domingo, 23 de abril de 2017

DE UNA LECTURA EQUILIBRADA DE LA COYUNTURA

DE UNA LECTURA EQUILIBRADA DE LA COYUNTURA. SE BUSCA UNA NUEVA DICTADURA 
Eligio Damas to youshow details

ELIGIO DAMAS


Nota: Perdone el lector rompa el ritmo habitual de nuestras publicaciones, pues este tema nos parece no sólo importante sino urgente.
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Dictador Augusto Pinochet
  
           Importantes sectores de la oposición y el gobierno aparecen atrapados por las ideas y acciones de los más radicales.
          El país todo parece acercarse paulatina y quizás más bien rápidamente a una dolorosa confrontación y salida.
         La crisis económica, política y social y la manera de abordarla hacen que en el seno de la oposición, dentro de su sector más radical, se fortalezca la idea de llegar a los extremos, como despertar un  monstruo  que dentro de la Fuerza Armada decida la toma del control del poder, el que se vería obligado, por razones de geopolítica, a pactar con quienes aquello intentan y los intereses imperiales, del gran capital para conservar el nuevo orden. O, en otra instancia, provocar que las fuerzas del gobierno se desborden para justificar los “ideales” de personajes como Almagro, con la intervención de fuerza extranjera. Alternativa que terminaría en lo mismo, imponer un régimen de fuerza que respalde, mediante la represión ante cualquier forma de inconformidad, las medidas que se aplicarían para favorecer a los más fuertes económicamente.
            Cada día se perfila más la idea que de parte del sector más radical de la oposición no hay interés en elección alguna. Varias veces le he preguntado a un amigo opositor, economista para más señas, bastante lúcido y bien enterado de lo que sucede y se piensa en ese mundo del cual simpatiza, de esta manera:
        - ¿Crees que en la oposición haya interés y deseo de llegar ahora al poder y más por alguna vía electoral?
         Su respuesta siempre ha sido: “¡Ninguna!”
         Y se explaya para decirme, que la oposición, desde su óptica de los asuntos económicos, se vería obligada a tomar medidas sumamente duras que le generarían una fuerte resistencia en el movimiento popular, lo que incluye a miles de quienes ahora le respaldan y  con ese ejército, el de Venezuela, no tendrían el necesario respaldo.
           En Brasil, Temer, como Macri en la Argentina, apenas han dado un aviso de lo que aquí se haría. Ahora mismo, el país de los cariocas está encendido por el intento de aprobar una ley que elevaría la edad para jubilaciones y pensiones a los 75 años, para ambos sexos. Es decir, ese “beneficio” llegaría cuando el trabajador esté en la ancianidad o nunca, pues pudiera, buena parte de ellos, morir antes. Esta sola perla es un anuncio de lo que un gobierno controlado por el bando más radical de la oposición venezolana haría. Y Temer, quien hoy usurpa la presidencia de Brasil, tiene un rechazo del 95 por ciento de los brasileños, mientras Lula se perfila con un enorme respaldo.
               Por esa razón, la oposición desdeñó la oportunidad del revocatorio y poco interés muestra en las elecciones regionales. Habla ahora, como Almagro, de elecciones generales, lo que no sólo no se corresponde con lo previsto y el cronograma electoral, sino que supone una violación constitucional que el gobierno no aceptaría y razones para ello le sobran, pues supone un precedente peligroso que abre espacios para violaciones y abusos posteriores, fundamentándose en ese precedente. Todo venezolano despierto y agudo, al margen de la opinión que tenga sobre el gobierno no respaldaría eso, porque es ni más ni menos, que ponernos un lazo en el cuello. Es decir, la oposición hace un juego como muy descubierto y viejo, el de proponer cosas, a sabiendas que serían inaceptables, para mantener viva su estrategia, la de llevar al país a una confrontación que derive en un régimen dictatorial que permita la aplicación de sus recetas. La oposición leyó la lección del Caracazo y supo como la única forma de contener aquello fue la de llenar al país de fosas comunes como la de “La peste”. Por eso quiere un régimen duro que le permite impedir una explosión de esa naturaleza de nuevo o en caso de producirse poder enfrentarla.
            Ese cuadro es el que explica los acontecimientos que ahora estremecen a Venezuela.
          Por eso mismo, hemos dicho arriba, que gobierno y sectores menos radicales de la oposición, no interesados que aquí surja un gobierno de fuerza y dispuesto a ahogar los beneficios, conquistas logradas por los venezolanos más pobres y los derechos democráticos de todos, parecen atrapados en el accionar del bando opositor más radical.
         Pareciera, por supuesto, esto es especulación pura, que el gobierno no ha hecho una lectura apropiada de la coyuntura o dentro de él, también prevalecen las ideas de los menos dados a ceder y buscar acuerdos en espacios opositores donde se discrepa de los más radicales.
           La experiencia del pinochetismo, y, por el grado de influencia que han alcanzado los radicales, más el interés permanente de los gringos de sacar partido sin moralismo ni pararse en hueso,  nos dice que hasta sectores opositores, a quienes les duele se prive al pueblo de los derechos que tiene, podrían ser víctimas de lo que un régimen de fuerza se sienta obligado a hacer para lograr lo que demanden quienes lo controlen. Para esto basta una prueba, Pinochet se llevó por delante al Partido demócrata Cristiano, pese este le apoyo el golpe militar y el presidente del mismo, Eduardo Frei Montalva, según su propia hija, fue asesinado por el gobierno dictatorial, mientras convalecía en una clínica.
            En la oposición misma, gente que ahora hace causa común con las más radicales, por razones fáciles de entender, por ejemplo, al verse afectada como por la congelación, disminución y hasta eliminación de pensiones, fundamentados en determinados parámetros o la elevación exagerada, hasta los límites de lo impagable, como transporte, agua, gas, luz y comunicaciones, inmediatamente pasarán a las filas de la protesta. Ese es el caso de Brasil y la brusca caída del respaldo con que cuenta Macri.
         Dentro de ese cuadro, el régimen que nazca por la fuerza, ese que tratan de imponer desde cierto universo opositor, se verá obligado a reprimir. Ellos, sus promotores bien lo saben, no es historia nueva y menos inventada. Lo que aspiran hacer en materia económica, no es posible en un régimen de libertades. Por eso no quieren elecciones, que aún ganándolas no podrían lograr sus propósitos. La Constitución venezolana tiene la figura del revocatorio y eso le dice a la oposición radical, que un gobierno suyo sería de muy corta vida. Por eso hay que romper la legalidad y llevarse esa constitución por delante. ¿Acaso no fue eso lo que intentó hacer Carmona? Su primera medida, y el mayor abuso a los derechos de las mayorías, fue derogar por decreto una Carta Magna aprobada en referendo popular.
            Pero nada de esto que decimos es secreto y tampoco difícil de imaginar, tanto es así, que hasta nosotros lo percibimos claramente desde el reducido espacio de una biblioteca. Lo sabe entonces gente del gobierno y de la oposición misma.
            Hoy mismo, un académico bastante conocido, con quien he intercambiado opiniones en demasía por distintas vías, acaba de admitir la validez de lo que le vengo diciendo desde hace mucho tiempo. Esto es que abordar a la oposición como un bloque, lo que hace cierta opinión oficial muy sectaria, es un disparate. Que hay más posibilidades de entendimiento en materia económica entre gente de la izquierda, estén o no dentro del gobierno, y factores en la oposición. Que la oposición no es un bloque homogéneo, tanto que es susceptible de fractura, lo que podría concretarse si desde el gobierno, con la debida claridad y audacia, se asumen posiciones con ese fin.
             Pero ese sector opositor, distinto al radical que presiona para que aquí nazca una dictadura, se desarme toda la legalidad, de manera que todo abuso sea posible para poder aplicar las recetas habituales del FMI, aquellas que desataron el Caracazo y acabaron con la popularidad de Pérez, está atrapado por el chantaje de los más radicales y el gobierno parece también atrapado en sus particulares contradicciones.
            Mientras tanto, las acciones violentas en la calle continúan y ellas, aun sin que quienes las ejecutan lo sepan a ciencia cierta o nada les importe, llevan a Venezuela y a quienes aquí vivimos a un precipicio.

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