sábado, 7 de julio de 2018

EL ASESINATO DEL PROFESOR RAMIRO VALDES DAUSSA

El asesinato del profesor Ramiro Valdés Daussá.
                                     Por Pablo LLabre Raurell.
 “Lo más brillante y significativo de cuanto Ramiro hizo fue rescatar la Universidad de la fuerza de las armas sin imponer la fuerza de otras armas, sin sustituir unos pistoleros por otros”.
                                           Gaston Baquero. Diario de La Marina. 15 de agosto de 1945.
             A través de su historia, la Universidad de La Habana ha sufrido dos etapas de violencia gansteril de las que poco se ha escrito. La primera, de 1937 a 1944, por el surgimiento del llamado bonche estudiantil. La segunda, de 1944 a 1952, debido a las pugnas entre organizaciones pseudorrevolucionarias. Alumnos y profesores cayeron bajo las balas. Esos capítulos de la historia no deben ser olvidados. El presente trabajo contiene datos inéditos sobre aquellos sucesos.

- El crimen.
El 15 de agosto de 1940 fue asesinado el profesor universitario Ramiro Valdés Daussa, de 32 años de edad, cuando se disponía a entrar a su automóvil tras abandonar la casa de huésped de la calle Mazón, número 18, Centro Habana. Sus victimarios pertenecían al bonche estudiantil, un grupo de pseudoestudiantes que mediante amenazas, golpizas y tiros imponían su voluntad sobre profesores y alumnos. Su muerte ocurrió en los momentos en que la Universidad más necesitaba de su altruismo, energía y entereza.

Revolucionario, estudiante y atleta.
Ramiro Valdés Daussá nació en Pinar del Río el 5 de septiembre de 1909. Su padre, José Valdés León, era pagador central del Ministerio de Hacienda. Terminó sus estudios de Segunda Enseñanza en el Instituto de La Habana y en 1926 matriculó la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad, donde se destacó por sus cualidades como atleta y dirigente estudiantil. Se enfrentó a la dictadura de Gerardo Machado Morales (1925-1933) y en 1930 participó junto a Pablo de la Torriente Brau, Rubén de León, José (Pepelín) Leyva, Carlos Prío, Segundo Curti, Pío Alvarez y otros más en la fundación del Directorio Estudiantil Universitario (DEU).
El 3 de enero de 1931 fue recluido en el Castillo del Príncipe y trasladado luego al Presidio Modelo de Isla de Pinos. Tras ser liberado, participó junto a Pío Alvarez, José Morell Romero, Mario Salabarría y Guillermo  Barrientos en la Comisión Secreta del DEU, responsable de acciones violentas contra la dictadura. También viajó a Estados Unidos junto a Morell Romero para comprar armas[i].
El 25 de enero de 1932 fue detenido y condenado a ocho años de prisión en Isla de Pinos. En la cárcel recibió la trágica noticia de la muerte de sus hermanos José Antonio y Solano, asesinados el 14 de abril de 1933 como resultado de una delación que condujo  a los esbirros al apartamento de 29 y G, Vedado, donde se escondían. Uno de los sicarios, el sargento de la Sección de Expertos, Miguel Balmaseda, fue abatido años después, el 9 de diciembre de 1939, por el propio Ramiro a la entrada de la residencia de Orestes Ferrara, donde trabajaba de custodio. Otro de los asesinos, el teniente Oscar Fernández Trebejo, fue ejecutado por los miembros de la organización Acción Revolucionaria Guiteras (ARG) Juan Valdés Morejón y Jesús González Cartas, alias El Extraño, en 1941.[ii]

El 4 de septiembre.
El 4 de septiembre de 1933 un grupo de sargentos, cabos y soldados protagonizó con éxito un golpe militar en el campamento de Columbia. La sedición estuvo dirigida por los sargentos Fulgencio Batista y Pablo Rodríguez, con la participación de José Eleuterio Pedraza, Jaime Mariné y otros. Por conducto del periodista Segio Carbó, director de La Semana, antes del golpe los sargentos habían estado reuniéndose con miembros del DEU, entre ellos, Ramiro Valdés  Daussá.  Al margen de su labor como periodista, Carbó  había participado en la expedición de Gibara, el 17 de agosto de 1931, junto a Emilio Laurente, Carlos Hevia y Lucilo de la Peña.
Tras consumarse la asonada, Batista ocupó el despacho del Coronel jefe del distrito y comenzó recibir a los que llegaban, pero al ver a Carbó se reunió con él en las oficinas del oficial auditor, para escuchar sus consejos. A la entrada de la oficina, Ramiro Valdés Daussá, fusil en mano, custodiaba el acceso. Había llegado a Columbia junto a miembros de Pro Ley y Justicia y del DEU.
En Columbia se presentó también el periodista Lucilo de la Péña, director de La Gaceta Oficial, quien trató de participar en la entrevista de Batista y Carbó; pero Ramiro lo detuvo: “Aquí no queremos nada con los políticos viejos”, le dijo. “”Usted no puede pasar”. Lucilo le recordó su conducta frente a Machado, su condición de expedicionario de Gibara, su actividad política en Artemisa, su renuncia a un acta de Representante; pero no logró entrar. A las 3 de la madrugada lo intentó de nuevo, y esa vez lo paró Batista: “¿Usted que quiere? Esto es un asunto militar, no político. Aquí no queremos politiquería. Allá dentro se discuten los destinos de Cuba y eso es importante.”  Sin perder la calma, Lucilo respondió: “Si a mi edad no fuera político, ¿qué otra cosa pudiera ser en mi país?”.  Con el paso del tiempo Lucilo llegó a pertenecer al círculo íntimo de Batista.
Unos miembros del DEU le preguntaron a Batista sobre el propósito del golpe, pero el sargento, que había sido aconsejado por Carbó, les respondió: “Por lo pronto hay que acabar con la muerte de los porristas. Después hay que implantar el programa de la revolución”. Al escuchar la segunda parte los estudiantes hicieron demostraciones de júbilo. Uno gritó: “Esta es la auténtica revolución. Esta sí es auténtica”. El también sargento golpista Ignacio Galíndez exclamó: “Este es el golpe mas grandioso que se ha dado en el mundo. Y sin derramar sangre”. Al día siguiente Guillermo Martínez Márquez desplegó en su diario Ahora el siguiente titular: “Paso a la Revolución Auténtica”. El cintillo dio más tarde nombre al partido que acogió el programa del DEU, el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), constituido en febrero de 1934 en la redacción de la revista Alma Máter.

- El gobierno de la Pentarquía.
La Agrupación Revolucionario de Cuba (ARC), integrada por Sergio Carbó, el DEU y el ABC Radical Revolucionario, dirigido por Oscar de la Torre, fue la encargada de nombrar a los integrantes de la Comisión Ejecutiva o gobierno provisional. Los estudiantes José Antonio Rubio Padilla y Guillermo Barrientos le pidieron al doctor Ramón Grau San Martín que participara. Por el número de sus miembros la Comisión fue bautizada “Gobierno de la Pentarquía”, y  la integraron: el Dr. Ramón Grau San Martín,  Sergio Carbó,  el profesor Guillermo Portela,  José Miguel Irisarri, amigo y colaborador de Antonio Guiteras,  y   el banquero Porfirio Franca.
La Comisión no logró avanzar por las diferencias ideológicas de sus integrantes. Ante su fracaso, un miembro del DEU propuso a Grau para la Presidencia Provisional. La solicitud fue aceptada. Comenzó entonces el llamado más tarde Gobierno de los Cien Días. El Presidente Grau tomó posesión del cargo el 10 de octubre de 1933. Durante los 128 días que duró en el cargo su gobierno promulgó diversas leyes en el orden social y en favor de la economía nacional, como la intervención de la Compañía de Electricidad y de los centrales Chaparra y Delicias, en Oriente, que pagaban salarios de miseria a sus obreros.
El gobierno de Estados Unidos no reconoció al gobierno revolucionario a pesar de que Grau lo intentó en tres ocasiones en entrevistas secretas con diplomáticos norteamericanos. Dos con Benjamín Summer Wells, y una con Jeferson Caffery, el  10 de enero de 1934, según documentos del Foreign Office publicados cincuenta años después. Para defender el gobierno se organizó el Ejército Caribe, en el que militaron Ramiro Valdés Daussá, Santiago Álvarez, Manolo Castro, Mario Salabarría, René Moreno y  Roberto Meoqui Lezama.  Tras su disolución, la mayoría de los miembros del Ejército Caribe integraron la Legión Revolucionaria de Cuba (LRC). Durante el gobierno de Grau  el doctor Antonio Guiteras ocupó la cartera de Gobernación.

- La traición.
El 15 de enero de 1934 el coronel Batista, en complicidad con el embajador Caffery, dio un “golpe blando” al presidente Grau, quien forzado por las circunstancias renunció a favor de Carlos Hevia. El presidente del Tribunal Supremo, Federico Edelman, juramentó en el cargo al nuevo mandatario, quien se mantuvo en el puesto menos de 48 horas, razón por la que el pueblo lo bautizó “Flor de un Día”. Entonces el presidente de la Unión Nacionalista, Carlos Mendieta, fue designado por Batista para ocupar la Presidencia Provisional y Guiteras se sumergió en la clandestinidad. Para enfrentar al régimen usurpador fundó la organización T.N.T y luego Joven Cuba. Se le unieron Pedro Vizcaíno, Newton Briones, José Antonio Casariego, Conchita Valdivieso y algunos más.

- Periodista y revolucionario.
En 1933 Valdés Daussá participa en la fundación del periódico Luz, órgano del DEU, y forma parte del Consejo de Redacción de la revista estudiantil Polémica, junto a Pablo de la Torriente Brau y Raúl Roa. En 1934 se gradúa de ingeniero y al año siguiente funda Izquierda Revolucionaria (IR), junto a Eduardo Chibás, Roa y Rubio Padilla. Posteriormente, esta organización se convierte en partido político, pero en 1937 se legaliza el Partido Auténtico y una parte de los integrantes de Izquierda Revolucionaria se le une, entre ellos Ramiro Valdés Daussá, quien pasó a integrar la Asamblea Nacional. A finales del año 1938 ganó por oposición la plaza de Profesor Auxiliar de Dibujo en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de La Habana y meses después se incorporó al Partido Agrario Nacional, presidido por Alejandro Vergara, pero al poco tiempo se retira de esta organización por discrepancias en cuanto al enfrentamiento a Batista. En noviembre de 1939 se presentó como candidato a Delegado a la Asamblea Constituyente y por ese tiempo inició su labor docente en la Universidad.

- El bonche. Condiciones para su surgimiento.
Tras la caída de Machado, el movimiento estudiantil ganó un reconocimiento sin precedentes a nivel nacional por su enfrentamiento a la dictadura. Los estudiantes llegaron a controlar la política en los centros de Segunda Enseñanza. La frustración de la Revolución del 30, por la traición de Batista, dio lugar a que muchos revolucionarios carentes de formación ideológica, recurrieran a la violencia para subsistir. A partir de 1934, se identificó como revolucionario a todo el que portara un arma de fuego o perpetrara un atentado. Muchos de estos elementos ingresaron en los Institutos de Segunda Enseñanza y mediante la violencia controlaron los organismos estudiantiles y negocios como cantinas, venta de conferencias, libros, etc. El caldo de cultivo para el surgimiento de estos pseudo estudiantes aumentó con las medidas dictadas por ministro de Educación, Anaya Murillo, que favorecieron los Institutos Cívicos Militares, creados por Batista en detrimento de los centros de Segunda Enseñanza.

- Batista: padre del bonche.
Tras el fracaso de la huelga general de marzo de 1935, se desató una ola represiva contra sindicalistas, estudiantes y elementos revolucionarios. El coronel Eleuterio Pedraza, al frente de la Policía Nacional, dirigió las operaciones. Se ordenó el cierre de la Universidad y la suspensión de su autonomía. Muchos revolucionarios fueron encarcelados, otros asesinados y algunos marcharon a España para combatir el fascismo tras el estallido de la Guerra Civil, como Pablo de la Torriente Brau, Rodolfo de Armas, Eufemio Fernández, Jorge Agostini, Rolando Masferrer y Pedro Fajardo Boheras.
En 1937 Batista tiene la situación bajo control, autoriza la apertura de la Universidad y le devuelve su autonomía. Pero la rebeldía no se extingue en el centro docente de altos estudios. En esos momentos las condiciones no son las mismas y Batista, debido a sus aspiraciones presidenciales, no puede dañar su imagen con la muerte de estudiantes. Necesita reprimir la rebeldía sin utilizar sus cuerpos policiacos.
Fue el coronel Jaime Mariné quien dio solución a la compleja ecuación. Él propuso la idea de introducir en la Universidad a un grupo de estudiantes pseudo revolucionarios, violentos, que estuviesen bajo su control y mediante la violencia y la intimidación dominasen las distintas escuelas para evitar futuros actos de rebeldía. Batista nombró a Mariné director de Deportes y con fondos de esa institución financió el bonche, una estrategia criminal para reprimir las protestas estudiantiles.
Procedentes de los Institutos de la Víbora y del número 1 de La Habana, los bonchistas matricularon en las Escuelas de Derecho y de Ciencias Sociales. Algunos ni siquiera habían terminado sus estudios de Segunda Enseñanza, pero mediante la falsificación de documentos lograron la matricula. Entre los miembros del bonche estaban: José Noguerol Conde, Dionisio (El Gallego) Gutiérrez, Andrés Prieto Quince, Miguel Echegarrúa, Juan (Ñaño) González Andino, Mario Sáenz de Burohaga, Raúl Díaz Argüelles, Antonio Morín Dopico, Arnelio López, Gustavo Enrique Martínez , Felipe González Sarraín y Jorge Bacallao Pérez. Los alumnos de Derecho Antonio Castells y Guillermo Ara fueron simpatizantes de ellos.
Un grupo del claustro académico fue señalado de ser cómplices del bonche, como el profesor de Historia Calixto Masó; el profesor de la Escuela de Ciencias Comerciales Raúl Fernández Fiallo, que utilizaba a los bonchistas en sus campañas políticas en Pinar el Río; el decano de la Escuela de Derecho, Guillermo Portela, y el profesor, Manuel Costales Latatú. En cambio los profesores Ramiro Valdés Daussá, Manuel Bisbé, Herminio Portell Vilá, Aureliano Sánchez Arango, Raúl Roa y Francisco Carone tuvieron una actitud digna de enfrentamiento a estos pandilleros, a diferencias del rector, Rodolfo Méndez Pénate, cuya postura fue débil y de tolerancia.

- El bonche en acción.
Los bonchistas pronto comenzaron a sembrar el temor entre los estudiantes. Concurrían a la cafetería de la Escuela de Derecho e ingerían bebidas alcoholicas, gritaban palabras obscenas, formaban reyertas en el local y destruían platos, vasos, sillas y otros objetos. En más de una ocasión, realizaron disparos dentro del recinto universitario. El bonchista Antonio Morín Dopico agredió a tiros en el edificio del rectorado al supervisor de la Sección de Matrículas Gratis, el estudiante de Derecho Cándido Mora Morales, quien repelió la agresión e hirió a Morín en un brazo.[iii]
Para controlar las distintas escuelas, el bonche trató de ganar los cargos de Delegados de Asignatura. En 1938 lo hicieron por primera vez en las elecciones en la Escuela de Derecho. En esos comicios cometieron todo tipo de tropelías: amenazas, secuestro de un delegado para impedir su voto, coacciones, boletas falsas, alteradas, etc.
Las actividades del bonche no se limitaron al recinto universitario. El 22 de marzo de 1939 en la calle 23 esquina L, en el Vedado, agredieron al estudiante Antonio Hernández Travieso, presidente de la Escuela de Filosofía y Letras, en presencia de su novia, la estudiante, Esperanza Figueroa Blanco, que resultó lesionada. En más de una oportunidad el bonchista Juan González Andino participó junto a otros en el robo de autos, a punta de pistola, para utilizarlos en distintas fechorías. Andino tenía una plaza de jardinero en la Universidad por la que cobraba sin trabajar. Para imponer respeto y ganar notoriedad, los bonchistas perpetraron algunos atentados, como el de Braulio Ortega, sicario de Machado, quien había resultado absuelto por los Tribunales de Excepción; y el de Orestes Ferrara, en el que participaron junto a Mariano Puertas y Emilio Tro.
Al observar el deterioro moral al que había descendido el recinto universitario, Ramiro le solicitó al Rector la posición de Jefe de la Policía Universitaria, pero la petición fue denegada. Una mañana, Ramiro se presentó en la oficina del Rector junto con su auxiliar de Cátedra, Manolo Castro, y tuvo que esperar largo rato para ser atendido. Cuando entraba vio salir de la oficina a Morín Dopico y Noguerol Conde. Ramiro le preguntó al doctor Méndez Peñate el motivo de tan pintoresca visita. “Quieren la misma plaza”, respondió. Entonces Ramiro le advirtió el peligro que entrañaba poner el cuerpo de seguridad en manos de unos gamberros.
En septiembre de 1939, durante una celebración a la que asistió el Rector, los bonchistas se llevaron el recipiente que contenía un ponche de frutas destinado a los asistentes y lo se lo bebieron. En estado de embriaguez, insultaron a Méndez Peñate en presencia de todos. Al día siguiente, este llamó a su oficina a Ramiro y a Manolo Castro y los nombró al frente de la Policía Universitaria. Al aceptar sus respectivos cargos, señalaron que no cobrarían salario por sus trabajos y que “limpiarían” el alto centro docente.

- Ramiro frente al bonche.
Desde su posición en el cuerpo de seguridad, Ramiro hizo lo posible por restaurar la disciplina universitaria. Modificó el reglamento de la policía y reorganizó su personal. Los amigos de los pandilleros fueron expulsados y sustituidos por simpatizantes de su política de saneamiento, entre ellos Eufemio Fernández, Roberto Meoqui, ex- teniente de la policía a las órdenes de Guiteras, y Orestes Martínez, esposo de la doctora en Medicina y luchadora anti-machadista Leonor Ferreira.[iv]
El 30 de septiembre de 1939, en el tradicional acto de recordación al mártir Rafael Trejo, muerto a manos del policía de Machado, Félix Robaina, Ramiro denunció a los bonchista y señaló la desmoralización de las autoridades docentes. Al final puntualizó: “Cuidemos esta Alma Máter, que tanto amamos”. Los bonchistas intentaron agredirlo, pero sus amigos lo rodearon para protegerlo.
El bonche se fue debilitando. Fue estrictamente observada la prohibición de entrar a los predios universitarios con armas de fuego. El “trabajo” de jardinero de González Andino le fue retirado. Las matrículas de los bonchistas fueron revisadas y se detectaron irregularidades en varias de ellas, como la de Prieto Quince, que carecía del diploma de graduado de la Segunda Enseñanza.

- El bonchista Mario Sáenz de Burohaga.
Mario Salabarría tenía, además de Julio, dos hermanas, Hilda, novia del mártir del DEU Juan Mariano González Rubiera, asesinado por Machado a los 17 años de edad, e Irma, esposa del estudiante de Ingeniería Agrónoma Wilfredo (Yuyo) del Prado. Una tarde, cuando este se dirigía a sus clases, se cruzó con un grupo de bonchistas que merodeaban la entrada de la Universidad. Entre ellos estaba Mario Sáenz de Burohaga, quien había sido expulsado por dos años de la Universidad por alterar el resultado de un examen de Derecho Penal. El titular de la cátedra, Guillermo Portela, le propuso que se fuera a México por un tiempo, hasta que las cosas se calmaran. En principio aceptó; pero luego le mandó a decir con el estudiante Antonio Tenjido que “él no iba a huir y se quedaba”.[v] Portela reportó la falta y el bonchista fue expulsado, pero poco después recibió un indulto por “buena conducta”.
Al ver llegar a Wilfredo, los bonchistas ofendieron a su cuñado, Mario Salabarría. Wilfredo les ripostó: “Eso díganselo ustedes, si tienen valor para hacerlo”, y como respuesta recibió una brutal golpiza. De regreso a casa le contó a Irma lo sucedido. El relato llegó a oídos de Mario Salabarría, quien se propuso darle un escarmiento a los pandilleros. Esa misma noche Mario se reunió con Manolo Castro.[vi]
A la mañana siguiente, Salabarría se dirigió a la Universidad en un auto conducido por su amigo Eustaquio Soto Carmenate. Iba armado con una ametralladora Tomphson y una pistola calibre 45. El carro ingresó por la entrada de la calle J. El policía de posta los dejó entrar armados. Manolo Castro se encontraba cerca del lugar. Se dirigieron a la Plaza Cadenas (hoy Plaza Ignacio Agramonte ). Sentado en un banco, frente a la Escuela de Derecho, estaba Burohaga. Salabarría le ordenó a Soto detener el auto y bajó pistola en mano. Sigilosamente, se aproximó a Burohaga y sin darle tiempo a reaccionar le hizo cuatro disparos. Luego, sin alterarse, regresó al auto y se marchó. Una cruz en el pavimento señala el lugar donde Burohaga cayó. Emilio Tro estaba a poca distancia junto a Miguel Echegarrúa. Al sentir las detonaciones ambos corrieron hacia la plaza y vieron cuando Mario se retiraba.[vii]

- Las renuncias.
El trabajo de Ramiro rindió sus frutos. La Universidad comenzó a respirar una aparente calma. Cumplida la misión, el 6 de agosto de 1940 Ramiro y Manolo presentaron sus renuncias al cuerpo de seguridad. Fueron sustituidos por Roberto Meoqui y por Orestes Martínez. Al conocer las renuncias, los bonchistas pensaron que el momento de vengar a Burohaga había llegado. En principio habían elegido a Salabarría, pero este les resultaba una presa difícil y peligrosa por su experiencia insurreccional.  Luego  pensaron en Manolo Castro. El bonchista Juan González Andino  dijo al grupo que Manolo tenía sembrado frente a su casa, en la calle Milagros # 258, un frondoso árbol  y que  él podía subir a una rama, esperar a que Manolo apareciera, y dispararle. ( 8).  La idea fue desechada por el tiempo de fuga al tener que descender de un árbol.  Entonces optaron por Ramiro.
    - La asociación Alma Máter.
La Asociación Alma Máter, con sede en la calle Infanta número 206, Centro Habana, fue una entidad legal concebida por el estudiante de Derecho Jorge Bacallao. Su objetivo era darle al bonche una cobertura legal que le permitiera operar dentro del recinto universitario. Contó con el respaldo de Jaime Mariné y fue presidida por Bacallao.[viii] Entre sus actividades estuvieron la celebración de rifas y colectas entre los estudiantes para “ayudar a los más necesitados”. En el local de dicha asociación se planificó la muerte de Valdés Daussá.
La selección de los participantes en el atentado se realizó mediante sorteo. A oídos de Ramiro llegaron noticias de lo pactado y resueltamente se dirigió a la Asociación. Al llegar al local les dijo a los presentes: “Aquí estoy, pueden matarme ahora si lo desean”. Uno de los bonchistas, Miguel Echegarrúa, le aseguró que ellos no planeaban matarlo, que eso eran rumores.( 10).  Sin mediar más palabras, Ramiro se retiró.

- Muerte en la calle Mazón.
A pesar de tener enemigos peligrosos, Ramiro no se cuidaba, era muy despreocupado, al igual que Manolo Castro, quien resultó ultimado el 22 de febrero de 1948. No seguían los consejos que  a menudo les recordaba  Mario Salabarría. ( 11 )
Todas la noches Valdés Daussá cenaba en la casa de huéspedes marcada con el número 18, en la calle Mazón. Al terminar, subía a su auto y se dirigía a casa de su novia, Olga Govantes. En la noche del 15 de agosto de 1940, tras concluir su habitual cena, fue acribillado a balazos cuando se disponía montar en el carro. Desde un solar, a un costado de la residencia, Miguel Echegarrúa y Prieto Quince le abrieron fuego y desde otra posición, más cercana, Gustavo Enrique Martínez le hizo varios disparos, mientras González Andino vigilaba y Noguerol Conde esperaba al timón de un auto. Cuando iban a emprender la fuga el carro efectuó una violenta marcha atrás y se proyectó contra un poste del alumbrado público. El golpe provocó que la pistola de Prieto Quince se disparara e hiriera a Noguerol en la nuca; ambos fueron detenidos en el lugar. Al siguiente día Echegarrúa fue capturado, al igual que Morín Dopico; pero este no había participado de forma directa en el atentado. Gustavo E. Martínez y González Andino lograron huir.
La instrucción del caso la practicó el juez Gilberto Mosquera. Ante él concurrió a prestar declaración Méndez Peñate.  La policía incluyó a Juan Valdés Morejón en la lista de los estudiantes vinculados a la Asociación Alma Máter. A petición de la FEU, el Consejo Universitario  ordenó juzgar  ante un Consejo de Disciplina a los estudiantes Jorge Bacallao, Arnelio López y Felipe González Sarraín.
Al finalizar el proceso penal, los acusados Prieto Quince y Noguerol Conde fueron sentenciados a 30 años de prisión, Echegarrúa y Morín Dopico resultaron absueltos. Gustavo Enrique Martínez escapó a México y un tiempo después murió apuñalado durante una disputa en un bar. Juan González Andino marchó a Estados Unidos y se enroló en el ejército. En 1945 Noguerol se fugó de la Sala de Penados del hospital Calixto García, gracias a haber recibido ayuda del exterior. En 1948 el presidente Grau indultó a Prieto Quince. La petición la había hecho Emilio Tro poco tiempo antes de morir en la masacre de Orfila, el 15 de septiembre de 1947.
En 1941 la Sección de Ingeniería y Arquitectura del Comité Estudiantil de Superación Universitaria (CESU), publicó bajo el título Libro blanco de la crisis universitaria una enérgica y valiente denuncia contra el bonche. Su presidente, Manolo Castro, le había encargado la redacción del folleto al estudiante Arquímides Poveda, miembro del Partido Comunista. Al comentar la muerte de Burohaga, el documento señala como autor a “una persona desconocida”. No menciona a Salabarría.

- La muerte del profesor Fernández Fiallo.
Tras el atentado a Valdés Daussá la policía realizó un minucioso registro en el local de la Asociación Alma Máter, donde se ocuparon armas y objetos propios de actividades delictivas. Entre los documentos encontrados había un plano que detallaba el lugar del crimen. Los amigos de Ramiro hicieron su propia investigación. En su condición de Jefe de la Policía Universitaria, Meoqui entró en compañía de Salabarría al depósito donde estaba el auto usado por los bonchistas. Al inspeccionarlo vieron en las gomas una mancha de arcilla de color peculiar, poco común, idéntica a la que existe en los terrenos de la finca de Fernández Fiallo en Pinar del Río. ( 12 ). El hallazgo reveló la complicidad de este profesor en el delito: el auto, robado, había sido escondido en su finca antes del atentado. Las sospechas se agravaron al estar Fiallo sujeto a investigaciones por sus vínculos con el bonche.
En horas del mediodía del 28 de noviembre de 1940 Fernández Fiallo abandonó el recinto universitario y caminó por la calle 27 de noviembre en dirección a la calle L. Lo acompañaban su coterráneo, Lomberto Díaz, quien más tarde, en el gobierno de Prío, fue ministro de Gobernación, y el Representante a la Cámara, el auténtico Félix Puentes. Cuando llegaron a la calle K Manolo Castro y Mario Salabarría, que los seguían a corta distancia, les dispararon. Al sentirse herido, Fiallo le pidió a Lomberto que lo sujetara, pero recibió otras descargas y cayó al pavimento. Sus agresores cruzaron la calle y se dirigieron al auto que los esperaba en K y 27 con Soto Carmenate al volante.[ix] El herido fue trasladado al hospital Calixto García, donde falleció pocas horas después.
En horas de la noche de aquel día, Mario Salabarría visitó a Lomberto en la casa de huéspedes donde se alojaba y le advirtió sobre el daño a su salud que le pudiera acarrear el hecho de identificar a los autores del atentado.(14). Fue la viuda de Fernández Fiallo quien declaró ante el Juez Especial que su esposo había dicho que Manolo Castro quería matarlo. El magistrado libró una orden de detención contra este. El 3 de diciembre de 1940 Manolo Castro fue suspendido de empleo y sueldo como técnico de la Cátedra de Dibujo en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad. Poco tiempo después la causa criminal fue sobreseída.

- El entierro de Valdés Daussá.
Una inmensa multitud acompañó su cadáver al cementerio. En él se dieron cita familiares, amigos, miembros de la generación del 30, estudiantes, profesores, militantes de organizaciones revolucionarias, del Partido Auténtico y del CESU. Las palabras de despedida del duelo estuvieron a cargo del profesor de la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana y Representante a la Cámara Manuel Bisbé Alberni, quien hizo el panegírico de la vida de Ramiro y destacó su trabajo como revolucionario, estudiante, atleta y profesor, así como su abnegada lucha por el adecentamiento de la casa de altos estudios. Acusó de manera directa a sus asesinos y señaló la responsabilidad de profesores y autoridades universitarias que apoyaron al bonche. Recordó las dos pasiones de Ramiro: la Revolución y la Universidad. Y concluyó: “Por la Revolución dio su libertad, por la Universidad su vida”.

- El Homenaje.
En el curso de verano de 1946 la Universidad de la Habana celebró un acto en homenaje a Ramiro Valdés Daussá con la asistencia del Rector, doctor Clemente Inclán. Durante el evento, en una de las paredes del rectorado se colocó una tarja para honrar su memoria, en señal de eterno agradecimiento por su sacrificio. Entre los presentes estaban Manolo Castro, José (Pepín) Díaz Garrido, René Moreno  y Mario Salabarría. Al concluir el emotivo acto, Manolo Castro se echó a llorar.[x]

Referencias


[i] Entrevista a José Morell Romero ( 1995-96 ) realizada por el autor en Miami, Florida.
[ii] Entrevista a Juan Valdés Morejón ( 1 994- 97) realizada por el autor en Miami, Florida
[iii] Entrevista a Antonio Morín Dopico realizada por el autor ( 1978- 85) en el Bufete Colectivo de Obispo y San Ignacio, Habana Vieja, y en su domicilio, calle Mangos # 110, Jesús del Monte, Municipio 10 de Octubre, La Habana.
[iv] Entrevista a Leonor Ferreira ( 1995-99)realizada por el autor en Miami, Florida.
[v] Entrevista al Dr. Antonio Tenjido ( 1979- 83 )realizada por el autor en el Bufete Colectivo de Carlos III y Franco. Centro Habana.

[vi] Entrevista a Mario Salabarría ( 1992- 2001) realizada por el autor en  su domicilio de Calle Flagler y 51 ave (bajos ), Miami, Florida.
[vii] Entrevista a Miguel Echegarrúa ( 1993-97) realizada por el autor en Miami, Florida
8- Entrevista realizada por el autor a Juan Gónzalez Andino ( 1995- 99 ) en su domicilio 5765 S.W 5 S.T, Miami Florida.
[viii] Entrevista a Jorge Bacallao Pérez ( 1979- 88 ) realizada por el autor en el Bufete Colectivo de la calle Galiano, La Habana, y en su domicilio de calle San Mariano No 109, 10 de Octubre, La Habana.
10- Entrevista realizada por el autor a Miguel Echegarrúa en Miami Florida.
[ix] Entrevista a Mario Salabarría.
12- idem
13- idem
14-  idem
[x] Entrevista a José Díaz Garrido ( 1998- 2000 )  realizada por el autor en el  domicilio de Mario Salabarría, calle Flagler y 51 avenida, Miami, Florida.

PABLO LLABRE RURELL. Historiador. Doctor en Derecho, Universidad de La Habana. Máster en Lengua y Literatura Española, Universidad de Salamanca, España. Jabaylla@yahoo.com.

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