lunes, 14 de mayo de 2018

LOS 95 DE NUNEZ RODRIGUEZ

Ciro Bianchi Ross (cirobianchiross@gmail.com)To:you + 53 more Details
Los 95 de Núñez Rodríguez
Ciro Bianchi Ross

Enrique Núñez Rodríguez estaría cumpliendo 95 años en estos días.
Nació en Quemado de Güines, en la región central de la Isla, el 13 de
mayo de 1923 y aunque la cifra no miente, bien vale verla en su caso
con natural reserva. Porque aún con casi cien años en las costillas,
este popularísimo escritor —dramaturgo, narrador, autor de radio y TV,
periodista— no sería jamás un veterano ni un viejo, sino una de esa
gente, como afirmó el novelista Abel Prieto, que se mantiene «entera
hasta la eternidad, como un príncipe de sonrisa adolescente».
Había cumplido los 75 cuando acarició la idea de acometer sus
memorias. ¿Tendría a esa edad tiempo para terminarla? ¿Le fallaría
antes el corazón, los pulmones? Eran preguntas sin respuestas, pero
una premisa quedaba clara para Núñez Rodríguez: «Por más filósofos
importantes que uno lea, desde Heráclito a Gramsci, la conclusión
viene a ser siempre la misma: la vida es del carajo».
Había vivido mucho y presenciado no pocos cambios. Era numerosa la
gente que había conocido. ¿Qué vivencias atraparía en sus memorias?
«Del parque de Quemado al Consejo Nacional de la UNEAC. De la oración
de San Luis Beltrán al ultrasonido y los rayos laser. Del fonógrafo de
cuerda al video- casete en colores. Del padrejón al SIDA. De Miguel
Matamoros a Silvio Rodríguez. Del ábaco a la computadora. De Vargas
Vila a García Márquez. De la cabellera lacia a la calvicie. De la
dentadura blanca y pareja a la prótesis parcial. De la masturbación a
la impotencia. Y todo en menos de cincuenta años. En realidad la vida
es corta, pero vale la pena vivirla: ¡se ven tantas cosas! Y puede que
hasta te publiquen un libro…»
Las memorias como tal, no llegó Núñez Rodríguez a escribirlas. O para
decirlo mejor: las fue dando a conocer, domingo tras domingo, con las
crónicas que durante casi 20 años publicó en Juventud Rebelde, y que,
consciente de que el destino último del buen periodismo es el libro,
compiló en varios volúmenes que el lector no dejaba empolvar en las
librerías. .
¿Cuál fue el tema de esas crónicas? El tema fue, sencillamente, la
vida. Son páginas de recreación autobiográfica, de memoria espejeante,
de evocación de hechos y gentes. Visión incisiva del fluir cotidiano.
Peripecias e intimidades del mundo de la farándula. Escritas con
desenfado, ajenas a todo tipo de estiramiento, sin pretensiones
moralizantes y en las que la risa es, a veces, temblor inesperado y
también una puntada a fondo. Núñez Rodríguez, precisa Abel Prieto,
«no se inmiscuyó en cuestiones teóricas; se limitó a recordar y contar
y así dejó su aporte a nuestra permanente e incansable definición
colectiva y polifónica de «lo cubano». No pocas de esas crónicas
resultan memorables.
Todos los domingos leía, bien temprano en la mañana, su página en
este periódico; la releía, me dijo una tarde, hasta veinte veces, pues
pocas cosas le producían tanta satisfacción como leerse a sí mismo, y
enseguida se ponía a escribir la crónica del domingo siguiente.
Después de haber escrito mucho para la TV, prefirió el periódico
porque en la pequeña pantalla el trabajo es colectivo y a veces
antagónico, mientras que en la prensa escrita el periodista sale solo
a buscar el éxito o la derrota porque no es fácil acreditar una
columna y establecer el hábito entre los lectores. Enrique lo
consiguió.
Hoy domingo, campante en su 95 cumpleaños, vuelve Enrique Núñez
Rodríguez a este diario con páginas transidas de nostalgia y
desbordada cubanía para hacernos reír y meditar. Celebrémoslo con el
vasito de añejo que a él tanto le gustaba.


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Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
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