la Renta Nacional de Lotería correspondiente a 1956.

La guía del transeúnte… fue escrita y publicada en 1959 por Evaristo
Villegas Rodríguez. Es de esos materiales que, hasta donde sé, no han
vuelto a hacerse, pese a su utilidad, si bien es cierto, como expresa
Eligio A. Álvarez en la carta que acompaña el envío, que la revista
Opina acometió en los años 80 del siglo pasado un intento parecido
aunque no del mismo alcance.

¿Cuál es el contenido de este cuaderno de escasas 60 páginas y letra
menuda y apretada? Precisamente eso. Una guía. Un directorio. Un
callejero, pudiéramos decir, que compendía aquellos lugares públicos y
privados cuya dirección, por una razón u otra, la población debe o
quiere tener a la mano, tales como cuarteles de bomberos, estaciones
de policía, juzgados, mercados, hospitales, dispensarios médicos,
clínicas veterinarias y otros centros asistenciales, así como
ministerios y otras instituciones y establecimientos de servicio.

Claro que esa información podría obtenerse en un directorio
telefónico. Lo que hace novedosa La guía del transeúnte en la ciudad
de La Habana, de Evaristo Villegas, es no solo la forma rápida y
directa con que pone a la mano del interesado el dato que busca, sino
que en cada uno de los sitios que menciona consigna la ruta de ómnibus
que lo lleva o lo acerca al lugar.

Digamos. Casa de Socorro; Primer Distrito: Corrales entre Zulueta y
Economía. Rutas 5, 6, 8, 18, 24 y 32. Autobuses V2, M2, CL, L2, U4 y
F2. Hospital Las Ánimas: Benjumeda entre Desagüe y Santo Tomas. Rutas
5, 10, 14 y 18. Autobuses V7, L4, C3 y M7. Policía Secreta: Reina, 402
esquina a Escobar. Rutas 4, 6, 19, 22 y 58. Autobuses C5, M6, M4 e I4.
Agencia de Colocaciones La Americana: 23, 407, Vedado. Rutas 2, 9, 10,
22, 23, 28 y 30. Autobuses: U4, V7 y F2...

A modo de aclaración para los más jóvenes, vale decir que en esa fecha
—y aun después— el transporte público de pasajeros contaba en La
Habana con dos grandes empresas: la Cooperativa de Ómnibus Aliados
(COA), que disponía de vehículos marca General Motors,
norteamericanos, que se identificaban solo por números, y los
Autobuses Modernos, marca Leyland, de fabricación británica, marcados
con letras y números. La COA, entidad privada en forma de cooperativa
de los propietarios de las diferentes rutas, era la mayor de las dos
firmas. Contaba con más de 12 000 obreros y empleados y 1 800 carros.
Percibía el 75 por ciento de los gastos del transporte urbano de la
población, con recaudaciones superiores a los 24 millones de pesos
anuales. Operando en lo fundamental solo en la capital del país,
cubría el 70 por ciento del transporte de pasajeros de la República.
Los vehículos de los Autobuses Modernos fueron los sustitutos de los
tranvías. Los primeros de estos que llegaron a Cuba se habían
utilizado como transporte de tropas durante la Segunda Guerra Mundial.
Estaban pintados de blanco y la población les llamó, jocosamente, «las
enfermeras».

MINISTERIOS

Mucho cambiaron las direcciones de los ministerios desde la
publicación de La guía del transeúnte en la ciudad de La Habana, sin
contar que ahora hay más ministerios que entonces. Casi todas esas
dependencias del Gobierno se ubicaban en aquel momento en La Habana
Vieja, como el de Comercio, en Teniente Rey y Mercaderes; Educación,
en Muralla y Oficios; Salubridad, en Belascoaín y Estrella; Trabajo,
en Monte y Egido, y Estado, en Capdevila número 6. El Ministerio de
Gobernación (Interior) se hallaba entonces en el antiguo Colegio de
Belén, en Compostela y Luz; Justicia, en Belascoaín y Desagüe;
Hacienda, en Obispo y Cuba; Obras Públicas, en Cuba y Sol, y un ya
inexistente Ministerio de Defensa Nacional, en Monserrate y Empedrado.
El Ministerio de Agricultura ocupaba en esa época el edificio que es
sede hoy del Ministerio de Trabajo, en la Rampa habanera, y el de
Comunicaciones radicaba donde mismo radica hoy, en el entonces recién
estrenado Palacio de las Comunicaciones en la Plaza Cívica, llamada
también de la República, actual Plaza de la Revolución José Martí.
Olvidó el autor de la guía incluir en su recuento el Ministerio de
Recuperación de Bienes Malversados, que ya existía en la fecha de su
publicación y que abría sus puertas, me parece recordar, en el
Capitolio.

Funcionaban en La Habana de entonces 19 estaciones de Policía
Nacional, que tenía su jefatura en la calle Cuba esquina a Chacón. La
Policía Judicial tenía su sede en el Colegio de Belén y la Policía
Marítima en el Muelle de Santa Clara. Además de la ya mencionada
Policía Secreta, había una Policía Jurada del Mercado Único. El
cuartel maestre radicaba en Salud y Aramburu, donde se localizaba
asimismo la Sexta Estación. El hospital de ese cuerpo armado estaba en
Oquendo y Estrella, y el Departamento de Tránsito, frente a la
Plazoleta de Agua Dulce. En Cuba y Chacón funcionaba también la
Primera Estación de Policía, mientras que el Buró de Investigaciones
se ubicaba en 23 esquina a 32. Numerosos jóvenes antibatistianos
fueron torturados y asesinados en ese castillejo de cercas exteriores
electrificadas, según se decía. Fue demolido poco después del triunfo
de la Revolución, cuando dejaron de funcionar como tales estaciones
tipo la Quinta, en Belascoaín y Figuras, predio predilecto del
tenebroso teniente coronel Esteban Ventura Novo.

Acrecentaba la utilidad de esta guía la relación pormenorizada de los
recorridos de los ómnibus de la COA, así como la consignación de los
puntos de salida y llegada de los ómnibus interurbanos. La Terminal de
Ómnibus era el paradero de los vehículos de las empresas
Santiago-Habana, Especiales de Cárdenas, Únicos de Cárdenas, Flecha de
Oro, La Estrella del Sur y Transporte Menéndez, entre otras líneas
interprovinciales. Los Especiales de Cárdenas tenían una subagencia en
Teniente Rey 557, y los Únicos de Cárdenas, en Teniente Rey y Prado.
El Transporte Menéndez también efectuaba salidas desde la calle N
número 266, y Santiago Habana, desde Avenida de Bélgica 495.

Sorprende, por la época en que fuera impresa y distribuida, que La
guía del transeúnte en la ciudad de La Habana no inserte en sus
páginas anuncios que bien hubieran costeado la edición del cuaderno o
hubieran ayudado a hacerlo mayor y más llamativo. En realidad solo dos
tienen cabida en esta: el de su autor, que se anuncia como corbatero
modelista, especialista en estrechar corbatas y en lavarlas, con
servicio a domicilio, y el de la casa impresora de González, en la
calle Águila. Lleva, sí, en la contracubierta, con las mismas letras
verdes de la portada, un lema muy en boga en la época. Dice: «Consuma
productos cubanos» y más abajo expresa: «Ayude a la Reforma Agraria».

UN SABIO QUE NO ADIVINA

Sí los tiene La lista, anuario de la Renta de la Lotería Nacional
correspondiente a 1956. Por esos anuncios nos enteramos de que la
Billetería Nacional se ubicaba en «La esquina del dinero», en San
Rafael y Amistad, y que Obispo y Villegas, donde se hallaba la
billetería de Menéndez, es «La esquina de la suerte». Tanto una como
la otra, al igual que la billetería Sevilla, en el hotel de ese
nombre, y la billetería Mercantil Nacional, en San José y Zulueta —en
los bajos del Centro Asturiano, hoy salas europeas del Museo Nacional—
se proclamaban en sus promociones como las que más billetes premiados
habían vendido. «Muchos millones de pesos en premios distribuidos
entre nuestros clientes…», dice la Billetería Nacional en su anuncio,
mientras que Menéndez, «la casa que más premios da» afirma que
«nuestra popularidad está basada en lo que constituye nuestro legítimo
orgullo: repartir un millón de pesos todos los sábados durante los 15
años de establecidos en Obispo y Villegas».

Cesada la soberanía española, el Gobierno interventor norteamericano
suspendió en Cuba los sorteos de la lotería, cuyas ganancias, durante
un siglo o más, enriquecieron las arcas del Tesoro español. Se
reanudaron, ya en la República, durante el mandato de José Miguel
Gómez, el 10 de septiembre de 1909. En ese sorteo fue el 10 967 el
número premiado con el gordo. Como una curiosidad, La lista incluye la
relación de números agraciados con el primero, segundo y tercer
premios de la Lotería Nacional hasta 1955. Casi todas las cifras
distinguidas son de cinco dígitos. Pocas tienen cuatro, y muy pocas,
poquísimas, son de tres. Las de dos dígitos son excepcionales. Setenta
fue el número premiado con el gordo en el sorteo del 31 de diciembre
de 1921. En noviembre de 1920 hubo tres sorteos suspendidos.

Transcurría entonces la presidencia de Alfredo Zayas. «El pesetero»,
como era conocido este mandatario, llegó al poder por el Partido
Popular, el llamado Partido de los Cuatro Gatos, conocido así por lo
raquítico de su membresía. Se dice y se ha repetido hasta el cansancio
que en tiempos de Zayas el gordo cayó en Palacio al salir premiado el
4 444 (los cuatro gatos, pues cuatro es gato en la charada china).
Solo que —y aquí viene lo interesante— ese número no aparece en la
relación de premiados entre el 20 de mayo de 1921 y el 20 de mayo de
1925, período durante el que Zayas ocupó el poder.

La charada china no era la única que se jugaba en Cuba, aunque parece
haber sido la más extendida. Seis había hasta 1959, pues a esa se
sumaban la india, la americana, la cubana, la hindú y otra más que
llevaba el nombre de Matanzas. Los números diferían de una a otra. Uno
es «caballo» en la china, y también en la hindú. Es «sol» en la india,
y «camello» en la americana, «tintero» en la cubana, y «pescado chico»
en Matanzas. Cuatro —como ya se dijo— es «gato» en la china. Pero es
«soldado» en la india y «vela» en la americana; «llave» en la cubana y
«militar» en la hindú, en tanto que es «pavo real» en Matanzas.

La lista trae las seis charadas y el significado de los cien números
que conforman cada una de estas. De manera especial inserta asimismo
todos los significados de cada uno de los números de la charada china.
Así, 24 no es solo «paloma». Es también «música, carpintero, cocina y
pescado grande». El 28 es «chivo», y también «bandera, político, uvas
y perro chico», en tanto que 62 es «matrimonio» y además «nieve,
lámpara, visión, academia y carretilla».

Completan este cuaderno los meses en que suelen salir cada uno de los
números de la charada, y versos que marcaron hitos memorables en su
devenir y el número que les correspondió, como aquel de «Un candelón
que nadie lo apaga», y tiraron el cuatro. O aquel otro de «Un sabio
que no adivina», y salió el 22, «sapo».

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Ciro Bianchi Ross
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