lunes, 19 de diciembre de 2011

EL MUSEO DE LOS AUTOS PERDIDOS

El museo de los autos perdidos
Ciro Bianchi Ross • 17 de Diciembre del 2011 21:09:07 CDT


Uno de los automóviles de Adolfo Hitler, un vehículo de 12 cilindros,
con una plancha de blindaje de más de una pulgada de espesor y
cristales a prueba de balas que la Mercedes Benz fabricó para él de
manera especial, estuvo aparcado durante años en un garaje de La
Habana. Un oficial del ejército norteamericano lo adquirió en Alemania
y mientras aguardaba la autorización que le permitiría entrarlo en
Estados Unidos, lo mantuvo en depósito en la nave que Francisco Nava
destinaba a parqueo de vehículos en la calle Morro números 62-64,
entre Refugio y Genios, a muy poca distancia del Palacio Presidencial.

Pudo al fin el Mercedes de Hitler entrar en Norteamérica en 1950 y,
hasta donde sabemos, se exhibió, entre 1974 y 1975, en el Museo de
Antigüedades Automovilísticas de Highland Park, en Illinois. Un
coleccionista de San Luis lo había adquirido poco antes en una
subasta. Pagó por el vehículo 178 000 dólares de los de entonces.

Los automóviles con historia tienen gran valor para los coleccionistas
que invierten grandes sumas de dinero en ellos, aunque al final todos
van a parar a los museos, como el Instituto Smithsoniano, de
Washington, donde están algunos de los carros más famosos del mundo.

En Estados Unidos se conserva el carro que manejaba, en sus tiempos en
la Casa Blanca, el presidente Franklin Delano Roosevelt, adaptado
especialmente para él, teniendo en cuenta su condición de paralítico.
También está preservado el primer automóvil construido por Henry Ford.
En Bogotá este escribidor vio el auto del dirigente liberal Jorge
Eliécer Gaitán, cuyo asesinato desencadenó los sucesos que pasaron a
la historia con el nombre de El Bogotazo, y en el ayuntamiento de
Carolina, en Puerto Rico, pudo ver el automóvil, también blindado, del
ex gobernador Luis Muñoz Marín, el artífice del Estado Libre Asociado,
y que, me dijeron, perteneció antes a Roosevelt. Hace algún tiempo la
casa Sotheby’s, de Londres, sacó a subasta nada menos que el auto de
James Bond, el famoso agente 007, el Aston Martin modelo DB5 de 1964
que utilizaba el actor Sean Connery en la serie de aventuras
detectivescas. Desconozco en qué paró el asunto. Supe que su
propietario de entonces, el empresario norteamericano Jerry Lee, lo
había adquirido en su momento por la modesta suma de 12 000 dólares y
que esperaba recibir por el vehículo más de cinco millones.

Otros autos antiguos
Aseguran los especialistas que una de las marcas más solicitadas en
las subastas de autos antiguos es Duesenberg. El Duesenberg que la
actriz Greta Garbo adquirió en 1933 se vendió 40 años después en 40
000 dólares. El auto, color marrón, fue diseñado para ella por
Fernández y Darrin, famosos carroceros parisinos, mientras que la
decoración interior, toda en crema, corrió a cargo de una empresa
francesa que dotó la cabina de 16 compartimientos con cerraduras e
instaló una pequeña caja de caudales, de combinación, para resguardo
de las joyas de la diva, debajo del guardafangos derecho trasero.

En los días de la Segunda Guerra Mundial, la Garbo hizo esconder su
vehículo en una zona de la campiña francesa y evitó de esa manera que
cayera en manos del ejército de ocupación alemán. Finalizada la
contienda, la actriz lo vendió, por una suma no revelada, a un oficial
de las tropas norteamericanas y este lo traspasó a un vendedor
profesional. Lo adquiriría en definitiva un coleccionista que en ese
entonces tenía ya 23 piezas en su museo particular de automóviles.

Aparte del ya mencionado Duesenberg, se dice que uno de los autos
antiguos más solicitados y mejor cotizados es el Bugatti deportivo. El
Hispano Suiza es otra reliquia bien pagada. A la categoría de
automóviles antiguos más demandados pertenecen los pocos Cadillac de
16 cilindros que se fabricaron entre 1930 y 1933. Al Capone tuvo un
vehículo de ese modelo y ordenó que se le proveyera de un bar y de un
compartimiento donde se acomodaran dos ametralladoras. Eligio
Sardiñas, nuestro célebre Kid Chocolate, tuvo otro. Sobre su destino
hablaremos más adelante.

De la noche a la mañana
Las calles cubanas son un enorme museo rodante. Circulan por ellas
automóviles de marcas y modelos inimaginables, los llamados
«almendrones». La necesidad mantiene «vivos» a la mayoría de ellos y
solo la inventiva y creatividad del cubano logran mantenerlos en
activo. Feos, ruidosos y con mil y una adaptaciones, contribuyen a
resolver en alguna medida el problema de la transportación y ponen una
nota pintoresca en el paisaje urbano.

Otros, sin embargo, son tan vistosos y conservan tal originalidad en
sus líneas, partes y piezas que bien podrían formar parte de
colecciones museables, como la del Depósito del Automóvil, en La
Habana Vieja, o la que se exhibe en el Parque Baconao, de Santiago de
Cuba. En el Depósito se conservan vehículos de todo tipo —de paseo,
fúnebres, de carga…— notables por su antigüedad, así como otros que
deben su celebridad a las figuras que los utilizaron, como el
Oldsmobile 59 del Comandante Camilo Cienfuegos y otro auto de la misma
marca, pero de 1960, que utilizaba la recordada Celia Sánchez, así
como un Cadillac de 1930 que perteneció al ex presidente Alfredo
Zayas, y el VW propiedad del novelista Alejo Carpentier. En Baconao,
una colección de más de 1 500 miniaturas que imitan marcas y modelos
de automóviles desde el siglo XIX alterna con decenas de muestras
reales como un Ford T 1912, un Austin Seven 1937 —primer minicoche que
se produjo en el mundo— y un Buick Skylark del 54… El Chevrolet 59 de
Che Guevara se conserva en el Centro de Estudios que lleva el nombre
del Guerrillero Heroico.

Se supone que el automóvil más antiguo que existe en Cuba es un
Cadillac de 1902 y forma parte de los fondos del museo de Guanabacoa.
Un Cadillac de 1905 se exhibe en la colección del Depósito de La
Habana Vieja. En esa fecha hacía ya siete años que el nuevo medio de
transporte había hecho su aparición en las polvorientas calles
habaneras: un ruidoso auto que se movía con bencina y desarrollaba 10
km/h; un Parisiense francés que costó mil pesos a su dueño. Seis meses
más tarde llegaba el segundo automóvil, un Rochet & Schneider de ocho
caballos de fuerza y que desplegaba una velocidad superior. Un tercer
auto llegó poco después, esta vez un vehículo de carga que quedó al
servicio de una empresa cigarrera. Con los inicios del siglo llegaban
también a Cuba el cine y la aviación, el tranvía eléctrico y el
teléfono automático. Todo cambió de la noche a la mañana, decía la
escritora Renée Méndez Capote: del dominio español se pasó a la
dependencia de los Estados Unidos. De la era de la tracción animal a
la era de la combustión interna. De expresiones como «enganchar la
pareja» a «sacar el automóvil». De las riendas al timón y al freno de
palanca o de pedales.

Todo se precipitó a partir de entonces. Si en 1901 circulaban por las
calles de la capital 11 de esas máquinas y el primer auto llegaba a
Santiago en 1902, en 1913 corrían por La Habana más de mil vehículos,
y en 1916 se contabilizaban 1 300 autos particulares, 1 900 de
alquiler y 219 camiones. En 1958 Cuba era el sexto país del mundo en
el promedio de automóviles por habitante. La superaban, en este orden,
EE.UU., Canadá, Gran Bretaña, Venezuela y Alemania Occidental.

Museo imposible
Muchos automóviles quedaron en el camino. Se les perdió el rastro
porque se desmantelaron para utilizar sus piezas en otros vehículos,
los convirtieron en chatarra o quedaron por ahí, olvidados por todos.
Se los tragó el tiempo.

Nada se sabe, o no lo sabe al menos este cronista, del Chevrolet beige
de 1949 que utilizó Fidel Castro en la campaña electoral de 1952,
cuando aspiraba a un acta de Representante a la Cámara por el Partido
del Pueblo Cubano (Ortodoxo). Parece haberse perdido para siempre la
cuña convertible azul marca Packard, también de 1949, con que Eduardo
Chibás, presidente de esa organización política, recorrió la Isla en
sus campañas de entonces.

A la muerte del líder ortodoxo, en 1951, la cuña se guardó en el
garaje del edificio Chibás, en la Avenida de los Presidentes esquina a
25, en el Vedado. De allí desapareció misteriosamente después del
golpe de Estado de Batista, el 10 de marzo de 1952. Durante los
últimos años se ha buscado, en vano, a fin de incorporarla a los
fondos del Depósito del Automóvil.

Una búsqueda inútil sería la del Packard verde que el corajudo Ángel
Pío Álvarez, paradigma de la «acción directa» en la lucha contra la
dictadura de Gerardo Machado, utilizó en 1932 para atentar contra la
vida del capitán Miguel Calvo, jefe de la Sección de Expertos de la
Policía Nacional. El joven revolucionario y el militar se «cazaron»
mutuamente durante meses. Pío le ganó la partida al oficial una mañana
en las inmediaciones del Hotel Nacional, aunque los «expertos»
terminaran pasándole la cuenta en enero de 1933.

Un sujeto que, pese a lo temprano de la hora, mataba el tiempo en el
muro del Malecón, comunicó a la Policía que el auto de Calvo, un Dodge
Brother, había sido baleado desde un Packard verde, y a partir de ese
momento las autoridades se afanaron en la búsqueda del vehículo;
información que, por otra parte, divulgó la prensa. Después de la
acción, Pío Álvarez escondió el vehículo en un garaje en Marianao
hasta que días después lo sacó a fin de llevarlo a San Miguel del
Padrón para desmantelarlo y arrojar sus partes a un lagunato. Cuenta
el historiador Newton Briones Montoto en su libro Acción directa, que
detalla ese suceso, que durante el trayecto, en un lugar donde el
tráfico obligó a Pío a aminorar la marcha, un grupo de niños gritó a
su paso: «Miren, miren el Packard verde». Pío no perdió su aplomo.
Aparcó el auto junto a un policía y le pidió que requiriera a los
muchachos porque «este no es el coche buscado».

El Packard verde de Pío Álvarez, desaparecido por el propio Pío, forma
parte de un imposible museo de los autos perdidos. Conformarían dicha
colección, entre otros vehículos, el Buick con chapa particular en el
que el presidente Prío salió del Palacio Presidencial el 10 de marzo,
dejando en la cochera de la mansión palatina el auto con matrícula
001, que era la de los mandatarios cubanos. Y el Lincoln blindado que
Machado dejó abandonado en su huída, el 12 de agosto de 1933. Como
ese, hay otro que tampoco aparece, el del general Alberto Herrera,
jefe del Ejército cubano desde 1922 y que acompañó a Machado en su
caída.

Otra pieza, y no de menor cuenta, de ese museo imaginado sería el ya
aludido Cadillac 1930 de 16 cilindros de Kid Chocolate. Nuevo, costaba
25 000 dólares, pero el Kid lo cogió de uso en 1931 y pagó por el
vehículo algo más de 18 000 dólares. Años más tarde le ofrecieron 42
000, pero el afamado boxeador dijo no transarse por menos de 60 000.
Al final se vio obligado a deshacerse de él por muy poco dinero.
Consumía combustible como un demente y el modelo estaba discontinuado
y sus piezas eran difíciles de conseguir. En 1970 un auto como el
Cadillac de Chocolate valía más de 50 000 dólares. Hoy, ¿cuánto
valdría?









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Ciro Bianchi Ross
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martes, 13 de diciembre de 2011

LA CELAC Y LA DESMESURA DEL SUENO BOLIVARIANO

La Celac y la desmesura del sueño bolivariano
http://www.jornada.unam.mx/2011/12/08/opinion/038a1mun
Ángel Guerra Cabrera
La cumbre constitutiva de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), celebrada en Caracas los días 2 y 3 de diciembre, es un hecho de incuestionable dimensión histórica. En este caso cabe utilizar el calificativo sin temor a exagerar. La reunión superó las expectativas más optimistas por el espíritu democrático con que fue preparada por los anfitriones venezolanos en permanente consulta con los demás gobiernos, por el ambiente de hermandad en que se desarrolló, por lo sustancioso de sus documentos fundacionales que transpiran espíritu y léxico emancipadores, independientes y latinoamericanistas. A partir de ahora América Latina y el Caribe hablarán con voz propia en el concierto internacional multipolar, acelerado por la debacle del capitalismo neoliberal y las fracasadas guerras de agresión de Washington.
No obstante que en la Celac existan naciones con políticas neoliberales y otros que las cuestionan frontalmente, la cumbre marca la ruptura de la región con el monroísmo. Como lo prueba la experiencia previa, estas diferencias no deben impedir su funcionamiento. Sí conviene reiterar que el camino a seguir en adelante no estará exento de obstáculos endógenos y principalmente amenazas exógenas. En todo caso, la magnitud de sus objetivos de integración económica, cultural y política con inclusión social, cuidado por la naturaleza y participación ciudadana es inherente a la magnífica desmesura del sueño bolivariano y martiano. Así lo corroboran laDeclaración de Caracas, el Procedimiento para el Funcionamiento de la Celac, el Plan de Acción de Caracas y los otros 20 documentos adoptados.
Cuando Bolívar enunció este ideal, luego actualizado por Martí, unos no lo creyeron viable, aunque lo acogieran como noble y hermoso; a otros les fue indiferente; otros más –los imperios y las oligarquías– se erigieron en sus enemigos jurados e hicieron cuanto estuvo a su alcance por ahogarlo en la cuna cuando se transformó en propuesta política. Pero siempre, hasta en las circunstancias más adversas, hubo quienes lo defendieran y le fueran fieles, como puede apreciarse en el interesante mano a mano sobre historia latinoamericana protagonizado en vísperas de la cumbre por los presidentes Cristina Fernández y Hugo Chávez en la televisión venezolana(www.cubadebate.cu/noticias/2011/12/03/cristina-y-chavez-un-dialogo-excepcional).
Aunque el espacio no me permita mencionar nombres, la creación de la Celac obliga a recordar a los luchadores sociales, revolucionarios y estudiosos que mantuvieron el sueño vivo y lo enriquecieron a lo largo de los años, muchos de ellos vinculados a la Universidad Nacional Autónoma de México. Más si me pidieran mencionar sólo un nombre de alguien que en los siglos XX y XXI ha creído, predicado y actuado fecundamente a favor de la necesidad de unir a Latinoamérica y el Caribe, ese sería Fidel Castro. Por citar un hecho poco conocido, el líder de la revolución cubana es el único personaje no perteneciente a la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom) que por decisión de todos sus líderes ha recibido la Orden Honoraria de la misma, homenaje al fervor y sacrificio que han acompañado a Fidel durante toda la vida de servicio dedicada a su país, a su región y al resto del mundo en desarrollo, reza el acuerdo.
Por supuesto, es imposible explicarse la Celac sin la labor del Grupo de Río, primer mecanismo de concertación política netamente latinoamericano, y las cumbres de América Latina y el Caribe para el Desarrollo, en Brasil y México. Forman parte de su acervo, como se proclama en los documentos fundacionales. Añado como indispensable evocar que en la etapa comprendida entre los años 90 y la actualidad ha sido Hugo Chávez el mayor impulsor y tejedor de las alianzas, de los grandes entendimientos y consensos, uno de los forjadores principales de las instituciones y los contenidos solidarios en las relaciones latinocaribeñas que hicieron posible la exitosa creación de la Celac. Entre ellos tiene gran valor la restauración de las relaciones entre los gobiernos de Colombia y Venezuela gracias a una encomiable voluntad mutua.
Hace 17 años –cuatro antes de ser elegido presidente–, Hugo Chávez afirmó en la Universidad de la Habana: El siglo que viene, para nosotros, es el siglo de la esperanza; es nuestro siglo, es el siglo de la resurrección del sueño bolivariano, del sueño de Martí, del sueño latinoamericano. La historia le está dando la razón.
aguerra_123@yahoo.com.mx


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ANALISIS DE MANUEL CUESTA MORUA

Moral en fuga (primera parte)
Etiquetas: critica de la razon cuba Jose Antonio Saco Manuel Cuesta
La esquizofrenia política en la que estamos viviendo los cubanos es de manual. Mientras en el hemisferio derecho del país se prepara aceleradamente lo que denomino el pacto criollo entre el poder, las jerarquías religiosas y ciertos intereses económicos cubanos en el exterior, en su hemisferio izquierdo permanece intacto el lenguaje y los conceptos de emancipación que dieron cuerpo y sentido a las pretensiones malogradas del discurso revolucionario.
Un mismo cerebro sosteniendo una práctica y un lenguaje contradictorios entre sí provoca, a nivel de las bases estructurales de la nación, una implosión de las energías sociales e intelectuales que explica y explicará por qué el país no podrá remontar sus crisis en ninguno ámbito, a menos que se verifiquen cambios estructurales. La ilusión de las reformas revolucionarias que alimenta el hemisferio izquierdo no se corresponde con lo que en la práctica está haciendo el hemisferio derecho. Es bastante difícil saber cómo el discurso de los obreros se puede compatibilizar con la práctica del golf.
Lo que permite entender la proliferación aquí del lenguaje de ultraizquierda. La necesidad en ciertos niveles del poder y del imaginario ideológico de acentuar el perfil de sus orígenes revolucionarios frente a la recuperación de su pasado criollo, lleva a la estimulación de ciertas narrativas reivindicadoras que cumplen muy bien su función: enmascarar, consciente o inconscientemente, la rápida conversión del poder en su contrario social. La recepción de todas estas cabriolas sociales e ideológicas por las jerarquías de casi todas las religiones es no solo un síntoma, sino el punto de llegada natural de lo que se está definiendo ahora mismo en Cuba: el pensamiento y las estructuras conservadoras que, en el siglo XIX, dieron vida y sustancia a un José Antonio Saco.
No estaríamos frente a un problema mayor, considerando todo esto como parte de un vivo debate social. Porque, en todo caso, la ecología política del futuro pasa por el retorno a toda nuestra pluralidad originaria. Si embargo, lo que degenera el asunto en esquizofrenia es la confluencia de todas estas contradicciones en una misma voz y un mismo enfoque de poder. Los intelectuales, los militares, los comunistas, los empresarios, las jerarquías religiosas, los grupos fraternales, los medios de comunicación, el capital y un largo etcétera transmiten en una misma frecuencia sus intereses real o aparentemente contradictorios. Un desquiciamiento social que probablemente tiene pocos equivalentes en el mundo.
Si el asunto es preocupante desde el punto de vista de un proyecto posible de nación, me interesa resaltar la consecuencia mayor de la esquizofrenia cubana: la fuga de la moral.
Podríamos estar rozando exclusivamente con lo que el filósofo polaco Leszek Koulakowski había ironizado y descrito muy bien como la Ley de la Cornucopia Infinita, según la cual nunca escasean los argumentos para respaldar cualquier doctrina en la que se desee creer por las razones que sean. Entonces las dificultades del proceso serían solo de orden cultural.
Pero nos encontramos frente a lo que el pensador alemán Peter Sloterdijk definía con alarma en su Crítica de la razón cínica: no el desdoblamiento, sino la implosión moral de las elites.
Debo ser más o menos exacto. La implosión moral toca a la mayor parte de la sociedad cubana, pero lo que Sloterdijk resalta con sutileza sigue este razonamiento: esa implosión moral es solo posible cuando ya ha ocurrido en las elites.
Las sociedades, y también los individuos, tienen un problema moral cuando la tensión entre las actitudes y los valores que dicen profesar se inclinan peligrosamente a favor de las primeras, en detrimento de los segundos. Estamos en presencia de una implosión moral, empero, cuando esta tensión se rompe y los valores adquiridos se sacrifican en el altar de las actitudes. Si en presencia de una tensión la sociedad todavía se confiesa frente al cura, al pastor o al psicoanalista, en presencia de una ruptura se silencian o suspenden los valores, siempre en espera de “mejores épocas morales“. Casi todos: curas, pastores, psicoanalistas y sociedad cubren el diván o cierran el confesionario para hacerse realistas.
El resultado es el cinismo: el equivalente moral de la esquizofrenia política. Recordemos un punto: el cínico reconoce pública y psicológicamente la misma realidad que niega con las actitudes. Ahora bien, si las elites cubanas podían evitar o no la caída en el cinismo es una pregunta que no puedo responder. Lo cierto es que evitarla resultaba imprescindible para equilibrar aquella tensión y ofrecer lo más importante a la hora de redefinir el rumbo de Cuba: claridad y liderazgo morales.
Y frente al cinismo de elite, la recuperación ostentosa de las conductas quínicas de la sociedad: la burla, el choteo, la sátira, la indiferencia, actitudes de vieja planta en la cultura cubana, expresando todas la pérdida de credibilidad moral de esa elite frente a las mayorías -que recuperan su pragmatismo sin hacer muchas preguntas morales-, y que traducen al mismo tiempo la impotencia de estas de cara al poder que esa elite atesora y redefine justo en el 2011. El nuevo pacto que la elite intenta alcanzar es casi único en la historia de las reconversiones políticas: que se legitime su rito de paso hacia la burguesía plena, que se mantenga intacto su discurso ideológico y que la sociedad se quede callada. Y sobre ese tridente yace escandalosamente su inmoralidad.
Esa implosión moral se manifiesta en tres niveles distintos. Primer nivel: la mentira de imagen y la mentira de supervivencia, ambas compartidas por el Estado y los ciudadanos indistintamente, que divorcian el discurso social de su propia realidad e instauran la mentira estructural que sirve de base a la corrupción sistémica. La deshonestidad de todos se ha instalado así como conducta social.
Segundo nivel: la desconexión entre los valores elegidos y la conducta propia, que desmoraliza al destruir los criterios de juicio que rigen la convivencia en sociedad. Tercer y último nivel: la desintegración de la unidad necesaria entre responsabilidades personales y sociales, y sus consecuencias.
La desmoralización concluye así como la imposibilidad de exigencia mutua y coherente entre individuos, y entre individuos y Estado. Lo que permite entender dos cosas conectadas: los altos niveles de insensibilidad humana que inundan el país y el uso discrecional de la ley por parte del Estado. En estos momentos, pongo un ejemplo muy concreto, el gobierno intenta corregir la ilegalidad consentida durante más de 20 años a miles y miles de ciudadanos que, sobre todo en repartos populosos como Alamar, incrementaron, corriendo los muros, su espacio existencial. Esta es una de esas derivas cínicas que ha liquidado para siempre la autoridad moral de la elite, y que anima circularmente la relación cínica sociedad-sociedad y Estado-sociedad.

Cuba encuentro
Diálogos perversos (I)
Esta es la primera de un artículo en tres partes
Manuel Cuesta Morúa, La Habana | 23/11/2011


Si la inteligencia emocional permite captar los sentimientos en el mismo momento en el que están ocurriendo, debería existir algo así como una inteligencia psicológica que nos provea de los instrumentos idóneos para detener la estupidez en el instante exacto en el que está a punto de seducirnos. Convendría también que concurriera un tipo de inteligencia púdica que, combinada con las inteligencias anteriores, nos paralizara justo a la entrada de la cadena sublime de actos cuya ingenuidad los sitúa en el límite externo y peligroso de la frontera moral.
Veinte años después de haberla escuchado por primera vez, debo admitir que la propuesta de diálogo con el castrismo, un tipo específico de estupidez en la que fui atrapado, pone en peligro la coexistencia necesaria de esos tres tipos posibles de inteligencia; imprescindibles para la vida, sobre todo política. Mi único consuelo sería que gente inteligente, con experiencia y alto vuelo político fue también abducida, cada una en su momento, por la tentación griega de la comunicación racional entre diferentes. Desde el ex presidente español Felipe González hasta el supernegociador estadounidense Bill Richardson, pasando por la lumbrera de Henry Kissinger, el duro ex secretario de Estado Alexander Haig, el audaz ex presidente mexicano Vicente Fox y uno de los hombres más nobles que ha parido el sur de Estados Unidos: el ex presidente Jimmy Carter.
Sin embargo, amén de constituir una derrota psicológica, el consuelo sirve de poco para comprender los propios errores de percepción. Hay que saber captar por qué el fracaso de una operación pública está inscrito en su preámbulo, y por qué perseveramos, no obstante la experiencia acumulada, en construirle castillos al error.
¿Por qué?, me pregunto. La filosofía académica y el sentido común —que es la filosofía aprendida por tanteo— coinciden en un punto crucial: no hay diálogo viable donde no se comparten las premisas de partida. Como en toda comunicación compleja, las premisas de partida suelen ser, para aquel propósito, relativamente sencillas: actuación racional que nos coloque en una dimensión impersonal, y estructura ética que delimite el comportamiento posible.
En ausencia de actores racionales cabe arriesgarse a un diálogo siempre y cuando exista una estructura ética compartida. O a la inversa. Se puede crear una comunicación ética si se actúa racionalmente. Lo que no se debería hacer es iniciar una aventura incierta de comunicación en ausencia de ambas premisas, tal y como ha sucedido —y sucederá hasta el final de los tiempos— con todo intento de aproximación razonada y decente al castrismo.
El punto de partida ético es, de entre ambas premisas, el fundamental. La ética es la relación más completa de medio a fin, no al revés: nunca hay ética cuando se parte del fin para llegar a los medios. Y el diálogo es la mejor expresión de esa ética porque es la única base de igualdad civilizada entre diferentes: igualdad, no en poder sino de condición.
Pero en términos éticos, el castrismo constituye un salto revolucionario al medioevo. Algo así como un aggiornamento regresivo donde el hombre se divide por estamentos y no puede alcanzar la igualdad si no ha nacido o es situado, por un golpe de azar, en los estamentos superiores. Para apreciar esa división estamental solo hay que entender las lógicas detrás de la cartilla de racionamiento (libreta de abastecimiento según el eufemismo), que distribuye hacia abajo bienes escasamente producidos, y de la obligatoriedad, para gente adulta, de pedirle permiso al Estado con el fin de viajar fuera del país. Estas lógicas son las propias de la desigualdad estamental entre hombres considerados desiguales para definir su propio lugar en una relación humana. Y una relación estamental así construida supone que los de abajo deben agradecer a los de arriba su propia existencia, y comportarse correctamente para satisfacer un derecho fundamental de la condición pos infantil: la libertad de movimiento.
El intento de reconstruir la igualdad ética de los diferentes en un escenario de desigualdad estamental desemboca de tal manera en la destrucción de todo el lenguaje de comunicación civilizado, trabajosamente erigido sobre siglos de encuentro y desencuentro culturales. Entonces la rebelión ética de los desiguales por la igualdad de condición nos convierte automáticamente en enemigos execrables, ratas indignas, gusanos malagradecidos, seres humanos deplorables y excrecencias humanas. El típico lenguaje con el que los estamentos superiores del medioevo se referían a los que vivían con ciertas inquietudes fuera del muro de los castillos. En este sentido, si se quiere saber algo sobre el particular oficio de sustituir la discusión intelectual de los argumentos por la denigración verbal del adversario es recomendable leer al semiótico medievalista Humberto Eco.
En el fondo de todo esto reside un dato histórico importante. El castrismo, apropiándose de la metódica revolucionaria, considera a los hombres iguales en relación con los ideales pero irremediablemente desiguales frente a sus palacios. Nada distinto a la Iglesia Católica, que nos postula a todos iguales ante Dios y muy diferentes en las afueras del templo. Un punto de coincidencia que explica, epistemológicamente, por qué es posible un diálogo entre Iglesia-Estado en Cuba, y no un diálogo Iglesia-sociedad y Estado-sociedad.
¿Puede construirse un diálogo social o político desde aquella doble perversión ética? Sí, al interior de la utopía. No, dentro de la realidad política. Por eso no es extraño que todo intento de avanzar en un diálogo con el castrismo no tenga alcance estratégico para ninguno de los actores, y sí implique un desgaste emocional, psicológico, y en no pocas ocasiones moral, para aquellos que se involucran racionalmente.
En estas condiciones solo parecen posibles dos tipos de diálogos: un diálogo de besugos en el que las partes se comportan, conózcanlo o no, como simples necios; o el típico Diálogo del Salvador: ese evangelio dirigido al bautismo que postula la superioridad del señor Jesús como maestro de sabiduría dentro de una comunidad de creyentes. Como es de suponer no hay dentro de ella relación de igualdad, y no se puede derivar de esta comunidad una acepción moderna de diálogo social en la que el poder abandone su idea de imperium frente a los ciudadanos.
Es esa idea de imperium la que obstruye estructural, política, cultural y moralmente el diálogo con el castrismo. Razón por la que se pervierte todo diálogo o conversación concretos con el Gobierno cubano o sus representantes. Toda perversión nace del divorcio entre los medios, las intenciones declaradas y la mentalidad. Imaginemos que un fanático nos diga que está dispuesto al diálogo. Probablemente nos reiríamos hasta la micción frente al singular despropósito, manteniendo sabiamente las distancias.
Bueno, el castrismo es un fanatismo encubierto que solo intenta ganar tiempo, obtener ventajas y descolocar a sus adversarios cuando se ve obligado por las circunstancias a sentarse a la mesa del diálogo. Y aunque la sabiduría aconseja tomarse muy en serio todo delirio disimulado, pienso que, por su lado, las autoridades deben disfrutar mucho estas pantomimas dialógicas, riéndose de la seria ingenuidad de sus interlocutores. El asunto es que el castrismo parte de una supuesta ética de los fines que nos dice que todos los medios son legítimos, incluso el diálogo, para el supremo de sus fines: el poder. Por eso no se debe dialogar con ellos, colocando un Amazonas de distancia.
Diálogos perversos (II)
Segunda de una serie de tres partes
Manuel Cuesta Morúa, La Habana | 24/11/2011


El interés por el poder permite entender el diálogo que hoy sostiene el Gobierno con la Iglesia Católica. Es curioso que nadie haga mucha referencia al diálogo de cooptación que aquel ha mantenido por años con las iglesias protestantes. Más significativo si se trata del número y de la representación social de las religiones. La cuestión primordial es que al régimen solo le interesa el poder, no la convivencia posible y necesaria. Y en el occidente cristiano, la principal dispensadora moral de poder en la tierra se llama Iglesia Católica.
En tal sentido es importante entender que justamente el diálogo Estado-Iglesia Católica revela la improcedencia del diálogo Estado-sociedad. Si se quiere deducir por qué no es posible el diálogo con la oposición es imprescindible intuir por qué sí es posible el diálogo con las iglesias, que no con la religión.
La instrumentación de aquel diálogo es una fuga del régimen hacia un terreno triplemente seguro en el que, por un lado, se resguarda de toda discusión cívica del poder en su momento de mayor ilegitimidad; se refugia, por otro, detrás de la multinacional del perdón, justo cuando su inmoralidad pasada y presente (la del régimen) es materia de cotilleo y comunicación globales y, finalmente, vende la imagen de civilidad y disposición al intercambio mientras compra el tiempo pausado y eterno de las religiones. Hay un viejo adagio de mucha pertinencia para el Gobierno cubano ahora mismo. Y dice así: los molinos de los dioses muelen lentamente. La Iglesia Católica, que cobra sus servicios en moneda divina, acaba de ofrecerle ese tempo suave del cambio.
Con la sociedad ese diálogo es imposible. Su fuerza cívica y plural le plantearía al régimen preguntas básicas de legitimidad; su memoria selectiva lo expondría frente a un pasado poco edificante ―valuado en 2011 con criterios más exigentes de civilización―, mientras que sus necesidades básicas, acumuladas como fallas geológicas, acelerarían el ritmo letárgico que el gobierno ha impreso a lo que insisten en llamar reformas.
La compatibilidad estructural entre catolicismo y marxismo es, como fundamento, el atlas que sostiene aquel diálogo en marcha. Hay en Cuba una discusión viva acerca de si la Iglesia Católica es suficientemente cristiana o de si el Gobierno cubano es suficientemente marxista. La respuesta a esta inquietud, muy importante para sus respectivas bases, es necesariamente una cuestión de grado que deja intacta su afinidad orgánica. El evangelio según Joaquim de Fiore y el comunismo delineado por Carlos Marx comparten una matriz cultural que los alinea en tiempo de crisis tras una misma concepción de poder social. Entre principados anda el juego, y ellos se comunican dentro de un mismo lenguaje de señales, tropos y símbolos.
Por esta razón es difícil para ambos armar un diálogo hacia la sociedad. Muestro solamente dos incompatibilidades concretas: el lenguaje desencantado del mundo cívico frente al lenguaje encantado de aquellos, y la condición plural de la sociedad cubana frente al monismo comunista y católico.
Y ese monismo a la defensiva decodifica y comparte su lenguaje hacia la sociedad usando los mismos términos morales para atacar la pluralidad, y al mundo llano, marginal e “inculto” de los de abajo cuando intentan articular su voz en el escenario de la sociedad civil. Con una sola diferencia: mientras el Gobierno expresa su desprecio públicamente, la Iglesia Católica lo hace en privado, una vez que se encierra detrás de las costras del templo.
Esto es natural. Puede entenderse como la técnica de autodefensa ante la invasión de la pluralidad, por parte de aquellas minorías más o menos aristocráticas con poca representación social y con mucho poder almacenado.
¿Es perverso este diálogo? En sí mismo no. El diálogo Iglesia Católica-Estado es tan legítimo como cualquier otro. Que la Iglesia busque y defienda su propio espacio de acción religiosa es importante en el mejor sentido: muestra el vigor cultural de las instituciones independientes dentro de Cuba y demuestra que es posible, con paciencia y determinación, hacerse un lugar bajo el cielo cubano; en este caso desde el cielo.
El problema empieza cuando desde su vocación universal, la Iglesia Católica comienza vicariamente a hablar en nombre de todos los que considera hijos de Dios; y según el cristianismo, todos lo somos. Lo que ahora mismo en Cuba está suponiendo una contradicción doctrinal porque la Iglesia Católica está hablando desde el poder, con el poder y hacia el poder, poniendo en déficit el debate por los valores.
Pero en el plano estrictamente confesional esto no tiene legitimidad: no todos los religiosos en Cuba son católicos; en el plano social tampoco: no todos los cubanos somos religiosos; en el plano político menos: la pluralidad de tendencias políticas subyace al suelo diversamente ideológico de nuestra cultura.
De manera que la ambigüedad calculada de la Iglesia al situarse por encima de la política para articular el otro pensamiento único desde la política pervierte su diálogo con las autoridades, si es que este diálogo pretende de algún modo ser representacional.
Este asunto es delicado en Cuba. Tiene que ver con la tradición asociacionista entre el poder y la religión, con la vieja acusación de que en definitiva la Iglesia Católica es escasamente cubana, y con el pulso cultural, también antiguo, entre las sólidas corrientes socio-liberales y el pensamiento parroquial: sea católico o comunista.
En este sentido discrepo ligeramente de algunos críticos laicos de la Iglesia Católica que ven en ciertos actos y posiciones de su jerarquía una cuestión de índole personal. Es cierto que tras la vestidura siempre es mejor visualizar el carácter. Significa esto que lo definitivo en las instituciones humanas suele ser el perfil de sus animadores. Sin embargo, en términos históricos y culturales, resulta engañoso cifrar el destino de determinadas instituciones en la conducta de personas específicas, por muy importantes que sean.
Intento situar lo delicado del asunto en el regreso histórico-cultural al vínculo cada vez más visible entre religión y Estado, que amenaza con colocarnos, desde otro ángulo, en una fase pre-republicana. Ni el documento-guía de la próxima conferencia nacional del Partido Comunista, ni el discurso intelectual de la Iglesia Católica al que he tenido acceso, visualizan la condición republicana de Cuba. Omisión fundamental que atenta contra la igualdad cívica de todos dentro del pueblo ―término que no me gusta pero que es la base que legitima las repúblicas― y frente a las autoridades. Y entiendo que el pueblo de Dios es bastante distinto al pueblo republicano.
Delicado en términos históricos, peligroso en términos políticos. Este diálogo parece seguir las pautas de El Príncipe de Maquiavelo. En él se parte del viejo principio romano de otorgar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. El asiento aristocratizante de este principio tiene varias consecuencias de índole política para una visión republicana, de las cuales quiero destacar dos. La primera: considerar que el poder es legítimo por sí mismo, y que lo único que se puede y debe hacer es aconsejarlo intelectualmente; la segunda: quebrar la espina dorsal de todo Estado moderno cuya legitimidad descansa en los ciudadanos. Y esto tiene una doble subconsecuencia cínica, moral y psicológicamente inaceptable: se entiende que la crítica de valor es la que circula entre principados, y que la capacidad para el cambio solo proviene de las alturas. Entonces los ciudadanos, fundamentos de la soberanía, pueden tener razón y pueden ser lúcidos pero-no-tienen-legitimidad según esta imaginación de claustro: no pertenecen ni a la Iglesia Católica ni al Partido Comunista.
Ello no es pensamiento conservador. Ello es pensamiento francamente reaccionario.

Diálogos perversos (III)
Tercera y última de una serie en tres partes
Manuel Cuesta Morúa, La Habana | 25/11/2011

Este tipo de diálogo perverso ―a estas alturas me parece bueno reiterar la acepción técnica de la perversión: divorcio entre los medios, las intenciones declaradas y la mentalidad― constituye un conflicto fundamental si, y solo si, tiene la pretensión de convertirse en modelo avanzado de un probable diálogo social y político. Solo me interesa reflexionar sobre él en este único sentido. No solo por su impacto político, sino además por su connotación moral, estratégicamente hablando.
Visto fríamente, semejante diálogo tiene un resultado pírrico que es necesario estudiar. En un resultado así los costos del proceso no son solo superiores a los beneficios, sino que debilitan los objetivos estratégicos previstos y dañan la capacidad de los actores para desenvolverse en el futuro. La pregunta que se desprende en una situación tal es: ¿valió la pena?
Y el asunto tiene en Cuba un costo moral para la propia Iglesia porque está rebelando a un sector de las bases católicas. El principio de ese diálogo: al César lo del César y a Dios lo de Dios, no encuentra herramientas públicas desde el catolicismo para responder al hecho de que el César, a quien se le ha entregado lo que supuestamente le pertenece, permite negociar con todo: el cuerpo, el sexo y la moral, que precisamente “pertenecen” a Dios. A punto de descender, dicen algunos católicos, para una mejor contemplación de los hechos.
Un diálogo entre mundos clericales ―el Partido Comunista es también un clero― en el que todo parte del dominio, con exclusión de las definiciones laicisistas y civiles de la sociedad, constituye una especie de contracorriente social en un país que necesita un fuerte impulso liberal en lo político y social en el mercado. Crucial, en términos económicos, porque la dinámica de ese diálogo está abriendo opciones y legitimando solo a las alternativas mercantilistas en economía. Los aplausos exuberantes a las reformas de la vivienda y del automóvil ―dos ámbitos altamente especulativos que fortalecen la fase bursátil de la economía, las burbujas y los lavados y derivados tóxicos, y no la creación de riquezas desde la producción de bienes y servicios― son reflejo de un diálogo que se centra en la tipología Iglesia-Estado, y que no permite una discusión económica moderna sino basada en la concepción rentista de la economía, cara a los mundos clericales.
Para el poder no hay costos. Después de la muerte de su propia ideología, ―que constituye la muerte de su propio dios― al poder solo le interesa lo del César sin importarle lo del dios vivo, excepto si este le cuestiona la naturaleza de su poder. Y aquí no ha llegado el Concilio Vaticano II. Así la sociedad cubana va forjando sus referencias socio-políticas desde los dos poderes con menos influencia social, que representan todo lo pre moderno que pueda existir en política, en una sociedad original y fundamentalmente posmoderna, con su rica diversidad, su creciente individuación, su explosiva multirracialidad y su desencantamiento cívico de la convivencia entre diferentes. Cuando la política, o mejor, lo político, debería reflejar esto último a través de un diálogo llano y posclerical, resulta que se intenta entronizar como referencia el diálogo entre dos actores situados en las antípodas de la Cuba intensa.
A corto plazo parece razonable; a mediano y largo plazos supone una derrota estratégica para las bases posmodernas del Estado y la sociedad cubanas.
Esta lectura de nuestros acontecimientos me ha llevado a repensar el diálogo en Cuba desde la condición más legítima: la de ciudadano.
¿Y reniego del diálogo? No. El diálogo es triplemente importante para una sociedad moderna. Estratégicamente es la única vía para solucionar los conflictos en una forma madura y para estabilizar las ganancias de la sociedad. Culturalmente es el modo de crear las bases de una convivencia civilizada en sociedades raigalmente plurales, y humanamente es la expresión más nítida del respeto que nos debemos todos los seres humanos. No es necesario agregar que apostar por el diálogo en Cuba es aquilatar la única posibilidad de reconstruir, con alguna probabilidad de éxito, el proyecto de nación cubana.
La magnitud de este proceso se ve más de cerca cuando uno observa el tipo psicológico que revela la cultura del diálogo: autocentrado, totalmente empático, de fuste racional, desprejuiciado y con evidente apertura cultural. Requisitos necesarios para diluir las diferencias de mentalidad en una situación compleja, y concentrarse en la básica condición humana detrás de los rasgos idiosincráticos de los demás. Ese es un tipo psicológico maduro, ético antropológicamente, que abunda en contextos democráticos y es raro en naciones totalitarias.
Por supuesto, nada de esto se observa del lado del castrismo, y sin embargo, ¿por qué perseveramos, no obstante la experiencia acumulada, en construirle castillos al error? Debe existir algo más profundo que la tontería autoinfligida para explicar esta tendencia humana.
El error es hijo directo de la racionalidad. Y esta se relaciona con dos elementos esenciales en la acción humana: la propia proyección psicológica en el resto de los seres humanos y la visión general de dicha acción.
Esta racionalidad prestada hizo suponer a un sector de demócratas cubanos que, después de la caída del socialismo real, podría comenzar un proceso gradual en el que el Gobierno cubano iría asumiendo la necesidad de reorientar el curso de las políticas internas en la dirección de lo que es más fundamental: el país. La proliferación de propuestas de diálogo en los años 90 del pasado siglo respondió a esta expectativa racional. Nunca pensamos que el Gobierno fuera demócrata, está claro. No éramos lo suficientemente ignorantes como para pensar que un cambio de mentalidad es posible.
Quienes tienen lecturas sobre psicología profunda, aunque sean superficiales como es mi caso, saben muy bien que la mentalidad no se cambia.
Sí asumimos dos datos, al menos un sector de los dialogueros. Uno: estábamos frente a un gobierno nacionalista que sabría colocar a Cuba por encima de sus evidentes limitaciones personales. Dos: desde este fundamento nacionalista podía construirse un clima y campo de confianzas que derivaran en el reacomodo de las diferencias en un reencuentro político con lo mejor de la tradición cubana. Personalmente agregaba a estos, otro dato: a su manera, el Gobierno cubano estaba firmemente comprometido con una agenda social como eje central de su proyecto político.
El tiempo se encargó de desmentirnos. Y no obstante insistimos en la racionalidad. Porque la teoría del conflicto y la negociación surgida tras la segunda guerra mundial nos enseñó que es posible generar un esquema político basado en el ganar-ganar. Una teoría portentosa para Cuba, donde uno de los temores del poder es aparecer frente al mundo y a sí mismos como derrotados. Pensábamos, y pensamos, que esta teoría del conflicto, opuesta a la visión de la sociedad perfecta, cerraba el camino a la idea de que toda controversia revela una patología social ―un elemento crucial para la cultura mental del castrismo, heredera del viejo integrismo español con su obsesión por la unidad—. Después de todo, los más visibles cantaores del castrismo empezaban a admitir y a cantar que no vivíamos en la mejor de las sociedades posibles. Abono imaginario para nuestras tesis.
Todo un disparate. No solo es imposible generar situaciones de diálogo con mentalidades estrechas y dicotómicas. No solo constituye toda una proyección del deseo imaginar intercambios productivos con quienes inmunizan sus convicciones frente a la crítica racional: inmunización que es la piedra seminal del templo, del fanum, del fanatismo, del fanático.
Resulta además una hipoteca para el futuro de Cuba articular un diálogo político con quienes se dispusieron unir el país a Venezuela; con los que traicionaron para siempre a la clase obrera de Cuba; con aquellos que golpean a mujeres, con quienes prefieren organizar el mercado de la prostitución y se niegan a respetar las otras diversidades; con los que venden el país, en un continuo plattista, a los extranjeros, dejando en la indigencia a la tercera edad; con aquellos que ofrecen el suelo a perpetuidad a gente que no tiene la idea de lo que es Cuba, y se niegan a entregar la tierra en propiedad al campesino; con aquellos que desalojan a familias que llevan más de tres décadas penando por un magro hábitat y se aprestan a construir sun cities sudafricanas en un país marcado por las discriminaciones históricas, y con quienes ahondan con cada paso que dan, su pérdida de credibilidad.
Porque no hay credibilidad en la verdad del Estado, ni en sus gestos, ni en sus actos. No por la factualidad misma de los hechos, sino por el uso que hace de ellos. Hay una parte en toda verdad que no tiene que ver con lo objetivo sino con la intención. Cada verdad múltiple que revela” el Gobierno cubano no supone más sino menos credibilidad para el régimen. La verdad tiene unos fundamentos éticos de enunciación que definen la dimensión moral y ética de los actores: eso es lo que se llama credibilidad. Por esta razón no la pierde necesariamente quien miente sin intención.
¿Se puede dialogar con actores así? Creo que no. Y esto es algo más profundo que negarse a dialogar con el Gobierno porque su fin manifiesto sea no cambiar. Que siempre fue el argumento de la buena y la mala derecha.
Ahora bien. Puedo entender que dialogar con el castrismo se conciba como un mal necesario. Si el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, probablemente lo contrario también sea cierto: el camino del paraíso podría estar, a su vez, empedrado de malas intenciones. No lo sé y sí lo dudo. Pero respeto a quien dialogue con el castrismo y al mismo tiempo logré establecer las bases de un futuro decente para el país. Le admiraré si logra que el diálogo asuma la naturaleza decente de ese país del futuro. Más, si no daña el umbral ético de los hombres y mujeres de bien.

lunes, 12 de diciembre de 2011

!CHAVEZ LES TIENE LOCOS Y A NOSOTROS TAMBIEN!

¡CHÀVEZ LES TIENE LOCOS Y A NOSOTROS TAMBIÈN!


ELIGIO DAMAS



A un chavista se le ocurrió unos pocos años atrás lanzar la consigna asertiva y exitosa de:
¡Chávez los tiene locos!
Algunos creyeron, con suficiente sensatez, que en este caso su valor no iba más allá del que habitualmente le asignamos a ella cuando se dice : “el calor me tiene loco”, “los caraquistas están locos en el sótano”, “loco por una hallaca”, “esa chama me tiene la azotea en desorden, “loco è bola por la huecamentazòn que inundan estas calles de Dios”, “los debates de la MUD loco me tienen” o “Chávez me dejó loco ahora cuando reformó el partido, pues hizo lo contrario de lo que habíamos acordado hacer”. Porque aquello de poner al partido a controlar al gobierno y no al revés, se le “olvidó” por completo.
De modo que pareciéramos estar en el país de la locura. La derecha dice que “nos mata el comunismo” y la mayoría de su gente, la de arriba, tiene atosigado al aeropuerto de Maiquetía, yendo y llegando de Miami y Panamá, como locos. Unos comprando cuánta cosa por allá les vendan para festejar la navidad, sin que dólares les falten; los que les otorga CADAVI a precio preferencial, sin remilgos ni retardos y los abundantes que en sus cajas atesoran y compran a buen precio en los numerosos sitios que conocen. Otros para quedarse allá y celebrar las fiestas con más de la mitad de la familia que por esos lares vive. Quienes por acá quedan, son los encargados de la tarea de tomar al gobierno, para que aquellos allá sigan viviendo en mejores condiciones que las de ahora. Por lo menos eso creen ellos, lo que no dejar de ser otra locura.
Pero mientras eso hacen, sin que nadie les estorbe, al llegar a la ciudad de sus sueños, dicen como un personaje de Chaplin, dictador en un país imaginario, en una de sus películas, al llegar a Nueva York, habiendo sido derrocado por una revolución popular, “aquí, un demócrata como yo, se siente libre” y al regreso, en Maiquetía, ocultos tras el voluminoso equipaje de las compras, expresan “durante mi viaje he confirmado que aquí no hay libertad, sino puro comunismo. La semana que viene, antes del 24, me echaré otro viaje.”
Los menos se conforman con tomar por asalto el Sambil de Margarita y cual langostas, lo pelan; de la isla sacan cuanta cosa con libertad allá venden y hasta traen màs de las cantidades generosamente permitidas.
Eso y la tarea de salir de Chávez, les tiene locos de metra.
La locura, esa habitual que uno conoce, sin meterse en asuntos académicos, la misma que prolifera en las calles, tiene a la oposición sin orden ni concierto. Es tanta que si llueve en exceso, inmediatamente salen a publicar un comunicado acusando a Chávez de manipular al régimen, pero al pluviométrico. Si le da casa a la gente pobre, le acusan de populista y malgastar los reales; cuando detectan un área de refugiados todavía no alcanzados por la acción oficial, reclaman hasta con lágrimas que el gobierno no les haya asignado vivienda.
Por Chávez, piensan ellos, la zona euro está metida en un berenjenal y los indignados que aquella invaden no son tales sino puros chavistas de aquí enviados. Es más, todo lo que revelan las encuestas, que el presidente goza de un respaldo que envidia debería producirles y no odio, no es verdad. Esas informaciones de IVAD, Interlaces y hasta Datanàlisis, son mentiras, vertidas bajo la presión culpa de Chávez y su dictadura feroz. Esto piensan porque por demás saben que esas encuestadoras son manejadas por gente que nada quiere con el gobierno.
Leopoldo Puchi, oposicionista, en artículo que he leído hoy en un diario local, con asombro, admite que no le encuentra sentido a la actitud de la MUD, contraria a la creación de la CELAC. Dice el dirigente masista, que sólo los halcones del Pentágono, la ultra derecha republicana del congreso gringo y la MUD, han asumido posiciones de rechazo a la naciente organización latinoamericana. No le ve cordura a esa posición. Menos se le ve, si uno toma en cuenta que, según Eleazar Díaz Rangel, actual director de Últimas Noticias”, fue Gonzalo García Bustillos, quien manejó en su tiempo los asuntos de política internacional de COPEI, uno de quienes planteó esa meta en los tiempos recientes.
Pero en la MUD, predomina la idea que Chávez está aislado, “sólo le queda Cuba y los locos de Morales y Correa”. Es una pantomima del orate de Sabaneta que a la creación de la CELAC, con gusto, hayan concurrido 33 países. ¡Chávez les tiene locos!
Pero Chávez ¡nos tiene locos!
Cuando dimos aquellas discusiones que dieron origen a la revisión del PSUV, predominaron las ideas de construir el partido de abajo para arriba y que funcionarios de gobierno, salvo el presidente por razones elementales, no formasen parte de la directiva del partido. Chávez, en un inolvidable discurso, hizo suyas esas ideas.
De pronto, tiempo atrás y ahora mismo, salieron órdenes en contra.
¡¡¡ Qué locura!!!
Sobre este último asunto, uno no opina porque perdimos la brújula y no sabemos ya cuál es el norte planetario.

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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 12/12/2011 02:30:00 PM

EL VACIO DE LA IRREALIDAD

El vacío de la irrealidad
Por Lorenzo Gonzalo, 12 de diciembre del 2011

En medio de la campaña de persecución contra el gobierno de Cuba y los esfuerzos por desestabilizar al Estado cubano, se intenta agregar otros ingredientes que puedan enriquecer el pobre inventario que tiene la prensa sobre supuestas barbaridades que allí se cometen.

La última de todas, es la flotilla marítima compuesta por cuatro barcos de recreo que partieron del Sur de la Florida hacia Cuba para lanzar fuegos artificiales desde las agua internacionales. En otro artículo nos referimos a ella y mencionamos el caso como un ejemplo de las diferentes maneras de buscar dinero fácil, utilizado por alguna gente, que aprovecha el derroche que hace Washington con los ingresos proveniente de los impuestos.

La prensa local de Miami, periódico oficial de la campaña contra Cuba, aprovechó el show marítimo para “denunciar” que decenas de “opositores” fueron detenidos con motivo de ese evento. La información implica que de no haber sucedido estas detenciones, con la presencia de los cuatro barcos llevados desde Miami, se hubiera desencadenado un enfrentamiento con el gobierno.

El propósito de estos barcos era lanzar fuegos artificiales en las costas frente a La Habana para llamar la atención y llevar el mensaje subliminal a la población, que “desde la orilla estadounidense, están los aliados y las fuerzas de la democracia”. El sueño no mencionado, pero corroborado por el tipo de campaña que tanto estos marinos como el resto que se dedica a desbarrar y levantar calumnias para que la opinión pública mundial tenga una idea equivocada de los sucesos en Cuba, es provocar rebeliones callejeras, protestas, que puedan convertirse en incontrolables y alentar entonces una intervención de los marines estadounidenses, al estilo de Santo Domingo, Guatemala, Panamá, Granada y otras por el estilo.

No quieren democracia para Cuba, sino intervención. No pretenden que los cubanos, por sí solos, puedan encontrar vías sociales que sean más justas en sus aplicaciones. El interés fundamental es llegar a ser ellos los “genuinos representantes de Estados Unidos en la Isla”.

Una prueba contundente es la reunión en casa del representante de la Oficina de Intereses Estadounidense en Cuba, que tuvo lugar el 7 de diciembre de este año.

Justamente pocas horas antes de la llegada de dicha flotilla.

Casualidades que tiene la vida. Los máximos exponentes de esa supuesta oposición al gobierno de Cuba, concurrieron como es costumbre para celebrara el evento, y no descontemos también que muchos o todos, recibieran instrucciones por separado sobre la estrategia en juego.

Suponiendo que las noticias de la prensa en relación a los detenidos en Cuba, sean ciertas, imaginémonos que efectivamente una docena de personas protestara en alguna calle desconocida de La Habana u otra ciudad, en apoyo de aquellos que viven de ese negocio en Miami.

La pregunta más importante sería: qué significa la detención de “una docena” de personas en un país de más de once millones de habitantes, donde las algazaras callejeras, las pocas veces que suceden, escasamente llegan a un par de decenas, con una tendencia paulatina a disminuir en la medida que las reformas del Estado progresan? Es de apuntar que aunque ocurren detenciones en algunas oportunidades, los detenidos están de patitas en la calle a las pocas horas y no se les maltrata físicamente.

Podríamos agregar además, por qué no detuvieron a los dirigentes de esos grupos, ninguno de los cuales cuenta con más de tres o cuatro miembros, cuando asistieron a la casa del representante de Estados Unidos el 7 de diciembre?

Aunque esta es la realidad dicha condensadamente, hay quienes se dedican a denunciar la violación de los “derechos humanos” en la Isla lo cual es otra patraña para hacerse de una parte del dinero presupuestado por Washington para esos menesteres. Se trata de alguna que otra organización sobre “derechos humanos”, tema muy socorrido en los últimos cuarenta años y que los países poderosos no gustan que les sea aplicado a ellos. Precisamente uno de esos representantes de los derechos de la gente, llamado Elizardo Sánchez Santacruz, estuvo entre los presentes. Nos imaginamos que un antiguo “socio”, llamado Richard Roselló, también podría haber concurrido aunque este último se separó del primero por el tema de la que hemos mencionado. Hace un tiempo, este señor abrió su página en internet para hacer su “negocio” por cuenta propia.

Estos cancerberos de los “derechos humanos” inventan muertos, presos políticos no tipificados como tales, supuestos detenidos injustamente y hechos similares.

Nada de esto provoca la caída del gobierno pero deja dividendos. Al final, como dijo uno de estos famosos disidentes, “hay que vivir de algo”.

Es una lástima, que la dinámica de los sucesos en Cuba con respecto al Estado, haya quedado dividido entre quienes miran hacia Estados Unidos con el objetivo de alcanzar cierta preponderancia, principalmente algunas dádivas y quienes aparentemente apoyan incondicionalmente las políticas oficiales del gobierno. La existencia de un escenario socio político de esta naturaleza, donde la realidad se plantea en blanco y negro, evita las coloraciones y relega a un segundo plano la existencia de pensamientos y personalidades que pudieran jugar un papel de importancia en el aceleramiento de los ajustes, para impulsar el proceso dentro de las normas institucionales vigentes.

Se dice que a ciertas fuerzas de poder en Cuba le interesa la existencia de semejante realidad, pero en verdad muchas veces pensamos que Washington ha sido siempre el más interesado, si no es incluso el creador, de semejante contraste bicolor.

A Washington no le interesa que puedan encontrarse avenidas viables para un proyecto social que logre reformar el sistema político al uso en los países llamados capitalistas, y mucho menos la formación de un Estado de nuevo tipo, donde un número fuerte de instituciones públicas de carácter participativo, se puedan engarzar a las funciones de gobierno. Para Washington la realidad socio política solamente consta de lo estatal y lo privado, pero el concepto de propiedad y funciones públicas como algo ajeno del Estado, pero a la vez parte representativa del gobierno, es un asunto cuyo desarrollo no le interesa porque se sale de sus esquemas de propaganda tradicional. A Washington conspira en contra de la existencia de un debate democrático en Cuba.

Los grupos de cubanos de origen que se dedican a obscuros menesteres como medio de ganarse la vida o de adquirir notoriedad, falseando las realidades y creando obstáculos a los procesos de ajustes políticos y al normal abastecimiento comercial de la Isla, son parte del esquema estadounidense.

La mejor de todo es que dentro de esos grupos se pelean por la plata y como buenos ejercitantes de actividades indebidas, terminarán desacreditándose. Llegará el momento en que Washington se perderá la escalera y como el pinto del cuento humorístico, hallará de repente que se ha quedado prendido de la brocha. A falta de sostén a su política, entonces ya solamente le quedará la fuerza, pero seguramente o al menos así lo deseamos, será muy tarde para usarla en contra de un pequeño país, porque cada día Estados Unidos se rodea más de un mundo donde nuevos actores surgen al viento de nuevas ideas y de mejores sueños, haciéndole competencia de todo tipo.

Washington trabaja hoy con cuentos de hadas, con una irrealidad que indefectiblemente terminará en vacío.

ASUNTO SPD 77

De: Perucho Figueredo
Para: "perucho1949@yahoo.es"
Enviado: lunes 12 de diciembre de 2011 16:38
Asunto: SPD 77


SPD

No. 77 (6/ año 3). La Habana, 12/Diciembre-2011
“Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista”.
Art. 53 de la Constitución

Boletín por un socialismo más participativo y democrático.
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Recopilación de Pedro Campos. CE perucho1949@yahoo.es
Se agradece críticas, comentarios, sugerencias y opiniones sobre forma/contenido

ÍNDICE

Celebración Abacuá en las calles de La Habana
Por Daisy Valera

Crisis capitalista y alternativa neo-socialista
Por Narciso Isa Conde

Carta a las Izquierdas
Por Boaventura de Sousa Santos

Ser de Izquierda en la Cuba del siglo XXI
A propósito de “Carta a las izquierdas” de Boaventura de Sousa Santos*
Por Pedro Campos

Extremos que coinciden y esquemas que se reiteran
Crónicas cubanas
Por Félix Sautié Mederos

La Conferencia del PCC y el papel del Partido
Por Rogelio M. Díaz Moreno

MASA
Por Félix Guerra

CONTENIDO

Celebración Abacuá en las calles de La Habana
Por Daisy Valera

El pasado domingo 27 se cumplieron 140 años del fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina por el régimen colonial español. Como cada año, la escalinata de la Universidad de La Habana reunió a miembros de la FEU* y otras organizaciones estudiantiles para la tradicional peregrinación hasta el monumento ubicado en La Punta.

Días anteriores varios medios de prensa hicieron referencia a la muerte también el 27 de noviembre de 18 71 integrantes de juegos abacuás relacionados con los estudiantes. El hecho se mencionó además en la alocución de la vicepresidenta de la FEU Lisara Corona Oliveros momentos antes de iniciarse la marcha. En ambos casos el abordaje de esta parte de la historia se realizó de manera superficial.

Los medios noticiosos oficiales se demoran en mencionar otro conjunto de actividades que de forma paralela se vienen realizando desde el año 2005 con el propósito de rescatar la memoria histórica.

El recibidor de la Casa Editora Abril fue el punto de encuentro elegido para comenzar un acto que se extendió desde la 1 hasta aproximadamente las 5:30 de la tarde del domingo, el discurso inicial estuvo a cargo de dos miembros de la Asociación Abacuá de Cuba: Orlando Gutiérrez y Ramón Torres Zayas.

El mismo trató sobre la masacre, por las autoridades españolas, de 5 hermanos abacuás que intentaron rescatar a los estudiantes de medicina antes del fusilamiento. También la celebración buscó destacar la figura de Andrés Facundo Cristo de los Dolores y Pettí, al que se le considera el promotor de la inclusión de hombres blancos en la religión Abacuá.

A la esquina del parque de la Calle Colón que hasta el momento había sido el principal lugar de encuentro, asistieron apoyando la actividad miembros de la Gran Logia Masónica de Cuba, del Grupo Mercedita Valdés y del proyecto Rincón de los Milagros.

Otro de los colectivos que encabezó la actividad fue la Cátedra Haydé Santamaría, iniciadora de esta tradición que ya cuanta 7 años y cuyos miembros llevaron a cabo las investigaciones que relacionan a los estudiantes de medicina, “blancos” con los abacuás asesinados. Este grupo se ha encargado de revivir una parte de la historia cuyo olvido pone de manifiesto acciones de discriminación racial.

Los iremes (diablitos de los abacuás) y el sonido de los tambores guiaron la procesión de aproximadamente 300 personas. A diferencia de la de los universitarios, que recorre la calle San Lázaro, esta se desarrolla por el transitado Paseo del Prado hasta la el Monumento a los estudiantes.

El trayecto fue una celebración matizada con música, ron y un cartel donde podía leerse:
MUCHO PODEMOS LOGRAR CON LA ORANIZACION OBRERA; POPULAR Y BARRIAL.

El mismo nos recuerda que esta conmemoración ha sido convocada por individuos y grupos comprometidos con el rescate de la historia, ante el desinterés de la oficialidad.

Aunque sería fácil simplificar la marcha como un acto religioso, el significado trasciende hasta convertirse en una reivindicación que persigue limpiar la costra de todo tipo de coloniaje.

*Federación Estudiantil Universitaria

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Crisis capitalista y alternativa neo-socialista
Por Narciso Isa Conde

En nuestra América y en el mundo, con la propuesta socialista, con el proyecto de sociedad socialista, ha pasado lo mismo que con la revolución:

Su pertinencia tiene bases reales en la existencia del capitalismo y su multi-mega crisis actualmente en expansión, en la cada vez más dramática explotación, exclusión y empobrecimiento de una gran parte de la sociedad, en la degradación moral y perversión institucional que genera su dominación.

Su posibilidad fue drásticamente negada por los efectos circunstanciales de la caída de la Unión Soviética y del llamado campo socialista y por el predominio temporal del “discurso único” neoliberal, que impuso en la conciencia colectiva la idea de la imposibilidad de nuevas revoluciones y nuevas alternativas al capitalismo realmente existente.

Pero en la era neoliberal la crisis del capitalismo continuó y se agravó, mientras que su reestructuración dentro de las coordenadas de ese modelo privatizador y los cambios tecno-científicos introducidos al patrón de acumulación, especulación y sobre-explotación ha provocado grados de concentración de la propiedad, de los ingresos, de las riquezas y del poder sin precedentes; dramáticamente contrastantes con el empobrecimiento de las sociedades, el deterioro y saqueo de sus recursos naturales, el auge de la delincuencia estatal y no estatal, la opresión patriarcal, la dictadura de los adultos, el racismo, la xenofobia y la degradación en todos los órdenes

Las penosas condiciones de exigencia de pueblos y naciones y su tendencia a agravarse y extenderse, en un sub-continente con una larga tradición de luchas sociales, democráticas y patrióticas como América Latina y el Caribe, han provocado nuevas modalidades de resistencia, protesta y rebeldía desde los sujetos sociales mas golpeados, empobrecidos (o en vía de empobrecerse), súper-explotados y excluidos; aun en medio de las disgregaciones, modificaciones y fraccionamientos sociales provocados por el neoliberalismo.

Tal fenómeno se ha extendido a todos los continentes, al Norte y al Sur, al Este y al Oeste, sin excluir a EEUU y EUROPA OCCIDENTAL estremecidas sus economías y sus sociedades por la peor –y más integral- crisis del sistema capitalista.

La globalización neo-liberalizada ha generado progresivamente, paso a paso y dolor a dolor, su contrapartida socio-política en una parte de los países recolonizados de nuestra América y la indignación multitudinaria en no pocas naciones del centro y la periferia del sistema.

Las luchas sociales se politizan cada vez más.

Las protestas de más en más tienden a ser acompañadas de propuestas.

La sociedad capitalista neoliberal ha creado las condiciones para pensar en una alternativa a ella que detenga el genocidio y el ecocidio, y devuelva la confianza en la posibilidad de una vida digna para los pueblos.

La conciencia anti-neoliberal ha crecido al compás de la resistencia y ha generado una fuerte tendencia a favorecer el desarrollo de la conciencia antiimperialista y anticapitalista.

Esto así porque el neoliberalismo es la nueva modalidad del capitalismo, su ideología actual y los resultados de su proceso de restructuración en las últimas décadas, la lucha contra sus efectos perversos saca a la superficie su matriz capitalista y estimula el pensamiento y la conciencia en favor del cambio revolucionario y de un nuevo proyecto de sociedad.

Por eso desde hace años se ha comenzado a hablar de la necesidad de un proyecto anti-neoliberal o de una sociedad pos-neoliberal, que viene siendo una especie de transición a una sociedad poscapitalista.

Y paulatinamente el nuevo pensamiento contestatario ha cruzado y acompañado -cruza y acompaña- las luchas contra el orden capitalista neoliberal.

¡Acción y pensamiento combinados!

Pensamiento y acción, una veces en paralelo, otras veces uno detrás y otro delante, con desniveles y desproporciones significativas, o con avances ascendente de ambos, han debilitado progresivamente la tesis de la imposibilidad de los cambios y las opciones alternativas.

Recuperación progresiva de un fuerte revés para abordar el reto de este siglo.

Cierto que el golpe al ideal socialista registrado antes de finalizar el siglo XX fue contundente.

Cierto que la defensa del socialismo quedó reducida a sectores políticamente marginales o minoritarios. Pero perduró, y eso fue de gran valor e indudable trascendencia.

Y perduró con las siguientes modalidades:

La testimonial, nostálgica del pasado, anclada en gran medida en el proyecto socialista colapsado y en la interpretación dogmática del marxismo.

La innovadora, de corte revolucionario, que implica la superación del llamado socialismo real y la renovación y rearme recreación de la propuesta socialista.

Ambas corrientes han actuado a contracorriente del discurso único neoliberal.

La primera forma parte de la crítica, del combate, de la impugnación al capitalismo neoliberal; pero no genera ni fuerza ni propuesta alternativa atractiva, creíble, convocante; menos aun contrapoder, poder desde abajo, subversión innovadora, capacidad transformadora...Es una especie de semilla que alimenta pero no germina.

Las fuerzas tradicionales de la izquierda que la representan no vanguardizan, están incapacitadas de encarnar estrategia de ruptura del viejo orden y de creación del nuevo, independientemente del valor de sus luchas actuales.

Esto así porque están considerablemente limitadas para captar los cambios provocados por el nuevo capitalismo, los nuevos actores sociales, los nuevos fenómenos, las nuevas rebeldías; así como para proponer algo esencialmente diferente al “socialismo real” o “socialismo de Estado que se derrumbó al finalizar el siglo XX.

La segunda corriente es otra cosa y por eso ha venido convirtiéndose en la negación del capitalismo realmente existente y en la negación del “socialismo” estatista.

Se ha dedicado a pensar y actuar en función de posibles transiciones revolucionarias de nuevo tipo, en función de nuevas revoluciones populares y democracias alternativas, en procesos que unen inseparablemente la democracia participativa e integral a la nueva propuesta socialista, reivindicando los valores socialistas originales.

Esa nueva manera de abordar el tema ha tenido el valor de ajustar cuenta con las causas del derrumbe y/o de desarrollar un pensamiento revolucionario distante de aquellos dogmas; un conjunto de ideas y métodos heréticos, innovadores, ecuménicos, abiertos a todas las fuentes y actores capaces de contribuir a la derrota de la actual dominación capitalista.

Es una semilla que alimenta y germina, que potencia e inocula conciencia y organización a las justas rebeldías y a las luchas espontáneas, a los combates clasistas y no estrictamente clasistas de la actualidad.

Un pensamiento que se ha reproducido de lo pequeño lo grande, sin prisa pero sin pausa, hasta expandirse y multiplicarse; aunque todavía con serios déficit en la definición y reconstrucción de las nuevas vanguardias articuladas a los nuevos sujetos sociales del cambio.

Desde esa nueva reflexión se ha podido apreciar que el seudo socialismo, el llamado socialismo real (más bien irreal), había desacreditado al socialismo liberador y le facilitó a los ideólogos del capitalismo neoliberal implantar temporalmente en las masas la idea de su muerte definitiva; diferenciándose de aquel gran revés, planteando la posibilidad de un socialismo diferente, distante y distinto esencialmente en sus contenidos y en sus formas a aquellos modelos estatistas-burocráticos.

Desde esta actitud se ha venido insistiendo en recrear el proyecto revolucionario, rescatando todos los valores del socialismo original que fueron pervertidos; incorporando otros aportes históricos valiosos, inspirándose en diversas fuentes y nuevas reflexiones surgidas de la crítica al capitalismo actual y de las nuevas y diversas rebeldías contra él: de clases, etnias, generaciones, géneros, defensores del ambiente, pueblos originarios…

Esa necesaria diferenciación ha incluido la denominación de la propuesta de nueva sociedad.

Porque hablar a secas del socialismo no resolvía el problema de la credibilidad popular respecto a la nueva propuesta. Lo ingenioso en materia de propaganda y comunicación fue distanciarse de lo que fracasó, para hacer más atractiva y facilitar la percepción popular sobre las posibilidades del socialismo.

El nombre necesitaba de un sello diferenciador del llamado socialismo real y de la socialdemocracia. Y entonces comenzó a hablarse de nuevo socialismo y del socialismo del siglo XXI o para el siglo XXI.

El honor a la verdad esto no fue un invento del comandante Chávez, ni es de factura estrictamente venezolana.

De todo esto -tanto en cuanto nuevos contenidos y a nuevas formas- viene hablándose desde que comenzaron a analizarse las causas del derrumbe aquel, e incluso desde antes de esos acontecimientos… en innumerables seminarios, foros, publicaciones, ensayos, y libros que han abordado los nuevos desafíos para las fuerzas del cambio.

El mérito de Chávez en ese aspecto, después de contribuir extraordinariamente a recobrar la confianza en la posibilidad de nuevas revoluciones, es haber hecho suya la propuesta general del nuevo socialismo, del socialismo del siglo XXI, proyectándola a escala continental y mundial, ampliando extraordinariamente el debate en torno a ella, y generando más y mejores ideas…

Y no solo. Algo de mucho valor es haber desatado en Venezuela –con proyecciones continentales y mundiales- el proceso de re-cuestionamiento del capitalismo y el debate acerca de posibilidad de la transición al socialismo en el marco de una democracia participativa e integral y de un desmonte progresivo del neoliberalismo; esto independientemente de los significativos retrasos, deformaciones evitables y estancamientos dañinos; independientemente de las muchas cosas que faltan por definir, crear, desarrollar, profundizar y enriquecer, e incluso de que, por inconsecuencias notables e indefiniciones estratégicas superables, se acentúen los riesgos de retrocesos.

Estamos en medio de la crisis de la civilización burguesa y del difícil pero imprescindible parto de las nuevas transiciones revolucionarias. La crisis marcha adelante y angustian, pese a las formidables rebeldías en desarrollo - muchas cargadas de fuertes críticas a la decadente dominación de las elites capitalistas y a todos sus engendros- los retrasos organizativos en la creación de contra-poder transformador.

Superarlos es el gran reto de estos tiempos.

Noviembre 2011, Santo Domingo RD

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Carta a las Izquierdas
Por Boaventura de Sousa Santos

No pongo en duda la existencia de un futuro para las izquierdas, pero su futuro no será una continuación lineal de su pasado. Definir aquello que las izquierdas tienen en común equivale a responder a la pregunta: ¿qué es la izquierda? La izquierda es un conjunto de posiciones políticas que comparten el ideal de que todos los seres humanos tienen el mismo valor y constituyen el valor supremo. Este ideal es puesto en duda siempre que hay relaciones sociales de poder desigual, es decir, de dominación. En este caso, algunos individuos o grupos satisfacen algunas de sus necesidades transformando a otros individuos o grupos en medios para sus fines.

El capitalismo no es la única fuente de dominación, aunque es una fuente importante.

Las diferentes formas de entender este ideal han provocado varias divisiones. Las principales han surgido de respuestas opuestas a las preguntas siguientes. ¿Puede el capitalismo ser reformado con el fin de mejorar la suerte de los dominados o esto sólo es posible más allá del capitalismo? ¿La lucha social debe ser conducida por una clase (la clase obrera) o por diferentes clases o grupos sociales? ¿Debe llevarse a cabo dentro de las instituciones democráticas o fuera de ellas? ¿El Estado, en sí mismo, es una relación de dominación o puede ser movilizado para combatir las relaciones de dominación?

Las respuestas opuestas a estas preguntas estuvieron en el origen de violentas divisiones. En nombre de la izquierda se cometieron atrocidades contra la izquierda; pero, en su conjunto, las izquierdas dominaron el siglo XX (a pesar del nazismo, el fascismo y el colonialismo) y el mundo se volvió más libre e igual gracias a ellas. Este corto siglo de todas las izquierdas terminó con la caída del Muro de Berlín.

Los últimos treinta años se han caracterizado, por un lado, por una gestión de ruinas e inercias y, por el otro, por la emergencia de nuevas luchas contra la dominación, con otros actores y lenguajes que las izquierdas no pudieron entender.

Mientras tanto, libre de las izquierdas, el capitalismo volvió a mostrar su vocación antisocial.

Vuelve a ser urgente reconstruir las izquierdas para evitar la barbarie. ¿Cómo recomenzar?

Con la aceptación de las siguientes ideas:

1) El mundo se ha diversificado y la diversidad se ha instalado dentro de cada país. La comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo; no hay internacionalismo sin interculturalismo.

2) El capitalismo concibe la democracia como un instrumento de acumulación; si es necesario, la lleva a la irrelevancia y, si encontrara otro instrumento más eficiente, prescindiría de ella (el caso de China). La defensa de la democracia de alta intensidad es la gran bandera de las izquierdas.

3) El capitalismo es amoral y no entiende el concepto de dignidad humana; su defensa es una lucha contra el capitalismo y nunca con el capitalismo (en el capitalismo, hasta las limosnas sólo existen como relaciones públicas).

4) La experiencia del mundo muestra que hay muchas realidades no capitalistas, guiadas por la reciprocidad y el cooperativismo, a la espera de ser valoradas como el futuro dentro del presente.

5) El siglo pasado reveló que la relación de los humanos con la naturaleza es una relación de dominación contra la que hay que luchar; el crecimiento económico no es infinito.

6) La propiedad privada sólo es un bien social si es una entre varias formas de propiedad y todas están protegidas; hay bienes comunes de la humanidad (como el agua y el aire).

7) El corto siglo de las izquierdas fue suficiente para crear un espíritu igualitario entre los seres humanos que se distingue en todas las encuestas; éste es un patrimonio de las izquierdas que ellas mismas están dilapidando.

8) El capitalismo necesita de otras formas de dominación para florecer (del racismo al sexismo y la guerra) y todas deben ser combatidas.

9) El Estado es un animal extraño, mitad ángel, mitad monstruo, pero sin él muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables en busca de ángeles indefensos. Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca.

Con estas ideas seguirán siendo varias las izquierdas, aunque ya no es probable que se maten las unas a las otras y es posible que se unan para detener la barbarie que se aproxima.

Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas.

Fuente original: http://www.cartamaior.com.br/templates/colunaMostrar.cfm?coluna_id=5169

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Ser de Izquierda en la Cuba del siglo XXI
A propósito de “Carta a las izquierdas” de Boaventura de Sousa Santos (1)
Por Pedro Campos

La experiencia revolucionaria del siglo XX demostró, una vez más, el fracaso de pretender enmarcar en un cuadro estrecho la revolución o el socialismo, más allá de las generalizaciones dialécticas y clásicas de la socialización y democratización del poder económico y político, proceso que siempre tendrá particularidades de acuerdo con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, la idiosincrasia, la cultura, la historia y otras peculiaridades de cada país.

En esta dirección, se puede coincidir en buena parte, con las ideas presentadas por el compañero brasileño Boaventura de Sousa Santos para una izquierda en el Siglo XXI (1), partiendo del origen del concepto político de izquierda, nacido de la revolución francesa, como expresión de los partidarios de la República en contraposición a la Monarquía y visto en su progresión posterior, como movimiento que siempre tendería a la igualdad, la libertad y la fraternidad, aunque –desgraciadamente- en su nombre, algunos hicieran todo lo contrario.

Ahora bien, desde la experiencia política de la Revolución Cubana y la evolución que sufre este proceso actualmente, para un amplio sector revolucionario en la Cuba de hoy, ser de izquierda incluiría estar a favor y luchar por:

1-Repartir y compartir, humanizar, socializar y democratizar el poder económico y político, siempre en forma transparente, por medio de la participación real y efectiva de todos los ciudadanos en los debates y decisiones que los afecten y en los presupuestos participativos a nivel local y nacional por medio de referendos.

2-La libertad plena de cada uno de los individuos, que es lo que hace libre al conjunto de ellos, sin otra restricción que el respeto a los derechos de los demás. La verdadera libertad solo es posible cuando el ser humano dispone de medios que le permiten interactuar equitativamente en el seno de la sociedad. Por eso, la lucha por la libertad implica trabajar por dotar a todos los seres humanos de esos medios (básicamente propiedad, cultura y salud).

3-La democratización del sistema político, hacia la democracia directa, participativa, inclusiva y no sectaria, que respete a las minorías y al individuo, donde sean el pueblo y los trabajadores los que decidan todo, sin intermediarios, en todas partes y donde unos pocos, -el número imprescindible-, sean encargados, temporal y rotatoriamente, de ejecutar las decisiones de todos, siempre bajo control de los colectivos laborales y sociales.

4-El pleno respeto de todos los derechos de todos los humanos, reconocidos internacionalmente, especialmente la irrestricta libertad de expresión, prensa y asociación de cualquier tipo y el reconocimiento a los derechos de los niños.

5-La paulatina eliminación de todas las formas de explotación de los seres humanos y especialmente del trabajo asalariado que tipifica la explotación capitalista y su ánimo de lucro, sea por particulares o el estado; así como por el desarrollo de nuevas formas de producción basadas en el trabajo libre, individual o colectivamente asociado, cooperativo y autogestionario que tiendan al predominio paulatino del intercambio de equivalentes sobre el intercambio desigual y monopolista de índole cualquiera.
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6-El respeto y conservación del medio ambiente, la biodiversidad y los sistema ecológicos, lo cual pasa por el uso y consumo racional y reciclado de los recursos naturales.

7-El pleno respeto a la diversidad humana en su más amplio significado: religioso, cultural, racial, sexual, político, etario, regional y de cualquier otra índole, que no dañe la dignidad de otros seres humanos, y especialmente, la erradicación de la criminalización de las diferencias.

8-La emancipación general de los seres humanos de cualquier tipo y sistema de dominación y enajenación, en el hogar, la familia, la escuela, el barrio, el país y entre naciones.

9-La no violencia y la solución justa, pacífica, política y democrática de todos los conflictos entre personas, grupos humanos o naciones. Toda violencia contra los seres humanos es reaccionaria, incluida la violencia que pretenda oponerse a la violencia, porque simplemente la reedita. La violencia debe ser desarmada a partir de la no-violencia.

10-La disminución paulatina del estado hasta su extinción, de manera que la administración sobre las personas vaya desapareciendo y vaya quedando solo la administración sobre las cosas, partiendo de que estatizar no es socializar, sino una de sus antípodas.

Socialismo por la vida.

La Habana, 7 de diciembre de 2011

1- http://www.cartamaior.com.br/templates/colunaMostrar.cfm?coluna_id=5169

Palabras claves: izquierda, poder, libertad, democracia, explotación, medio ambiente, diversidad, emancipación, violencia, derechos, estado.

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Extremos que coinciden y esquemas que se reiteran
Crónicas cubanas.
Por Félix Sautié Mederos


Eso de que los extremos se tocan y coinciden, a veces más de las que nos podemos imaginar, es un decir que día a día se hace realidad en las actuales coyunturas y circunstancias cubanas. Estas consideraciones son recurrentes en mis pensamientos, porque los hechos con que a diario me choco me crean inquietudes y preocupaciones al respecto que se van agolpando en mi ser interior. Creo que este es un momento apropiado para compartirlas con mis lectores, porque hace algunos días alguien me increpó por una crónica mía sobre un debate de la Revista Espacios Laical (*) realizado con la participación como exponente del politólogo cubano americano de origen hebreo Arturo López Levi, en la que afirmé textualmente que el disertante “hizo uso con convicción evidente de su pleno derecho para opinar desde adentro, emanado de su condición de cubano por nacimiento que nadie debería menoscabarle”.

Yo considero que los que me leen están en todo su derecho para la aceptación o no aceptación de lo que expreso; pero resulta que en este caso se acompañó su criterio con increpaciones extemporáneas y fuera de lugar hacia mi persona por haber escrito sobre un evento en el cual participé y por haber expresado mi opinión. Además distorsionó los hechos y planteó conceptos de exclusión tratando de imponer su forma de pensar. En tanto que en mi crónica me referí a un muy importante problema de concepto, relacionado con la libertad de expresión, así como con la libre participación en el diálogo sobre Cuba de todos los cubanos sin excepción por razones de ideas, conceptos o lugares de residencia. Considero que defender eso es algo que va más allá de cualquier afiliación o criterio político social; porque constituye un derecho que nos corresponde a todos.

Un principio básico de la democratización que tanta falta nos hace, es estar a favor que López Levi y otros cubanos de adentro o de afuera del país, participen plenamente, con la norma esencial del respeto a las opiniones de los demás, en las pocas oportunidades de diálogo que se encuentran a nuestro alcance. Aceptar y apoyar este derecho de participación, no es asumir necesariamente como nuestros los criterios y posiciones al respecto del futuro de Cuba que expongan los que en uso de su inalienable condición de cubanos participen en nuestros diálogos. Coartar sus su participación más efectiva es en cambio, una verdadera inconsecuencia democrática de quienes pretenden darnos lecciones de vida, ya estén adentro o afuera del país.

La exclusión y las opiniones venales sobre los demás se han convertido en un problema muy generalizado entre los cubanos, que comienza en las cúpulas de nuestra sociedad y que se ha generalizado entre nosotros. Los oficialistas clasifican a los discrepantes como enemigos y mercenarios a los que les está vedado todo acceso social. Lo mismo realizan otros desde sus posiciones no oficialistas y por demás discrepantes también, negando toda posibilidad de participación a los de pensamiento diferente o que coincidan con lo que ellos se oponen. En este orden de cosas, se está agudizando una polarización contraria a cualquier posibilidad de razonamiento de partes en búsqueda de soluciones factibles para nuestros problemas. Eso nos está haciendo mucho daño, es contrario a la democracia y forma parte de una espiral de fuerza que se contrapone a las posibilidades del reencuentro y de reconciliación entre cubanos. En mi criterio las acciones a favor del reencuentro y la reconciliación en aras de la paz y de la concordia nacional, son alternativas a las que nunca deberíamos renunciar ni mucho menos negarlas; pero más importante que todo eso, considero que es el derecho de los cubanos sin excepciones onerosas a opinar sobre su propio país.

Hay quienes, orientados por los centros de poder a que responden o bien por su cuenta y riesgo, desde una u otra posición ideológica, han asumido el papel de jueces de los demás y se dedican a los ataques personales y a la descalificación indiscriminada, sin importarles para nada los derechos humanos de cada cual, ni la necesidad del diálogo civilizado entre las personas al objeto de comprenderse mejor y explorar las posibilidades de concertación. Con estas posiciones que por demás no aportan proposiciones ni criterios constructivos, lo complican y lo entorpecen todo, apostando en realidad por el caos y la desolación.

Personalmente he expresado en cada ocasión que me ha sido posible, desde adentro del país, de frente y plenamente identificado sin el uso de ningún seudónimo, que soy partidario de edificar una república en la que quepamos todos sin excepciones onerosas y me he manifestado también con toda claridad, a favor de desarrollar un socialismo participativo, democrático y verdaderamente humano, cooperativista y autogestionario que no excluya a la pequeña empresa familiar o local, así como a la inversión extranjera que aporte capital, tecnología y/o mercados. Estas son mis posiciones personales mantenidas con reiteración. El hecho que piense de esta forma, no quiere decir que no acepte que los que opinan distinto puedan plantear sus criterios y posiciones al respecto y debatirlos entre todos en un diálogo civilizado en búsqueda de lo que realmente sea mejor para nuestro pueblo.

En el debate de Espacio Laical al que me referí en mi crónica (*) se habló con plena libertad de expresión y los participantes fueron diversos, tan diversos como diversas son las posiciones y criterios al respecto del proceso sociopolítico cubano. Yo estuve presente, los oí y los vi con mis propios oídos y ojos, por lo que no puedo aceptar que quienes no estuvieron presentes e incluso algunos más lejanos aun desde el exterior, planteen descalificaciones y criterios ofensivos que en realidad son superficiales, extemporáneos y esquemáticos al respecto de algo en lo que no participaron. Así lo pienso y así lo afirmo.

(*) ”De nuevo los debates a contracorriente en espacio laical”, `publicado en Por Esto el martes 29 de noviembre del 2011 http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=131572

E-Mail: fsautie@yahoo.com
Publicado en Por Esto! el lunes 12 de dic. 2011
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=134355

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La Conferencia del PCC y el papel del Partido
Por Rogelio M. Díaz Moreno

Hay unos cuantos que pensamos, ya que de ideologías se trata, que la pretensión de pasar de ellas solo esconde el cinismo de los que propugnan las supuestas bondades del libre mercado –aunque reclaman a gritos el salvavidas de los estados, cuando lo que han robado del 99% de los demás ciudadanos del mundo no les parece suficiente para satisfacer sus ambiciones. Entonces, no me avergüenza pensar que alguna me puede servir. Claro, que una ideología civilizada debe cumplir ciertas condiciones. Por ejemplo, las delegaciones cubanas a los eventos cumbre de la Organización de Naciones Unidas, en los últimos años, han enarbolado un principio por el que voto con mis dos brazos, esto es, el de todos los derechos humanos para todos. Entonces, en un momento dado pensé que la Conferencia iba a recoger los temas pendientes del Congreso en este sentido de redefinir el modelo de sociedad que se desea para nuestro pueblo, desde ese punto de vista cívico-social, pero luego de adquirir el folleto respectivo en un estanquillo, estoy un poco menos seguro respecto a mis expectativas.

Tal vez se pueda considerar que estoy entrando en un terreno que corresponde únicamente a los militantes del Partido, pero como lo que este decide afecta en la práctica todos los cubanos, nos asiste el derecho a intervenir.

Se puede considerar que cuando las principales fuerzas de la Revolución de 1959 se agruparon en un refundado partido comunista, estaban definiendo el modelo de sociedad que debería funcionar a partir de ese momento con los aportes de las fuerzas más progresistas del momento, lo que debió haber alcanzado su forma más definida con la proclamación de la nueva Constitución en 1976, aunque por ser nuestro país como es, las cosas en la práctica nunca fueron del todo como en la teoría. El caso es que, a estas alturas, obviamente hay que remodelar unas cuantas de esas cosas a partir del reconocimiento de que ya no funcionan “ni para nosotros mismos”. Pero de las cosas que más me preocupan, no veo mucho en los lineamientos propuestos para la nueva reunión.

Vamos a empezar por los ejemplos simples. Supongamos que yo reconozca que María y Pepe son trabajadores ejemplares, por lo tanto muy dignos y merecedores de integrar lo que se califique como vanguardia, y sean electos para el Partido y demás. Eso no significa que yo considere que el juicio de ellos es superior al mío para decidir si un humilde servidor necesita la autorización de niveles superiores para salir del país por una visita, por trabajo, para emigrar o por las razones que sean. O que ellos sean los que tienen que conceder a las personas, graciosamente o no, la posibilidad de realizar con bienes que supuestamente son suyos, sus derechos de posesión –para colmo, decisiones que deben tomar solo en Congresos de irregular celebración. Amén, de que hasta donde conozco, ni Pepe ni María creen que deban arrogarse tales prerrogativas. Tampoco me parece que sea el dirigente del Partido en una región el facultado para decidir si ciertas actividades económicas por cuenta propia se pueden realizar o no; para colmo, este dirigente no es ni siquiera elegido, ni responde, ante María y ante Pepe. Para interpretar la aplicabilidad de las leyes, considero, deberían trabajar los comités de especialistas en la legislación, inevitablemente sujetos al escrutinio y mandato del único Soberano universalmente admisible, o sea, la ciudadanía. Para cambiar las leyes, ok, eso es más complicado, pero tampoco procede una fuerza, que integra a menos del 10% de la población, determinar ejecutivamente el destino de la nación.

Así que voy definiendo una de las cosas que yo esperaba para esta Conferencia, esto es, esa definición del papel que se iba a asumir por el Partido dentro de la sociedad cubana en las nuevas condiciones del siglo XXI, el de las comunicaciones inmediatas, el de la Internet interactiva, la globalización palpitante y ritmos económicos vertiginosos. No es exagerado pensar que estos momentos son tan fundacionales y contemplan tantas transformaciones, como aquellos de los años entre la entrada de los barbudos a La Habana y la proclamación de la Constitución.

Entonces, para que el Partido juegue el rol de fuerza revolucionaria y fundacional, y re-fundacional cuando hace falta, tiene que trabajar fuertemente en la ideología, entendida como definiciones de los principios ante los asuntos que se antojan como vitales en las sociedades de hoy. Los derechos humanos, las relaciones sociales y políticas, la interacción del individuo y el Estado, y otros que se nos vayan ocurriendo por un camino, deben abordarse con valentía y profundidad para señalar el camino que se aspira a seguir. Y este camino debe, como colofón inevitable, dejar el paso libre a una sociedad pacífica –que sepa, eso sí, defenderse de cualquier agresión externa– de personas trabajadoras por el bien común a la vez que el individual, ya que para conquistar la libertad mayor y verdadera fueron todos los sacrificios que permitieron el triunfo de la Revolución cubana.

Entonces habrá que definir, inevitablemente, los contenidos de esa libertad. Hay que tomar por los cuernos al toro y consensuar, nacional y democráticamente, cómo se van a configurar y profundizar aquellos derechos de los ciudadanos y ciudadanas que empezaron a declararse en las llamadas revoluciones burguesas: de expresión, de movimiento, de asociación, etc. Cómo va el Socialismo a asegurar esos derechos en nuestra sociedad con mucha más efectividad que los regímenes demo-liberales modernos, como se supone que hace un sistema social superior, y qué otras potencialidades humanas podemos y vamos a desarrollar gracias a esta superioridad, que en los sistemas anteriores no pueden todavía concretarse. Como de ideología trataríamos, algo se solapará con el contenido económico del cónclave anterior, y muchos reclamamos mayor espacio para el control de los trabajadores sobre la producción y los asuntos públicos en general, como concreción y mecanismo de todos los derechos imaginables.

Y aprovechando que estamos en un proceso de separación de las jurisdicciones respectivas de las actividades del Partido y el Gobierno o el Estado en la actividad económica–uno nunca entiende bien cómo es esto en Cuba– entre lo más importante que puede tratar la Conferencia interesaría, sobremanera, que se replanteara nítidamente la propuesta de los militantes sobre el balance de poder político y administrativo que deberá existir entre las autoridades electas por sufragio universal y las nombradas mediante otros mecanismos. Tanto dentro del Partido como fuera de este, en el país, en la República. Y las garantías conque se contará para que, en la práctica, no falle lo que en teoría se delinee con mucha atención.

El Partido habrá de resolver dialécticamente, en algún momento, la contradicción existente en el hecho de que no participa en las elecciones –principio importante, ya que es el único legalmente existente– y, sin embargo, las otras organizaciones de masas de mayor importancia en nuestra atípica sociedad civil (sindicatos, uniones de estudiantes, etc.) que sí participan en la organización de los comicios, poseen entre sus estatutos la condición de acatamiento de las políticas del primero. En general, se supondría que las personas decidan libremente integrar las organizaciones que les ofrezcan diferentes grados de oportunidades y afinidades, antes que imponerles obligaciones adicionales. Todo esto constituiría un excelente tema de análisis que, sospecho, estará ausente de la venidera Conferencia.

Esta fuerza que está asumiendo la delicada y extraordinaria tarea de constituir la vanguardia de la sociedad cubana, tiene que convencer al resto de que presenta estrategias ventajosas tanto para los propósitos a largo plazo, como para las tareas inminentes. Entre los flagelos inmediatos, la discriminación por distintas causas, la corrupción y los desmanes de una casta burocrática plantean retos de primer orden. Para combatir al primero, hacen falta algo más que declaraciones generales; tienen que aparecer órganos ejecutivos que planeen y ejecuten políticas profilácticas y apliquen sanciones correctivas, vías eficaces de denuncia y protección para las víctimas de sus manifestaciones, y demás medidas de ese tipo en que se pueden ir pensando. Para acorralar al segundo, una vez más adelantamos nuestra exigencia del control de las personas trabajadoras sobre el proceso de producción-distribución de bienes y servicios que ellos personalmente generan. Qué mayor triunfo y gloria para el Partido que liderear a los trabajadores en esta campaña.

Para ser realmente exhaustivos no alcanzaría ni con dos Conferencias. Como hipotético delegado, yo le concedería gran importancia al tratamiento de las desigualdades que se ahondan en nuestros escenarios. Sí, porque aquellas diferencias en los niveles de vida de las personas, que no se originan en las diferencias de los esfuerzos y el trabajo personales, es uno de los peores taladros para la moral de los colectivos humanos y minador temible de proyectos socialistas.

¿Qué debería decir respecto a la juventud, la filosofía del camino que toma nuestra sociedad? Que es la arcilla fundamental de nuestra obra, respondería el Ché, en la que confiamos y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera. Otra deuda pendiente, pues la juventud a la que se refería el Guerrillero Heroico hoy ostenta más canas que protagonismos que no sean los de ejecutar obedientemente las orientaciones de los “niveles superiores”. Sea rebelde pero profunda, animaba de nuevo el Ché, a aquel sector al que hoy se le presentan apenas la fidelidad y la disciplina como valores supremos. Hay bastante que trabajar en la profundización de las doctrinas proletarias, considero, y ningún verdadero revolucionario debe tener nada que temer de su más amplia divulgación, estudio, conocimiento, debate y aplicación, desde los originales de Marx y Engels, hasta las contribuciones de los estudiosos más actuales, sin incitar temores o practicar censuras estalinistas contra textos como los de Trotski o los del mismísimo Ernesto Guevara. Hay que animar también a la negación dialéctica de todo lo que se debe renovar lógicamente en un sistema de pensamiento vigente a lo largo de tanto tiempo, negación que constituye a la vez la más triunfante reafirmación de una doctrina que aclama la superación de todo lo vuelto obsoleto con el desarrollo de las nuevas realidades.

Cualquier superestructura ideológica pasa naturalmente por las relaciones de nuestro pueblo con los demás en el mundo. No se concibe otra lógica –es decir, yo no la concibo– que no sea la de facilitar hasta el máximo, que todo simple hijo de vecino de Mayarí, del Cerro, de Trinidad, de Guáimaro y de Consolación de Sur, así como de los demás 160 y tantos municipios de nuestra patria, intercambien fraternalmente y sin cortapisas con el amigo boliviano, el pana venezolano, el hermano mejicano, el indignado ibérico, el latino documentado o no residente en la Yuma, etc. Que haya comunicación total, transferencia de conocimientos científicos y tradicionales, trueque de productos y esfuerzos de cada comunidad sin más intermediarios que los requeridos para tareas del transporte. El contacto pueblo a pueblo, corazón con corazón, alma con alma, sin oportunistas que se arroguen papeles que no se les han concedido desde el lado de abajo.

Rogelio M. Díaz Moreno
Físico, poeta y cuerdo
http://bubusopia.blogspot.com/

"Yo dono rosas, oro no doy"


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MASA
Por Félix Guerra

AGUARDAR PARAÍSOS CREA INFIERNOS.
TERNURA DOGMATICA SOLO ME DEJA VER BUENOS
A LOS MIOS.
ENVIE ESTE TEXTO A cien PERSONAS EN LOS PROXIMOS DIEZ siglos: ALIMENTE LA SUPERSTICIÓN DIGITAL.

La masa que no incluye, (es decir, muchedumbre, individuo, ciudadano, dirigente y orador), está siendo segregada
en masa, discriminada y multitudinariamente acéfalada,
con cabezas acopiadas debajo O ENCIMA de las tribunas. MASA ATIENDE CON la NARIZ Y estornuda CON
LAS OREJAS.

MASA, como jabón, suele ser usada incontables veces, pero
al final, CON DESGASTEs de parte y parte (predicador y masa) y MISIONES INCUMPLIDAS. POMPAS DE ILUSIONES
le disputan el cielo a pájaros y ungidos.

¿Masa ya menos masa? ¿Masa de individuos o multitud?
¿O masa del siglo XXI, simiente de algo inédito?
Discurso mañoso desflora a la masa. Información ilustra
a la masa. Educación despierta masas. Y la licuan
en ciudadanos.
Deshielo masivo. Se destroca el gentío en opinión y debate
Y ANÁLISIS crítiCOZ. La REFLEXION-MASA
ES UNA RECIENTE UTOPIA instaurada por el INDIVIDUO.

Antiguas masas. Masas medievales. Pesadas y empantanadas masas. TODa HISTORIA ANTIGUA, masas decimonónicas.
Masas curtidas y apertrechadas del siglo XX.
Masa ideológica Y POLITIZADA, SIGLO XXI, propensa
a ENTIDAD DE IDEAS, CONCENSO DE CRITERIOS, cofradía
de proyectos, comunidad DE CAMBIOS, mutación DE EPOCA,
rechaza la incondicionalidad y cualquier PODER NO COMPARTIDO. Porque:

A: PARTICIPO: AH, SI QUIERO.
B: ME REDUCEN A la TELE ,,,,,,,, CAMBIO DE CANAL.
C: ME ABRUMAN DE CANALES,,,,,,, Y ME DEDICO A LEER
LAS FUENTES Y PARTES INTEGRANTES.
D: No participo, solo VEO y ESCUCHO, PERO catequizan SIN parar:
DOY ALAS A MIS INCRÉDULIDADes. Me aferro a Diderot,
Marx y DUDo DE TODO.

E: MACHACAN CON RETORICAS
cotidianas IGUALES, DIA TRAS DIA, 3 veces diariamente, A LA MASA TELEVIDENTE , ENTONCES INVENTO MI RETORICA HOY Y OTRA RETORICA MAÑANA.

F: Ah, pero. BUENO. ESO ES OTRA COSA. Pero, cuando fun-
cione, palparemos que COMUNIDAD Y TODOS Y COLECTIVO Y CONSENSO SI PARECE CONDUCIR A
a humanidad humanizada, a democracia democratizada,
a libertad socializada, a expansión de LOS individuos.

COMUNIDAD de ideas, canciones, propiedades, proyectos enriquecidos, protagonismos proporcionados, VERSOS diversos y diversidad de PODERES, opiniones múltiples, trabajar en DISCREPACIAS, DESCENTRALIZACION DE DECISIONES, educación irrestricta, REPÚBLICA INVIOLABLE PARA OPINAR, MEDITAR Y DECIDIR, NO lideres más orejas que boca,
SI masa-INDIVIDUO más boca que orejas, ENTONCES SI dicha superestructura es CAMINO
INQUEBRANTABLE, IRREVOCABLE, IRREVERSIBLE, IRRESISTIBLE y definitivamente REPETIBLE, imitable, EH, conveniente, CONVINCENTE, QUE ofrece PERENTORIAMENTE TELA diáfana Y VENTUROSA
POR DONDE CORTAR.

La masa, al deshacerse y regresar DE LAS PLAZAS por rumorosos afluentes, se TRASMUTA, AH maravilla, en EL individuo. Luego
en madre y padre, hermano, hijo o nieto.
EN BIOGRAFIA y EXPEDIENTE LABORAL con algunas manchas. En SUJETO QUE DUDA O CREE, duda lo que cree
y cree lo que duda. También que VIVE o NO EN EL MEJOR MUNDO POSIBLE. Y,
llegando a casa, criatura sofocada reclama UN BUEN VASO
DE AGUA Y, por supuesto, CAFÉ y ventilador.

Segundos después, improbables vestigios de masa. Ni
en plazas o calles, ómnibus o avenidas, ni delante
de los noticieros ni trasquilando
sus sueños o desvelos de esa noche.