lunes, 21 de noviembre de 2016

SOMOS MAS/ TENEMOS LA RAZON

Tenemos la razón

¿Porque perdieron las elecciones los demócratas? ¿Por mentir? ¡No! ¡Todos mienten!
Perdieron, por cometer un error que es mortal en la vida, pero lo es mucho más en la política. ¡Perdieron, por creerse sus propias mentiras!
Ello, al parecer, es una deficiencia genética. Ya comienzan a aparecer análisis de la derrota, escrito por los mismos perdedores. Fueron víctimas de sus propias mentiras, y ahora recurren a más mentiras para explicar el suceso.
 Ninguno dice que el partido, tiene que redefinirse y dejar de ser un coto privado de operaciones, al servicio de unos pocos billonarios, para asaltar el Poder Mundial. 
No hay un solo comentario en el internet, que exija reorientar los objetivos del partido, y dejarse de discursos tontos, antagónicos con su praxis. Hoy, nadie les cree, y así será por un tiempo, tal vez por siempre.
Cuando el ser humano sufre  un trauma biológico, de contundencia significativa, opta por desmayarse. El intelecto, recurre a una defensa semejante, cuando trata de incorporar un suceso como experiencia, cuyas ramificaciones y complejidades son inconmensurables, colapsa, renunciando  a la asimilación del evento; y luego de la reducida impresión inicial, lo que queda detrás, representando el resto de la experiencia asimilada, es una nebulosa confusa inextricable. La consecuencia inmediata, es que introyectamos el suceso, pero no su magnitud ni todas sus derivaciones. Eso, lo hacemos, quizá tal vez,  dosificadamente después,
Lo que hemos presenciado en los Estados Unidos, no es el resultado sorpresivo de una contienda política entre dos personajes folclóricos.
Lo sucedido, es un evento con características de extraordinaria rareza y con implicaciones históricas inimaginables. Su saga, nos seguirá golpeando a través de décadas,  aunque puede que no  podamos asociar los aconteceres del  futuro, como consecuencia  de esta aparente contienda política, aun cuando estén asociados a ella, por miríadas de evidencias.
Se ha fragmentado en añicos,  un mito político cultural, creado artificialmente, que nos ha acompañado durante décadas. Infinidad de mentiras, que se habían instaurado como verdades políticas indiscutibles, se han desvanecido en un instante.  
Luego de décadas en que los videntes políticos no cesaban de advertir inútilmente al resto de la especie, de que estábamos sufriendo una conspiración por parte de un grupo muy minoritario para apoderarse del poder mundial, los conspiradores, de repente, en un error de proporciones desbastadoras, se deshicieron de las máscaras, y saltaron al ruedo, en una desesperada esprintada en la meta final, creyendo que el triunfo era definitivo. Quedaron fatalmente expuestos, de manera permanente.   No van a poder recuperar más  el anonimato. Ni el de anonimato de su presencia en las esferas de influencia, ni el de sus intenciones de torcer nuestro destino en provecho propio. Lo que ha ocurrido, es una victoriosa y múltiple toma de conciencia, de un segmento determinante de la humanidad.
        El Sr. Trump, ignorándolo, sirvió como elemento catalizador, para que una mayoría, vapuleada continuamente durante décadas, por la elite de Poder, se reconociera a sí misma, identificándose activamente, a través del voto político,  casi sin proponérselo, y se manifestara como mayoría funcional, capaz de auto cohesionarse espontáneamente, y asumir actitudes compartidas.
 Ellos mismos (los triunfadores), y sus propios líderes, están tan impactados y sorprendidos, como sus adversarios (los perdedores). Se corre el riesgo de que esa sorpresa, tan generalizada y colectiva, impida extraer el sumo a las esencias de la experiencia.
Los seguidores de los Rockefellers y sus asalariados, habían utilizado exitosamente, a través de los demócratas,  una técnica para apoderarse del Poder: invertían sumas cuantiosas, en estructurar minorías de diferente índoles: raciales, culturales, económicas, y luego, las lanzaban como arietes, sobre mayorías desarticuladas, (cuya desarticulación también habían subvencionado previamente) Dichas mayorías, sufrían de un sentimiento de culpabilidad, sintiéndose casi abochornadas de su propia existencia, por las campañas de descredito desarrolladas por los medios de información, los cuales se hallaban, de manera absoluta,  en manos de los conspiradores. Ser blanco era casi un pecado, y ser heterosexual, se había convertido en una aberración casi inconfesable. Mostrar fe en que la vida era trascendente, adquirió matices de acto delictivo. No es que los proponentes de las nuevas doctrinas llamadas revolucionarias, pidieran espacio para discrepar, es que exigían el espacio de sus adversarios.
Las mayorías, se abstenían de emitir criterios colectivos. Sus miembros, se sentían individuos aislados e indefensos ante grupos muy minoritarios pero agresivos, que reclamaban derechos que nadie les había usurpado. O que de implementarse, mas como prebendas que como derechos, pondrían en peligro la estabilidad de la sociedad.
Lo que ha colapsado, no son las pretensiones de unos pocos billonarios, de apoderarse del control de los estados políticos mundiales. Tampoco el fracaso se ha limitado a  complejas maquinarias políticas como el partido demócrata. Lo que realmente presenciamos, es algo de proporciones mucho más  tremebundas que eso.
Hemos experienciado un evento histórico, donde una estructura axiológica, (de valores), establecida artificial y férreamente, obligaba  a utilizar falsas premisas conceptuales, en las controversias intelectuales,  que trataban de constatar la adecuación entre  los objetivos de las estructuras del estado, y las pretensiones y preferencias de su mayoría ciudadana. El esfuerzo, que fue mucho, ha colapsado simplemente de manera total. Fue aplastada por una elemental gestión electoral.
 Los reyes han descubierto, en pleno desfile existencial, que iban racionalmente desnudos. Nada hiere más a la soberbia humana, que cuando tiene que dedicarse a cubrir sus desnudeces virtuales, que son más ofensivas que las corporales.
        La manipulada confusión mental, introducida en la cultura estadounidense, hacía imposible identificar conceptualmente, entre otras, la diferencia entre inmigración e indocumentados.
        Un país, un pueblo, hace elecciones (o debería hacerlas) para explorar caminos y alternativas, en la búsqueda integral de su destino como nación. No para legalizar movidas masivas de emigrantes, con culturas a las que, artificial y temporalmente, les habían inoculado militancia y agresividad manipulada.
        Hubo un tiempo en que los “progresistas”, (o algunos de ellos al menos) eran más sanos socialmente. Se planteaban ellos entonces (acertadamente) que la solución de las grandes masas humanas, de los países pobres, sumergidos en la miseria, debía ser la introducción de cambios radicales en las esencias de las estructuras del estado, para garantizar una satisfacción más plena de las necesidades humanas. Hoy, movilizan esas grandes masas, para convertirlos en  factores desestabilizadores, invadiendo naciones, cuyos ciudadanos, cuando tratan de establecer defensas para controlar la invasión, son tildados de inhumanos.
El concepto de “NACION” no está obsoleto, si está, como todos los conceptos, en vía de extinción desde el mismo momento en que fue concebido, en un futuro, cuando estemos transparentemente unidos, perderá su significado.
No obstante, hay quienes han creado, para provecho propio, una profesión cuyo objetivo, es alterar el desarrollo de la historia de la humanidad, mediante la producción falsificada de sucesos (guerras, revoluciones, estampidas de emigrantes etc.), que traumatizan las sociedades, lanzándolas por atajos históricos que conllevan a consecuencias desastrosas. El desarrollo natural de la sociedad y el ser humano, es inaceptable para ellos, y lo será, hasta que asuman el Poder. (Les quedó grande la pretensión)
        En algún momento en el futuro, la humanidad será solo una. Pero ello, no lo lograremos por decretos, y menos, con estrategias que fueron creadas paralelamente, para favorecer a una exigua minoria de billonarios. Es en la convivencia día a día; en la reciprocidad de la conveniencia, en la faena de vivir, en la laboriosidad mancomunada, y también en los momentos de ocio y regocijos compartidos, donde las culturas se abrazan y funden.
        Tenemos retos que enfrentar, pero solo podemos hacerlo, luego de alcanzar la madurez suficiente, y que la Historia les otorgue la relevancia necesaria, así ha sido siempre.
Miembros de nuestra especie, inducidos quizá por experiencias vivenciadas en su entorno en periodos tempranos de su infancia, o por peculiaridad de sus genes, muestran preferencias que son reflejos de esa peculiaridad involuntaria. Nos acompañan ellos, en este trayecto por el universo, y tenemos que aceptarlos, no con la resignación que ofende, sino con un sentimiento de plenitud que abrace e iguale.
 Las diferencias, no precisamente tienen que ser dañinas, pero hay preferencias cuyo ejercicio, incluso las naturales, propuestas por la biología desde la creación de la especie,  que se ejecutan en la privacidad, por dictamen cultural. No hay razón para que las preferencias peculiares de la misma índole, reclamen su derecho a ejercerse fuera del ámbito de la privacidad. La privacidad, enaltece la condición humana, al permitir  la sublimación de tendencias ancestrales, a las que debemos nuestra existencia.
Tanto habían desconfigurado nuestra percepción de la realidad, que se impone, durante un tiempo, redefinir nuestras pretensiones olvidadas, que han retomado su legalidad social convirtiéndose nuevamente en licitas. La confusión era de tal naturaleza, que los traidores, llamaban reaccionarios a las verdaderas vanguardias sociales.
Se habían enfrascado actualmente los perdedores de las elecciones, en una complicidad generalizada con todos los regímenes que, décadas atrás,  en la época en que el marxismo-estalinismo tenía cierto prestigio, se habían declarado como tales. No hubo régimen totalitario, (disimulado o no, pero todos fracasados como es lo usual), que el gobierno demócrata de los estados unidos, no le auxiliara con oxígeno económico, moral, y político. Ofrecían en un sitio, dispensas para el crimen y represión que habían cometido los regímenes afines de las llamadas izquierdas, y condenaban  en otro sitio, los desmanes que cometían, tratando también de mantenerse en el  Poder, gobiernos que se resistían a la minoría que estaban practicando exitosamente la técnica del poder mundial. La moral del partido y gobierno demócrata.
¡Era política!
Era explicable que ello sucediera. Porque la aspiración inconfesa, de los mentores del partido, es la instauración de un sistema de comunismo real, donde una facción minoritaria, se atrinchera en las estructuras modificadas del estado, lo conviertan en represivo, y desde allí, instauran una sociedad, planificada hasta el más intrascendente detalle.
Esa preferencia política, es,  al parecer, una predisposición con base genética, que sufre una laboriosa e infatigable minoria emprendedora de nuestra especie, que aparece, desparece y reaparece recurrente y persistentemente, en repetitivos e interminables intentos de asentarse para siempre.
Todas las noches, mientras la inmensa y absoluta mayoría de los habitantes de este planeta, se introducen en sus lechos, para disfrutar de la revisión de sus experiencias cotidianas y saborear con anticipación las planificadas para el siguiente día. Una reducida  jauría de seres humanos, llamadas tecnócratas van a sus mesas de trabajo, para ver cómo se apoderan de una pizca más de Poder. Son así. Están mal hechos. Están traumatizados, no tienen vida propia de la cual ocuparse, su vida, es controlar la de los demás.
Hoy, están en crisis, han quedado como unos gilipollas, incluyendo a Henry Kissinger y Zbigniew Kazimierz Brzezinski.  Va y los Billonarios que los contrataron, le  exigen que devuelvan los cuantiosos salarios, que ganaron inmerecidamente,  durante las últimas décadas.
En qué punto estamos:
Un fenómeno casi espontaneo, unas simples elecciones nacionales de un país, puso en evidencia un movimiento clandestino, que durante décadas, había desarrollado una exitosa estrategia de plantar miembros de sus organizaciones, como funcionarios de nivel de todas las instituciones políticas mundiales, operando concertados, para orientar dichas estructuras en función exclusiva de una reducidísima minoría, con una agenda nefasta. Su único afán, era saciar sus vicios de Poder.
La prensa mundial, había abandonado su función informativa, para convertirse en instrumentos conformadores de opinión, haciendo a los ciudadanos, cautivos de una cultura adulterada.
El voto que decidió, no fue estructurado, el Sr. Trump, no generó seguidores permanentes, ni posee estructuras ni cuadros políticos comprometidos con una estrategia compartida, no están unidos por sus afanes, sino por sus insatisfacciones de tipo existencial. El Sr. Trump, se manifestó, como respuesta a un cuadro de inconformidad mucho más restringido, la rebelión, se exteriorizó en realidad, contra las nefastas consecuencias económicas, de las operaciones política de una minoría que se había apoderado del estado de una serie de naciones, desarrollando una agenda paralela oculta de objetivos, los cuales, eran dañinos para los ciudadanos de las respectivas. Europa, es todavía prisionera de ese desafortunado proyecto. 
No sabemos todavía, si la experiencia del histórico triunfo electoral, es producto de un accidente de la historia, o  realmente representa un minúsculo salto en la conciencia humana, que la capacita para detectar permanentemente a esta nueva cepa de conspiradores mundiales.
Las masas que ha movilizado el Sr. Trump, son las correctas, pero las elites que ha convocado en la primera cita, para que lo secunden, no prometen que abran un frente a los verdaderos enemigos, por haber estado ellos, anteriormente comprometidos con los enemigos de hoy,.
Es cosa de observar, porque a lo mejor la Historia se comporta como un ente con criterio propio (como lo planteaba el viejo Marx, pero sin clases) y declara ineptos e incapaces a los componentes de las elites que promueven el Poder Mundial. Es sospechosa una agenda que aúpa como líderes, a personajes como Maduro en Venezuela, o los narco guerrilleros en Colombia, a Raúl Castro en Cuba, o la familia Clinton en los Estados Unidos. Esa pérdida de calidad humana en los dirigentes políticos, parece síntoma que incita a la sospecha.
La contienda electoral en los Estados Unidos, estuvo como todas las contiendas, llena de héroes, miríadas de ellos, con el Sr. Julián Assange, a la cabeza; y junto a él, todos los que a través de décadas, mantuvieron perennemente un frente abierto contra el poder de la prensa mundial de pervertir la verdad.
Se suman a los anteriores, los que ignoraron la campaña desbastadora de difamación contra los que sostenían  que existía una conspiración, y mantuvieron a pesar de ello, el dedo índice, enhiesto y acusador.
Tal vez todo es mejor así, tal como sucedió, de manera improvisada; porque el ser humano tiene tendencia a pervertir las estructuras.  Estas elites del Poder Mundial, que se dedican a generar condiciones seudo históricas falsas, no son capaces de anticipar el surgimiento  y consolidación momentánea de una fuerza, con capacidad volátil, de imponer criterios, quedando expuestas e indefensas ante ella. Va y sin saberlo, solo somos instrumentos de la Historia, que tiene su propio criterio de  lo que está bien y de lo que no, viniendo de tarde en tarde, a signalizar, como muestra de aprobación, las páginas con las que está de acuerdo, mostrándose iracunda con los que tratan de insertar en su decursar, intentos absurdos, que violentan el rumbo natural, asignado a la especie.  
Los Clinton, junto con la decena de billonarios que los acompañaban en el inmundo propósito, perdieron su momento. No obstante, queda su impronta en la política nacional y mundial.  Ya los pueblos saben que además de la irresponsabilidad en el manejo de la información confidencial, hay que estar atentos a los destinos  de la vajilla de las casas de gobierno, y a las empresas de pasaje.
Años atrás, Ortega en Nicaragua, con su piñata, había ingresado el raterismo, y el robo al descuido, en la práctica de la política gubernamental.
 La existencia de esos personajes, es explicable, lo inexplicable, es la aceptación, por parte de sus seguidores, de la existencia de estos dirigentes, con tamañas  cualidades. Nos deja el acontecer, con la impresión, de que hay elementos ausentes en nuestra experiencia humana, que nos permitirían, de estar presentes,  entender el hecho.
Un análisis frio, aporta conclusiones, netamente coyunturales y circunstanciales:
En 1995, en un evento festivo en que se celebraban cincuenta años de fundada la ONU, el Dr. Fidel Castro Ruz, trotó a través del salón, apartando a los que se interponían en el camino que lo separaba de David Rockefeller. Casi lo abraza, posando ambos finalmente, asidos de las manos,  para las cámaras de la prensa mundial.
El Dr. Fidel Castro, compartió dos días con David, en la mansión neoyorkina de los Rockefellers.
En el 2001, (cinco años después) David Rockefeller, viaja a Cuba con una comitiva de sesenta ejecutivos de sus instituciones mundialistas, y siguiendo la acostumbrada política de encubrimiento estúpido de la diplomacia americana, se hace acompañar por nietas y amigas de las nietas, para descaracterizar a la visita de propósitos institucionales. Los anales de ambos encuentros, solo citan los contenidos idiotas. La sustancia, hasta el día de hoy, permanece en el secreto. (WikiLeaks no existía cuando aquello).
La condición de tropical y caribeño del Dr. Fidel Castro Ruz, disminuye un poco por prejuicio étnico geográfico, su estatura y talla como dirigente. Pero si se tiene en cuenta las repetidas veces que convulsionó el mundo, enquistado en su pequeña isla, con apenas diez millones de habitantes, debemos aceptar su excepcionalidad aun entre los miembros de las grandes ligas políticas. Esta apreciación, es reforzada por lo exitosa de su gestión, para permanecer de manera inamovible en el Poder. Dicho mérito, es incrementado por el hecho de que su genialidad política, fue siempre acompañada por una ineptitud de índole supina para la gestión económica-administrativa. Su pueblo, sufrió perennemente de miseria, mitigada a veces por la práctica de una mendicidad internacional, que no lo abochornaba, ni a él, ni a sus seguidores. La miseria, es una cualidad endémica de los sistemas marxistas-totalitarios. El régimen apetecido por los Rockefeller y los Clinton, disfrutará también de esa cualidad.
Si se le mide por la talla de los enemigos, a los que no venció, pero si sobrevivió, su tamaño se agiganta, debido a los enfermizo de la Historia de nuestra especie, pero es esa Historia, la que brinda los parámetros para la medición que estamos haciendo,
Ni Stalin, ni Hitler, ni Churchill, ni ningún otro dirigente político, tiene cualidades que se pueda argumentar superan la del Dr. Fidel Castro.
Llegamos a las vísperas del segundo milenio de la era cristiana con la presencia de una elite multi billonaria, y personajes de primer nivel de la farándula político mundial, que han sido subrepticiamente concertada por varios personajes, entre los que se destaca David Rockefeller, en una laboriosa tarea de décadas; para comprometerla  en un proyecto político, que implica la instauración de un gobierno mundial, dirigido por el resumen de todas las oligarquías y tecnócratas del planeta.
Keynes, Marx, y Lenin, se funden en la cabeza de esos dirigentes y sus seguidores, que creen poder excluir a Stalin de la convocatoria ideológica.
Mientras que la propuesta política que están incubando, necesita de factores agresivos para su ejecución, el perfil psicológico de los conspiradores, tiene las dosis indispensables de conservadurismo que exige el universo de los negocios. Rechazan cualquier crimen, con el que se pudieren ver directamente conectados, aceptando y promoviendo, solo aquellos crímenes indispensables, cuya responsabilidad, su prensa, es capaz de atribuirle a otros.
Durante décadas, el proyecto prospera ininterrumpidamente, desarrollando un Poder latente, que solo se manifiesta a través de una monstruosa influencia en el acontecer mundial, que  va despegando a los pueblos, de su capacidad de influir en el rumbo de la sociedad que los acoge.
Finalmente ocurre un embotamiento, por crecimiento descontrolado del poder, que ante la imposibilidad de poder manifestarse, comienza a producir facciones (en principio inadvertidas). Las elites, cada una de ellas piloteando su cabina de poder, amenazan con colisionar.
Es, en ese punto de la Historia, donde el Dr. Fidel Castro Ruz, navega por el salón donde se celebra el aniversario de la ONU, para producir el estrechón de manos y de ideas con David Rockefeller.
No sabemos que figuras disfrutaron de la estadía de dos días del viejo guerrillero en la mansión de los Rockefellers. Pero de seguro  que este desplegó su arte. En definitiva, él era bueno no solo para seducir a las masas, conglomeradas en las plazas de sus ciudades. Aquellos ricachos políticos improvisados, jugando juegos de Poder, sin querer correr riesgos,  ni manchar su reputación, serian también fáciles victimas del líder superdotado. En esos dos días, desplegó las premisas de su teoría y estrategia política, que demostraban que las vísperas inmediatas del asalto al poder mundial habían arribado.
 Deben haber establecidos   acuerdos, compromisos, y premisas básicas, así como canales permanentes de comunicación, y el Dr. Castro debe haber garantizado, que  instruiría  una elite en los pormenores de la estrategia.
Cinco años después, luego de continuos intercambios de impresiones, David Rockefeller arribó a la isla, con su comité ejecutivo del Poder Mundial.
El resto, es historia más reciente.
        El presidente Obama toma el Poder en los Estados Unidos, y en determinado momento pone sobre la mesa un juego de cartas inacostumbrado, que ni los políticos, ni el pueblo, están acostumbrado a jugar. El desarrollo de los acontecimientos, adquiere un ritmo que no permite organizarse a la oposición, (parte de la oposición, está comprometida con las mismas estructuras políticas que son las que están provocando los cambios a través del gobierno). El pueblo siente que ha quedado sin respaldo institucional.
A la par, en América Latina, elites somnolientas, despiertan con bríos sorprendente, convocadas por el viejo guerrillero, que viene a cobrar favores viejos, y apoyos añejados.
La OEA se reorientó políticamente, los Estados Unidos se replegaron en su papel de líder ideológico del continente, y los grupos identificados como de izquierda radical, son subvencionados, en muchos casos, por fuentes desconocidas. Cuba comienza a actuar como Metrópolis ideológica, cobrando gabelas políticas a Venezuela, que dilapida el resto de la riqueza de su pueblo, en subvencionar el resurgir neo imperial ideológico  en el área.
        El desenlace, parecía  inevitable, sin embargo, comienzan a aparecer síntomas de que la estrategia está simplemente abortando.
        Los gobiernos radicales en los países más ilustrados, del continente americano, empiezan a quedar evidenciados como ladronzuelos desesperados, y a perder las elecciones.
En Europa, los ingleses, el pueblo con más larga tradición parlamentaria, rechazan su participación en el proyecto de la Unión Europea, porque descubrieron que estaban gobernados por organismos a los que no podían presionar como votantes ni como ciudadanos, y que los  ignoraba como nación.
             En Colombia, el esfuerzo de la guerrilla narcotraficante, por tomar el poder mediante procedimientos democráticos, aborta por el fracaso de un plebiscito popular, cuando el pueblo descubre, ilustrado por  sus dirigentes demócratas, que los crímenes cometidos, iban a quedar impunes, dejando abierta las vías, para que volvieran a repetirse.
        Finalmente en los Estados Unidos, ocurren los sucesos  narrados al inicio de este escrito. Las elites, entusiasmadas infantilmente con lo que parece un triunfo absoluto e inmediato, tal vez sufriendo el entusiasmo inoculado por el  viejo guerrillero, se lanzan festinadamente, en lo que parece ser el último asalto contra la institucionalidad, que protege al pueblo de sus desmanes. Pensaron saciarse.
De lo único que lograron hartarse, es de derrota y fracaso.
        No  se van a rendir, volverán de nuevo a las trincheras, renqueando y malheridos, les queda el dinero, trillones. Se resisten a que solo pueda servirles para comprar bisutería en los purgueros. Ellos ven en el dinero una herramienta de Poder, y quieren usarla.
        El viejo guerrillero no los engañó, pero tampoco se lo dijo todo. Les ocultó, que para apoderarse de la conciencia del “ser” de los humanos, hay que salpicarse de sangre. Sin niveles de criminalidad, el proyecto no tiene probabilidades de factibilidad. Y aun así, el éxito, no está garantizado para siempre.
        Se ha desatado una ola de violencia en los Estados Unidos, por parte de los perdedores, impugnando el resultado de las elecciones. Era de esperarse, los promotores del Poder Mundial, no tienen ideología, solo propósitos de control y dominio, adaptables a cada situación.
        El éxito de su reclutamiento, es la cantidad de dinero que distribuyen, y los recursos de los estados de los que se apoderan, los cuales ponen de inmediato a su propia disposición, (Mr. Obama incluido).
        No tienen ideales motivacionales, (ni malos, ni buenos), no hay polea ideológica que impulse a la acción. La violencia, es un razonamiento extremo, es la conclusión sin el argumento. Debemos esperar más violencia por parte de ellos.
El Sr. Trump, es simplemente una transición. La única alternativa disponible, eso, la califica como buena. Trabajemos en ella, porque el infierno sigue ahí, al pasar la página.
En política, con lo que discrepan las partes, es con las soluciones que se brindan. En la detección e identificación de los problemas que hay que resolver, usualmente hay unanimidad.
Disfrutamos la inconmovible convicción de que el ser humano, tiende a la libertad. Aun a pesar de  nosotros mismos.
Pedro Fraga Miami 11/20/16


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