martes, 11 de junio de 2019

MADURO Y GUAIDO LOS SOBREVENIDOS



Maduro y Guaidó los sobrevenidos. ¡Por eso ahora la vaina es más jodida!

Eligio Damas

            En “Tiempos modernos”, creo yo, pero no estoy seguro, cómo voy a estarlo si mi memoria se me ha ido quedando pegada en las páginas del calendario, hay una secuencia de imágenes en la cual Charlot, aquel personaje de Chaplin de las películas que empezaron siendo mudas y llenaron mi tiempo de niñez y pubertad, se topa en una calle con una gigantesca marcha de protesta de trabajadores y sin saber uno por qué, él tampoco lo supo, de repente se ve al frente de la misma y agitando una pequeña bandera. Y marchó al frente a ella, por un tiempo y  dejó de hacerlo sin motivo y percatarse de nada. Hasta se dio el lujo de generar una pequeña división, cuando cambia el rumbo de su marcha y sólo unos pocos siguen detrás de él sin que estos supiesen el por qué.
            Ahora, con frecuencia recuerdo esa imagen porque Maduro y Guaidó   me la evocan.
             En veces creo que Chávez le echó una enorme vaina a Maduro o para mejor decirlo, esa cosa que alude una palabra que a éste tanto gusta, por lo que la pronuncia y hasta degusta, que se llama la historia, caprichosa, irónica y como dramaturga, puso a Maduro en un trance para el cual no estaba a punto. No tuvo tiempo de ser él sino para repetir allá lo que por acá oía. Eso sí, hay que ser justo, oye bien, lo que tampoco quiere decir que a eso la gente saque buen provecho. Y la cosa es hasta más chaplinesca, porque es preferible llamarla así y no cruel, cuando aparece en escena un tal Juan Guaidó, un personaje como sacado de la nada, sin pasado o del sombrero de un mago y hasta en peores circunstancias porque es como si lo hubiesen parapetado, armado al gusto del armador, no habiendo más nada y nadie por hacer con quien enfrentar la contingencia. Lo de pasado no está limitado a aquella habitual connotación que le da el venezolano, como sin pecado cometido o concebido, sino en la exacta dimensión de la palabra. Siendo el primero como es, llegado de improviso al puente de mando cuando la tempestad que había comenzado engendrarse mucho tiempo atrás, y amainado para volver con furia muerto y hallándose en un instante de mucha agitación, de repente muerto el capitán, perdidas las claves y hasta las llaves de cada gaveta y sin tener idea de cómo enfrentar con aquella montaña de agua que se venía encima a su no pequeño barco, sin capacidad de mando, pues se había acostumbrado a obedecer y quienes le rodeaban también pero a quien se había ido, el barco se le llenó de huecos y de agua. Cada miembro de la tripulación antes que los huecos y el agua se uniesen, se asignó derecho sobre determinados espacios, con sus huecos y su agua, pues quien mandaba ya no estaba y el mando quedó disperso. Y entonces los huecos, el agua y el derecho a mandar de cada uno de los tripulantes en su pedacito,  hicieron del barco como un archipiélago que navega dando cabezazos. Una orden que viene en un sentido choca con otra que le viene de frente y como, según dicen quienes saben de física, dos fuerzas iguales en sentido contrario se anulan, y todo queda allí o mejor las dos se arrugan, una contra la otra y se vienen en caída vertical y no hay quien decida por todos. Eso es consecuencia de lo sobrevenido o cuando nadie lo esperaba y me agarraron de repente.  Quizás eso sucede con esas decisiones tomadas como con brusquedad o demasiada fuerza y hasta anunciadas a todo gañote, al día siguiente nadie se acuerda de ellas. Lo más notable, no hay nada mejor es, “Sacudón y Revolcón”, Programa de Recuperación Económica y la más reciente, cambio de gabinete y el pedir la renuncia a todos los ministros.               
              En ese andar cabeceando y rodeado de tiburones y piratas apareció en la nave un carajito cuya figura, sólo en el físico, alude al desaparecido capitán y por nombre lleva Juan. Personaje que elaboraron en laboratorio, sin mando y también sobrevenido, sin la marca cultural de su clase, no de las entrañas de este pueblo al cual se parece. Es como un megáfono que reproduce la voz de otro o un robot manejado hasta desde lejos. Es también víctima de las contradicciones de los tantos que se asumen voceros principales o se hacen pasar como emisarios del patrón. Forma parte de un universo que dentro de la nave siempre estuvo con sus propios programas, mapas, rutas de navegación y hasta brújulas, pero con una comandancia de esas que tampoco pudo ponerse de acuerdo en nada.
                Alguien da la orden o sugiere que al sobrevenido del otro lado al entrar después de su actuación en Cúcuta le detengan y hasta advierten a García Carneiro, gobernador de Vargas, prender las alarmas y éste al final declara que nunca hubo orden de detención. O el sobrevenido de este lado anuncia que anunciará alguna vaina, como al otro sancionen, aunque lo hace de manera subliminal pero elusiva y pasan los días y opta por todo como estaba.
            Un sobrevenido es un venirse improvisadamente, pero más bien de manera imprevista, como la punta del cerro que se vino de allá arriba, así de golpe y hasta un salir a la carrera dejando todo a atrás y llegar por eso a un sitio hasta desnudo. Un aparecer en el escenario rompiendo el orden según el cual venía desarrollándose la obra. 
            Dos sobrevenidos parecen enfrentarse. Y en esas ciurcunstancias es difícil llegar a algo, pues por ser sobrevenidos no han tenido tiempo ni razones para reconocerse y menos hacerse reconocer. 

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