viernes, 21 de noviembre de 2014

UNA VIEJA HISTORIA DE CORRUPCION




ELIGIO DAMAS




              Eran  las siete de la noche cuando llegó a su  casa de  Tronconal  Quinto. Ya las  rejas,  muy  discretamente,   se anunciaban en su cara. Empujó la puerta que estaba  entreabierta, como todas las puertas de los pobres y llamó lastimosamente a su abuela.  No obtuvo respuesta. Continuó avanzando hasta llegar  al único  cuarto de la vivienda. Sin meditarlo,  automáticamente  se dejó caer  como en cámara lenta sobre la colchoneta tirada en  el suelo.  Se  despojó de la camisa empapada de sudor, encogió  las piernas lentamente y comenzó a quitarse los zapatos.
              En  la  bodega de la esquina,  la  vieja  Anastasia esperaba  que el bodeguero le vendiera el café y la  manteca  que había  pedido  para  preparar la cena de Orlando José,  quien  ya estaba por llegar del trabajo. Mientras tanto, depositó su mirada sobre  la  pantalla del televisor, desde el cual  un  señor  bien vestido  hablaba un lenguaje incomprensible  para  ella. Prestó atención   y  solicitó  al  dependiente le explicase   lo   que informaban, porque le pareció entender que mencionaban un banco.
            Y en un banco de Puerto La Cruz trabajaba su nieto.
            -¡Por favor! Dígame, señor Baldomero lo que están anunciando.
             - Bueno vieja, la televisión dice que el  gobierno intervino  un  poco e' bancos y, pa' más señas, en  uno  de  esos trabaja su nieto.
           - ¿Y qué fue lo que pasó? ¿Y qué quiere decí eso de la intervención?
            -¡Guá!,  quiere decí que el gobierno  se  va  a encargá  de  ellos. Porque tienen una pérdida  grandísima  y  una deuda externa de un realero. Deben pa' fuera un montón de real.
             - ¿Y qué más Baldomero?
              - También dice vieja, que el gobierno va a averiguá hasta  lo último pa' castigá severamente a los culpables  de  ese desastre.
              La  vieja entró apresuradamente a la pequeña  casa, atravesó  más rápido de lo acostumbrado  lo  sala-recibo-comedor, muy inquieta por haber observado que la puerta de la calle estaba demasiado abierta. Mecánicamente se llegó hasta el cuarto y allí, tendido en la colchoneta, con la mirada puesta en el techo,  todo empapado  de sudor y con un fuerte temblor de la  cabeza  a  los pies, estaba el nieto.
              - Me descubrieron abuela.
              Dijo  aquello confesando su miedo, al mismo  tiempo que volvía los ojos hacia la anciana.              
              - No te preocupes mijo, ellos no saben nada.
              La  vieja le respondió con  tranquilidad,  mientras con lentitud, por respeto a sus huesos, se sentaba a su lado.
              - Hace  una hora estuvo aquí María y me aseguró  que sus  hermanos y el viejo Eusebio no  saben que ella abortó de ti.
              - No  vieja,  no es eso. Me  llevarán  preso;  andan averiguando quien es el culpable de lo que pasó en el banco.
              - Acuérdate  vieja, como a mi primo Rafael,  el  que limpiaba aquel barco que compraron con patuque, lo zamparon a  la modelo  cuando  se denunció todo. Que al  primo  segundo  Antonio Calanche, lo mandaron pa' la cárcel del Rodeo por llevarse  medio metro de cable de Van Dam y lo descubrieron,   mientras averiguaban dónde  habían  escondido  los  desmantelados  tanques que  dicha empresa debió repotenciar. 
               -  Si mijo, dijo la vieja como  meditando.
                - También recuerdo  que  el  negrito Chito, le quitó un clavo  al  baúl  de Gómez López y por eso aún  está preso en el retén de Catia.
              -Bueno  mijo, ¿y qué tiene todo eso que vé con  tu miedo de ahora? 
              -Mira  vieja, esta tarde, cuando terminé de  limpiá los  baños  del banco y me venía pa' la casa, llegó  un  poco  de gente.  También,  con  mucho apuro y aguaje,  llegó  la policía. Fueron a cerrá el banco pa' averiguá una movida. Yo, vieja, estoy asustao,  porque  la  semana pasada me cogí una  resma  de  papel que María me pidió pa' practicá  en  la máquina de escribí.
              Sobre  el rostro de Orlando José se  afirmaron  las marcas de las rejas.
              Y en Miami, unos pocos gozan una y parte de otra.




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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 11/18/2014 05:07:00 a. m.

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