lunes, 26 de enero de 2015

SER O NO SER, ANTE TODO CADA CUAL CON SU IDENTIDAD VERDADERA

SER O NO SER, ante todo cada cual con su identidad verdadera... Félix Sautié Mederos Crónicas Cubanas Durante los días y semanas del recién comenzado 2015 que han transcurrido, pienso que quizás hemos iniciado lo que se podría denominar un “tiempo de gracia”, en el cual podrían despejarse importantes enigmas determinados por los grandes conflictos, preocupaciones y angustias de los cubanos de adentro y de afuera del país que datan de más de 50 y tantos años. Lo he pensado precisamente como consecuencia de los acontecimientos que se desencadenaron el pasado 17 de diciembre 2014, en lo referido al restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Considero que quizás también como nunca antes, la vida nos pone ante un dilema crucial que me recuerda al “Ser o no ser” de Hamlet, porque se abre una nueva etapa de nuestra historia en la que se nos hace imprescindible afincarnos en nuestra identidad nacional forjada en las luchas de más de cien años de nuestro pueblo, en las que el componente martiano que se expresa en sus deseos poéticamente escritos de querer echar su suerte con los pobres de la tierra, es quizás el rasgo más decisivo de los intereses que estamos moralmente compelidos a salvaguardar; y para alcanzarlos tendremos, en mi opinión, que partir de un amplio espectro democrático en el que no se quede nadie sin participar como tope y límite ante el precipicio que comenzamos a bordear efectivamente. En este orden de cosas y, a partir de mis anteriores consideraciones expuestas, quiero responder al llamamiento que hace Armando Hart en un reciente artículo suyo publicado en Por Esto!, que considero no debo pasar por alto por lo trascendente de su contenido e intención, publicado con el título de “Mi honda es la de David” (1) en el que comienza planteando expresamente que: “Con profunda vocación martiana convido a nuestro pueblo a pensar el futuro de Cuba desde la realidad cubana del presente, con sus interesantes matices, sus múltiples colores sociales y sus legítimas aspiraciones, anhelos y esperanzas”…. Asimismo también plantea que “El socialismo en Cuba tendrá necesariamente que repensarse ante nuevas coyunturas y circunstancias en el ámbito nacional e internacional”;… y continúa expresando que: “En un constante ejercicio del pensar, estamos obligados a adecuarnos al momento presente; ello, por supuesto, siguiendo la definición de política de Martí, sin que la adecuación cueste la merma importante del ideal que se persigue. Quiere decir que ante cambios y transformaciones económicas, en un escenario que marca uno de los acontecimientos de indiscutible trascendencia como lo es la apertura al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, y en un momento histórico donde prevalece a nivel mundial una cultura que tiene en el mercado, en las tenencias materiales y en el egoísmo personal, sus principales valores, nosotros los cubanos debemos mantener, a toda costa, los valores que nos distinguen, los que promueven la defensa de la Revolución, de la cultura y las ideas, del socialismo como alternativa para refrendar los derechos humanos que son flagrantemente vulnerados en el capitalismo…”. Hasta aquí la cita de lo planteado por Armando Hart con la cual coincido esencialmente. En mi respuesta a su llamamiento quiero expresar que en mi concepto de repensar el socialismo que necesitamos, se encuentra en primer lugar la necesidad de hacer una profunda y radical rectificación que destierre definitivamente al burocratismo, al dogmatismo y al autoritarismo contra natura que en mi criterio han lastrado durante años las posibilidades reales de alcanzar una república con todos y para el bien de todos. Considero que es muy cierto que solo nosotros podríamos destruir el proceso revolucionario con nuestros propios errores e inconsecuencias; y por ahí deberíamos comenzar para eliminar los viejos vicios sin anclarnos en el pasado. A la vez abogo decididamente por la imprescindible necesidad de que en el diálogo que debería abrirse con el pueblo como consecuencia de estos debates entre Estados Unidos y Cuba después de más de 50 años de hostilidades, es imprescindible reafirmarnos en nuestra identidad verdadera y esencial de cubanos libres y democráticos sin dependencias extemporáneas y contra natura de ninguna índole. Ya recordé en una reciente crónica que: “Nos encontramos, verdaderamente, en ‘la hora de los Hornos’ y los crisoles del futuro se están cargando. No debemos defraudarlos porque hay oportunidades en la Historia que se dan una sola vez en la vida; y que después, no se volverán a repetir” (2) Tenemos que traspasar las barreras de rencores y de odios que algunos desde las dos orillas de un mismo ámbito geográfico en que nos encontramos enclavados Estados Unidos y Cuba, nos quieren imponer tratando de detenernos en el tiempo para obstaculizar el avance de la cordura y del sentido pragmático de que en definitiva somos vecinos y que ambos no nos podemos mudar de donde estamos; y que en consecuencia, lo más útil es enfrentar esta realidad incontrovertible y tratar de respetarnos mutuamente en nuestras diferencias y de coexistir en aras de la Paz de la región y del mundo en general, procurando cooperar en todo lo que nos sea factible, especialmente en “salud, inmigración, antiterrorismo, tráfico de drogas, respuesta a catástrofes y derechos humanos” , así como otras múltiples posibilidades que se abren en las nuevas circunstancias. Eso podría dar inicio a una nueva era en la historia americana que sería positiva para todos y que deberíamos propiciar para el desarrollo y el bienestar de nuestros pueblos. Así lo veo y como expresé en una crónica anterior, quiero reiterar que, ya nada podrá ser igual porque habrá que replantearse vivir en un futuro con nuevas improntas en lo relativo a las luchas que se han estado desarrollando para sobrevivir en medio del enfrentamiento a un bloqueo en el que han nacido varias generaciones de cubanos, así como enfrentarnos también a nuestros propios errores e inconsecuencias cometidos a la luz de una política de Plaza Sitiada que se va a quedar sin los fundamentos que la han soportado por más de 50 años (3). En esto, en mi criterio muy personal, consiste la respuesta adecuada al Ser o no ser, que nos plantea la vida y la historia en esta ocasión de tiempo de gracia. Así lo pienso y así lo expreso con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsmederos@gmail.com Notas

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