martes, 9 de agosto de 2011

PARA QUE LA MENTALIDAD CAMBIE Y QUE PODAMOS OPINAR LIBREMENTE

Para que la mentalidad cambie y que podamos opinar libremente


Crónicas cubanas
Félix Sautié Mederos
El Presidente Raúl Castro, en sus últimas intervenciones en el Consejo de Ministros ampliado, así como en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y en la Asamblea Nacional del Poder Popular, conjunto de eventos realizados en los últimos días del mes de julio 2011, a los que hemos tenido acceso por lo publicado en la prensa escrita, radial y televisiva local, ha insistido con reiterada firmeza en varios aspectos determinantes para el desenvolvimiento socio político y económico en la actualidad cubana. Creo que son muy importantes los planteamientos expresados y me referiré por el momento a lo que dijo sobre la necesidad de lograr un cambio de mentalidad en el enfoque y planteamiento de soluciones para los agudos problemas que estamos afrontando así como sobre la necesidad de que cada cual exprese lo que piensa y que nadie está mandatado para coartar ese pensamiento. En aras de la síntesis he parafraseado sus expresiones con las que por demás concuerdo.
Creo que ser objetivo es deber de quien analiza y opina, dejando a un lado los apasionamientos y los criterios venales preestablecidos que inducen a los rechazos totales de lo planteado y/o lo realizado sin reconocer lo que es verdaderamente positivo, sea quien sea el que lo haya dicho o hecho. Considero que si no actuamos de esta forma será muy difícil el diálogo y el debate necesario. No estoy de acuerdo con quienes desde uno u otro bando, indiscriminadamente niegan, descalifican y atacan a lo que se plantea, se propone o se hace por los otros, digan lo que digan ya sea positivo o negativo. Un problema importante que todos deberíamos resolver es dejar a un lado los rencores y los odios acumulados durante años, para buscar las posibilidades del entendimiento entre cubanos sin exclusiones de ningún tipo.
Expresadas estas consideraciones de base, quiero referirme a la tan reiterada insistencia del cambio de mentalidad y de expresar libremente lo que se piensa. Existe una interrelación básica entre la persona que se ejerce como cuadro de dirección o líder de alguna instancia con poder de decisión suficiente para afectar a la sociedad en su conjunto y la mentalidad así como los estilos de trabajo desarrollados y/o manifestados durante el desenvolvimiento de su responsabilidad; muy especialmente cuando ese ejercicio de poder se ha mantenido en activo durante largos períodos de tiempos. Esas extensas improntas temporales determinan que sea muy difícil y compleja la posibilidad de un cambio de mentalidad y de estilos de trabajo en el cargo específico que una persona ha ejercido ininterrumpidamente durante muchos años. Para lograrlo en realidad, será necesario un cambio de cuadros mediante la promoción de nuevas personas capaces de proponerse y actuar conforme a las nuevas mentalidades y estilos de trabajo requeridos para afrontar las nuevas situaciones y tareas que son necesarias en las nuevas épocas, valgan las redundancias del concepto nuevo. Sin movimientos de cuadros, bien pensados y a partir de una justa valoración de sus posibilidades, preparación cultural y técnica, experiencias y calidades humanas, muy especialmente en los sectores del pensamiento, de la comunicación social y de las relaciones con la población, la necesidad del cambio de mentalidad y de estilos de trabajo podría quedar reducida a una aspiración inalcanzable en el mejor de los casos o a lo que sería peor, una consigna abstracta que se repetirá constantemente sin que nunca se haga realidad.
La acción directa sobre el Ser Social con medidas efectivas en la economía, la política y la organización de la sociedad, necesariamente tendrá que sustituir a los procesos de reuniones y reuniones en donde se repiten las mismas consignas, se manifiestan los mismos estilos de trabajo y se reitera el mismo tipo de intervenciones autoritarias, tal y como se pudo apreciar en los reportajes de prensa sobre las asambleas posteriores al VI Congreso en las provincias y los municipios a lo ancho y largo del país, en donde se repitieron hasta el cansancio las consignas sobre el control, el sentido de pertenencia, el cumplimiento de lo establecido y las recriminaciones reiteradas desde las cúpulas de dirección hacia las instancias intermedias y de base, como si estas cúpulas no fueran también responsables de las situaciones planteadas.
Para que cada cual pueda expresar libremente lo que piensa sin el temor a la descalificación, la compulsión e incluso a la represión, hay que dejar a un lado los métodos propios de Plaza Sitiada que se aplican indiscriminadamente a la población en su conjunto. Un ejemplo demostrativo de esa política es la descalificación, insultos y amenazas que muchas veces oculta la verdadera identidad de quienes la plantean con el uso de seudónimos, lo podemos apreciar en la confrontación de opiniones sobre Cuba y sus problemas actuales dentro de los limitados ámbitos digitales a los que algunos tenemos acceso, en los espacios alternativos y las redes sociales de que tanto nos hablan los comentaristas políticos de los programas oficiales de la televisión y la radio local.
Por otra parte, es imprescindiblemente necesario cambiar la vigente política editorial de exclusiones de las opiniones, artículos, crónicas e informaciones así como de autores que difieran del pensamiento único oficialmente establecido. Para que las personas se sientan estimuladas masivamente a expresar sus verdaderas opiniones es imprescindible que los espacios públicos de diálogo se abran sin represiones ni descalificaciones de ningún tipo a los que opinen distinto. Debería establecerse una ética del debate, de respeto caballeroso a la opinión diferente, que no elimine la discusión ni la réplica pero que garantice sin discriminaciones onerosas, la respetabilidad y la integridad moral de quienes participen. Sin una prensa verdaderamente participativa con amplia diversidad de criterios, será muy difícil reanimar el pensamiento y el sentido objetivamente crítico que tanta falta nos hace. Para lograrlo considero necesario revisar y hacer cambios profundos en las estructuras así como en los cuadros que atienden la comunicación social en los espacios de dirección del país; incluyendo los de formación profesional, revisando, modernizando y ampliando el contenido de sus programas de estudios y de sus prácticas docentes.
En general así lo pienso y así lo expreso en unos temas que no considero agotados y sobre los cuales regresaré nuevamente. Siempre con el ánimo de coadyuvar a la solución de nuestros grandes problemas y dificultades actuales. fsautie@yahoo.com
Publicado en Por Esto! el lunes 8 de agosto del 2011.
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=107411


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