domingo, 12 de febrero de 2017

CUBA NO (ME) DEJA DE SORPRENDER

Enviado por Leonides Penton


Cuba no (me) deja de sorprender

 
 
 
 
 
 
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“Cambia la forma de ver las cosas y las cosas cambiarán de forma”. Anónima.
Cuando en 2014 Cuba y Estados Unidos emprendieron su transcendental camino hacia la búsqueda de una convivencia pacífica y el respeto a las diferencias políticas hubo un cambio de discurso. Palabras y frases usadas por más de 50 años dejaron de usarse por los medios de comunicación, en reuniones, asambleas, congresos, actos públicos… No era una imposición, pero la costumbre a actuar en correspondencia con las circunstancias impuso límites a lo que se decía y al cómo se decía.
De la misma forma nos hemos o nos han acostumbrado a llamar traidores, contrarrevolucionario, vende patria,  faltos de principios, poco éticos, desafectos… a los que abandonan el país, como si alguien nos tejiera el discurso. Y es lo mismo que se dice todavía de aquellos que en el verano de 1994, con la Crisis de los Balseros, motivados por la política del gobierno de Estados Unidos y ante la crisis material, de energía, de productos alimenticios y transporte, llegaron a las costas estadounidenses.
Y es que estamos llamados y acostumbrados ya a “ir con todos los hierros” en favor de a la ofensiva estratégica de nuestra ideología. Se reproducen ofensas, palabras hirientes, posturas ofuscadas… Sucede entonces que nuevas normas, regulaciones y leyes adoptadas por Cuba deja a unos cuantos con la palabra en la boca, listas para ser tragadas.
Tengo una amiga que cuenta que cuando su vecino se fue por el Mariel, en 1980, le tiraban huevos y le mencionaron la madre decenas de veces. Hoy, ya viaja a Cuba cuando le da la gana, compra huevos para alimentar a quienes le tiraron (es broma de ella) y la madre pudo gozar de todo cuanto deseó en vida.
¿Hay que tragarse o no todas esas ofensas, palabras hirientes, posturas ofuscadas…? El firme y hasta manipulado combate en las redes sociales, por ejemplo, nos ha conducido hacia una propaganda política endeble, insostenible en una nación que, cada vez que encuentra el momento o se le propicia, cambia de dictamen y son los “fieles comabatientes” los que primero deben repensar nuestro discurso.
No tengo nada en contra de los cambios, mientras estos sean para el bien de todos. Sin embargo, hay que dejar claro que no podemos seguir pensando y repensando nuestro discurso coyunturalmente, pues la realidad y el futuro tan voluble de las leyes, normas, regulaciones… cubanas nos confunden y dejan mal plantados.
Ya muchos prefieren dejar a un lado todo acto de controversia política precisamente porque no surte efecto “fajarse”.  No eran pocos los cubanos revolucionarios que llamaban de mil maneras ofensivas a los enemigos internos y externos, pero el tiempo ha demostrado que solo ganan el odio de otro, mientras ese otro saborea mejor los frutos de la Revolución.
“¿Dónde vive hoy un verdadero verdadero revolucionario? En la peor casa del CDR, pues obvia el robo y vive de su banco de valores. ¿Dónde vive hoy un verdadero verdadero contrarrevolucionario? En la mejor casa del CDR, vive de la corrupción y le importa un pito los valores”, explica la anciana Ramona Martínez, una de mis vecinas.
Hace unos días el gobierno cubano aseguró que los profesionales de sanidad que abandonaron misiones oficiales en el exterior pueden volver a la isla y reincorporarse a sus trabajos en el sistema nacional de salud. ¡Bravo! Ya no les llamaremos traidores, contrarrevolucionarios, vende patria,  faltos de principios, poco éticos, desafectos… Ahora si regresa el médico de la familia Fulanito tendremos que depender de sus servicios nuevamente y disculpar a su familia por los comentarios esgrimidos. Algo así como cuando para ingresar en las filas del PCC la “prueba de aptitud era de pi 3,14”, y con los años ¿quiénes son del Partido?, ¿qué prueba se mantiene?
En una nota publicada en el diario Granma, las autoridades reiteraron que la posibilidad de retorno está vigente desde 2014, pero consideraron que ahora EXISTE UNA COYUNTURA DIFERENTE desde la eliminación, el pasado mes, del programa Parole de Estados Unidos para médicos, que en cierto modo alentaba la “deserción” de profesionales de la salud cubanos.
¿Ahora (y aclaro no tener nada en contra de la decisión) el que decida regresar llegará a la isla sin que sobre el pesen los antecedentes? No es complejo responder esa interrogante. De todos modos estará entrando a la isla alguien que violó la colaboración médica que Cuba brinda, bajo los principios de la voluntariedad y el internacionalismo.
El retorno a Cuba se hará de acuerdo con las regulaciones migratorias vigentes, que permiten a los nacionales estar fuera de isla dos años sin perder residencia y bienes, ¿?. El regreso de los médicos está preparado: podrán reinsertarse laboralmente y deja atrás la aplicación de sanciones, las que hasta ahora, alcanzaban los 5, 8 o 10 años sin poder visitar la isla e incluso de por vida en algunos casos.
En fin amigos, no ha peor lucha que la que no se hace, aunque Cuba demuestre algunas veces lo contrario. De todos modos, temo más a los cambios lentos que a permanecer inmóvil. Tampoco soy de lo que ando por ahí haciendo gala de esas ofensas, palabras hirientes, posturas ofuscadas… en contra de decisiones ajenas, pero conozco quienes sí escupen fuego hacia arriba y luego…
Por José Alemán Mesa.

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