jueves, 17 de septiembre de 2015

¿EL SOCIALISMO SIN CAPITALISTAS NO FUNCIONA?

ELIGIO DAMAS Víctor Álvarez, quien es una autoridad sobre economía y hasta ostenta el premio al “Pensamiento Crítico Latinoamericano”, otorgado por el gobierno bolivariano y para más señas fue ministro del presidente Chávez, escribió en “Ultimas Noticias” del domingo próximo pasado, donde tuve el placer de leerle, un artículo con este título pero en forma afirmativa. Por eso coloqué en tuiter una nota que textualmente expresa: “Admiro a Víctor Álvarez por lo que dice. Ahora aguantará la furia de la ortodoxia”. No obstante, pese mis limitaciones, poco conocimiento del asunto, sólo soy un profesor de historia de Educación Media, con título apenas de pregrado, me he sentido tentado a envolverme imprudentemente en ese asunto porque sobre él he meditado mucho los últimos años y atrevido a hacer algunos señalamientos. No recuerdo bien, si fue de Gordon Childe o Arnold Toynbee, de quien leí algo como “el futuro se construye partiendo del pasado y presente”; y para quien eso dijo, renovar no significaba destruir, arrasar, sino usar lo existente para crear un nuevo orden, forma de vida o relaciones de producción. Se ha pensado mucho en la anquilosado idea, según la cual, se trata de derrumbar, con todo lo que este verbo implica, lo existente, para como si se tratase del Ave Fénix radical, reconstruir un nuevo orden, no a partir de las cenizas sino de la nada. En un acto para el cual fui invitado, ya hace casi un año, a hablar o para decirlo como suelen hacerlo, en un foro como ponente, dije lo siguiente: “Lo del socialismo no es tan fácil y expedito como eso de fundar una arepera, con capital de la renta petrolera que administra el Estado y ponerle Arepera Socialista”, citando al profesor Vladimir Acosta”. “El asunto es más complicado y dificultoso, más exigente que lo que creíamos cuando andábamos por los años juveniles. Aunque hay muchos de nuestra edad, todavía anclados en aquella utópica posibilidad de derrumbar la vieja sociedad y la construcción de una nueva en una noche de decretos y euforia. Los mismos que leyeron y releyeron decenas de veces “Los diez días que estremecieron al mundo” del norteamericano John Reed (El rojo), que es una crónica sobre la revolución bolchevique de 1917, porque creyeron encontrar allí las respuestas al “qué hacer”, para preguntarnos como Lenin”. Como dice también Álvarez, tomar el gobierno, lo que sería algo así, como “el cielo por asalto” es una cosa y otra construir una sociedad de iguales, socialista. Hemos entendido que Víctor Álvarez, eso no lo aclaró el insigne profesor, lo de “socialismo sin capitalismo no funciona”, lo utiliza para caracterizar lo que sería el “proceso de transición”, por lo mismo que hemos dicho antes. Y para eso se fundamenta en que Cuba, China, etc. solicitan o procuran ahora inversiones de capital foráneo. Además, así como no es conveniente derrumbar el viejo hospital para construir luego uno nuevo, circunstancia que obligaría a la gente a no enfermarse hasta tanto este esté concluido y en funcionamiento, o en caso contrario a ampliar hasta más allá de más nunca el cementerio y hasta las cárceles, tampoco lo es destruir el aparato capitalista existente para comenzar a construir de la nada, dije la nada y ruego al lector complemente lo que eso significa, como no enfermarse, uno bajo relaciones socialistas. El socialismo implica predominio de relaciones socialistas de producción, que no debe confundirse con capitalistas de Estado, pero eso también significa que no necesariamente las viejas relaciones tengan que desaparecer de manera definitiva, sin ser dominantes y mientras sean necesarias. Porque lo bueno, que bien funciona, no se destruye por placer, egolatría u ortodoxia. Ellas dejarán la vida, como los organismos aquellos que los seres vivos dejan de usar. “Órgano que no se usa se atrofia”. El compañero Hugo Chávez y buena parte de la dirigencia bolivariana lo supo. Precisamente por eso en nuestra constitución están permitidas distintas formas de propiedad y maneras de relacionarse en el proceso productivo. En otros espacios hemos escrito, como resultado de conversaciones con amigos conocedores del tema, que la historia de la humanidad revela que el cambio de un modelo de sociedad a otra, feudalismo a capitalismo, no ha sido nunca resultado de una noche de euforia, de farras o junta promotora de decretos. Ha sido un largo proceso porque para sustituir lo viejo hay que empezar por engendrar lo que habrá de sustituirlo. Esto no puede entenderse fácilmente como “reformismo”, si como dice el mismo Álvarez, atendemos o juzgamos todo lo sucedido con los anteriores intentos de cambiar la sociedad capitalista por el procedimiento de destruir los capitalistas y su aparato productivo sin tener cómo sustituirles. Cuando Abraham Lincoln promulgó el decreto de abolición de la esclavitud en su país, según mi memoria, dijo más o menos lo siguiente, dirigiéndose a los favorecidos por aquello: “vayan y exijan un salario justo por su trabajo”. No les estaba indicando que fueran a protegerse bajo el manto del viejo patrón quien continuaría, como sucedió en Venezuela, explotándoles hasta en mejores condiciones para este. No, aquella decisión del presidente norteamericano, estaba fundamentada en el crecimiento de la economía capitalista del norte, en la “Revolución industrial”, que requería mano de obra pero también mayor cifra de consumidores en el mercado interno. Sustituían, en el norte gringo, una relación por otra, no por decreto o soñada, sino estando en funcionamiento y de manera eficiente la nueva. Entiendo entonces de Víctor Álvarez y por eso le aplaudo, que no se puede entorpecer, torpear y menos destruir el funcionamiento del modo de producción capitalista si no puedes prescindir de él. Y esa circunstancia no depende del gusto, creencia o deseos de uno sino de la realidad, de los hechos. Repito, por eso en la Constitución, no por una simple concesión política, se estableció lo que ya hemos comentado. Para ser sincero y hasta estricto con lo que creemos, en Venezuela no estamos ni siquiera en “proceso de transición al socialismo”, porque las cifras lo indican y hay de por medio el cuadro que el propio Álvarez pinta sobre las empresas expropiadas o financiadas por el Estado y su escaso aporte al mercado. Por lo que también creemos como él, que llamar este estado comatoso de cosas en el cual vivimos, socialismo, que no es sino capitalismo vivo y coleando, donde Estado y capitalistas confrontan de manera en veces, no siempre, hasta inexplicable e innecesaria, terminaría por crear en el pueblo una falsa idea sobre la sociedad que quisiéramos construir, no sobre las ruinas del capitalismo, sino de las bases de la gran productividad colectiva y distribución equitativa de la riqueza. Que no sería tampoco repartir la renta petrolera, que como dijo el propio Chávez, es una excelente palanca, sino el producto del trabajo de todos y en todas las áreas posibles. Por supuesto, es excelente y plausible proteger a los más débiles como se hace a través de las distintas misiones, pero eso habla de un gobierno generoso y sensible, más no que esté construyendo el socialismo. Pero también es cierto, es válido, los hechos, incluso la conflictividad con Colombia y Guyana, lo confirman, la construcción del socialismo en un sólo país, al margen de los otros y más en conflictividad con ellos, pareciera hacer más ardua la tarea. Por eso, entiendo que el concepto envuelto en el título del artículo del académico tantas veces nombrado, significa que para avanzar hacia el proceso de transición al socialismo falta hacen el capital Estatal o social, el privado y la creación tan acelerada como pueda ser posible, porque tampoco es tan fácil como soplar y hacer botellas, de formas de propiedad y relaciones de producción socialistas que en futuro impongan su dominio. Ya hemos experimentado, no es un simple ejercicio teórico, que crear estructuras de producción socialistas requiere trabajadores y gerentes que también son de aquellos, con una nueva concepción de la vida. -- Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 9/17/2015 05:54:00 a. m.

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