viernes, 8 de febrero de 2019

DE GOLPES DE ESTADO. EL GOBIERNO DICTATORIAL DE PINOCHET (IV)

De golpes de Estado. El gobierno dictatorial de Pinochet (IV)

                                 Eligio Damas

Nota: Este trabajo, como los anteriores bajo el mismo título, que forman parte de un libro, intenta mostrar como los golpes de Estado terminan en represión contra todo aquél que intente poner las cosas en orden y, hasta si eso fuese posible decirlo, retornar a la legalidad. Como que hasta de los promotores terminan en víctimas, pues rota la legalidad no hay barrera que detenga los ganados para el exceso y el odio. Ya hemos constado eso cuando tratamos el asunto Carmona Estanga. ¡Y hay que ver cuánto odio cunde en Venezuela ahora!


Como es por demás conocido, desde el mismo momento que se produjo el golpe, la muerte de Allende y la asunción del gobierno golpista, se desató una feroz persecución contra los cuadros dirigentes y simples militantes de los partidos de la izquierda, el Socialista de Allende, Comunista y el MIR Miguel de Miguel Hernández. La libertad de prensa se acabó en Chile, menos para la gente de “El Mercurio” que estuvo metido en el golpe y reconoce sólo esa libertad como privilegio para ella.
Se detuvo gente en masa y se habilitaron los estadios de futbol para esos fines. A un cantautor como Víctor Jara, algo así como el Alí Primera de Venezuela, le sometieron a tortura, cortaron las manos como una especie de venganza o temor al rasgueo de su guitarra y finalmente dieron muerte.
Compañeros nuestros que en aquellos días se hallaban en Chile de visita o residenciados, estudiando en las universidades del país hermano, nos contaron, como los carabineros, les buscaban y a cualquier personaje que tuviera la fisonomía o el tono de hablar que ellos atribuían a cubanos y venezolanos, detenían sólo por aquello.
La dictadura que se iniciaba inmediatamente dio muestras de lo que tenía como meta, sin duda alguna. Declaró la Junta de Gobierno presidida por Pinochet que las Fuerzas Armadas asumían todo el poder
y se prohibía la actividad de todos los partidos de UP y la izquierda en general.
Clausuró el Parlamento y se asignó así misma por Decreto Ley N° 128, del 12 de noviembre de 1973, todas las funciones inherentes al mismo y todo “el poder Constituyente que a ellos corresponde”. Tal Decreto y declaración se refería a todos los poderes correspondientes a cualquier democracia representativa. La Junta no admitía otra forma de asumir los asuntos políticos de Chile sino desde esa perspectiva y conducta arbitraria. Por supuesto, la disolución de poderes, alcanzó al electoral, dejando establecido que no estaba entre sus planes, como lo demostraron los hechos, llamar a elección alguna.
En suma, el gobierno de Pinochet, se llevó por delante, desde el comienzo, toda la institucionalidad pese a que justificaron el golpe en las presuntas violaciones constitucionales del gobierno allendista. Como recordaremos más adelante, es lo mismo que antes hicieron los golpistas de Venezuela, sobre todo Gómez, Pérez Jiménez y más tarde lo repetirá el breve gobierno de Carmona Estanga, como detallaremos al final.
Pinochet, declaró el 13 de noviembre de 1973 al diario El Mercurio” de Santiago, que:
“la adhesión a la Junta de Gobierno implica renunciar a la acción partidista”.
Detengámonos  en  este  pronunciamiento.  La  Junta  que  había
hecho     su     pronunciamiento     contra     la     constitucionalidad     y particularmente contra  el gobierno de Allende, con el respaldo de todos
los partidos de la derecha, incluyendo el de Jorge Alessandri y la Democracia Cristiana de Eduardo Freo Montalva, quien hizo todo un gran esfuerzo para ganar respaldo nacional e internacional al golpe, ya sintiéndose fortalecida y con la anuencia de Estados Unidos, se volvió contra sus aliados y colaboradores. No se conformó, el naciente pinochetismo, que aquellos apoyasen el golpe, sino que ahora les exigía que renunciasen a sí mismos y sus aspiraciones.
Como resultado de ese plan nacido al calor de los acontecimientos y para asegurar que las cosas tomasen el rumbo exacto que querían las altas oligarquías y el capital internacional, se decidió matar toda intención de abrir cualquier resquicio democrático en la vida chilena.
Por esto, en 1974, la Junta de Gobierno prohibió ahora a todos los partidos que antes no fueron ilegalizados, como la Democracia Cristiana, pese a que estaba bajo el control de Eduardo Frei y al propio de Jorge Alessandri, realizar cualquier actividad inherente a los mismos y la política, como reuniones privadas y públicas, propaganda, etc. Ante las objeciones de Patricio Aylwin, vocero de Frei y la Democracia Cristiana, sus compañeros del golpe, a través del Ministerio de Relaciones Interiores, le respondieron:
“en el país existe un gobierno militar, en estado de sitio y de Guerra interna”. El Mercurio, 16 de julio de 1974. Tomada esta información del trabajo “Gobierno de Pinochet”.
Universidad de Chile.

En “La Casa de los Espíritus”, la novela de Isabel Allende, hay algunas referencias acerca del comportamiento siniestro y brutal de la dictadura pinochetista. Pero también una “prueba” de cómo quienes manejaron la dictadura, desde los más encumbrados hasta los más insignificantes, asumieron el rol uniforme de llevarse por delante todo aquello que impidiese sus oscuros fines. Hay un personaje en la novela, el senador Esteban Trueba, anti allendista, activista y financista del golpe a quien le atropellan la familia y a él desconocen sus vínculos y aportes. Hasta su propia familia, como su nieta, lo único que le quedaba al final de su vida, fue atropellada y de nada valió su coincidencia, aporte con los golpistas y su condición de senador.
Esto me hace recordar, un personaje real, pero incorporado a una novela de quien esto escribe, en la época de Betancourt, a quien detuvieron en el allanamiento a una residencia para muchachas estudiantes. La confundieron con alguien a quien buscaban con afán. Pese presentarse como militante del partido AD, con carnet y todo y sobrina de un senador de la República por un Estado del centro del país,  habiendo pedido que se comunicasen con él para aclarar el asunto, se la llevaron a empujones. Pese la intermediación del senador, quien tuvo que acudir al presidente de la República, los días posteriores pasaron sin ponerla en la libertad y dejarla ver por nadie porque la habían tratado tal como en aquel gobierno se hacía con sus opositores. Pese que se trataba de una “democracia”, pero con las garantías suspendidas, que argumentó como después lo hizo Pinochet, “estamos en un estado de guerra interna”. Ese presidente, recordemos, había ordenado “disparar primero y averiguar después”.
Las dictaduras, dictadores, golpes y golpistas, sin importar tiempo y espacio tienen, en gran medida, parecida conducta.
La quema de libros y Pablo Neruda

Alguien contó que Pablo Neruda recordaba las fuerzas del franquismo, como decir las del nazi-fascismo, quemando libros con odio y hasta con temor y también, como aquel régimen surgido después de la derrota de los republicanos españoles, dio muestras de terror a la poesía, por lo que se manifestó cruel con Federico García Lorca y agrega este escribiente, con Miguel Hernández, por sólo nombrar dos de las voces más altas envueltas en aquellos acontecimientos.
Una de las experiencias más dolorosas de mi vida fue la quema de los libros que se hizo en el zócalo de la Facul- tad de Medicina.
Hay que quemar todo lo que huela a marxismo, decían los militares”.
Esas palabras fueron pronunciadas por la Dra. María de la Fuente, académica de la Escuela de Salud Pública de Santiago. Otros personajes declararon en abundancia cosas como estas:
A mí me allanaron la casa, me quemaron los libros……”
Fue esa una práctica habitual, persistente y hasta festiva que se aplicó en Alemania, luego en España, en Venezuela cuando Pérez Jiménez y durante los gobiernos de Betancourt, Leoni y por carabineros y policía política chilena una vez derrocado Allende.
En aquellos días cuando las fuerzas represivas recorrían las ciudades chilenas, allanaban en masa cuanto espacio les resultase sospechoso, detenían de manera indiscriminada a ciudadanos y saqueaban bibliotecas, lanzaban los libros a la calle y con ellos hacían enormes hogueras. Parecían convencidos que en ellos estaba la culpa de la rebeldía popular y que constituían armas poderosas, herramientas eficaces a las que había que “neutralizar”. Eran los libros las “Brujas de Salem” y una manera cómo las clases dominantes, a través de aquellos cuerpos represivos, desataban su odio y temor a la verdad. Esto me hace recordar una frase, creo que de la película “Queimada”, de Gillo Pontecorvo, donde protagonizó Marlon Brando, en la cual se dice un poco quizás procazmente, “las ideas son como las ratas, el barco se hunde pero ellas llegan a puerto seguro, montadas en alguna tabla”.
La crónica periodística de Venezuela de los tiempos de Betancourt y Leoni, por sólo nombrar estos dos personajes y gobiernos, está llena de relatos más o menos parecidos a este:
“En la  madrugada,  la  policía  política,  Dirección  General de  Policía  (DIGEPOL)  detuvo  a cuatro subversivos. Uno de ellos, identificado  como  fulano  de  tal,   mayor  de edad y tres menores. En  el allanamiento  se les incauto material tan peligroso como pintura, brochas y abundante literatura subversiva. De esta, se encontró libros de Marx, Engels, Pablo Neruda y hasta de Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco”.
La anterior no es una nota imaginaria, ni un sarcasmo, está fundamentada en lo que la crónica recogía todos los días. Como aquella cuando asesinaron en la ciudad de Puerto La Cruz a un joven y al día
siguiente, la prensa que recogía las notas ya redactadas en los mismos cuerpos policiales que practicaban aquellos repulsivos actos, informó de la manera más formal, como quien hace la crónica de una fiesta:
“Anoche, a tal hora  los  cuerpos policiales abatieron al joven de 17 años, Henrique Rodríguez, mientras éste cumplía labores subversivas”.
En el año 1977 escribí el siguiente artículo denunciando lo que en él se habla:

Consignas subversivas


                               Eligio Damas


               ¿Sabe usted, lector amigo, lo que es una consigna subversiva? En caso de saberlo, lo respeto, pues yo por más  que lo medito no logro entrarle a la cuestión.
               Si  usted me permite unos instantes,  trataré  de mostrarle  las  razones  que  hacen  del  problema  para  mí,  un jeroglífico de difícil traducción.
               Subversiva  viene  de  subvertir,  que   significa destruir  o alterar el orden. La palabra orden puede servir  para denotar  el  normal  y pacífico  comportamiento  ciudadano  o  el sistema político y social imperante.
               De  acuerdo  con  todo  lo  anterior,  la  palabra subversiva define un acto, una actitud o una intención delictual. Subversión,   en  lenguaje  oficial,  implica  delinquir.   Quien subvierte  o trata de subvertir el orden prevaleciente, según  la ideología  del Estado, actúa al margen de la ley y  por  supuesto comete delito. Es muy fácil comprender entonces que una  consigna subversiva es un mensaje ilegal.
               En  la  Constitución Nacional, piedra  angular  de nuestro   sistema   jurídico,  se  establece  como   un   derecho inalienable de todo ciudadano la libertad de expresar a viva  voz el  pensamiento.  Este  principio universal,  lector  amigo,  nos permite,  a  usted  y a mí, y a todo  ciudadano  poder  hablar  y escribir todo cuanto no viole las normas legales existentes.
               También  se habla mucho de literatura  subversiva, sin que nunca, jamás haya entendido que es esa guarandinga.
               Es  muy  frecuente que en un  comunicado  oficial, donde  se da parte de la detención de un ciudadano, cuya casa  se "visitó" en la madrugada, se mencione "se le decomisó  literatura subversiva".  Cuando uno averigua, logra enterarse, los  ojos  se nos  saltan  del asombro, pues han  sido  designados  subversivos libros  de Marx, Engels, Lenin, Pablo Neruda y hasta  el pacífico Aquiles,  poeta y humorista; y recuerdo que Andrés Eloy, también fue subversivo y Gallegos y todo el talento de este pueblo.
               "Se le detuvo pintando consignas subversivas",  se expresa en un comunicado policial. Si usted se acerca a la pared, sitio  donde  hacen propaganda los partidos del  pueblo  por  ser pobres,  observará que allí está escrito "abajo Cárter". Por  eso usted  y yo nos confundimos y no sabemos qué cosa es  subversiva. De acuerdo con la ley y el significado de la palabra bendita, nos parece  ilegal  y  subversivo quien al furtivo  pintor  cortó  la inspiración.
               "Mataron  a Enrique Rodríguez, menor de  17  años, estudiante   de   la  Escuela  Técnica,  por   pintar   consignas subversivas", dicen los títulos de prensa; un comunicado  oficial hizo  subversivo  un  grito joven y una sencilla  leyenda  en  la pared.                                                 
               ¿Si la ley le autoriza  expresar su opinión,  si la  manifiesta  dentro del marco legal, si apenas escribe  en  la pared  un saludo vibrante a su partido, dónde señor está el  acto subversivo? Si la ley es enfática y señala que el derecho a  la vida  inviolable, entonces dígame señor, ¿quién está incurso  en actos  subversivos? ¿Por favor, explíqueme señor,  esclarezca  mi mente,  ¿es subversivo quién expresa su opinión y  reclama  sus derechos o lo es quién reprime el pensamiento y corta la vida  de un muchacho?
               Desde años atrás me “caletriè” que el Estado está en la  obligación de cuidar el orden y garantizar a cada cual  sus derechos y, con buen tino, debe castigar a quienes cometen  actos subversivos.  Esto es verdad, pero ¿quién fue el subversivo,  un niño alegre, valiente y arrojado, vendedor de esperanzas, que  se negó  a  vivir  arrodillado y pintaba  consignas  y  gritaba  sin cometer delito o el que le segó la vida por la espalda?
               En todo caso, lector amigo, como dijimos antes, el derecho  a la vida es inviolable y más subversivo es quien  viola este  principio  que quien pinta consignas atrevidas.  Nunca  una consigna, pintada en la pared o gritada hasta romper la garganta, será  más  subversiva que una bala dirigida a la  espalda  de  un infante.
              Subvierte   el  orden  quien   persigue   jóvenes, atropella  ciudadanos, viola el derecho a pensar y odia  a  quien ama la libertad.
              ¿Es qué  acaso orden es desorden y a la inversa?

                     Diario de Oriente.
                     Barcelona, 11 -11- 77.

¿Sabe usted, lector cuál era la labor subversiva peligrosa, como para quitarle la vida a un joven, casi un niño? Empezar a pintar una consigna contra el gobierno; empezó, pues no llegó a pasar de la segunda letra de la primera palabra de la frase que se proponía pintar. Solamente había escrito Ab.. . El muchacho inocente quiso escribir un grito rebelde y también inocente de: “Abajo el gobierno”. No le permitieron ese grito y ningún otro, sino el de ¡ay mi madre!, mientras rodaba sin vida por el pavimento.
No debe pasar desapercibido el lector como para la policía de los gobiernos de Betancourt y Leoni, no sólo Aquiles Nazoa, sino hasta Andrés Eloy Blanco y Rómulo Gallegos, eran autores subversivos. Los dos últimos, como sabemos bien fueron respectivamente, un buen poeta y excelente novelista, ambos dirigentes de AD, partido que gobernaba cuando esas cosas sucedían. Basta con registrar la crónica periodística de aquella época para encontrar abundantes pruebas de lo que aquí estamos afirmando.
¿Cuántos venezolanos recuerdan que bajo el gobierno de Betancourt, en un país con bajo índice delictual en ese entonces, se rebajó la condición de lo que coloquialmente llamamos mayoría de edad
de 21 a 18 años, únicamente para poder castigar con violencia y hasta maldad a los jóvenes, hasta ese momento “menores”, que participaban en actos políticos pacíficos que, aun siéndolo, el gobierno los castigaba como si fuesen delitos?
Por estas cosas, sucedidas en Europa con el franquismo-nazi- fascismo, en la Venezuela de IV República y en Chile después de la caída de Allende, cualquiera se alarma al ver a quienes hoy intentan deshacerse del gobierno de Nicolás Maduro, repetir aquellos hechos repugnantes como quemar libros. Con el agravante, que ahora en Venezuela no se han quedado en eso, hacer hogueras en las calles con libros, sino también incendiar bibliotecas enteras, con edificio, mobiliario y todo, hasta el extremo de incendiar universidades y escuelas de infantes con estos adentro.
El particular caso de Pablo Neruda:

Caído el gobierno de Salvador Allende, Pablo Neruda, quien se hallaba enfermo y recluido en su casa vacacional de “Isla Negra”, hubo de ser trasladado el 19 de septiembre en una ambulancia a la Clínica “Santa María”, en Santiago; fue un largo y penoso viaje de seis horas para cubrir sólo 100 kilómetros, por los constantes controles militares, en un país en estado de sitio. A la salida de una población, varios carabineros detienen el vehículo y comienzan a revisarlo detenidamente, humillan al enfermo, ante lo cual, Matilde Urrutia, esposa del poeta, indignada, después de proferir una palabra gruesa, gritó más grueso todavía a quienes les importunaban, supongo acompañándose de un
“¡coño!: En esta ambulancia viaja Chile”.


¡Vaya frase! ¿Cómo pensar en Chile sin hacerlo de Pablo Neruda? ¿Hay alguna manera que, uno que nació y ha vivido siempre sintiendo el golpear de las olas del Caribe, piense en Chile y no rememore a Neptalí Reyes o el Pablo Neruda, el mismo que cantó a aquel Quijote llamado Simón Bolívar, “el pequeño capitán”, como le llamó, a quien vio en “la boca del Quinto Regimiento”?. El mismo que estuvo metido siempre en medio de nuestras tertulias juveniles y luchas por la justicia, libertad y hasta en las serenatas diurnas o nocturnas con sus “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.
Las casas de Santiago e Isla Negra del poeta fueron allanadas y destruidas. Hay una versión de un amigo de Neruda quien fue a su casa de Santiago, dos o tres días después de la muerte del poeta, según la cual daba la impresión que por allí hubiese pasado un huracán. Eso se le hizo a Neptalí Reyes Basoalto, Pablo Neruda, para el mundo, quien fue miembro del Partido Comunista chileno, integrante de su Comité Central, pero también una de las figuras más altas de la literatura universal y motivo de orgullo para cualquier chileno que tenga la cabeza en su puesto.
En Isla Negra, Pablo Neruda, se burló de la represión, del miedo, con la invencible poesía de quienes aun teniendo el poder, sospechaban, como todavía sospechan, que no tienen la razón y son usurpadores.
Hay una anécdota, contada varias veces por diversos medios, que producido el golpe, estando Neruda en Isla Negra enfermo, el 14 de septiembre le allanan la casa. Un grupo de militares llegó hasta el dormitorio del poeta.
-“Revise bien” – dijo Neruda a quien comandaba el grupo invasor – “en esta casa hay algo muy peligroso para ustedes”.
Uno de los oficiales alarmado, preguntó al enfermo a qué se
refería.

-“A la poesía”, respondió el poeta.

Los golpes que ha armado y ejecutado la derecha en América Latina, así como sus componendas, cual “Pacto de Punto Fijo”, comienzan por arremeter contra sus enemigos inmediatos, irrenunciables, pero luego la tendencia es imponer los conceptos más extremistas. En ello juegan un papel fundamental los intereses de Estados Unidos y los grandes capitalistas, de dentro del país que se trate o del exterior. Estos procurarán que la vida, la política y el Estado se organicen de manera que puedan obtener los mejores beneficios y dada las circunstancias o condiciones favorables, procurarán eliminar toda resistencia. Esto pasa, incluso por colaborar para derrocar una dictadura cuando esta dejar de ser ineficiente, como llegar a un límite de incapacidad para contener el descontento popular.
La dictadura en América Latina pues, mientas se afianza, avanza, intentará despejar el camino; quitar cualquier broza o piedra  que estorbe su marcha. Al final todo aquel que noles acompañe a su
meta, la que no se le consulta a otro que no sea la fuente de su poder, como el Departamento de Estado, será desplazado y hasta aniquilado. En fin de cuentas, esos que apoyan desde el principio el golpe de Estado, esperando que los golpistas de derecha, retornen a la legalidad, sabiendo que eso encierra el riesgo de tener que devolver el poder a quienes se lo usurparon, no son más que “tontos útiles” que en un momento dado recibirán también su castigo. Por eso, pensando así para el mediano plazo, Pinochet dijo aquello de:
“La adhesión a la Junta de gobierno implica renunciar a la Acción Partidista”.
A Eduardo Frei también le llegó su momento
En el proceso hacia el afianzamiento de la dictadura y la eliminación de todos los escollos, le llegó el turno al mismísimo Eduardo Frei Montalva, jefe de la derecha de la Democracia Cristiana y quien había sido un colaborador de la dictadura, aun antes que se diese el golpe. El mismo que intentó evitar que la representación de su partido votase en el Congreso chileno por reconocer a Salvador Allende como presidente de su país electo por la mayoría.
En Diciembre de 1981, Eduardo Frei, ingresa a la clínica “Santa María” de la ciudad de Santiago, la misma a la que fue llevado Pablo Neruda en los días del golpe y donde murió el poeta. A Frei se le operó de una hernia de hiato, considerada una operación sencilla y rutinaria. Inexplicablemente, con los días, el paciente se agravaba y el 22 de enero de 1982 falleció.
Desde un primer momento, para los familiares y amigos del ex presidente y jefe político de la Democracia Cristiana, aquella muerte estuvo envuelta en un misterio. Pasado un tiempo, el 13 de octubre del 2000, diez años después de defenestrado Pinochet, la senadora Carmen Frei, hija de aquél, manifestó a “El País”, diario español:
“…sus sospechas que la DINA (Policía Política de Pinochet) pudo haber asesinado a su padre”.
Según el diario, la senadora pidió se investigara a dos químicos al servicio del organismo policial por haber envenenado a su padre. Agregó en sus declaraciones que a supadre:
se le encontró la bacteria proteus, muy poco conocida y que el informe de la autopsia había desaparecido”.
La misma Carmen Frei, según el diario español:
“sospecha  que  Estados Unidos proporcionó elementos químicos y biológicos a la dictadura militar y con ellos se produjeron vene- nos para eliminar personas”.
También el diario español el 8 de febrero de 2011, reprodujo un cable de la embajada estadounidense en Santiago, de diciembre del 2009, en los términos siguientes:
“Poco tiempo después de su muerte, dos doctores de la Uni- versidad Católica vinieron a la clínica Santa María y efectua- ron una autopsia de Frei sin la autorización de la familia. La muy inusual autopsia fue supuestamente efectuada en la ha – bitación donde Frei murió, usando una cuerda para colgar el cuerpo de arriba abajo para drenar los fluidos del cuerpo en
un recipiente. Algunos órganos, y en particular aquellos cuya composición química podrían indicar envenenamiento, fueron sacados y destruidos y el cuerpo embalsamado”.
Llama poderosamente la atención como en el cable se dan detalles que algunos periodistas calificaron de “macabros”, casi 10 años después de haberse producido aquellos hechos, lo que junto a lo sugerido por la propia familia Frei, parecieran no dejar duda de la colaboración de alguna autoridad estadounidense con la dictadura para sacar del medio a Eduardo Frei.
En la búsqueda del esclarecimiento de este asunto, Carmen Frei abundo en sus declaraciones:
“les pediré concretamente al gobierno - de Piñera- y al Pre- sidente que se entregue al juez toda la información que la Central de Inteligencia del Ejército, la DINE, ha acumulado con el tiempo y posee en sus archivos”.
Dijo además “El País”:
“Entre los acusados hay 4 médicos y dos personas asociadas con el aparato represivo de la dictadura. Uno de ellos Luis Becerra, quien admitió que era agente del servicio de es- pionaje chileno (CNI) e informaba sobre todas las actividades de Frei”.
No obstante todo lo dicho sobre el comportamiento de las dictaduras con respecto a quienes definen desde su origen como enemigos y posteriormente contra aquellos que con ellas colaboran, creyendo que las cosas volverán a los cauces que aspiran, todavía nos
queda por revisar el caso venezolano y particularmente el golpe del 2002, que depuso por breves horas al presidente Hugo Chávez y llevó a Miraflores a Pedro Carmona Estanga, Presidente de Fedecámaras, organismo que forman los empresarios venezolanos, de los cuales, su mayoría determinante, se ocupa de actividades improductivas, a expensas de la renta petrolera y apoyado por los militares de la derecha que controlaban los altos mandos.


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