lunes, 11 de abril de 2016

RAMOS ALLUP, DE PAYASOS Y ARLEQUINES


ELIGIO DAMAS

            Una vez dije que Ramos Allup me caía simpático. Parecía ser y así se exhibía, como un tipo de buen humor. Es más, para hacer reír a los demás, usaba el viejo truco de de ser el objeto del reír. Ese quizás sea el más fácil de todos los procederes para hacer reír a la gente. El de morisquetear para que rían de uno. Casualmente, es al que generalmente apelan los malos payasos de circo. Ojo, dije “los malos payasos de circo”. Quizás por eso mismo, pues parece que en el fondo de esa manera se manda un mensaje como bondadoso; quienes así intentan hacer reír, gozan del doble afecto  de la gente.  A quien les hace reír y al pobre hombre, infeliz que hay detrás de aquello o el sencillo y bondadoso. En eso hay abundante melodrama.
           Los humoristas y buenos payasos suelen ser demasiado irónicos y mordaces. Detrás de sus chistes o lo que parecen ser chistes, hay denuncias y protestas demasiado serias y hasta hirientes.
          Aquel derroche de histrionismo, lo que luce como una redundancia, por supuesto en su actuar de payaso, de cuando exhibió la espoleta de una “presunta granada” que le habían lanzado - el autor del atentado parece haberse llevado la granada que no explotó y curiosamente la espoleta que debió quedar en sus manos la dejo a los pies de la víctima - fue sinceramente “genial”, “convincente” y lleno de gracia, peso  lo dramático que debió ser el asunto.

            Al anunciar presentaría las pruebas del fraude, de cuando Chávez ganó por un cerro de votos, en el 2004, el referéndum revocatorio que terminó en confirmatorio, dijo que las tenía en las manos, como aquella espoleta reluciente, brillante, de utilería, lució serio, no risueño como cuando agitaba esta pieza de granada, también mostró dominio de la escena. No lució convincente, es verdad, pues ese no era su propósito, sino como suele hacerlo, para que quienes le prestasen atención riesen e hiciesen menos desagradable el momento. Como para pasar el trago amargo.
            A Ramos ese rol, decadente papel, le ha encantado y fue la manera como pudo subsistir durante estos 18 años de derrota continuada y ver su partido AD, antes vigoroso, convertido en pequeña fracción dentro de todo el universo de la MUD. No le quedaba más que reírse hasta de sí mismo y ser el hazmerreír de todos.
            Pero desde que asumió la presidencia de la Asamblea Nacional, con los votos prestados de Voluntad Popular, se ha vuelto otra persona. Aquella que vivía haciendo chistes de todo tipo, intentando ganarse por lo menos el aprecio y el respeto hasta de sus adversarios, quizás movido por el muy precario respaldo del cual gozaba, sin dejar de hacer oposición, desapareció para darle paso a una soberbia y hasta insoportable. El diputado adeco pareciera hacer de Dr. Jekill y por eso, una personalidad sustituye a otra.
            Días después, muy pocos, quizás sólo dos, de cuando el constitucionalista Escarrà le retó a debatir asuntos constitucionales, según contando con la autorización del presidente, Ramos Allup acudió a un acto en la UCAB, se explayó en juicios que llaman la atención, porque mezcla precarios conocimientos sobre el asunto, la herencia golpista de AD, desde los años 1945, el período perezjimenista y toda la etapa del chavismo, con ese don histriónico que le sale por los poros.
            Al referirse a esa tan inconstitucional, como disparatada e impúdica  Ley de Amnistía, emitió el siguiente juicio que parece una payasada más que poco sirve para la conciliación y la concordia de los venezolanos. Sin pensar que le hablaba a una multitud de jóvenes en formación expresó, refiriéndose al TSJ:
            “Ya sabemos que esos muérganos van a decir que la ley es inconstitucional”.
           ¿Es eso la palabra pertinente de un alto funcionario del Estado para referirse al más alto tribunal de la República, o la de un payaso intentando hacer un chiste de mal gusto ante unos muchachos?
         ¿Qué enseñanza o virtud puede derivarse de procacidades o malas actuaciones como esas, de quien antes parecía un payaso común, que hacía piruetas y chistes malos y ahora de Chuky o “muñeco diabólico”?
         Acusó al gobierno de no buscar soluciones “a la crisis”, de “estar promoviendo eventos de rechazos a la Ley”, pero al mismo tiempo muestra con sus calificativos o descalificaciones no estar interesado en hacer lo que reclama sea la conducta del gobierno.
         Es más, ante aquel auditorio ratificó su vocación golpista. Dijo que ofrecen “una solución democrática para salir del gobierno”.  Como si eso dependiese sólo de la voluntad y deseo de él y quienes le hacen coro, por ahora. Habló de ensayar todas las salidas “a ver si las van a tumbar”. Y agregó como con misterio y tono amenazante “sabemos el camino que tenemos por delante”. Un volver a la vieja consigna golpista “Hay un camino”.
        Al final, estando de por medio el reto de Escarrà apeló aquel viejo lugar común de “yo no hablo con payasos sino con el dueño del circo”. Cuando dijo eso, uno no solo evocó la enorme vocación de payaso de Ramos Allup de la cual ya hemos hablado,  sino a la contundente realidad que tipos como él, no son más que marionetas, insignificantes piezas de los dueños de todos los circos que se montan en cada país donde se proponen desatar una tragedia.
            El sábado en la noche, entrevistado por Mario Silva, Escarrá, hombre bastante culto y meticuloso, respondió a quien le calificó de payaso, sin mencionar su nombre, con un calificativo que envuelve todo lo que sigue según el diccionario: “Camaleónico, astuto y necio, intrigante e indolente, sensual y grosero, brutal y cruel, ingenuo y pobre de solemnidad”.


           


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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 4/10/2016 04:59:00 p. m.

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