domingo, 20 de noviembre de 2011

SOBRE VIEJOS Y ACTUALES TEMORES

Sobre viejos y actuales temores.
Nos llega un recordatorio de nuestro compromiso de contribuir con un artículo, a un sitio en la Internet, que se singulariza por ser abierto a todas las opiniones, por lo menos, a las no proclives a extremismos verbales.
Se engalana la razón como siempre para la faena asignada, y parte oronda, dispuesta a descubrir e iluminar el ángulo inédito o la perspectiva inexplorada de una circunstancia cualquiera. En la mano izquierda, porta el prisma capaz de descomponer el todo en sus diferentes elementos, y en la derecha, el lente que permitirá magnificarlos. ¿Acaso no son ellos, los pasos previos obligados antes de escribir?
¿Pero cuál es la verdadera circunstancia? ¿Acaso el flujo y reflujo del conjunto de fuerzas actuantes que aprisionan al ser humano en modalidades diferentes de estructuras de poder? ¿O el dilema de cada uno de los seres humanos prisioneros dentro de esas fuerzas, que siente que la expresión de su individualidad para explorar la vida, ha sido restringida, porque otros, atrincherados en grupos elitescos, han asumido para sí la exclusividad de esa tarea?
¿Con quién alinearnos? ¿Con las fuerzas de poder, cualquiera que estas sean, o con su víctima: el ser humano?
Durante milenios, nos hemos desplazados a través del túnel de la Historia, sin opciones sustanciales. Hemos aceptado siempre solo como suceso con categoría histórica, la colisión entre elites que teniendo un solo objetivo coincidente: el dominio sobre los demás, se discutían exclusivamente el derecho a ejercerlo.
Ha sido imposible, por la magnitud del objeto, concebir que cada ser humano, sea un fenómeno de magnitud suficiente, como para resumir y representar cada uno de ellos, a la humanidad.
Soy cubano. Nadie es perfecto. Me llegan los dolores del mundo, a través una percepción fronteriza de la universalidad humana. Todos nacemos dentro de fronteras geográficas, y también culturales, en resumen: dentro de fronteras históricas. Es tarea del intelecto, dilucidar y discriminar lo local de lo universal. En realidad, sospecho que detectamos lo universal a través de lo específico, y viceversa. Ni aun Ortega, la mente hispana más preclara y universal, pudo desprenderse de su condición de español.
Lo curioso, es que cuando traspaso el límite de las fronteras, abocándome a la universalidad, hay quienes vetan el derecho de regresar atrás, y enfocar mi realidad especifica, con los criterios adquiridos a través de la percepción universal del dilema humano. A veces creo que hay quienes asumen la cuestión cubana, como cosa tribal, o peor aún, callejera. En definitiva, no importa la dimensión del ámbito en que la perciban, lo cierto es que sostienen, o parecen sostener, que los ciudadanos de mi país, tienen menos derechos que los de otros países. Allí, piensan algunos, se está dilucidando el porvenir del socialismo. Yo creo que allí, como en China, se está gestando el paso superior del capitalismo. Europa, y Estados Unidos, están a un paso de instaurar regímenes dictatoriales como en Cuba y China.
Los socialistas profesionales, siguen con sus discursos, con ausencia absoluta de escenarios objetivos para ellos. Ellos no saben que promueven. Nosotros tampoco sabemos que promueven ellos.
El marxismo se encuentra pendiente de una re-interpretación profunda. Los postulados básicos que lo sustentan, afincados por casi un siglo durante el cual se ejerció el poder abanderado por esa doctrina, están en entredicho. Muchos de los que plantean hoy la necesidad de revisarlo, aplaudieron desaforadamente su implementación como doctrina de poder. Algunos incluso, todavía vociferan que debe permanecer inalterable. Queda por ver si en las revisiones que se hacen, se logra eliminar los gérmenes que justifican un poder absoluto.
Los hay también que promueven la tesis de la necesidad de revisar el capitalismo. Unos y otros, todos los revisionistas, no importa el bando, están tratando de salvar el pasado. Su pasado. Otros, miramos con desesperanza hacia el futuro.
¿Qué nos impide viajar intelectualmente, haciendo escala en cada una de las convulsiones sociales que estremece actualmente al mundo, y tratar de encontrar el elemento común, que de seguro debe existir?
Ejercemos cambios en nuestro entorno, y esos cambios, nos retroalimentan, ocasionando cambios en nosotros, que a la vez, ocasionan de nuevo en una secuencia interminable, cambios en el mundo que nos rodea. .
Lo que siempre nos ha sorprendido, es la disonancia de ritmo existente entre los cambios del entorno, y nuestra capacidad para adaptarnos a ellos, quedándonos atrasados con respecto al desarrollo que nosotros mismos propiciamos.
La cuestión, parece globalmente endémica, una falla de la filogenia, que nos mantiene rezagados con respecto a nuestros propios avances.
No obstante, desde cierta perspectiva, el obstáculo para evolucionar a la par del entorno modificado por nosotros mismos, se detecta en cierta peculiaridad en la forma en que nos hemos estructurado socialmente a través de los milenios, siempre replicando estructuras arcaicas, que en sus origines, estaban justificadas, por la ausencia de la capacidad para instrumentar procedimientos que instauraran mecanismos sustancialmente diferentes.
Todos los sistemas de organización social instaurados hasta el momento, se han basado en la toma del poder por una elite, que para legitimizar al sistema que les garantiza su estatus, ha tenido que recurrir a la dominación, bien mediante la manipulación, o la represión.
Los cambios en el entorno, no ocurren por la gestión de dichas elites, sino a pesar de ellas. Los cambios los originan no las vanguardias de poder, sino las pensantes, los intelectuales, y los intelectuales- técnicos, usualmente asalariados del poder. A nadie se le ocurre, atribuir a los Medici o a los Borgias, la grandeza de las obras de Da Vinci.
Uno de los mitos en que ha vivido sumergida la humanidad, es una confusión compartida, que le hace creer que los que acopian las riquezas, son los que la crean. Los bancos, no almacenan bienes, sino papeles impresos como moneda. A lo sumo, lo que guardan en sus bóvedas, son historias de despojos sistemáticos y sostenidos, legalizados por estructuras irracionales, que han disfrutado de un consenso injustificable.
Solo un ambiente permanentemente estático, puede garantizar la supervivencia de lo absurdo. Las elites dominantes (no importa el sistema), aman el estatismo, ellas representan el anti-cambio. El inconveniente con que sistemáticamente ha tropezado la humanidad para adaptarse a los cambios que ella misma introduce en el entorno, el cual a su vez exige cambios internos en ella misma para asimilarlos, son las elites afincadas en el Poder.
Se pudiere argüir que todas las sociedades evolucionan, aun cuando estén controladas por elites de poder. Lo anterior, es innegable, pero el desarrollo que logran no es integral. Los cambios paulatinos que fueren necesarios ejecutar para garantizar un desarrollo sin estridentes crisis recurrentes, inhabilitarían a las elites establecidas como dirigentes.
Unas son las cualidades requeridas para asaltar el poder y mantenerse en él, y otras, las indispensables para hacer que un cuerpo social evolucione pausadamente, acorde a las necesidades de todos sus integrantes.
Algunos pudieren esgrimir a China, como ejemplo que desdice lo expuesto en los párrafos anteriores. Lo que realmente sucede, es que el Poder, ha logrado implantar en nosotros, como un chip, la fe y la práctica de una tecnofagia insaciable, que nos hace medir el progreso humano, por los índices de crecimiento de la técnica en el mundo exterior. Eso, es precisamente el nódulo del planteamiento que estamos haciendo. El crecimiento y desarrollo de la técnica, satisface unas necesidades que han sido adulteradas. Realmente necesitamos de la técnica, pero necesitamos también de porciones de lo que llamamos humanidad, que nos ha acompañado desde que nacimos como especie, y nos estamos deshaciendo de ellas, sin haber encontrado respuestas que justifiquen su desaparición.
El Poder se siente más cómodo compartiendo éxitos, con los que promueven los adelantos técnicos, que con los exploradores del significado de nuestra condición humana. El Poder, no disfruta espacio en los espacios de los horizontes que estos últimos abren. Humanidad y Poder, son antípodas irreconciliables, aun por la mas maleable de las dialécticas.
Todos tenemos conciencia del riesgo y las consecuencias de la situación esbozada anteriormente, nuestro intelecto recibe ocasionales advertencias de dicho riesgo, pero nos falta incorporarlas como alerta permanente. Hace treinta años, el arraigo de la conciencia de dicho peligro, era más profundo en la mente de nuestros pensadores.
Tenemos de punteros sociales, a gente pequeña que promueve cambios en la modalidad del Poder, y tenemos Vanguardias sociales que pregonan la necesidad de eliminar el Poder. Su voz es débil, porque cuando sea fuerte, trataran de eliminarlos. Muchos de ellos, callaran entonces. Habrá empezado la más encarnizada de las guerras, la última de ella: El Poder versus la Humanidad.

Pedro Fraga 20/11/11

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