lunes, 21 de enero de 2019

EL SOCIALISMO EL GRAN PAGAPEO DEL SIGLO XXI

El socialismo el gran pagapeo del siglo XXI

Eligio Damas

            El gobierno venezolano para asegurarse el respaldo de sectores de la izquierda nacional y externa, particularmente en el ámbito de América Latina, en un como estira y encoje ha venido diciendo que  está en “transición al socialismo”.  Algo así como aquella vieja y exitosa canción peruana “Del Puente a la Alameda”. Ahora mismo, mientras presenta su informe a la ANC, donde habla con optimismo, pues eso se desprende de su discurso, al parecer vivimos en el mejor de los mundos, tanto que el salario mínimo y por supuesto la pensión del IVSS es suficiente para afrontar las exigencias fundamentales de la existencia y marcha, no sin dificultades, el proceso hacia el socialismo, pues a su parecer eso acontece en el área de vivienda, como si el gran objetivo pudiera alcanzarse por cuotas. Y como si al aumentar el salario mínimo a 18 mil bolívares soberanos implicase, con su medida de pagar a trabajadores privados parte del salario, estuviese garantizando que los precios se mantendrán al nivel que ahora tienen. De lo que se evidencia que el presidente simplemente optó por lo mismo, lo contario de lo que mucha gente recomienda, entre esta Julio Escalona, para quien la problemática tampoco puede  superarse con “el sistema de transferencia beneficios al pueblo regalándole bienes”, como insiste el gobierno.
             Lo del “socialismo en transición”, en Venezuela tiene su antecedente en la definición que hizo de sí mismo el presidente Chávez y su posterior declaración según la cual su gobierno se trazaba como meta avanzar hacia ese estadio.
            Cualquier sensato, sin necesidad de haber estudiado mucho, simplemente observando el pasado y el presente, sabe bien que aquí en lo sustancial, en la esencia, dicho así para no hablar del carácter de las relaciones de producción, la distribución del beneficio del trabajo, como lo relativo al salario y la acumulación de la riqueza o de los beneficios, nada ha cambiado. La sociedad nuestra sigue siendo tan capitalista como la del pasado. Sólo y esto es bueno resaltarlo, se ha vuelto más rapaz. El cambio tiene un carácter cuantitatvo y hasta regresivo. Tanto que la acumulación por parte de los grandes capitales, la explotación de los trabajadores se ha intensificado y hasta operan a mayor velocidad. Empresarios y dueños del capital siguen existiendo y hasta siendo los mismos, lo que no niega que de repente han aparecido unos nuevos y hasta con sus respaldos y beneficios muy particulares y puntuales. Sin negar que el gobierno, para repetir un poco lo de Escalona, transfiere bienes y recursos a parte de la población, buscando con ello estabilidad, como nunca antes lo hizo otro.
            Como dice el Prof. Evaristo Marcano Marín,  “los Expertos socialistas de América Latina no se detienen por ejemplo, en determinar cómo puede ser socialista un gobierno, cuyo presupuesto, que destina 70% a lo social, se construye quitándole a los que menos tienen y dejándole a los que más tienen[i].
            No vale considerar en esta asociación tan simple, cómo este socialismo viene afincándose en un modelo que tiene la pretensión de exprimir más a la naturaleza sin importar sus consecuencias.”
            Tómese en cuenta que el autor citado pone en duda no el carácter socialista de la sociedad, como lo hemos hecho nosotros, sino que es más radical todavía, pues se refiere de manera concreta al gobierno. Lo que significa que para él, ni siquiera desde las simples aspiraciones, deseos y sentimientos se le puede aplicar al gobierno esa definición.
            Unos de los tantos errores del gobierno y hasta de “expertos socialistas de América Latina”, de los cuales habla el Prof. Marcano Marín, es sostener la prédica de un presunto socialismo en Venezuela, lo que permite a quienes se le oponen, por circunstancias puramente ideológicas, pues ni uno ni otro plantean trascender el capitalismo de verdad, al margen de la pertinencia o no de tal actitud, difundir que la miseria y catástrofe económica y tantas vicios ajenos al humanismo que ahora predominan en el país y hasta lo caracterizan,  es culpa de un modelo socialista inexistente.
            El hambre, miseria, son plagas que están extendidas por el mundo, tanto que la mayoría aplastante de la población del planeta está afectada por esos males. Y es como demasiado evidente, pese que abundan quienes eso parecen no querer o saber, que en ese mismo espacio está absolutamente en manos del capitalismo. Podemos afirmar sin que nos quepa duda que sobre el planeta no existe ningún régimen distinto en lo esencial, estructural, al capitalismo. Si acaso, se pudiera hablar de sociedades donde el Estado, sin dejar de ser capitalista, intenta distribuir de manera menos injusta. De manera que al hablar de esas calamidades que golpean a la especie solo se puede asociarlas al capitalismo. Culpar o responsabilizar a un modelo inexistente es no sólo un disparate sino pudiera ser y suele serlo, un modo irresponsable e interesado de proceder. En el caso específico de Venezuela, al margen de cualquier otra argumentación destinada a explicar los motivos o causas de lo que acontece, sea esto de parte del gobierno o quienes le adversan, el estado de cosas existente corresponde a una sociedad capitalista.
            La calificación gubernamental venezolana, de quienes le respaldan irrestrictamente, incluyendo a esos “expertos socialistas de América Latina”, según la cual estamos en una sociedad socialista o una en transición hacia ese estadio, ha servido para que los propagandistas y hasta ideólogos contrarios al socialismo se fundamenten para endilgarle a este la responsabilidad de la pobreza de ahora, no sólo en Venezuela, sino en el planeta completo. Esos “pensadores”, suelen hablar de las calamidades de la URRSS y los países del Este de Europa, en los tiempos de la guerra fría y hasta de Cuba, sin analizar globalmente el problema, mientras ignoran la pobreza que cunde en el mundo entero bajo relaciones capitalistas de producción. Esos mismos ideólogos que contradictoriamente califican, como en el pasado, signo no de poca inteligencia pero sí de mala fe, a Rusia y China de comunistas o socialistas, pues  para ellos es lo mismo, razonamiento propio de extremistas, pasan por alto que ambos países o sociedades hoy se caracterizan por una enorme prosperidad, tanto que en conjunto superan el crecimiento de EEUU y los países de la OTAN en su conjunto, tanto que tienden a desplazarles en la supremacía en el planeta. Razonamiento ese que revela como está al servicio exclusivo del capital estadounidense en la confrontación que hoy prevalece en el mundo.
            Pero resulta que toda la pobreza acumulada por años en toda América Latina y por el capitalismo, particularmente en países como Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, por sólo nombrar a aquellos donde ha habido gobiernos “progresistas” que intentaron cambiar las cosas sin lograrlo por distintos factores, se le atribuye al socialismo, sin que este modelo tenga absolutamente nada que ver con ello. Cuando esos gobiernos llegaron la pobreza estaba en esos espacios y lo estaba desde el mismo momento que nacieron como naciones y por centenares de años y aquellos llegaron a causa de ella; los saboteos de los grupos económicos y la guerra económica desatada por EEUU, como sucede con Venezuela y sin duda, la pésima gestión de quienes como Maduro, han ejercido y ejercieron de gobernantes, han contribuido a incrementarla. Pero siempre motivado al carácter del capitalismo  y sobre todo en la periferia.


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