domingo, 6 de septiembre de 2015

¿ESTE PAÍS, TÚ PAÍS, MÍ PAÍS, ES UNA MIERDA?

ELIGIO DAMAS -“¡Este país de mierda, no sirve pa´ un carajo!” ¡Sí!, sin duda, esta es una de las consignas políticas más usadas por la oposición. Se le utiliza para todo y ante cualquier contingencia. Si cae un rayo, eso sólo sucede aquí en esta porquería. Esa es la manera de evaluar al país y manifestar incomodidad por todo lo que acontece. Es así ahora, según quienes le odian, cuando el bolívar va, no sé si decir en caída libre es valedero, porque el dólar paralelo aumenta desmesuradamente y el oficial no deja de pegar sus brinquitos, tal como San Vito en la ocurrente descripción de nuestro gran escritor Renato Rodríguez. Claro sin obviar que hallar un dólar de esos oficiales es más difícil que encontrar un unicornio azul Y es así también porque un precio tuvo hace poquito cualquier vaina en el abasto cuando compramos y otra superior pocos minutos después, cuando regresamos a comprar otra de la misma por si acaso. Este país no sirve porque muchos productos de consumo básico están desaparecidos. Pero sucede que muchas de esas calamidades son ocasionadas por quienes afirman que el país es una mierda, sin dejar de admitir que el gobierno pareciera no dar pie con bola y toma consecuencias como causas; anda como embrollado y dando carreritas de aquí a allá. En Colombia, por ejemplo, hay ahora un llantén que preocupa al gobierno de allá, porque este país de mierda, me refiero al nuestro, le cerró la puerta al contrabando de aquí, de esta mierda, para allá y generó una crisis terrible en un solo día. Dicen que más de seis mil “pimpineros” y conductores de cisternas, con apoyo o alcahuetería de alguna autoridad nuestra o testaferro, esa es harina de otro costal, por sólo hablar de la gasolina, que trasegaban más de un millón de litros del combustible diario, ahora protestan allá porque quedaron sin trabajo; es decir, sin contrabandear, forma de vida que prodiga el gobierno colombiano. Eso sin contar quienes yendo y viniendo, llevaban a Colombia otros productos para alimentar la economía de ese país. El presidente Santos y hasta el alcalde de Cúcuta, quienes legalizan el contrabando para encubrir la inmensa miseria que prodiga la oligarquía colombiana, a cambio de un pírrico impuesto, han pegado el grito en el cielo al quedar sin piso y encontrarse de pronto con una cagada gigantesca que estaba oculta con “tierrita”, sólo porque el presidente Maduro decidió el cierre de la frontera por el cúmulo de problemas que allí se generaban con el visto bueno del gobierno de aquel lado. Pero siendo así, el país de mierda es este. Allá que viven del contrabando de mercancías de acá por las calamidades ancestrales que hasta una larga guerra han amamantado y empujado para acá una población inmensa, todo es una maravilla y la mierda está acá. En todo caso Colombia tampoco es una mierda, como no lo es Venezuela. Pero allá y aquí, el pueblo sabe dónde está la porquería. Pero no hay tutía ni otra forma de evaluar al país que no sea esa. “Este país es una mierda”. Es natural que para quienes hacen oposición, desde lejos, en la calle, sin aspiración ni oportunidad de alcanzar algo personal, haya inconformidad. Si se está en contra, por las razones que sean contra el proyecto bolivariano, y miren que bastantes hay, y todo lo que este representa, uno comprende que esas oposiciones u opiniones en contrario se expresen y exige que se hagan con toda libertad. Si piensan que el plan de Chávez no conviene al interés nacional y que ahora el gobierno de Maduro lo hace mal y hasta muy mal, está bien que lo digan y luchen para que las cosas sean mejores y hasta para que haya cambio de gobierno como demanda el precepto constitucional. ¡Eso está muy bien! ¿Pero siendo así, por qué caer en la trampa de juzgar al país que comprende su gente, territorio, cultura, historia, tradiciones, intereses y hasta nuestra ancestral familia de manera tan vulgar y pedestre? Desde que me inicié en la política siempre estuve en la oposición. Con esto no quiero decir que ahora esté en el gobierno, porque si bien le apoyo, soy un crítico permanente. Pero volviendo al tema central, cuando fui opositor sin duda, que lo fue toda la vida, lo fui por creer que los gobiernos, desde Pérez Jiménez hasta Caldera II, no representaban el interés nacional y sus políticas económicas y sociales lejos estaban de atender a las mayorías ni apuntaban a asegurarnos el futuro. La política de esos gobiernos, en todo sentido, la evalué como al servicio de intereses foráneos y del gran capital interno, particularmente lo que acontecía en el sector petrolero. Pero no por eso, pese a que el país se desangraba, los gobernantes regalaban el petróleo al capital internacional e interno y la alta jerarquía de PDVSA se repartía la cochina, nunca se me ocurrió pensar y menos decir, en cualquier parte y con boca de jarro: -“¡Este país, es una mierda!”. Cosa curiosa, para que vean por donde viene el asunto, en la cuarta república, aquella “feliz” del dólar cuatro treinta y “tá barato dame dos”, los gobernantes y enorme cola de contratistas que arrastraban, enviaban a sus hijos a estudiar fuera y hasta las madres de estos vivían o casi vivían con los hijos, mientras ellos, apenas llegaba el viernes, por distintos caminos, allá iban a pasar los fines de semana con la familia, en las lujosas mansiones que tenían. Debían hacerlo así, porque como ellos decían en cada tertulia: -“¡Este país es una mierda!” Ellos eran quienes gobernaban y hacían del país lo que era, como ellos le calificaban, a su propia obra, mientras nosotros estábamos en la oposición y diciéndoles que no servían y, en fin de cuentas, lo que eran; unos infelices e incompetentes que pensaban con el estómago. Entonces, el país que ellos gobernaban, administraban, se mamaban y hasta exprimían, según su propia evaluación: “Era una mierda”. Su obra era, según su propia evaluación, sólo excremento. En cambio nosotros jamás, pese a todo lo que sus políticas significaban y que no vale la pena relatar aquí porque es demasiado resabido, basta con lo dicho antes, culpamos al país de eso. Los culpables estaban a la vista y eran tanto culpables que ese calificativo y discurso contra el país víctima de ellos, se les devolvía y estallaba en la cara. Justamente eso fue el Carazo, un estallido popular, porque los gobernantes no servían y no porque el país era una mierda; eso dijo aquel fenómeno social que hasta fue luminoso y macabro. Al contrario el país les resultó demasiado grande. Ese mismo discurso lo siguen usando los descendientes de quienes se chuparon las riquezas del país y sirvieron de celestinas al capital internacional hasta sin saberlo; lo que es peor y muy mal habla de ellos, justamente porque no se sienten ligados a la tierra, su gente, sino sólo a sus enormes riquezas, tanto como cualquier ambicioso extranjero, aventurero o parásito. Procuran que el venezolano que está lejos de ser como ellos, pero cae en las redes de su falso y asqueroso discurso, se sume para poner en venta su más preciado tesoro; la nación orgullo de quien habiendo nacido en ella, tiene raíces hundidas en su tierra, conociendo su historia que es toda una epopeya y más, la madre de todos sus antepasados. Por este asunto les invito a leer mi trabajo titulado “Beatriz de Majo me recordó a Antoine, siguiendo: http://www.aporrea.org/actualidad/a37177.html Quienes piensan que este país “es una mierda”, tienen sólo una salida. En su caso, luchar por ella no vale la pena; esa inconformidad, como hemos dicho, es vieja, heredada y clasista; “no tiene compón”. Deberían dejarnos el país sólo a quienes le queremos y dedicarse a vivir mejor sin joderse. Lo malo es que los gringos, amos y dueños de la tierra prometida de los “inconformes” que en este mierdero están como obligados, no están dispuestos a servirles la cama para que vivan felices en un país idílico si no trabajan y se joden de sol a sol. -- Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 9/05/2015 07:07:00 a. m.

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