lunes, 4 de junio de 2012

¿POR QUE TODOS TENDRIAMOS QUE OPINAR LO MISMO?

¿Por qué todos tendríamos que opinar lo mismo? Félix Sautié Mederos Crónicas cubanas Con motivo de un reciente editorial de la Revista Católica Espacio Laical titulado “El compromiso con la verdad”, se ha suscitado una muy significativa campaña en el ámbito digital al que muy pocos cubanos pueden acceder como consecuencia de las absurdas prohibiciones vigentes con relación a INTERNET, las redes sociales alternativas y la televisión satelital; aunque en algunos programas oficiales de radio y televisión, así como en determinados artículos y documentos, se presume del uso de estos medios alternativos y se pondera incluso las posibilidades que ofrecen a los desposeídos, sin tomar en consideración que los cubanos también tenemos todos los derechos a ese pleno acceso que controvertidamente se niega y se elogia. No obstante, cada vez aparecen más alternativas para publicar en INTERNET ya sea en blogs con artículos y opiniones, así como en disímiles medios de prensa, porque se les hace imposible continuar obstaculizando artificialmente y contra natura un impetuoso desarrollo tecnológico que se abre paso en el presente y hacia el futuro. Reitero que dado el contenido de este editorial, no pude obviar comentarlo y apoyar los aspectos positivos que plantea en bien del diálogo, el reencuentro y la reconciliación entre cubanos, así como al llamamiento que emiten al respecto dirigido “a todas las fuerzas patrióticas de la nación, que aspiran a una Cuba serena y conciliada, justa y soberana, democrática e inclusiva, próspera y equilibrada, a aunar esfuerzos en pos de la consecución de una metodología que haga posible estas aspiraciones” y publiqué en POR ESTO! mis criterios con el título “SOLUCIONES Y CAMBIOS SOLO DESDE LA VERDAD”(*) con la salvedad que acostumbro a plantear en mis artículos y crónicas de “mi respeto a quienes piensen diferente”, pero parece que para algunos ese respeto hacia el pensamiento diferente constituye un crimen porque su reacción ha sido y es de insultos, descalificaciones o incluso amenazas para quienes no piensen y no se expresen igual que ellos. Y yo me pregunto entonces, ¿Qué diferencia hay entre los que así se conducen y los burócratas del poder establecido? Eso que dice que los extremos se tocan, de nuevo se ha convertido en una realidad presente. También aparecen por ahí algunas lecturas específicas que con sus descalificaciones generalizadas o silenciamientos fuera de lugar, no alcanzan a comprender bien el fondo divisionista que tiene toda esta campaña, que va más allá de los que en el ámbito de la Iglesia local puedan tener sanamente una u otra opinión. Con estas posturas de algunos se rechaza la “osadía” de decidirse con criterio propio a expresar una opinión al respecto, sin alinearse con quienes considerándose libres de todo error se dedican a destacar los “errores” de los demás. Esas actitudes hace milenios fueron descriptas en el Evangelio con la famosa expresión hacia los que no miran la viga que tienen en sus propios ojos. Se pueden identificar también a los que desde uno u otro bando, se presentan activamente en lo referido al diálogo, la reconciliación y el reencuentro entre cubanos, destilando rencores y odios concretados ocasionalmente por una represión moral o material según sean el caso. Ante estas actitudes que en los momentos actuales se desbordan con la intención premeditada en mi criterio, de dividir a la incipiente sociedad civil cubana y muy especialmente a la Iglesia Católica local; yo me pregunto: ¿Acaso habría que aceptar cómo válidos los insultos indiscriminados de unos y de otros, expresados más allá del respeto y la consideración de los participantes en un diálogo civilizado y fructífero?; ¿en que se diferencian unos y otros? Opino que coinciden en los extremos y que se proponen imponer un autoritarismo de nuevo tipo encaminado a eliminar cualquier pensamiento diferente. Quieren en realidad un derrumbe total de tierra arrasada sin comprender los verdaderos intereses del pueblo que está cansado de acusaciones por lo que se denomina su “falta de disciplina” o su no “sentido de pertenencia”, así como de los desmanes burocráticos, los odios, o las amenazas y violencias que en realidad no conducirán a nada bueno. Si menosprecian la vía del diálogo de todos con todos, en el que solo se autoexcluyan los que no deseen participar o no tengan nada que decir; entonces qué es lo que proponen: la violencia como partera de la Historia para la que el pueblo tan cansado de todo y que siempre es quien sufre las mayores consecuencias, no ha dado señales objetivas ni subjetivas de estar predispuesto. Me pregunto entonces, ¿con qué fuerzas materiales cuentan para ello; con la intervención extranjera que tan de moda está en el Medio Oriente, por ejemplo? Y no me digan que alarmo a nadie, solo pienso y me pregunto sobre los escenarios posibles vividos en otras latitudes que se desprenden de las agresividades y de las violencias ya sean las oficialistas que cuentan con todos los recursos y no se ocultan para utilizarlos o las de los que se oponen desde los bandos contrarios a cualquier intento pacífico ya sea de la Iglesia, de sus obispos, del Cardenal Ortega o de cualquier otra persona o espacio que intente mediar o participar activamente con propuestas de solución a los problemas cubanos. Los de Espacio Laical no se han ocultado para expresar sus opiniones con las que necesariamente no hay tampoco que estar de acuerdo; es su criterio y merece todo respeto ya sea que se tengan objeciones parciales o totales, se esté a favor o en contra. Abrir el diálogo es el camino y “no rasgarse las vestiduras”; personalmente lo he procurado con mi artículo sobre las soluciones y diálogos desde la verdad (*) en el que tampoco me oculto para apoyar lo que entiendo positivo de lo expresado por Espacio Laical. ¿Cuál es entonces el pecado; por qué razón tendríamos que opinar to`os lo mismo? Así lo pienso y así lo expreso con mi respeto a cualquier opinión diferente. Publicado en el periódico Por Esto ! de Mérida, Yucatán México, el lunes 4 de junio del 2012.

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