domingo, 23 de febrero de 2020

NO TODO SE DEBE CARGAR SOBRE EL GOBIERNO


 
A LA ATENCIÓN DE FRANK

No todo se debe cargar sobre el gobierno

La espiritualidad prohibida No. 524

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De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo


Las consecuencias de una centralización extrema de la sociedad…

Félix Sautié Mederos
DXXIV
En muchas ocasiones, no se miden todas las consecuencias que en el tiempo pueden manifestarse en relación con las decisiones gubernamentales de procedimientos en general y/o legales que en un momento determinado adoptamos, así como con los métodos y hábitos de trabajo que, apremiados por los problemas del momento, nos vemos obligados a poner en práctica. En tales circunstancias acuciantes, tenemos que adoptar soluciones y métodos de trabajo que en ese tiempo son imprescindibles; pero que muchas veces después no somos capaces de cambiarlos, cuando ya no son necesarios ni apremiantes y/o se convierten en contraproducentes con las nuevas circunstancias surgidas o creadas. Entonces lo que ayer fue útil y necesario hoy puede resultar dañino y en ocasiones especialmente dañino.
Este es un asunto que constantemente se nos presenta. Comprendo que, desde hace muchos años, casi desde los principios de la Revolución triunfante de 1959, estamos amenazados por un bloqueo criminal del “norte revuelto y brutal” que nos desprecia y que quiere destruir a la Revolución, lo que nos ha obligado a actuar en régimen casi permanente de “plaza sitiada”. Esas circunstancias han sido y son determinantes para algunos problemas que bien pudieran considerarse efectos secundarios; pero también tienen que ver con otros que se han convertido en estilos de trabajo, de análisis y/o de apreciar las circunstancias y ver los problemas con una mentalidad exclusivamente defensiva, que han devenido hábitos casi viciosos en el tiempo, porque, además, nos impiden actuar en consecuencia dialéctica con lo que de momento se requiere. Muchas veces la ofensiva es una fórmula más efectiva para la defensa. Parafraseo a nuestro Apóstol José Martí cuando expresó que en cada momento debe hacerse lo que en cada momento se requiere.

En este orden de cosas, sucede que los dogmáticos y los detenidos en el tiempo se convierten en voceros y propugnadores de esas decisiones mantenidas a ultranza, así como de esos métodos y hábitos obsoletos de conjunto con una fuerte oposición a cambiar todo lo que deba ser cambiado. En mi criterio, en estas circunstancias detenidas en el tiempo, para enfrentarlas adecuadamente es preciso entender el movimiento como lo esencial de la vida y ser consecuentemente dialécticos para ponernos a la par de lo que la vida nos va presentando en su transcurrir en el tiempo por encima de cualquier estancamiento.

Desde la época de la filosofía clásica griega, Heráclito planteó la clave esencial para entender las esencias básicas del movimiento que en la vida lo afecta todo, cuando expresó que, “no te bañarás dos veces en el agua del mismo río”. Pero en el día a día, hay cuestiones que, aunque podamos definirlas y apreciarlas conceptualmente, en muchas ocasiones no somos capaces ni consecuentes con lo que expresamos en lo conceptual y no lo ponemos en práctica en nuestro quehacer cotidiano.

Comprendo que es difícil este ejercicio del pensamiento, cuando las circunstancias y el tiempo nos apremian con una exigencia de vida o muerte como se desprende de las agresiones que a diario recibimos, así como del Bloqueo criminal y de la Guerra económica que se mantienen sobre nuestro país cual Espada de Damocles. Pero si nos detenemos por un momento en las profundidades de los objetivos que el enemigo se propone con sus actuaciones, de seguro que vamos a comprender adecuadamente que siempre será necesario ver las cosas que tenemos que hacer en su proyección en el tiempo sobre la base esencial del movimiento. Es de ahí que en todo serán en igualdad de importancia tanto la táctica necesaria en el momento en cuestión como su estrategia en el desenvolvimiento del devenir del tiempo. Precisamente por lo apremiante que es enfrentar el bloqueo, la guerra económica y las agresiones constantes, a la vez se hace más imprescindible la profundidad del análisis.

Comienzo con estas consideraciones filosóficas que considero determinantes para exponer el objetivo esencial de este capítulo de La Espiritualidad Prohibida, que es plantear un problema de concepto que considero de una fundamental importancia en estos momentos cruciales que estamos viviendo. Me refiero a una concepción muy generalizada, podría decir que casi unánime, de considerar que todo se nos tiene que resolver en y por las instancias gubernamentales; empobreciendo la necesidad de participación activa del individuo en la sociedad y sus posibilidades creativas. Parto, en consecuencia, de que las responsabilidades, por no decir culpabilidades de esta concepción que quiero calificar como errónea, no es específica que se le pueda asignar a la población en su conjunto. Las concepciones al respecto de la población no son causas específicas, sino consecuencias, y paso a explicarme.

En mi opinión muy personal, que quiero expresar con toda la crudeza y que considero necesaria, se debe a varios factores esenciales que de conjunto han actuado decisivamente sobre la mentalidad y la voluntad de la población.
En primer lugar, como ya expresé desde el principio, podemos encontrar que es una consecuencia que forma parte de un daño colateral de la política de “Plaza Sitiada” que ha determinado la necesidad de centralización del uso de los recursos y posibilidades.

Por otra parte, el dogmatismo que ha caracterizado al socialismo real ha determinado límites de referencia muy estrechos para el desarrollo de la actividad individual y la creatividad de las personas, a veces excluyentes y prácticamente nulos, al punto extremo de tener prohibido casi todo y de necesitar una aprobación expresa para realizar todo lo “prohibido” que podría hacerse, incluso en favor del propio sistema. Los burócratas se han encargado del desenvolvimiento cotidiano de esta práctica centralizadora, al punto de calificar despectivamente como “electrones libres” a quienes se propongan actuar por su cuenta en los problemas que les conciernen y que ellos deberían resolver, así como obviar por completo sus posibilidades de libre actuación.

El desenvolvimiento de la economía se ha desarrollado sobre la base de una gestión altamente centralizada, siempre en espera de las orientaciones de “arriba”, tal y como se expresa popularmente. La planificación central ha dejado poco espacio a la iniciativa local y/o individual, con cifras directivas abarcadoras y centralizadas de todo lo posible y lo necesario, dejando prácticamente nulas las iniciativas locales e incluso los criterios específicos de las empresas, que son las que tienen que actuar en consecuencia en el desenvolvimiento cotidiano de la economía en la base. Se ha desarrollado lo que se ha dado en denominar una “economía de ordeno y mando” siempre a la espera de orientaciones, que según lo declarado actualmente se intenta resolver con la autonomía y autoridad concedida a los municipios en la nueva Constitución 2019; pero para lo que estoy planteando el daño ya está hecho, hay una mentalidad forjada de que todo se tiene que resolver por el Gobierno.

Personalmente tuve una experiencia concreta en mi época de director de la Editorial José Martí de Publicaciones en Lenguas Extranjeras, en un año que en las cifras directivas del Plan a la Unidad Presupuestada de la Editorial, se asignaron una cantidad de serruchos, herramientas para los encofradores de la construcción que para nada eran necesarios a una Editorial. Recuerdo que el número de aquellas herramientas fue significativo e incluso posteriormente los tuvimos como inventarios en desuso. Al ser una unidad presupuestada no nos fue posible que se quitaran esas cifras del plan. Así las cosas, entonces. La planificación central en especies llevada al más alto grado de centralización en realidad ha devenido una traba para el desenvolvimiento económico del país.
Además, se ha magnificado la acción de las orientaciones de los dirigentes de primer nivel al punto de muchas veces convertirlas en una especie de palabras mágicas o mantras, que algunos se dedican a repetirlas reiteradamente sin decir cómo lograrlo y sin aportar las necesidades de recursos e incluso de métodos de trabajo para alcanzarlas. En general, se repite y se repite que hay que producir más, alcanzar más productividad, tener mayor sentido de pertenencia y de disciplina social. Todas necesidades obvias, y el problema no está en enunciarlas, sino en destrabar lo que sea necesario y resolver los recursos básicos que se necesiten para ponerlas en práctica.

En estas circunstancias esenciales, se ha acostumbrado a la población de que todo se tendrá que resolver desde arriba, con muy poca operatividad concreta que no sea la orientada a los que deben actuar desde la base.
Un ejemplo importante está en las viviendas de las personas, pues para su reparación, para la solución de los problemas internos que se les presente, se ha partido en que es el Estado quien tiene que resolverlo todo; aunque actualmente esto está en una evolución positiva, pero como ya he expresado el daño ya está hecho en las mentes de las personas que ahora habría que cambiar. Esto con la autorización del trabajo por cuenta propia, ha posibilitado que muchos de esos problemas puedan resolverse por el esfuerzo propio. Pero lo que se establece en las mentes de las personas no es fácil de cambiar, en general se espera por una solución desde arriba.

En este sentido, el intelectual revolucionario Joaquín Benavides, de larga raigambre y participación en distintas responsabilidades de primer nivel en la Revolución, recientemente publicó un enjundioso y detallado artículo en relación con el empleo en Cuba, con argumentos y datos en mi criterio irrebatibles, así como la expresión de las cosas que se deben destrabar al respecto de esta importante actividad económica. Su título breve; lo enuncia todo “El empleo en Cuba”. Lo recibí por correo electrónico, pero también ha sido publicado por Habana Insider: Arte|Cultura|Ideas (El Placer Del Slow Reading, febrero 6, 2020/ La Habana, Cuba/ Edición 1316/ ISSN en proceso). Tengo además un muy interesante comentario a ese artículo de Benavides que también recibí por correo electrónico y que dice mucho de su contenido y que por su brevedad lo puedo reproducir íntegramente porque tiene que ver muy especialmente con lo que estoy planteando en esta entrega de La espiritualidad prohibida. Cito pues:
Joaquín: Estoy de acuerdo con tu criterio. Compañero y amigo, es una realidad que siempre estaremos chocando: con mentalidades que temen a los cambios, que tienden a poner arreos a las iniciativas no estatales, aunque estas respondan a una forma de producción social como es el caso de las cooperativas. Si esas mentes se convierten en freno, deben dar paso a tomar acciones drásticas. Se observa algo muy favorable, hay voluntad política en la alta dirección dispuesta a destrabar. Joaquín… ambos somos veteranos, sabemos que ciertamente han sido muchos años habituados a formas de dirección excesivamente centralizadas, ejercidas desde los ministerios, caracterizados estos por ser más ejecutores que rectores ramales, practicándose en muchos niveles incluso territoriales, el ser ‘juez y parte’; individualmente, hay actores que juran ‘cambiar lo que debe ser cambiado’, pero que no lo concientizan y lo practican, creen o gustan de recetas que si ayer se justificaron hoy no proceden, porque todo lo que se mueve es dialéctico. El inmovilismo conduce a convertirse incluso en palos en la rueda del desarrollo, como es así se justifica apartar si no lo hacen por convicción propia. Cordialmente Lic. Dionisio Andrés Soto Arado. Economista-comunicador social-gestor de alojamientos-combatiente LCB.
En este orden de cosas, considero muy importante y con los pies muy bien puestos sobre la tierra, como se expresa popularmente, la iniciativa que ha planteado el presidente Miguel Díaz-Canel de hacer un Banco de Trabas, al respecto de lo cual he planteado mis comentarios en mis anteriores artículos, aunque considero no es ocioso citar lo planteado por el presidente, nuevamente, por la importancia que le concedo y cito textual:
[…] trabajar en un ejercicio de pensamiento colectivo, y tratar de tener un banco de situaciones en las cuales hay trabas, en las cuales puede haber burocracia, en las cuales hay decisiones que tenemos que actualizar, para entonces con este banco de problemas, poder empezar a buscar los caminos, desde la gestión del Gobierno, con los cuales podemos ir eliminando, destrabando, ir soltando esas amarras […] Además también expresó que: pidió a los miembros del Gobierno que están participando en estos recorridos […] que todos soliciten a los ciudadanos la explicación de estos asuntos que más le inquietan, y que todo el que pueda hacer una propuesta la haga en aras que sea tenida en cuenta.

Precisamente, lo que expresa Joaquín Benavides en su artículo antes mencionado y el comentario de Dionisio Andrés Soto constituyen, en mi criterio, una respuesta concreta al planteamiento del presidente de solicitar opiniones de la población sobre las trabas que tenemos que destrabar, valgan las redundancias del término.
En este sentido, lo que planteo al respecto sobre que no todo se debe cargar sobre el gobierno… y de que cargarlo es parte esencial de “las consecuencias de una centralización extremas de la sociedad…”, constituye la continuación de mis respuestas a los planteamientos que nos ha expresado Díaz-Canel de que nos manifestemos con criterios y respuestas concretas a esa muy importante convocatoria que nos ha planteado.
Una idea específica de lo que se puede hacer sobre el tema en cuestión, ha surgido como iniciativa en un debate en el blog Segunda Cita de Silvio Rodríguez, en el sentido de plantear una movilización en La Habana para que la población pueda aportar recursos para las obras de salvamento de las edificaciones habaneras que se encuentran en estado crítico de conservación, en lo que se ha dado en llamar por los técnicos como una “estática milagrosa”, pero que en ocasiones se producen derrumbes, como uno que recientemente nos conmovió por la caída de un balcón sobre unas niñas que caminaban por el lugar y que, en mi opinión, se deben depurar responsabilidades específicas al respeto de ese hecho. Esto se ha planteado como una fórmula concreta de concientización de la población sobre todo lo que tenemos que hacer en la capital cubana para salvar muchas de sus instalaciones, en apoyo masivo a la ingente obra de restauración que realiza la Oficina del Historiador de La Habana encabezada por el entrañable Eusebio Leal.
En mi criterio, la iniciativa en cuestión, es una fórmula concreta de trabajo político e ideológico sobre las conciencias de los habaneros, ya que los hechos son que en La Habana, en el presente, vivimos, confrontamos un serio problema con muchas de sus edificaciones, incluso algunas patrimoniales, y que haya sido por lo que haya sido, ahora tenemos que enfrentar el problema de su recuperación en lo que sea realmente posible. Debemos hacerlo como en las luchas históricas que ha desarrollado la Revolución cubana desde Yara a la fecha; ha de ser una obra de todos. Considero que es obvio ver que el problema a que nos enfrentamos es muy grande y que con solo estas iniciativas no se podrá resolver, pero cuando las leí, me recordé algo que ideológica y políticamente lo considero esencial, y son los criterios y la práctica ejemplar del Che al respecto de la importancia que tiene el trabajo voluntario.
Tal y como se ha expresado al respecto del trabajo voluntario, tenemos que el Che expresó en diversas ocasiones su profunda convicción de que el trabajo voluntario era una poderosa herramienta para formar ideología y contribuir a neutralizar la actividad contrarrevolucionaria. Es una acción ejemplar que nos legó el Che de actuar sobre la conciencia de la población, animándola activamente a la participación de todos en la construcción del socialismo. Por lo que considero que el retomarla con fuerza, esta iniciativa planteada ha de ser un factor esencial para recuperar al máximo posible la recreatividad individual y colectiva y tomar un nuevo aire de apoyo a la gestión del Gobierno de las nuevas generaciones formadas por la Revolución, que tiene sobre sus hombros la compleja responsabilidad de darle continuidad al proceso revolucionario cubano, frente a una agresividad multiplicada del imperialismo que pretende aprovechar estas circunstancias para darle un jaque mate a la Revolución.
Es, en consecuencia, que considero que realizar una actividad tan importante como es el salvamento del patrimonio urbano de La Habana, capital de todos los cubanos en sus 500 años de vida, tiene un especial valor ideológico de acción específica más allá de lo tradicional y rutinario del trabajo político. Está claro que esa obra es monumental dado el deterioro también monumental y las necesidades técnicas, de recursos y de trabajo que exigen aportes también monumentales, pero darles participación a las masas en este empeño es actuar en concreto sobre la conciencia revolucionaria y la responsabilidad de que la Revolución es una obra de todos.
En la Historia de Cuba la participación popular es una tradición; debo recordar que el primer monumento a José Martí en el Parque Central de la Habana se hizo con una recaudación pública del pueblo, y que la reparación de la Casa de José Martí, en vida de su mamá doña Leonor Pérez, también se adquirió por colecta pública, en la que participó el pueblo en general. En los primeros años de la Revolución triunfante, muchas grandes tareas se lograron al ritmo del trabajo voluntario y especialmente el Che fue un adelantado y ejemplo personal de la importancia que tiene el trabajo voluntario en la conciencia de las masas. El Che tuvo la iniciativa de comenzar sus concepciones sobre la importancia del trabajo voluntario en el Caney de Las Mercedes, en 1959. Aquella idea surgió para construir una Ciudad Escolar para 20 000 niños hijos de campesinos de la Sierra Maestra, que se convertiría, a decir del Che, en “un símbolo permanente de la alianza obrero-campesina donde se asienta nuestro Poder revolucionario’’. 
Además, en estos momentos hay algunos grupos de jóvenes que voluntariamente se han dedicado a limpiar las playas y los fondos del mar; es una acción de voluntariado muy útil y muy ejemplar que habría que estimular consecuentemente.
En esto siempre hay respetar los límites de referencia de una actividad, en la que no se deben emplear indiscriminadamente los recursos al punto de hacerla improductiva, como a veces ha sucedido. En consecuencia, lo esencial es la acción sobre la conciencia en el sentido práctico de que la Revolución es una obra de todos. El Che fue un adelantado y un ejemplo permanente de su importancia. Al respecto, podrían determinarse algunos objetivos posibles en la reconstrucción de La Habana y financiarlos por una convocatoria pública. Así se podrían emitir bonos de donación en dinero con la seriedad que tienen los sellos de correos y no con colectas anotadas en una libreta. Estos bonos serían puestos a la venta en correos y estanquillos para dedicarlos a objetivos concretos en cuentas bancarias oficialmente establecidas. También podrían emitirse bonos para entregar por tiempos de trabajo voluntario a los participantes en esos determinados objetivos, que sirvieran de testimonio vivo de su participación más efectiva. Son ideas y experiencias surgidas del debate que por demás no son nuevas, para enfrentar esa tendencia de esperar que el Gobierno tenga que ser el que lo resuelva todo, sin poner en juego la participación directa y la responsabilidad directa del pueblo en la solución de sus propios problemas.

Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Continuará.
Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme, criterios, opiniones y preguntas: fsmederos@gmail.com
Publicado en UNICORNIO Suplemento de ciencia y técnica de Por Esto! y en la Sección de especiales del periódico Por Esto! de Mérida, Yucatán, México, el


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