sábado, 21 de junio de 2014

LA MITOLOGIA, RENTISMO PETROLERO

  

             Nada constructivo hacemos con criticar ácidamente o simplemente lanzar “puntas” contra Jorge Giordani por haber dicho lo que todo el mundo sabe que dijo y está en capacidad de juzgar. Como tampoco es saludable tratar de encontrar respuestas a los problemas que confrontamos a partir del gobierno de Maduro a quien le explotó una burbuja en la cara. Es posible que, como Giordani parece sustentar, en esta etapa del gobierno de Maduro se haya insistido en lo que se suele llamar inversión social y el presidente cree perentorio, por lo que el exministro de Planificación demanda una necesaria  revisión de esa conducta. Hablamos sólo de este aspecto porque queremos hacerlo sobre algo que el presidente ha venido retomando  en sus discursos, el tema de la necesidad de romper con el rentismo petrolero, angustiado como uno cree debe estarlo ante el problema de la escasez y las dificultades para satisfacer el amplísimo mercado de las importaciones.
             Dijo Giordani, entre tantas cosas,  que “para superar el desafío de octubre del 2012”, envolviendo su responsabilidad y la del gobierno presidido por el compañero Chávez:
             “Así como las elecciones de ese mismo año, se trataba de la consolidación del poder político como un objetivo esencial de la fortaleza de la revolución y para la apertura de una nueva etapa del proceso. La superación se consiguió con un gran sacrificio y con un esfuerzo económico y financiero que llevó al acceso y uso de los recursos a niveles extremos que requerirán de una revisión para garantizar la sostenibilidad de la transformación económica y social”.
            Admite el esfuerzo económico, que lo llama "sacrificio". Que no lo fue sólo en el año 2012, sino una constante a lo largo del proceso. Para algunos eso significa una repartición de la renta de manera justa, como lo que envuelve el intento de superar  las enormes carencias de la población, pero también restarle posibilidades a otras inaplazables tareas históricas como la supresión del rentismo petrolero y hacer de la nuestra una economía altamente productiva y en gran medida independiente del mercado exterior. Tarea que a esta altura del proceso, pese todas las dificultades y las trabas que la misma oposición y el imperialismo han generado, debería estar bastante avanzada. No obstante, las cifras acerca de la dependencia petrolera son elocuentes. Casi dependemos ahora de eso que llaman “la fluidez de caja de PDVSA”. Y la escasez, en gran parte, encuentra su explicación en la sujeción excesiva a las importaciones.
            Por supuesto, ambas tareas, la de generar una base productiva interna que independice del rentismo petrolero y la de superar las carencias de la población, corren paralelas y no son para nada ajenas a la tarea histórica de avanzar hacia el socialismo; lo que induce a pensar que se trataba de buscar los equilibrios necesarios. No era ni son lo de acabar con la pobreza, amenazas de escasez, inseguridad social y carencias todas, asunto coyuntural, al contrario, están insertos en la estrategia de la transformación de la sociedad.
            Lo que reclama Giordani y en ese sentido pareciera ser sensato es solamente “una revisión para garantizar la sostenibilidad” del proceso de cambio. 
            Desde muy jóvenes, no había caído Pérez Jiménez, comenzamos a leer y participar en conversaciones acerca de la necesidad de romper con el rentismo petrolero. Es decir, de liberarnos de la dependencia del hidrocarburo.   
             Después supimos, como la dirigencia nacional, comenzando a deshacerse del lastre gomecista, con Alberto Adriani y Arturo Uslar en tiempos de López Contreras e Isaías Medina, hablaron de “sembrar el petróleo”. Específicamente, el autor de “Lanzas Coloradas”, en el diario “Ahora”, el 14 de julio de 1936, publicó un artículo con ese título.
          La segunda guerra mundial creo una coyuntura propicia para impulsar el desarrollo industrial de países periféricos como el nuestro. Era significativo el ingreso petrolero y la industria de los países entonces ejes del capitalismo estaba volcada al armamentismo. Por eso, figuras de la balbuceante burguesía nacional hablaron aquel lenguaje. Lo que en definitiva no significaba otra cosa que este  “rompamos con el rentismo petrolero”. No habiéndolo hecho en su oportunidad, porque aquí se reprodujo una burguesía parasitaria que en gran medida nada produce sino que vive de las importaciones que facilita el ingreso del petróleo, llegamos a finales del siglo veinte con esa tarea incumplida.
        Romper esa dependencia se nos ha vuelto como el mito de “El Dorado”, aquel que llevó a los conquistadores españoles “hasta más allá de más nunca”, buscando una “riqueza fácil”, sarcásticamente mediante un esfuerzo gigantesco, el que invirtieron en un empeño inútil, en lugar de dedicarse al trabajo creativo.
        La tarea que tomaron para sí los revolucionarios, que bien pudo ser de aquella burguesía, se tornó contraria a los intereses de los nuevos conquistadores, el imperialismo y sus socios internos del gran capital importador. Por eso Chávez la retomó y se la planteó como fundamental para la revolución. Entonces habría que preguntarse ¿en qué hemos fallado?
       Esta pregunta pareciera estar relacionada con la angustia que llevó a Giordani, sin evadir su responsabilidad, a hacer público ese documento. No se trata de asumirlo como una acusación contra nadie sino que sirva de campana necesaria para someter a una revisión del proceso todo. La manera de invertir los recursos y retomar la tarea que el propio presidente Maduro ha estado blandiendo como eje de su esfuerzo, romper con el rentismo, convertir nuestra economía de importadora en una altamente productiva para el uso y consumo interno y hasta competir en el mercado externo dejando de manera definitiva el rol de país monoexportador. Tal empeño o meta, lejos de romper con la estrategia socialista, le presta una base más sólida.
 
        Por estas cosas sencillas, el documento de Giordani, en el cual si bien hace sutiles críticas a la actual gestión, no deja de ser autocrítico de la anterior, lo que incluye su propia responsabilidad, me parece excelente instrumento que induce a repensar el proceso y hacer los ajustes necesarios; en lugar de enfrascarnos en discordias secundarias, en abordar el asunto de manera subalterna, debemos aprovecharlo para que el gobierno, el partido y el próximo Congreso de éste, procedan a una revisión de lo acontecido, tomando en cuenta que se trata de “cambiar la sociedad”, no solamente superar carencias dentro del marco capitalista. No basta alcanzar cifras sobre la base de la inversión del ingreso petrolero que no producen ningunos cambios en el orden social y la actitud que debe envolver a “un hombre nuevo” de una sociedad nueva.


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