viernes, 14 de junio de 2013

ENTRE AROMA DE CAFE HUMEANTE

ENTRE AROMA DE CAFE HUMEANTE

Hoy me siento a escribir para permitirle, a esa mujer inquieta y soñadora, la oportunidad de darnos su opinión con respecto a los amaneceres de la vida. Tengo que aprovecharla hoy ya que este amanecer lluvioso es propicio para las conversaciones íntimas.
La invito a un café mañanero para que, en medio de su aroma y exquisitez se sienta en confianza y nos hable de sus amaneceres. La oportunidad no puede ser mejor, el tiempo se torna gris y frío, no hay para donde ir sino sentarse a disfrutar ese cafecito humeante y de una buena charla.
Empieza a conversar diciendo:
Los amaneceres del amor… estos tienen diversos significados y sentimientos, romántica como soy siempre espero que el próximo sea mejor que el anterior. Me he levantado muchas veces, bien temprano, cuelo un cafecito y me pongo a ver la televisión, a oír las noticias del día. En otras ocasiones, cuelo el cafecito, es algo que siempre aparecerá en mis amaneceres y sueño con cosas por hacer, en las que no hice y en las que me gustaría emprender. Los mejores amaneceres son cuando en mi cuerpo ha quedado impreso el olor de los placeres del amor. La sonrisa amanece primero que yo. Cuando abro los ojos es ella la que me saluda y revolotea por todas partes, con ese cantar suyo que hace que las paredes tiemblen de placer y que el cafecito de ese día me sepa a gloria.
También hay amaneceres con el matiz de esta mañana gris y fría, silenciosa y peligrosa a la vez. Al decir esta frase, se levanta y observa através de la ventana y me dice: fíjate en esas nubes que amenazan con desgranarse sobre nosotros, dando la sensación de que será fuerte. Es el efecto que me invade cuando mis amaneceres son sombríos. Aprovecharé este momento para explicarte ¿Qué es un amanecer envuelto en una nube gris?
En el amor no hay edades, es una frase muy trillada pero tan cierta como que se aproxima una tormenta en este momento. Yo he querido vivir apresurada, como persiguiendo fructificar al máximo lo que se me ofrece, ¿porqué? Será que siento que las cosas hay que vivirlas con pasión y entrega total. He tenido mis amaneceres en soledad, callados y rutinarios. Otros en la compañía de mis seres queridos. La voz de los niños recorriendo cada rincón de la casa y sus constantes “no quiero comer, quiero jugar” esos son amaneceres hermosos y llenos de paz.
Existieron amaneceres sobre una hamaca, rodeada de otras hamacas que se balanceaban al compás del Ferri y ese olor a mar exquisito que me llenaba los pulmones de salud. He amanecido guindando en una hamaca, debajo de un camión y con toda su incomodidad ha sido un lindo amanecer, porque en ese momento era el lugar donde quería estar.
He amanecido vigilando la fiebre de alguno de mis muchachos y la sorpresa de percatarme que cada vez que les subía la temperatura a grados casi 41, al otro día podía observar que habían crecido unos centímetros. ¿No me lo crees? Qué lástima que no está el padre de ellos para corroborar lo que te estoy diciendo. He amanecido en un sitio nocturno bailando y cantando con los amigos y menos mal que lo hice porque ahora no me pueden echar cuentos.
Si me das más café, segura estoy que te sigo comentando de otros amaneceres en mi vida.
Con otro café aromático, se coloca en posición de loto y abriendo los ojos como buscando su memoria, que casi se le escapa por entre sus cabellos ya encanecidos, me dice: -Oye lo que te voy a contar, existió un amanecer que me marcó  y que a pesar de los años transcurridos no lo he podido olvidar. Siendo yo pequeña, mamá nos había dicho que para el próximo fin de semana iríamos a la playa. Eso era suficiente para que los días que faltaban no pudiera dormir. Cuando llegó el día anhelado me levanté a las 5am, todo estaba oscuro y silencioso. Mi madre y hermana seguían dormidas, igual empecé a prepararme. Con mi traje de baño puesto y las cosas playeras me senté en la sala para esperar que Mamá se despertara. No fue necesario que apareciera porque se había soltado un aguacero tan fuerte que lo único que entendí era que no iría a la playa ese día y con la misma me acosté llorando por tan mala suerte y desde ese día mi madre y hermana no volvieron a decirme cuándo saldríamos para la playa alegando que yo era la culpable del aguacero, es decir la pavosa. Fue un amanecer muy triste porque de allí en adelante me quedó el estigma de no ilusionarme mucho cuando tengo alguna salida y espero con calma, supuestamente- ella guiña un ojo con picardía- a que llegue el día.
Ahora te contaré de amaneceres bonitos. Uno de ellos fue cuando Mamá nos llevó a un apartamento y nos dijo que ese era nuestro hogar y que nadie se podría meter con nosotras. Mis amaneceres eran estupendos, sobre todo los de los domingos porque  nos preparaba un delicioso desayuno y nos permitía, solo ese día, comer sentadas frente al televisor para ver los cuentos de hadas de Walt Disney, esos sí eran amaneceres hermosos.
También me encanta amanecer cerquita del mar, tan cerca que pueda verlo por mi ventana, aunque me gustaría aun más, que al abrir la puerta de la casa en 3 pasos estuviera entrando al mar. Ese si es un sueño, ¿no crees?
Amaneceres románticos, aquellos que sin abrir los ojos, con solo el tacto sienta a la persona amada acurrucada a mi lado y que al despertar me regale una sonrisa de amor y placer. Recientemente los he tenido y los he atesorado. Baja la vista para que no note que sus ojos se humedecen.
Puedo decirte que la vida con ese aditivo llamado ilusión es la mejor forma de vivir pero pienso que debe ser todos los días, no de un día sí y el otro no. Cuando nos unimos para estar en pareja no concibo que entre ellas existan paredes y si se está construyendo una averiguar el motivo y entre los dos echarla abajo. Disculpa no estábamos hablando de desilusiones sino de amaneceres.
Volteo hacia la ventana y me doy cuenta que el sol se hace paso por entre las nubes y sus rayos empiezan alumbrar los caminos. Es el momento de levantar el alma y seguir en la lucha por una vida llena de ilusión y amor. El café se terminó y mi amiga, con su mirada dulce me indica que pronto nos veremos para seguir comentando sobre otros temas importantes. La veo alejarse pero estoy segura que volverá por ese delicioso café y una buena conversación.
Carmen Pacheco
14 de junio de 2013}

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