domingo, 22 de junio de 2014

CON MOTIVO DE LA PRESENTACION DEL LIBRO DE ARMANDO HART


Con motivo de la presentación del Libro “Hart, pasión por Cuba”, de Eloísa Carreras Varona



Por Félix Sautié Mederos



I

Especial para Unicornio


El viernes 13 de junio del 2014, Armando Hart cumplió 84 años en medio de un retiro digno y ejemplarizante de las actividades gubernamentales y de dirección política que ejerció en Cuba de manera muy destacada durante largos años, hasta que le llegó el momento indicado en que supo dar paso a tiempo a los jóvenes que generacionalmente venían detrás en el ejercicio de los timones de mando de la sociedad que sin dogmatismos, así como con apertura al pensamiento y a lo nuevo que ha estado surgiendo, supo mantener con mano firme y flexible a la vez, lo que en mi criterio muy personal caracterizó su ejecutoria en las múltiples responsabilidades de Gobierno y de Partido que tuvo a su cargo, una de sus principales virtudes en el ejercicio del poder político.


Me refiero a las actividades gubernamentales y políticas de Hart, en algunas de las cuales he sido un testigo de excepción, lo que nunca podré olvidar. Especialmente, dentro de su ejecutoria se puede destacar su activa responsabilidad y participación en la obra educacional y cultural de la Revolución Cubana, que hoy se reconoce planetariamente de la cual ha sido un artífice principalísimo. En resumen, en mi criterio, Armando Hart nunca debería confundirse con los dogmáticos y esquemáticos de siempre, que hacen todo lo posible por mantenerse en el poder más allá de cualquier consideración racional. Para mí, Hart es una persona apasionada por sus ideas, honrada a carta cabal, que lo ha dado todo en favor de lo que ha considerado mejor para la Nación Cubana, con un ejercicio destacado de la Ética y de los principios de José Martí, por los cuales ha pujado durante toda su ya larga vida. Así lo pienso y así lo afirmo, asumiendo plenamente la responsabilidad histórica de haberlo planteado en medio de mis inconformidades y de mis anhelos por alcanzar un Socialismo Participativo y Democrático sin burócratas, dogmáticos ni autoritarios de ninguna índole.


En estas dignas circunstancias actuales, quiero expresar mi personal juicio y percepción de su realidad, en la que no obstante su jubilación de las actividades gubernamentales y políticas relacionadas directamente con el ejercicio del poder, no le ha dado descanso a su vida política y social pasando muy por encima de sus actuales limitaciones físicas y de salud, para continuar adelante con el magisterio martiano y especialmente ético-político, que ha sido la principal pasión de su vida entregada de lleno por Cuba y por la utopía de lograr un mundo mejor posible.


Esto que expreso y que expresaré en adelante, es una parte esencial del testimonio que quiero aportar en este momento tan importante de su vida, porque yo también soy un testigo y no lo puedo negar por ningún motivo dentro de mis ideas y posiciones revolucionarias y políticas, por las cuales lucho en la actual última etapa de mi peregrinaje terrenal, afrontando las exclusiones a que los dogmáticos de siempre me tienen condenado con las cuales debo reconocer que nunca Armando Hart ha transigido ni ha participado.


El encuentro en ocasión de su cumpleaños y de la presentación del libro “Hart, pasión por Cuba” se realizó en el Salón Simón Bolívar del Centro de Estudios Martianos en La Habana, en donde se produjo un muy emocionante ambiente que me embargó por completo y que ya otros colegas míos han narrado en Unicornio con una especial precisión que no puedo superar, en el que participamos con mucho sentimiento compañeros de lucha, amigos, intelectuales y miembros de las instituciones martianas que han surgido y se han desarrollado precisamente a la sombra de lo que se ha calificado como su pasión por Cuba en el libro de memorias que en esa ocasión fuera presentado por Eloísa M. Carreras Varona, su biógrafa y actual compañera en la vida, quien escribió que su libro fue confeccionado con motivo de su tesis de doctorado de la cual es, cito textual que es “ una –versión afín de la Tesis doctoral en Ciencias Filosóficas titulada ‘Presencia de la tradición filosófica electiva cubana en el ideario educativo de Armando Hart Dávalos (11959-1965)’ ”, según plantea su autora en el capítulo “Liminares para una introducción necesaria”, pagina 17 de la edición cubana del Centro de Estudios Martianos.


No obstante las principalísimas ejecutorias de Hart en educación y cultura de las que no soy ajeno y que se relatan en el libro al que me refiero, presentado en esa ocasión y sobre las cuales hablaron los disertantes de aquel encuentro que testimonio: la doctora Rita M. Buch Sánchez, tutora de la tesis de Eloísa Carreras Varona, así como el doctor Pedro Pablo Rodríguez López, incluyendo a mi apreciada amiga la doctora Eloísa M. Carreras Varona, su autora, biógrafa y actual esposa de Armando Hart, hay otros aspectos de su vida que considero muy importantes expresar en estos momentos, que han regresado a mis recuerdos y a mi mente como consecuencia del impacto que me causó el evento en cuestión y la presencia de un Armando Hart erguido y digno, ni aplastado ni vencido por sus limitaciones físicas y de salud.


En mi caso muy específico, quiero escribir sobre la orientación, acompañamiento y labor sistemática con las organizaciones juveniles de la Revolución en todo momento, pero para mí especialmente durante la época en que fui uno de los dirigentes nacionales de la UJC, e incluso director del periódico Juventud Rebelde y de El Caimán Barbudo, y que participé también activamente en la Columna Juvenil del Centenario en la antigua provincia de Camagüey, que incluía entonces a la actual Ciego de Ávila, durante las zafras 1968, 1969 y 1970, ocasión en las cuales Armando Hart se trasladó permanentemente a esa provincia en la Zona de Amancio Rodríguez, a la que la inolvidable Haydeé Santamaría denominaba “Macondo”, porque ella lo acompañó en aquella verdadera epopeya productiva de la cual tengo recuerdos imborrables que trataré de apuntar brevemente, porque honor a quien honor merece, más allá de cualquier circunstancia que algunos pudieran señalar.

 

Reitero que tengo algunas cosas que decir al respecto y no las voy a acallar.
Antes de continuar, quiero expresar que en una reciente crónica mía titulada “Cuando la historia vivida nos impacta sin avisar…” (1) hube de escribir algo que necesariamente tengo que reiterar en estos momentos que testimonio, ya que de nuevo esas circunstancias narradas entonces volvieron a impactarme emocionalmente durante el encuentro del pasado 13 de junio en el Centro de Estudios Martianos, del cual tengo tantos recuerdos de cuando fui el director fundador de la Editorial José Martí, cuestión que en la actualidad algunos intentan negarme porque no lo reconocen en su historia institucional, ya que Armando Hart ha tenido una muy especial incidencia en mi vida política dentro de la Revolución Cubana, durante las décadas de los 60, 70, 80 y 90, casi cuatro décadas de lucha revolucionaria. Dije entonces en la crónica a que me refiero y reitero hoy que: en ocasiones sin proponérnoslo la Historia vivida regresa a nuestro presente cotidiano y nos impacta a profundidad sin previo aviso y sin que podamos evitarlo, removiendo entonces los sentimientos que guardamos en lo más íntimo de nuestro Ser Interior, los que se desbordan inesperadamente. Tratar de describir esos encuentros con nuestra propia historia, requiere de una sensibilidad muy especial, que nos permita apartarnos de las polarizaciones que pujan en nuestro devenir cotidiano, en medio del punto de inflexión que estamos viviendo los cubanos hoy. La Historia tiene una coloratura muy diversa que algunos intentan reducirla al blanco o al negro, que se aviene a sus muy especiales criterios conservadores y generalmente esquemáticos, con los que prescinden de los colores vivos y los medio tonos que en su diversidad enriquecen a la naturaleza y a la vida de la humanidad.


Comienzo pues, por mi época de dirigente de la UJC en los años 60’s y un primer recuerdo que tengo y que incluso he planteado en el testimonio de mi vida que estoy publicando por entregas en Unicornio con el título genérico de “La Espiritualidad Prohibida” en los múltiples capítulos dedicados a esa etapa, fue la fundación del periódico Juventud Rebelde, sobre lo cual reitero que escribí en Unicornio, pero que en estas circunstancias y coyunturas actuales quiero destacar sintéticamente lo que fue la participación de Armando Hart.


Yo era el director del Semanario Mella en 1964 y me tocó la responsabilidad de entregarlo para la fusión que se realizó con el Diario de La Tarde, el 21 de octubre de 1965, al objeto de fundar a Juventud Rebelde. En aquella época Armando Hart era Secretario de Organización del Comité Central del PCC y miembro del Buró Político con una cercanía suya muy característica y casi diaria con la dirección de la UJC, de la cual Chela, su secretaria de siempre, puede ser una testigo de excepción. Bueno para no resultar extenso en la narración, digo sobre aquella fusión que de director del Semanario Mella pasé a ser Secretario de Organización del Buró Nacional de la UJC y el inolvidable Miguelito Rodríguez, proveniente de la lucha clandestina en la Escuela Profesional de Comercio de La Habana y también miembro del Buró Nacional entonces, quedó como el Director del recién fundado Juventud Rebelde, pero a los pocos meses murió trágicamente, lo que no viene al caso explicar.
Recuerdo que Hart me llamó a mi casa una noche de esos aciagos días para los amigos de Miguelito, que era una persona muy querida entre nosotros, y me dijo que él deseaba que yo regresara a la prensa como director de Juventud Rebelde y como parte de su siempre cuidadoso tacto con las personas me preguntó si yo tenía alguna objeción a dejar el cargo de Secretario de Organización del Buró Nacional de la UJC, que era de superior nivel de responsabilidad en la organización, para regresar de nuevo al periodismo, ahora como Director de Juventud Rebelde. Confieso que aquel inesperado planteamiento de Hart que me hizo por teléfono y sin esperar a su convocatoria para reunirnos al respecto al día siguiente en sus oficinas, me resultó de una gran satisfacción, porque siempre me he sentido periodista y le respondí que sí de inmediato y sin ninguna cortapisa para lo que era y es aún una ilusión mía: ser periodista en activo.


Posteriormente en la reunión a que me refiero, Hart me dijo que él quería darle un vuelco a la prensa con Juventud Rebelde y comenzó la etapa de la crítica en Juventud Rebelde. Fueron 18 meses de revolución y experimentación continúa que se encuentran atesorados en la hemerotecas del país, en los que nuestro periódico vibraba, pero no pudimos mantenerlo por mucho tiempo, porque las fuerzas ocultas del dogmatismo actuaron decisivamente en contra de aquello aprovechando un experimento de humor fallido, que comenzamos a publicar en un suplemento que denominamos “La Chicharra”, lo que fuera motivo de escándalo para algunos, hasta que el propio Hart tuvo que llamarme a su despacho para decirme que ya no podíamos continuar con aquella impronta crítica y de experimentación.


Como resultado, yo terminé aquella aventura en la Granja Juventud Heroica, de Ciego de Ávila, recogiendo bejucos de boniatos por decisión de la Dirección del país, que Hart recuerdo que con gran dolor tuvo que plantearme. En detalles narro todo eso en uno de los capítulos de La Espiritualidad Prohibida con el título “La sanción de la Chicharra”. Todo lo que sucedió entonces no lo podré olvidar nunca ni tampoco estoy seguro que lo olvidan aún algunos burócratas poderosos. Lo digo así porque los testimonios deben ser francos y sinceros totalmente, dado que el compromiso es con la verdad y con la Historia y nunca se debería mediatizar bajo ningún concepto. En este sentido quiero afirmar con pleno conocimiento de causa, porque fui participante y testigo de excepción de la fundación de Juventud Rebelde, que Armando Hart fue el ideólogo y autor intelectual por denominarlo de una manera totalmente comprensible, de la agilidad y la frescura que desde un principio tuvo Juventud Rebelde con la cual, fue su propósito, revolucionar la prensa cubana y que con nosotros actuó, luchó, soportó y sufrió. Nadie de los que actualmente controlan a la prensa, algunos de los cuales aún me excluyen de todo, me lo podrán negar, porque no estuvieron ahí. Todo eso lo he relatado en los capítulos correspondientes de La Espiritualidad Prohibida publicados en Unicornio (2)


Otra cuestión importante que quiero recordar fue el hecho de que Juventud Rebelde nació junto con el Granma, y el Granma fue titulado en su machón principal desde el principio como “Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba”; mientras que Juventud Rebelde como Órgano, primero, de la Juventud Cubana y posterior como Diario de la Juventud Cubana, nunca como órgano oficial de alguna organización política, lo cual, en mi opinión, hubiera sido un concepto muy sectario que además habría limitado esencialmente el estilo, el desenfado y la frescura con que ha actuado Juventud Rebelde hasta nuestros días, aún en medio de las más grises improntas que ha tenido que pasar en toda su historia.


Con mi responsabilidad de participante activo en la fundación de Juventud Rebelde quiero afirmar que Armando Hart con sus concepciones políticas, porque siempre ha sido un político verdadero de lo cual se enorgullece, fue uno de los ideólogos principales de esa concepción fundacional que, en definitiva, fuera expresada por Fidel aquel 21 de octubre de 1965 que nunca podré olvidar.
Puedo decir muchas cosas de aquella etapa mía en Juventud Rebelde, muchas de las cuales he escrito en mis testimonios narrados en La Espiritualidad Prohibida en Unicornio, reitero que Chela es una testigo de excepción que tampoco podré olvidar nunca y que actualmente sigue como una hormiguita incansable trabajado junto a Armando Hart. Recuerdo que Jaime Crombet fue el principal testigo, pero ya nos dejó para irse a la Casa que no se Acaba, en donde todos habremos de terminar nuestro peregrinaje terrenal; hay otros testigos vivos como: Remigio Ruiz, Godwal Reina, Roger Reyes, Roberto Ogando, Mayra Lavigne, Felicia Cortiñas Rafael Almeida, Amalia Catalá, Lázaro Mora, Eugenio Rodríguez Balari y algunos más que sería muy extenso relacionar. Quizás algún día sería también bueno reunirnos para completar nuestros recuerdos, pero parece que las actuales direcciones de la UJC y de Juventud Rebelde no han priorizado ese asunto y mucho menos los que atienden a la prensa escrita hoy. No obstante, esas historias las he estado escribiendo y publicando en Unicornio, y como no puedo hacer muy extenso este artículo para Unicornio me refiero tan solo a algunas otras experiencias con Armando Hart que me son inolvidables y quizás dado el espacio tenga que terminar de escribirlas en otra entrega de continuación.


En la Columna Juvenil del Centenario, yo también fui un fundador y tuve la oportunidad de estar presente en algunas de las principales reuniones iniciales de proyección de aquella idea que Armando Hart realizó con la dirección de la UJC entonces, en la que yo participaba como miembro del Buró Nacional, porque a pesar de la medida disciplinaria que cumplí con mi trabajo agrícola en la Granja Juventud Heroica, de Ciego de Ávila, en la que estuve trabajando directamente en el surco por espacio de casi un año, mantuve mi condición de miembro del Buró Nacional, porque no hubo razón alguna para quitármela y estoy seguro que eso fue una concepción esencial de Armando Hart. Fui llamado por Jaime Crombet, quien siempre me dio participación en todo lo concerniente a la dirección de la UJC, a esos encuentros que puedo testimoniar para decir que Hart fue un ideólogo principal de la concepción de llamar a la juventud cubana para transformar Camagüey y que nosotros los miembros del Buró Nacional de la UJC tendríamos que irnos con ellos, y también Hart en la etapa álgida de la Zafra de los 10 millones nos acompañó.

 

Comencé en la CJC como Jefe de su Sección Política y recibí el apoyo de Hart para fundar el periódico Bayardo de la Columna Juvenil del Centenario, ya desaparecido, que mantuvo parte de la frescura y de la agilidad que se le había imprimido a Juventud Rebelde con una tirada suficiente para circular entre los 50 mil miembros de la CJC; en la fundación de Bayardo reitero que Hart fue su más importante autor intelectual.


Recuerdo también que en Camagüey nos reuníamos con Hart en la finca “Tayabito” en ocasiones destacadas, los que éramos dirigentes de la Columna del Centenario y que a la vez éramos miembros del Buró Nacional de la UJC, porque junto con Jaime Crombet, nuestro Primer Secretario como ya he expresado, decidimos irnos a la caña con los jóvenes que habíamos movilizado para Camagüey, en principio 50 mil. Allí evaluábamos el presente y proyectábamos el futuro; y, repito, Hart estaba también con nosotros a tiempo completo en la Zafra de Camagüey.


De aquellos encuentros tengo dos recuerdos, uno fue un libro en impresión ligera enumerada de Hart, titulado “Partido, Estado, Gobierno” en el que se proyectó tan adelantado hacia el futuro y esto es un juicio muy personal mío, después de haberlo leído un día nos lo recogió. Yo he insistido con Eloísa sobre la importancia de ese libro y lo reitero de nuevo desde Unicornio, porque ése es también un papel de los testimonios sobre personas y hechos de importancia.


Otro recuerdo importante fue el de la “Pre Columna del Centenario”, una idea de Hart para la rehabilitación por parte de la UJC, junto con todos nosotros, de jóvenes pre delincuentes y llegamos a movilizar a unos 1500 en todo el país. Hart me encomendó esa tarea hermosa con un equipo formado por Amalia Catalá, Ernesto López, recientemente fallecido; Eloína Maceiras y otros más que se me escapan ahora de la memoria. El egregio maestro y poeta Raúl Ferrer, quien fue uno de los más cercanos colaboradores de Armando Hart durante la Campaña de Alfabetización, se convirtió en uno de los más entusiastas impulsores de aquella idea en su condición de Viceministro de Educación, responsable de la Educación de Adultos. Recuerdo que fundamos una escuela de maestros con aquellos jóvenes, muchos de los cuales llegaron a ser oficiales en el Ejercito Juvenil del Trabajo, que fue el relevo de la Columna del Centenario. Una buena mayoría de los movilizados en la Pre Columna se rehabilitó completamente y encontró un rumbo honrado en su vida, al ritmo de medio día de trabajo junto a nosotros y medio día de estudios junto con los maestros entresacados de ellos mismos, entre los que más nivel educacional tenían y que preparamos en seminarios en la escuela de maestros a que me refiero, con las técnicas de educación permanente de la Educación de Adultos, que Raúl Ferrer entusiastamente con sus frecuentes viajes a Camagüey para estar con nosotros nos ayudó a implementar. Esto, tengo que reconocer, fue una idea y una inspiración de Armando Hart, que Jaime Crombet asumió con gran pasión, y que me fuera encargado dirigir por ellos dos.


Me quedan otras cosas importantes por decir en mi testimonio sobre “Hart pasión por Cuba” y para no cansar a mis lectores de Unicornio, quizás los escriba en otro artículo en un próximo número. Me refiero a la fundación de la Editorial José Martí, de publicaciones en Lenguas extranjeras, a la fundación de los seminarios de estudios juveniles martianos en el seno de la UJC y a los inicios de Hart en el Ministerio de Cultura y su impacto en la Isla de la Juventud que pretendimos convertirla en espacio de la cultura transformadora de una nueva sociedad. De todos esos empeños soy un testigo de excepción y considero que debo testimoniarlos. Todos son demostrativos de la Pasión por Cuba de Armando Hart. fsmederos@gmail.com

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