miércoles, 26 de diciembre de 2012

JOSE CORTES MADARIAGA, EL CURA FEDERALISTA



 
ELIGIO DAMAS

 

            ¿Quién qué pasó por la escuela primaria no tiene viva la imagen del cura colocado a espaldas del Capitán General don Vicente Emparan, aquel confuso 19 de abril de 1810, haciéndole señas a la pequeña multitud congregada bajo el balcón del Cabildo caraqueño, para que respondiese no, cuando el alto funcionario se dirigiese a ella, para preguntar si querían que continuase al mando?

            Ese sacerdote chileno, José Cortés Madariaga, que aquel día ofreció la misa del jueves santo, contribuyó con su gesto para hacer salir del poder y del Cabildo a la máxima autoridad de la Venezuela colonial; y, de la misma forma imprevista y hasta fortuita, apareció de diputado en aquella asamblea de asombrados caraqueños que creo la Junta Suprema de Caracas o Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Así, turbulentamente, como contribuyó a crear el primer gobierno autónomo de Venezuela, vivió toda su vida. Y fue, no hay la menor duda de ello, un terco y coherente defensor de sus principios.

            Para 1815, él, Roscio y Paz Castillo, estuvieron detenidos en Ceuta, población del norte del África, cercana al estrecho de Gibraltar, donde las autoridades españolas dominaban y mantenían un presidio. Llegó allí bajo la calificación de “muy peligroso e importante”, remitido por el general realista Domingo Monteverde.

            En agosto de ese mismo año, el Libertador, se dirigió al editor de “The Royal Gazette”, de Kingston para, entre otras cosas denunciar que a ese grupo se le había aplicado secretamente la pena de muerte. Pero la información resultó felizmente falsa y al año siguiente, el sacerdote chileno se hallaba en esa isla antillana (Jamaica), después de muchas peripecias que incluyó una espectacular fuga de la prisión de Ceuta.

           A fines de este último año, Bolívar se dirige a Cortés Madariaga desde Puerto Príncipe, en vísperas de la aventura que lo conducirá a Juan Griego, Barcelona y luego a Angostura y le dice: “Yo parto con la esperanza de ver a Ud. muy pronto en el seno de la patria…”

            Cortés vino, pero no a cooperar en los términos que aspiraba Bolívar. El revoltoso canónigo que vio nacer la primera república y de la cual fue uno de sus creadores, siguió fiel a ella y a su definición de Federal, de conformidad a lo establecido en la Constitución de 1811, que ya en 1812, en “El Manifiesto de Cartagena”, el cual acaba de cumplir doscientos años de nacimiento, Bolívar consideró inapropiada e improcedente dentro de las circunstancias de la guerra.

            Por esa fidelidad, Cortés Madariaga en mayo de 1817, promovió el célebre “Congreso de Cariaco”, usualmente llamado “congresillo”, que acordó el régimen federal y sirvió para que Mariño, con prontitud, en Cumaná, constituyese un gobierno provincial con sus tres poderes.

            “Ha durado tanto como casabe en caldo caliente”, dijo Bolívar al federalista Martín Tovar Ponte, refiriéndose al régimen nacido del evento de Cariaco y agregó para explicar el refrán, que el gobierno restablecido por el canónigo se deshizo sin que nadie le atacase.

            “El canónigo se ha marchado solo a Jamaica”, comunicó en junio de 1817 el Libertador al general Piar; fue como una advertencia al héroe de San Félix. En aquel momento las relaciones entre ambos eran sumamente tensas y delicadas.

            Y parece casual, por así decirlo, que fuese el mismo Manuel Sedeño, compañero de las triunfales correrías militares de Piar por Guayana en el año 16 y quien en el 17 lo detuvo por orden superior, a quien se le encomendase apresar a Cortes Madariaga en caso que, procedente del exterior, imprudente se presentase en Angostura.

            Era que el cura chileno en el exterior  había insistido con su prédica federalista y su propaganda contra las ideas centralistas de Bolívar.

            Y por aquella contradicción en la apreciación y concepción del Estado, federalismo contra centralismo, nacida con la república misma, patriotas consagrados a la lucha por la libertad, se miraron con excesivo celo y a veces hasta con odio. Y hasta más allá de la mitad del siglo XIX, llegaría la disputa, de la cual Cortes Madariaga y Piar fueron víctimas.

          Allá en Río Hacha, en 1826, pidió la vida el inquieto cura; el del famoso dedo que tanto me impactó en la escuela.

          Pero cosa curiosa, emanada de los cambios de las circunstancias, ya bastante avanzado el siglo XIX, estallará una guerra, conocida como “Guerra Federal”, en la cual los federalistas comandados inicialmente por el “General de hombres libres”, Ezequiel Zamora, encarnarán las aspiraciones populares, contra el centralismo godo, encarnado en José Antonio Páez, declarado enemigo de Bolívar.


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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 12/25/2012 08:44:00 p.m.

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