lunes, 5 de noviembre de 2012

QUE LA SENSIBILIDAD HUMANA GUIE A LA SOLIDARIDAD


 
Que la sensibilidad humana guie a la solidaridad


Por Félix Sautié Mederos

Crónicas cubanas


Continúo escribiendo sobre el paso del ciclón Sandy el pasado 26 de octubre, porque la situación creada en las provincias más orientales y centrales de Cuba se presenta compleja ya que en la medida que transcurren los días hay problemas que poco a poco podrán solucionarse, mientras que otros se pondrán en peores condiciones. Las cifras preliminares de destrucción en las viviendas que se han informado son de 130,000 con afectaciones, especialmente 15,392 por derrumbes totales y 36,544 parciales sin contar las pérdidas en infraestructuras ni en las entidades productivas, de salud, culturales, educacionales, deportivas, comerciales y de demás servicios básicos; lo que mantiene a un considerable número de familias desoladas sin casas ni medios para sobrevivir y deviene una tragedia humanitaria de una magnitud extraordinaria en la Cuba de hoy, que se intensifica a causa del dolor de las 11 muertes tristemente sucedidas.

Por mucho que de conjunto en el país se este haciendo al respecto, lo que no debería empañarse con los énfasis triunfalistas que proclaman los medios locales de información, así como lo que se haga en lo adelante, los daños materiales ocasionados no podrán ser resarcidos en corto tiempo porque específicamente las cifras constructivas que se requieren, no se han logrado alcanzar por nuestra deprimida economía nacional en años. Estamos pues, frente a realidades que exigen dejar a un lado los tradicionales triunfalismos, así como los prejuicios y criterios políticos de la índole que sean, para dar paso a que la sensibilidad humana sea la guía básica de la solidaridad. Ante tales situaciones tan críticas, los orgullos extemporáneos, las prepotencias y eternidades de los sistemas proclamados no deberían imponerse sobre el dolor y la tragedia de quienes lo sufren en carne propia ya que en el lapso de unas pocas horas, esas familias cubanas lo perdieron todo: sus casas, recursos de vida y de subsistencia incluso sus documentos y recuerdos más personales. Ellos en estos momentos, se encuentran sin techos que los cobijen, ni ropas, alimentos o dinero para sobrevivir. Son realidades presentes como nunca antes; quizás desde la década de los 60 cuando el ciclón Flora y las inundaciones que se produjeron en aquella época.

Es imprescindible que no se pierda la percepción objetiva de que nos encontramos frente a un problema humano de proporciones inenarrables, mucho menos con simplezas esquemáticas en los criterios informativos, ni con comparaciones interesadas con lo sucedido en otros países. Estas críticas situaciones no admiten manipulaciones de ninguna índole, sean del bando que provengan, tanto de los que están a favor como en contra, porque con las tragedias humanas no se debe jugar.

Sucede por demás que cuando en estos dramas, se pone en práctica una política determinada por un todo vale o incluso se mal utilizan las circunstancias creadas para insultar y/o descalificar como algunos lo han estado haciendo aprovechándose de esta tragedia, así como para realizar cualquier tipo de proselitismo venga de donde venga, lo que se logrará entonces es insultar a la dignidad de los afectados con lo que se desciende, en mi criterio, hasta los más bajos niveles de la condición humana. Por otra parte, en estas coyunturas se nos presenta el peligro de retroceder la sociedad a las épocas de la barbarie, aún dentro del Siglo XXI con todos sus avances científicos y tecnológicos; algunos como los de las comunicaciones vía internet, vedados para los cubanos dadas las absurdas prohibiciones vigentes al respecto en nuestro territorio nacional que tratan de limitar algo que “es como una nube. Póngale usted rejas a una nube; no puede” según expresó recientemente el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera al ser interrogado por la prensa sobre un posible control a Internet.

Afrontamos un momento que nos exige unirnos sin reticencias de ningún tipo, en pro de una causa común: como debe ser el auxilio a la población en desgracia y la reconstrucción de todo lo que fue afectado. Quizás deberíamos retomar aquella vieja consigna planteada en la década de los 60 de “Recuperar lo perdido y avanzar mucho más”. Aunque lo que tenemos por delante no es un problema que pueda solucionarse solo con consignas, considero que plantearse esa meta a alcanzar debería ser un sentimiento compartido por todos los cubanos de adentro y de afuera de nuestras fronteras, porque nacimos en una Patria común y lo que ha sucedido constituye una herida profunda en las entrañas de nuestra Patria cubana. Hay personas que les molestan estas expresiones patrióticas y les digo que quizás lo que deberían hacer es olvidarse para siempre de que una vez tuvieron a esta patria y dejarnos a los que así lo sentimos y lo queremos desde la diversidad de criterios políticos, económicos, religiosos y sociales en que nos desenvolvemos, porque las coyunturas que atravesamos son tan difíciles y complicadas que nos hieren a todos los que nos sentimos profundamente cubanos.

No es un simple dramatismo literario lo que estoy planteando, es la expresión del sentimiento de dolor profundo que me embarga en la medida que percibo con mayor intensidad la destrucción y las angustias que se manifiestan en las zonas desvastadas. Es también, un sentimiento de intensa gratitud hacia quienes se han movilizado para reconstruir las afectaciones. Estamos ante una tragedia que supera nuestras contradicciones entre cubanos por concepto de criterios políticos y/o económicos, porque estamos en una situación que nos hiere a todos.

En estas circunstancias y coyunturas, no resulta ocioso reiterar que la sensibilidad constituye un sentimiento inherente a la condición humana, que no debería confundirse con los criterios políticos, religiosos ni ideológicos de ningún tipo. La sensibilidad humana ante la destrucción y el dolor deberíamos manifestarla todos para convertirla en un motor efectivo de la solidaridad que tanta falta nos hace.
Así lo pienso y así lo afirmo en los momentos tan complejos que viven las muchas familias cubanas que han sido afectadas por el paso del extraordinario Ciclón Sandy que también ha dejado destrucciones y dolor en el Caribe, los Estados Unidos y Canadá, con mis respetos para quienes tengan una opinión diferente.

Publicado en Por Esto! el lunes 5 de noviembre del 2012.





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