sábado, 28 de septiembre de 2019

BUENO, HABLEMOS DEL INODORO

Ciro Bianchi Ross (cirobianchiross@gmail.com)To:you + 27 more Details
-APUNTES DEL CARTULARIO

Ciro Bianchi Ross

Bueno, hablemos del inodoro

No se ponen de acuerdo los especialistas con relación a la fecha en
que empezó a utilizarse el inodoro en Cuba.  Algunos de esos autores
aseguran que los primeros inodoros se instalaron en la Isla  en 1887,
en el edificio que ocupaba entonces el Muy Ilustre Centro Asturiano de
La Habana, como se le llamaba en la época y después. Eran de
fabricación inglesa y no tenían nada que ver con los de ahora. Se
confeccionaban de hierro fundido, tenían forma de embudo y el agua se
depositaba en una caja de madera forrada de zinc. Esa caja estaba
situada en lo alto, bien separada de la taza, pero conectada con ella
gracias a un tubo y se descargaba al tirarse de una cadenilla. Se dice
que la directiva de los asturianos invitó al Capitán General a conocer
tan prodigioso invento, que antecedió a los inodoros llamados de
tanque alto,  y que el hombre, estupefacto, solo alcanzó a murmurar:
«Magnífico, pero se extraña el olorcito».
    Otros especialistas, en cambio, afirman que ya en 1884, esto es, tres
años antes del inodoro del Centro Asturiano, se publicaban en la Guía
de La Habana el anuncio de dos establecimientos que se dedicaban a la
venta e instalación de ese tipo de aparatos. Aparatos, digámoslo de
una vez, modernísimos para la época y más aún para una pequeña isla
del Caribe. Inodoros de los llamados de arrastre, no de hierro
fundido, sino de cerámica, la entonces última invención de la técnica
en ese campo que revolucionó el mercado de su tiempo y que llevaban,
en esa fecha —hablo de 1884— muy poco tiempo comercializándose en un
país como Inglaterra.
    Fue también en esa época, más o menos, en que comenzaron a azulejarse
las cocinas y los cuartos de baños cubanos. Antes empezó a utilizarse
el ascensor.  El primer establecimiento hotelero  dotado en la Isla de
un elevador hidráulico fue el Hotel Pasaje. Un edificio de dos plantas
construido hacia 1876 por la familia Zequeira y Zequeira.
    Ya no existe ese hotel. Se derrumbó a comienzos de los años 80. Yo,
que alcancé a verlo funcionar como hotel, lo vi degenerar a cuartería
como a otros hoteles de la zona  y por esas cosas de la vida me tocó
también  verlo caer.  En el espacio que ocupó se construyó la sala
polivalente Kid Chocolate. Su frente daba al Paseo del Prado; el fondo
salía a la calle Zulueta, y a lo largo del hotel, entre las vías
mencionadas y con salida a ambas calles, corría una galería o pasaje,
de ahí el nombre de la instalación, cubierta con una estructura de
hierro y vidrio y que daba cabida a no pocos establecimientos de
comercio y servicio, entre ellos la editorial Flérida Galante, de
libros pornográficos.  Lucía esa galería en sus dos  umbrales sendas
arcadas monumentales. De ahí que se hablara de los arcos del Hotel
Pasaje.
    Esa galería cubierta del Pasaje, dice Carlos Venegas, «se convirtió,
a pocos metros del Parque Central y contigua al teatro Payret, en uno
de los sitios más representativos de la ciudad». Precisa  el
mencionado ensayista que el resto de los hoteles del reparto llamado
de Las Murallas no se concibió con sentido tan innovador. Añade
Venegas: «En general, la estructura de la vivienda tradicional, con
sus patios centrales e hileras de habitaciones, era capaz… de
adaptarse a hotel.
    Así sucedió con los edificios que albergaron a dos de los más
relevantes hoteles del reparto: Saratoga y Quinta Avenida.
¿Un hotel con el nombre de Quinta Avenida en los límites de Centro
Habana y La Habana Vieja? Existió, no lo dude. El Hotel Quinta Avenida
se  ubicaba en Dragones esquina a Zulueta. El edificio muy dañado,
pero quizás recuperable, se  conserva todavía. Otro hotel se edificó
en Teniente Rey entre Zulueta y Monserrate. Se llamó, primero,
América,  y más tarde Gran Hotel, el nombre con que lo conocí en los
años 60. Recuerdo de entonces los sólidos sillones de su portal y el
cartel lumínico que anunciaba que la instalación disponía de cien
habitaciones con baño.
  Del edificio del hotel Saratoga, en Prado y Dragones, se conserva
solo la fachada. El resto se construyó de nuevo. La edificación
original, de 1879, tenía tres pisos. Uno destinado a tiendas y
almacenes; otro daba cabida a cuatro casas de vivienda o apartamentos
para alquilar, y el otro acogía a un hotel o casa de huéspedes con 43
habitaciones y un comedor.
Todo ese se unificó y en ese inmueble se instaló, en 1933, el Hotel
Saratoga, que ocupó hasta ese momento el edificio que después fue el
Hotel Isla de Cuba, construido en 1888, en la Calzada de Monte, frente
al Campo de Marte; después Plaza de la Fraternidad.
En ese año,  es decir en 1933,  Antonio Guiteras entonces ministro de
Gobernación en el gabinete del presidente Grau, se escapaba de sus
oficinas y a pie se iba al Saratoga a beber una taza de café con
leche.








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