lunes, 22 de mayo de 2017

RODILLA EN TIERRA Y MEANDO FUERA DEL PEROL. ¿Y LA CONSTITUYENTE?


ELIGIO DAMAS

            Un paso adelante, dos atrás. Así dijo un ícono de la revolución. No hablaba de bailar el San Vito y menos la danza del zamuro, aquella hermosa creación folclórica de los cumaneses, que usted no verá nunca en Corazón llanero y menos en el recién creado corazón rockero. Dijo el jefe bolchevique más o menos lo mismo que hizo el “Gran Mariscal de Ayacucho” antes de entrarle de lleno a esa batalla. No lo que no hizo Falcón en la “Batalla de Coplé”, en los tiempos de la guerra federal, por lo que pese casi doblegar en fuerzas al general León Febres Cordero este lo derrotó feamente.
            Hay un cuadro de Goya, del gran pintor español, conocido como “Pelea a Garrote”, donde los combatientes, gente humilde, del pueblo, con un concepto pueril de lo que es ser valiente, ajeno a la “picardía” de derrotar al rival, más si este a uno lo aventaja en fuerza, de no poner “rodilla en tierra”, sino más aun,  hunden las piernas hasta la rodilla, lo que es más infantil y poco inteligente, sobre todo en quien podría ser, relativamente hablando, más débil pero más hábil. Es decir, los dos se ponen en exacta igualdad de condiciones, lo que difícilmente tiene que ver con la vida o la realidad. Allí si es verdad que no es posible un paso atrás, aunque el enemigo dispare o deje caer bombas, y sólo se dispone de un garrote para la defensa, porque se tiene las piernas atrapadas en la tierra. Aquello era un sobreponer “la valentía, el arrojo”, absurdo concepto del honor por encima de la inteligencia. El hábil, ingenioso, competente para moverse con agilidad, como Aquiles, “el de los pies alados”, el hijo de Atenea, se pone de igual frente a un enemigo que le supera en estatura y fortaleza. Era una manera como caballeresca, un remanente de la cultura medieval, por algo Francisco Goya es uno de los artistas del Romanticismo, que retoma mucho de aquello.
              En esa rodilla en tierra, o piernas hasta la rodilla, se sobrepone lo romántico y hasta la fuerza bruta a la inteligencia. Es lo contrario de aquel exquisito boxeador, quien “pegaba como una avispa y volaba como una mariposa”, Mohamed Alí o  Cassius Marcellus Clay, peleando contra el gigante Foreman, quien dio tantos pasos atrás y a los costados como le fue necesario hasta vencer.
            En la “Batalla de Coplé”,  Juan Crisóstomo Falcón, tenía un ejército que doblaba en hombres al oficialista León Febres Cordero. En soldados de caballería, sólo por el lado del general Juan Sotillo, llegado allí desde oriente, tenía 3 mil quinientos. Ante aquella superioridad, Febres Cordero inició una larga marcha obligando a su enemigo a seguirle hasta llevarle a la sabana de Coplé, llena de pequeñas lagunas y fango donde el enorme ejército de Falcón y sobre todo su caballería no podían maniobrar. Sotillo y sus hombres no pudieron combatir y los federales fueron vergonzosamente derrotados por un ejército inferior.
           En la “Batalla de Ayacucho” se da después de una dura campaña de movimientos por la sierra andina. Al inicio, las fuerzas de Sucre son sustancialmente inferiores en número y el Mariscal percibe que no puede dar la batalla en aquellas circunstancias, más cuando el enemigo está mejor posicionado. Por eso inicia una serie de movimientos – como uno o varios pasos atrás – hasta casi agotar al enemigo y cuando lo percibe propicio inicia la ofensiva con los resultados conocidos.
            León Febres Cordero en Venezuela, cuando la guerra Federal y Sucre en Ayacucho, supieron, como lo supo Mohamed Alí, que en veces, para vencer, hay que dar sus pasos hacia atrás y hasta los lados.
            Puede ser que estando rodilla en tierra, pese aparecer como firme no se orine dentro del perol porque este se mueve o lo mueven. Si de este eso hacen, estando rodilla en tierra no puedo seguir su movimiento y meo afuera. De pie,  si puedo ejecutar la maniobra pertinente si el perol se mueve por declive del terreno, un aunque breve movimiento telúrico o lo halan desde lejos con una cabuya, como cuando se agarra gallina con anzuelo.
            Por eso, no me gusta la consigna de rodilla en tierra. Me suena melosamente romántica, fanfarrona, nada inteligente y muy sectaria. Es coherente con la expresión “esto no se negocia”; con lo que refieren a la constituyente. Es una expresión ambigua que se ampara en un verbo desacreditado para justificar el sectarismo. Una de las acepciones del verbo negociar es vender o mejor hacer un cambio  entre dos mercancías, una de ellas es el dinero. Otra es tratar un asunto por la vía diplomática. Pero la más usual es la primera. Los políticos suelen valerse de esta última circunstancia para descalificar cualquier intento de diálogo. “Yo no negocio mis principios”, cuando alguien invita a otro en medio de un conflicto a reunirse para llegar acuerdos y a la paz. Es la manera de descalificar la invitación o la práctica recomendable para lograr un propósito mayor cuando media una situación complicada que recomienda rebajar demanda y aspiraciones para sacar de verdad las mejores ventajas para todos. Es l usual reacción usual de los soberbios y sectarios. De ellos que hunden los pies en la tierra y creen que más que la inteligencia deben prevalecer las bolas y hasta para mejor decirlo, los intereses personales de quienes están al frente del comando. Porque en verdad, lo que más cuidan son sus privilegios y liderazgo que podrían perder en una situación nueva, un escenario distinto.
            Sucre y León Febres Cordero, no enterraron los pies en la tierra y dieron batalla donde el enemigo tenía ventajas, en el sitio donde se lo toparon y aquel lanzó el desafío; lo llevaron al terreno donde estas, las ventajas, estaban al lado de ellos. Mohamed Alí, giró incansablemente, hizo cientos de bicicletas, se “dejó” encerrar incontables veces en las cuerdas y sólo cuando vio las fuerzas de Foreman diezmadas se lanzó al contraataque y este terminó fulminado.

            La Constituyente no puede abordarse con las “rodillas en tierra”. Más bien “picando como una avispa y volando como una mariposa”. Hay que lograr incorporar la mayor cantidad de gente posible, romper la frágil unidad opositora y unir a las fuerzas por el cambio. Hay que moverse mucho y otear con amplitud el horizonte. Que la escogencia de constituyentistas por circunscripción y sectores sea lo más libre posible. Ponerle freno, si no eliminar de cuajo el sectarismo y el deseo de llegar a ese congreso soberano con el ganado amarrado a la pata del botalón. Si no se procede así, se mearía fuera del perol y de nada vale tener las “rodillas en la tierra”.


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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 5/22/2017 08:22:00 a. m.

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