jueves, 9 de abril de 2020

GOBIERNO MINIMO EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

Gobierno mínimo en tiempos de coronavirus

MIAMI. Ante la pandemia de coronavirus, una de las peores crisis que ha sufrido esta nación, Donald Trump, su administración y las legiones de legisladores republicanos y varios gobernadores republicanos inicialmente decidieron no hacer casi nada. En cambio, Trump básicamente dijo que los Estados están por su cuenta en la adquisición de suministros médicos esenciales para salvar vidas, como ventiladores y máscaras. Esto es un incumplimiento por omisión.
Un diccionario legal en línea define el incumplimiento por omisión como:
El incumplimiento voluntario de un deber obligatorio.
Uno ve a una persona ahogándose en una piscina comunitaria, agitando los brazos y pidiendo ayuda. Junto a él hay una soga y un salvavidas. Pero no le arroja ninguna de las dos cosas. En su lugar, se aleja. Puede racionalizar que no es su trabajo, que no quiere involucrarse, que la administración de la piscina debería haber contratado a un socorrista y que tiene otras cosas que hacer, como llegar a tiempo a su cita con su entrenador personal. Incumplimiento por omisión.
Desde el principio, Trump, en palabras y hechos, ha fracasado desastrosamente en el cumplimiento de su deber de hacer todo lo posible por proteger a los ciudadanos de la nación de una nueva enfermedad mortal que se ha extendido como un incendio forestal en todo el país, llegando a todos los estados de la unión. Ya en enero, las agencias de inteligencia estadounidenses advirtieron acerca del peligro de una pandemia. La administración no escuchó y no hizo nada para prepararse. Incumplimiento por omisión.
Incluso cuando aparecieron los primeros signos de que la inteligencia estaba en lo cierto, Trump entró en un profundo estado de negación y en modo paranoico, alegando que la alarma era una patraña de los demócratas para dañar sus posibilidades de reelección.
Ahora que la magnitud de la calamidad de la COVID-19 se ha hecho evidente, dejando muchas muertes, muchos más enfermos, una economía y una bolsa de valores en caída libre, millones de desempleados o a punto de perder su empleo, y toda la sociedad trastornada a un nivel que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial, ¿qué está haciendo? Todavía se niega a cumplir su obligación como la máxima autoridad del país.
En este momento, Trump es culpable de negligencia delictiva al negarse a usar la Ley de Protección de Defensa, que faculta al presidente para obligar a las empresas privadas a producir bienes imprescindibles. En cambio, cuando se trata de obtener suministros de vida o muerte, Trump le pasa el muerto a otro.
El presidente dijo el jueves: “En primer lugar, se supone que los gobernadores estén haciendo gran parte de este trabajo, y están haciendo gran parte de este trabajo. No se supone que el gobierno federal debe comprar grandes cantidades de artículos y luego enviarlos. Ya sabes, no somos un empleado de embarques”. Pero los gobernadores, algunos de ellos republicanos, han estado rogando al gobierno federal por la ayuda que no ha llegado. Incumplimiento por omisión.
Es posible que hayamos pensado que ya habíamos presenciado las peores consecuencias del Trastorno de Déficit de Empatía de Trump. Sus acciones durante esta emergencia las superan a todas.
Harry Truman entendió lo que Trump no entiende incluso ahora. La responsabilidad es de la oficina del presidente. Los verdaderos líderes entienden eso instintivamente y actúan en consecuencia. En 1950, el presidente Harry Truman propuso, y el Congreso aprobó, la Ley de Protección de Defensa, como respuesta a la escasez de material estratégico para la guerra de Corea. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, FDR (Franklin Delano Roosevelt) se reunió con los jefes de los jefes de la industria automovilística. Todos prometieron ayudar al esfuerzo de guerra. FDR les dijo que no se les permitiría construir automóviles durante la guerra y que deberían concentrarse en tanques y vehículos necesarios para la guerra. En ese momento, Roosevelt no tenía la autoridad legal para hacer cumplir ese comando. Pero él tenía la autoridad moral, y los ejecutivos sabían que FDR no dudaría en criticarlos por falta de patriotismo. Ellos cumplieron. Por el contrario, la reunión de Trump con los directores generales durante esta crisis ha sido un asunto de admiración mutua. Solo elogios, nada de presión presidencial para que los ejecutivos hagan cualquier cosa. Incumplimiento por omisión.
En contraste, en una conferencia de prensa, Trump explotó ante el reportero de NBC Peter Alexander por preguntarle este al presidente qué diría a los estadounidenses que están asustados. Trump no respondió la pregunta y en su lugar llamó a Alexander un periodista terrible. Fracaso en comunicar preocupación y empatía al pueblo estadounidense. Incumplimiento por omisión.
Incluso en una crisis aterradora como esta, cuando el papel de un presidente es trabajar por la unidad nacional, este presidente ni siquiera se ha tomado un descanso en sus ataques a sus chivos expiatorios favoritos, incluidos los medios de comunicación y los extranjeros. Él llama al coronavirus el virus chino. Racismo puro: los virus no tienen identidad nacional. Él se ha aprovechado de la situación para hacer algo que ha estado tratando de hacer durante mucho tiempo y que los tribunales no le han permitido: prohibir la entrada a todos los solicitantes de asilo para ingresar al país. Fomentar el racismo y calumniar a los medios de comunicación cuando la solidaridad y la información son importantes va más allá del incumplimiento por omisión y se convierte en fechoría. Una fechoría es el acto de –a sabiendas– cometer un hecho ilícito.
Entre los hombres y mujeres alrededor de Trump que no lo contradicen, liderados por el vicepresidente Mike Pence, quien prodiga elogios al presidente como si los bomberos descargaran sus mangueras en un gran incendio, una persona se destaca por su integridad y coraje: el doctor Anthony S. Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Salud (NIH).
Eminente experto en salud pública, como miembro de la Fuerza de Tarea de Coronavirus, Fauci tiene que permanecer en las sesiones de información a la prensa y escuchar mientras el presidente Trump suelta una gran cantidad de información errónea, se dedica a hacer castillos en el aire, da falsas esperanzas a una nación desesperada por buenas noticias, y muestra una ignorancia abismal de los principios más básicos de la ciencia. Fauci debe tragar bilis cada vez que Trump abre la boca, pero soporta el dolor estoicamente por el deber de decirle la verdad al pueblo estadounidense ante un mentiroso soberano. Las acciones de Fauci son la antítesis del incumplimiento por omisión y las fechorías de Trump.
Un último punto debe quedar claro. El enorme incumplimiento por omisión de Trump y la élite política republicana que dirige este país no es solo un caso de caos y confusión, característica de la administración. Es el resultado de la ideología del capitalismo salvaje y el gobierno minimalista que profesa esta élite. Según el New York Times, “algunos de los asesores de Trump han dicho en privado que se adhieren a la oposición conservadora de larga data al gran gobierno”, lo cual no es más que un incumplimiento por omisión y una fechoría, justificadas por medio de una débil fachada filosófica.
Llámenlo como quieran, esta es una ideología de la muerte, incluso en los buenos tiempos. En medio de una plaga, la falta de solidaridad inherente a la forma estadounidense de capitalismo de ley de la selva, y el incumplimiento por omisión y las fechorías del gobierno que la acompañan, es tan mortífero como cualquier virus.
Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.
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