martes, 31 de marzo de 2020

APONTE

Ciro Bianchi Ross (cirobianchiross@gmail.com)To:you + 26 more Details
Aponte
Ciro Bianchi Ross


Le llaman el Espartaco cubano porque fue capaz de organizar la primera
conspiración de carácter verdaderamente nacional que tuvo lugar en la
Isla. Pero hay más que eso. Su accionar contra la esclavitud lo llevó
al convencimiento de que la lucha por la abolición estaba ligada de
manera indisoluble a la lucha por la independencia. Tuvo conexiones
con revolucionarios haitianos, y, afirman algunos investigadores, la
conspiración que animó respondía a un vasto plan con ramificaciones en
varios países ya que en la misma época se descubría en Nueva Orleans
una conjura para insurreccionar esclavos, y en Bahía, Brasil, quedaban
al descubierto conspiraciones similares.
Los hilos de la de José Antonio Aponte, un negro libre que se
desempeñaba como carpintero tallador, comenzaban en su casa habanera,
en el barrio extra muro de Guadalupe y. asegura el ensayista Elías
Entralgo, llegaba a San Antonio de los Baños, Alquízar y Güira de
Melena para volver a la barriada de Guadalupe y pasar a los barrios de
La Salud y Jesús María, a la plazuela del Santo Cristo, La Punta, la
Plaza de Armas, la Alameda de Paula y el Muelle de Luz. Atravesaba la
bahía y reaparecía con más vigor en Guanabacoa, Casablanca y los
barrios rurales de Bacuranao y Guanabo para ganar Jaruco y Río Blanco
del Norte… Se prolongaba por fincas del Departamento Central, llegaba
a Camagüey, se dilataba en Puerto Príncipe y alcanzaba con intensidad
a Holguín, Bayamo y Santiago de Cuba y se extendía a Baracoa. Se
hallaban comprometidos en la conjura integrantes de las compañías de
negros destacadas en el castillo de Atarés y de las milicias del
cuartel de Dragones que en el momento indicado se apoderarían de
dichos establecimientos. Aseguran historiadores que el alzamiento
militar ocurriría en forma simultánea con la sublevación general de
las dotaciones de esclavos en el interior del país que destruirían
toda la producción agrícola, lo que forzaría al gobierno colonial a
conceder la libertad a los negros.
Tras largos preparativos, la sublevación estalló en enero de 1812 en
las jurisdicciones de Holguín, Bayamo y Puerto Príncipe, pero cobró
fuerza inusitada en varios ingenios azucareros de la zona de Matanzas.
Apenas tres meses después del inicio de la sublevación, Aponte y
varios de sus compañeros fueron detenidos cuando proyectaban dirigirse
a territorio matancero. Había fracasado, aparentemente, la
colaboración de las milicias de pardos y morenos en el alzamiento.
Por eso afirmaba el profesor Entralgo que en Aponte el conspirador
triunfó plenamente; no así el insurgente. De cualquier manera, fue un
protomártir de la libertad civil que, con generosidad extrema, se
lanzó, siendo libre, a una lucha por los esclavos.
    Juan Arnao dice en su libro Páginas para la historia política de la
isla de Cuba, publicado en Brooklyn, en 1877:
    «Como una reminiscencia que no debe perecer en la oscuridad del
olvido, cumple a la historia consignar la muerte en horca del negro
Aponte, por ser el primer cubano que soñó la bella inspiración de
rebelarse contra la dominación española de modo práctico. Pagó con su
sangre su arrojada fantasía, dejando tan solo en la memoria del pueblo
de su cuna, la remembranza de un adagio que convertido en su moral
esencia se repite todavía por punto de comparación bajo las frases
siguientes: Es más malo que Aponte»
ABAKUÁ
José Antonio Aponte era natural de la Habana y gozaba de prestigio
entre negros y mulatos libres de la ciudad por el hecho de pertenecer,
en calidad de capataz, al cabildo Shangó Tedum.
Así lo asevera el investigador José Luciano Franco, pero la
historiadora María del Carmen Barcia dice en su libro Cuba: acciones
populares en tiempos de la independencia americana, que, por ser
criollo, Aponte no podía ostentar ese cargo que tenía que ser
refrendado por las autoridades y se restringía a los nacidos en
África. «Es probable que perteneciera a algún juego Abakuá», afirma la
doctora Barcia y recuerda que al menos en 1800, Aponte aparece
relacionado como miembro de la cofradía San José, con sede en el
convento de San Francisco, formada por carpinteros negros, muchos de
los cuales fueron esclavos. En el proceso que se le siguió tras su
apresamiento en 1812 declararía su pertenencia a la cofradía de la
virgen de los Remedios, establecida en el mismo convento.
    José Luciano precisa que, por su origen, Aponte era un ogboni, es
decir, miembro de la más poderosa de las sociedades secretas de
Nigeria, y que, en el orden religioso lucumí, tenía la categoría de un
Oní Shangó. Añade el mencionado investigador: «Oní es un personaje
poderoso que se identifica con los ritos religiosos, a veces de un
ancestro lejano devenido orisha. Y cuando se tiene en sus manos el
poder civil y espiritual, le llaman Oní Shangó. Y los mayores que
vinieron de Nigeria, trasmitieron al criollo José Antonio Aponte los
poderes que solo puede tener un grande de África».
    Autodidacta, tenía cierta habilidad para la talla artística, sobre
todo la de carácter religioso. Residía y tenía su taller en la calzada
de San Luis Gonzaga (Reina) esquina a Belascoaín; una casa de tablas y
techo de guano donde había una pequeña biblioteca. Perteneció al
Batallón de Morenos de las milicias habaneras, pero lo retiraron
cuando las autoridades coloniales empezaron a dudar de su fidelidad a
España. La leyenda popular le atribuye el haber formado parte de las
tropas negras de La Habana que, al mando del general Gálvez y el
teniente coronel Francisco de Mirada, combatieron por la independencia
de las Trece Colonias norteamericanas. Simpatizó con la Revolución de
Haití y siguió hasta donde pudo sus avatares.
    Tuvo seis hijos. Tres hombres y tres mujeres.
    Entre los objetos y documentos que se le ocuparon tras su detención,
figuraba, expresa María del Carmen Barcia, un libro forrado en hule
negro que en lugar de textos contenía imágenes, todo un imaginario
vinculado al batallón de morenos que tenía la intención de reconstruir
un pasado prestigioso para los hombres de su raza y establecer a la
vez su propio linaje.
    Su vigorosa personalidad llamaba la atención incluso de enemigos y
detractores. El historiador español Zaragoza le celebraba una
capacidad poco común, pero a renglón seguido le echaba en cara «las
perversas condiciones de su carácter que dieron origen al adagio de
Más malo que Aponte». Un cabecilla negro, escribía Zaragoza, que con
tramas perfectamente meditadas y habilidosa exactitud expuso a la Isla
en trances de verdadero peligro. Para Francisco Calcagno, José Antonio
Aponte, un negro de alma tan negra como su rostro, pretendía
proclamarse emperador o rey de la isla de la Isla de Cuba luego de
asesinar a todos los blancos y quedarse con las blancas para el
servicio doméstico u otros usos.
LA CONSPIRACIÓN
Hoy llama la atención la vasta red conspirativa que Aponte supo
organizar con la asistencia de un grupo de artesanos y de hombres
libres, blancos y negros de los oficios más humildes en la sociedad
colonial. Es curioso la forma en que repartía el trabajo entre sus
colaboradores, de acuerdo con la capacidad y características de cada
uno. Francisco Javier Pacheco lo asistía en la redacción de proclamas
y pasquines, en tanto que Clemente Chacón y Salvador Ternero se
entendían con los negros de La Habana, y Salvador Bautista Lisunda era
el enlace con los bozales del campo. Chacón era además el contacto con
los miembros de las milicias negras.
    Era un movimiento que perseguía la abolición de la esclavitud, la
supresión de la trata negrera, el derrocamiento del despotismo
colonial y la creación de una sociedad sin discriminaciones.
    Apenas tres meses después del inicio de la sublevación, Aponte y
algunos de sus colaboradores fueron a presados por las autoridades
coloniales. El 7 de abril de 1812, —algunos autores refieren el 9 de
abril— el capitán general Marqués de Someruelos daba órdenes precisas
para que se ejecutase al cabecilla rebelde y a su estado mayor. Los
condenaron a morir en la horca, luego los cadáveres fueron decapitados
y las cabezas exhibidas para público escarmiento. Según Elías
Entralgo, la de Lisunda fue remitida y expuesta en el ingenio Peñas
Altas. La de Barbier se remitió a Trinidad. La de Chacón se expuso en
lo que más tarde fue el Puente de Chávez, y la de Aponte, metida en
una jaula de hierro. en la casa donde residía.
    Expresa le doctor Eduardo Torres Cuevas en su Historia de Cuba;
formación y liberación de la nación:
    «Contrasta la implacable acción descrita con la suavidad con que se
actuó contra la conspiración de Román de la Luz. Ello se explica
porque mientras la de Román de la Luz era anticolonial, sin un ataque
al orden social, la de Aponte era, ante todo, una conspiración que
pretendía subvertir la estructura social».
   
   

   

   





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Ciro Bianchi Ross

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