miércoles, 27 de febrero de 2013

CUBA " CONSTRUIREMOS UNA SOCIEDAD MENOS IGUALITARIA" RAUL CASTRO

Cuba: construiremos “una sociedad menos igualitaria” - Raúl Castro, reelecto (feb. 2013)
por Roberto Cobas Avivar  en Kaos en la Red
Martes, 26 de Febrero de 2013 12:35
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¿Cómo es que de esa forma podría ser al mismo tiempo “….más justa”?
En la asunción (feb. 2013) de su última cadencia de cinco años como Presidente de la República y Jefe del Gobierno cubano, Raúl Castro le afirma al pueblo cubano que: “Lo hacemos teniendo definido por el Congreso del Partido el rumbo para actualizar el modelo económico cubano y alcanzar una sociedad socialista próspera y sostenible, una sociedad menos igualitaria, pero más justa, principios estos que sirven de fundamento para la conformación del programa de desarrollo hasta el año 2030, en fase de elaboración”1 (subrayado RCA).
La pobreza política del discurso del Jefe del Partido “comunista cubano”, partido único-gobernante, no puede calificarse de ingenua. El malabarismo político en aras de la confusión ideológica es ya condición necesaria para avanzar el reformismo socio-liberal aprobado por el Congreso (VI) del Partido, en el ejercicio de su dominio absoluto sobre el estado y la sociedad.
En la inercia del mismo discurso de siempre políticamente manido y anti emancipatorio, el Presidente de la República evoca las palabras del Líder de la Revolución para contradecirse a sí mismo en una misma intervención pública. Si Raúl Castro visiona una Cuba “menos igualitaria”, Fidel Castro demanda que Revolución es: “igualdad y libertad plenas2. ¿En qué palo se ahorcarán? - recuerda la sabiduría del vivo dicharachero cubano.
Saltarán a la palestra simulada, "conmovidos" por el planteamiento de este análisis, los defensores de la reforma socio-liberal impuesta anti democráticamente al pueblo de Cuba por el PCC bajo el motto de “Lineamientos de Política Económica y Social” (ELPES). Pero se asegurarán de seguir bloqueando el debate interno democrático, abierto, popular, en los medios de comunicación, por el Socialismo, por la transición socialista.
¿A qué le llama Raúl Castro igualitarismo y, ahora, menos igualitarismo? ¿A qué le llama Fidel Castro “igualdad y libertad plenas”?. Nunca lo han dicho, nunca lo han discutido, nunca lo debatirán democráticamente con el pueblo cubano.
¿Cuál será el grado de tolerancia "socialista"  a la desigualdad que admite el PCC? El del capitalismo periférico de Guatemala, de Brasil, de la miserable desigualdad del capitalismo industrial estadounidense o la impresentable del capitalismo de estado de China?  ¿Cómo es posible que desde una tribuna decidan sobre la igualdad y la desigualdad en el pueblo cubano, sin abrir el debate sobre quiénes serán más desiguales y quiénes más iguales? ¿Acaso se trata de más desigualdad de la que existe ya actualmente? ¿Se ha discutido en la Asamblea Nacional y en los medios el problema de la ya creciente desigualdad que ha tomado cuerpo como patología social en Cuba desde el llamado "periodo especial" hasta la fecha?  ¿Cuáles serán las fuentes de la riqueza y la pobreza? ¿De qué le hablan al pueblo cubano en sus monólogos políticos desde el poder absoluto? 
La revolución social habida en Cuba, encabezada por estos mismos líderes, con los hechos en el plano de derechos fundamentales del ser humano, acogidos en la Carta Universal de Derechos Humanos, establece el acceso universal a la educación y la salud como atributos de una sociedad igualitaria. ¿Dónde los pilares? Si la sociedad cubana habrá de ser ahora, según lanza al aire Raúl Castro, menos igualitaria, estaremos deduciendo que la revolución social rompe con el compromiso de la igualdad y la libertad plenas.
Si se preservan los derechos universales humanistas de acceso a la educación y la salud, la desigualdad sobrevendrá en el universo de las relaciones económicas. El pueblo de Cuba habrá de ser menos igualitario en cuanto a su posición con respecto a la posesión de los factores de producción. Y, en consecuencia, con respecto al valor del trabajo de la producción social. Cambiar la mentalidad, le dicta al pueblo el Partido, cambiarla de manera tal que la explotación asalariada del trabajo no sea vista como pecado capitalista. Hay que abanderarse en esta posición, puesto que esa es la única forma en que podremos ser - con la bendición del PCC y el capital - cada vez menos iguales, tal como anuncia en la impunidad de la falta de debate, el Jefe máximo de Cuba. De cada quién según su capacidad, a cada cuál según su trabajo - ahora más que nunca, así como reza el principio de oro del modo de producción y relaciones socioeconómicas capitalistas. 
La producción - de lo que no podrán desentenderse los librecambistas que dominan el PCC – es siempre e invariablemente producción social. Es decir, en todo y cada uno de los casos, producción resultante del trabajo, del concurso intelectual y manual de los trabajadores. Lo único que puede suceder en el modo de producción dado es o la apropiación social del producto o la apropiación privada del mismo. En el primer caso tenemos democracia, en el segundo tenemos explotación del hombre por el hombre. Para los que pretendan no entender - adentro y afuera - de que hablamos, puntualizo: en el primer caso tenemos socialismo, en el segundo, capitalismo.
Raúl Castro, desde el resguardo político antidemocrático en el seno del Partido, no entrará en esos nimios detalles de exégetas marxianos. Raúl Castro dispone de una Comisión Económica de tecnócratas que le prepara al PCC, como resultado de los ELPES, el “fundamento para la conformación del programa de desarrollo hasta el año 2030, en fase de elaboración”3.
En la ausencia de debate democrático en el pueblo y por el pueblo, al PCC le sigue resultando fácil imponer el derrotero hacia la transición capitalista en Cuba. No vacila Raúl Castro en declarar que:“En Cuba nunca a nadie se le permitirá soslayar que tal y como expresa la Constitución en su artículo No. 3, cito: «la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado»”. La demagogia es posible porque el régimen de dominio político ha asegurado que no haya quien esté dispuesto a “defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio” (F.Castro)4 y les denuncie desde tribunas del pueblo a los líderes del Buró Político el ejercicio de la demagogia. Esto lo sabe y lo reconocen todos y cada uno de los cubanos habitantes de la Isla, incluidos, los propios miembros del PCC y los escribanos de los medios de comunicación e información del país.
¿Por qué hay que desenmascarar el discurso político de la cúpula del Partido-único en el poder? Porque la transición del mando por el declive generacional de los dirigentes históricos está sentando la filosofía política de la antidemocracia como atributo del poder en Cuba. No hay interés en el reino de la democracia. Y esto lo sabe interpretar la burocracia política que está asumiendo las riendas del país y del estado sobre el dominio de la sociedad.
Lo que está diciendo Raúl Castro es que el socialismo en Cuba, como en China y Vietnam, habrá de esperar un mejor momento. Porque aunque bien sabe que a él no lo eligieron para reinstaurar el capitalismo, bien conoce que las reformas socio-liberales en marcha, como todos aquellos caminos que conducían otrora a Roma, hoy conducen al capitalismo. En el Norte revuelto y brutal también lo saben. La doctrina de la fruta madura5 tiene su caldo de cultivo. Lo abona el propio Partido “comunista” de Cuba. Los “comunistas” cubanos respiran por fin con alivio porque la revolución social ya no tenga que proyectarse como revolución socialista. No hay debate que lo impida.

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